Así
prefabrican sus embrollos para dejar boquiabiertos a los que desean pavonearse
con el título de "teólogos".
Pues
bien, entérate hoy de lo siguiente:
Los
datos que me diste en tu anterior objeción, sólo son una guía especulativa que
escribe la historia de las herejías antitrinitarias, pero no es una exégesis de
la Divina Revelación ni consigna la "Historia de los Dogmas".
Paso
a refutar el Subordinacionismo, que no Puede ser confundido con un remedo de la
Teología Trinitaria, pero que tus maestros desde la Torre de Broocklyn te lo
han presentado para distorsionar la enseñanza primitiva de la Iglesia acerca de
este Divino Misterio.
Paso
ahora al Subordinacionismo. Los datos que me diste sólo son verdaderos en
cuanto a la doctrina de esta herejía, pero no en su radicación y extensión en
la Iglesia. Rechazo tu pretendida generalización a todos los ambientes
doctrinales del Catolicismo. Eran ensayos de algunos pensadores que se metieron
a teólogos y pretendían reducir los datos de la Revelación a una explicación
razonada; con fe, ciertamente, pero con cierta audacia. Y esto nada menos que
acerca de la Santísima Trinidad y la Encarnación.
Así
surgieron los Monarquianos a principios del S. lII y se diversificaron en dos
corrientes: modalistas y dinamistas. La modalista o Sabelianismo fue declarada
herética por el Papa Calixto hacia el año 220. Muchos que decían que esa era colución
correcta, se retractaron. Los dinamistas (que es lo que tú me presentas como
subordinacionismo) habían sido condenados por el Papa Ceferino hacia el año
217.
Ambas
corrientes subsistieron en las discusiones de las aulas como tentativas
teológicas, hipótesis no aceptadas, temas de estudio con humano raciocinio que
hubiera querido llegar a nuestra actual fórmula del "Uno en esencia y
Trino en Personas". El Papa Dionisio (260-268) usó la fórmula "consubstancial"
que abriría camino a la solución de Nicea.
No
digas que los Santos Padres o que la Iglesia entera cayó en el
subordinacionismo. Debes decir que teólogos y apologistas se esforzaban por
sistematizar lo que la Revelación proponía como dogma de fe. Algunos fogosos y
apasionados tomaron partido, pero fueron unos cuantos; no el pueblo ni la
Jerarquía, ni mucho menos la Iglesia entera.
Por
lo mismo, la fe esencial de la Iglesia Universal no varió jamás. Aunque no
hubiera entonces palabra humana que hiciera más accesible el Misterio,
el Misterio era creído. Más tarde, a fuerza de estudios, ensayos y disputas,
se hallarían en el idioma humano fórmulas adecuadas definidas por el Concilio
de Nicea. Y ya ves qué bien nos defendemos ahora con la fórmula de oro:
"Uno en esencia y Trino en Personas".