ALGUNAS OBJECIONES DE
LOS "TESTIGOS DE JEHOVÁ"
Con la solución
católica
Padre Manuel Robledo
G.
PRÓLOGO
Hace algunos años vino de Estados
Unidos un grupo de extranjeros, propagandistas de una nueva religión.
Tímidamente fueron seguidos por
algunos mexicanos que, al ignorar las inmensas riquezas de su Catolicismo,
fueron enseñados a recorrer las calles y a sembrar el terror con sus amenazas de
un inminente fin del mundo, que dejó a las almas en confusión y angustia.
Hoy predican la necesidad de
convertirse a Dios: un Dios que ellos conciben a estilo de una teología veterotestamentaria y le llaman, con
flagrante error filológico, "Jehová", cuya unidad esencial defienden.
Por lo mismo, niegan el Misterio
de la Santísima Trinidad revelado por Nuestro Señor Jesucristo, la Divinidad
del mismo Cristo y del Espíritu Santo. Amén de profesar todas las negaciones características del Protestantismo.
De aquí se sigue una interminable
serie de ataques a todos los Dogmas de la Fe Católica.
Para probar sus errores, se
apoyan en una traducción espuria de la Biblia, de la cual deducen negras
amenazas escatológicas, dejando en duda el "más allá" y negando
abiertamente la inmortalidad del alma.
La organización depende de un
grupo incógnito escondido en el anonimato, el cual, desde Nueva York, dicta
órdenes y determina las creencias de la Secta mediante escritos de apariencia exegética, que todos los miembros deben
estudiar, asimilar y propagar.
Los adeptos son clasificados,
herméticamente controlados y económicamente explotados; han sido inyectados de
desprecio al prójimo y a las Instituciones Civiles y Religiosas sin distinción.
Provistos,
pues, de una autosuficiencia insultante, pretenden inducir a la gente sencilla
a renegar de su Bautismo, a blasfemar de Jesucristo y del Espíritu Santo, a
hundirse en un materialismo disfrazado
de Religión.
I Y así, vemos actualmente, entre
los "Testigos de Jehová" gente de ambos sexos y de toda edad: hombres
y mujeres maduros que viven incrustados en las Instituciones Civiles, son amparados
por ellas y viven de ellas, al
tiempo que las odian y maquinan su destrucción; ancianos que ya deberían prepararse
a bien morir, pero que han renegado de su Bautismo, y hasta tiernos niños que han
sido criminalmente inducidos a responder: “No queremos entrar en su Cielo,
porque no existe”. Debido a que están obligados a estudiar impresos de
apariencia científica pero de fondo corrosivamente crítico, los "Testigos
de Jehová" se creen sabios exégetas y eminentes teólogos. Han aprendido de
memoria algunos textos dolosamente dispuestos para rebatir los puntos básicos
del Catolicismo, y tratan de lucirse en público vomitando blasfemias.
Y al mismo tiempo se inflan con
la falsa denominación de "Testigos", niegan la Esencia Divina al
negar la Trinidad. Han sido engañados por la antigua Serpiente que sedujo a Eva
y por ella a Adán, con la promesa de que serían “como Dios, conocedores del
bien y del mal". (Gén. III-5).
Un Testigo de Jehová milita en
la amargura y la agresividad. Sólo abre la boca para enseñar, nunca para
preguntar; jamás asume la actitud o disposición de aprender del Único
Magisterio Infalible instituido por Nuestro Señor Jesucristo: la Santa Iglesia
Católica, Madre y Maestra de todos los pueblos, Columna y Fundamento de la Verdad. (Cf.
Mth. XXVIII-19).
En este libro presentamos
ciertas objeciones que, durante nuestras Misiones, nos opusieron algunos Testigos
de Jehová.
Fueron éstas de viva voz o por
escrito, procuramos reproducirlas en substancia o transcribirlas textualmente,
dejando en el anonimato la identidad de los objetantes, a cuyas dudas dimos
amplia solución.
Quedan yuxtapuestas y numeradas,
y enseguida la solución católica. Así se entreteje un verdadero diálogo de
alcances ecuménicos.
De este método no espere nadie
una literatura amena. En cambio: nos reserva para la Fe, un arsenal de verdades
aprovechables en su oportunidad.
De los benignos Lectores, queda
afectísimo en Cristo, el Autor.