d).- Gonzalo Vega usa la palabra “idolátrico” (derivada de “ídolo”)
para reprobar a la veneración que los católicos rendimos a María. También en
esto mostró sus fobias y su ignorancia. No es igual ídolo que imagen.
Ídolo es la materia o figura
material a la cual se le atribuye divinidad y se le rinde adoración: cosa
abominable, pues al Señor sólo hay que adorar (Cf. Deut. VI – 13).
Imagen es el retrato de un ser
humano. Su vista nos recuerda su trayectoria histórica, méritos o deméritos, y
nos despierta sentimientos de amor, admiración, gratitud, o repudio. Si ese ser
humano ha muerto y por sus virtudes suponemos que su alma está en el cielo, su
imagen nos recuerda una conducta digna de ser imitada: Su imagen resulta
respetable por representar a quien representa.
Si la Iglesia declara la salvación
de esa persona y, por el logro de la perfecta caridad la propone por modelo e
intercesora, podemos pedir su intercesión y su respeto se convierte en
veneración. También podemos imitar a los santos: San Pablo decía de sí: “Sed,
hermanos, todos a una, imitadores míos, y observad a los que así proceden según
el dechado de tenéis en nosotros” (Filip. III – 17).
Ningún católico ignora la
verdadera interpretación del primer Mandamiento: “No te harás figura alguna. .
. para postrarte ante ella y servirla, (esto es, para adorarla) (Ex. XX – 4-5).
Luego sí se puede hacer sin intención de adorarla, y la hizo el mismo Dios al
mandar fueran cincelados dos Querubines, al ordenar la fundición de la
serpiente de bronce para alcanzar con su vista la curación, y a la cual el
mismo Cristo se compara. (Jn. III – 14-15).
Este tema es muy llevado y traído
porque los protestantes, que no captan las distinciones por causa de su religión
hecha a la letra, no han podido entender la lógica con que los católicos
justificamos las imágenes. Y Gonzalo quedó protestantizado hasta la médula.
Por lo menos debe entender que la
esencia del catolicismo es la vida de la gracia, y no las imágenes. Que con
imágenes o sin imágenes, los católicos somos auténticos cristianos porque
profesamos y vivimos todos los Dogmas de la fe de Cristo; pero no podríamos
serlo sin María (sea o no representada con imágenes), porque Ella dio al mundo
al Redentor y está unida en acción e intención a su Hijo. Dice San Mateo mostrándola
virginal e indisolublemente unida con su Hijo; “Jacob engendró a José, el
esposo de María, de la cual nació Jesús, que se llama Cristo” (Mth. I – 16).
Por eso en las Catacumbas, con
arte ingenuo pero genuinamente cristiano, fue representada en pinturas la
Virgen María con el Niño Jesús en sus brazos.