12/b.- "...
a los que creen en su Nombre".-Es frase apuesta a lo anterior:
"a cuantos le recibieron". Efectivamente, la recepción o aceptación
del Mesías comienza por la fe en su Persona y poder, que esto significa en el
lenguaje bíblico -"su nombre". - Además, el -nombre,- entre los pueblos
semitas, significa el deseo de los padres sobre los hijos o algún
acontecimiento relacionado con su nacimiento. El de Jesús "fue nombrado
por el Angel antes de que fuese concebido en el seno materno" (Luc. II-21),
y significa precisamente su cometido de Mesías: "... porque El salvará a
su pueblo de sus pecados" (Mth. I-21). Jesús, en hebreo Jeshuá, forma breve de Yehoshuá, se traduce "el Señor es
salvación". Por llevar incluido el nombre de Dios, se llama "nombre
teóforo".
Siendo el Verbo
Encarnado a salvación, cuantos creen en El son salvos si a esta fe añaden las
obras de justicia, pues como advierte el Apóstol San Pedro: "no existe
debajo del cielo otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de ser
salvos". (Act. IV-l 2).
12/ c.-"... les dio potestad para ser hijos
de Dios".- Esta es la verdadera salvación: la justificación por
Cristo. No sólo nos libra del pecado y del infierno, sino que, para librarnos
infunde en nuestras almas la Gracia y nos engendra con sobrenatural
regeneración para la vida eterna. Lo proclama San Juan en una exclamación de
pasmo: "¡Mirad qué tal amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados Hijos
de Dios, y lo somos!" (I-Jn. III-I).
El darles
potestad, es tanto como decir que les dio capacidad, salvando por su bondad, el
abismo infinito que existe entre la natural condición humana y la misteriosa
infusión del ser divino en el alma adoptada. Significa, además, que la incorporación
a la" filiación divina por la gracia queda condicionada a la libre correspondencia
de la voluntad humana.