OBJECIÓN
25.- BIENAVENTURANZA.- (Posesión de la tierra)
Si todos
los millones de gentes buenas se fueran al cielo y las malas al infierno, la
tierra se quedaría sola, y en Salmos y en Isaías hay muchos textos que dicen
expresamente que la tierra seria bendecida con todas las abundancias de
exquisita manera. Y en Mateo 5, Jesús nos promete que los mansos o justos son
los que poseerán la tierra. No dice "el cielo" ¿Cómo explica usted esto?
SOLUCIÓN
25.- LA POSESIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS.- POSTRIMERÍAS
Por
lo que hace a la Bienaventuranza: "los mansos poseerán la tierra",
dicen los comentaristas católicos que con este semitismo se hace alusión a la
tierra de promisión, figura a su vez, del Reino de los Cielos, a donde se
encamina nuestra peregrinación terrena.
Imagínate
lo que sucedería si me pusiera yo a entender la tierra con exclusión del cielo.
Dice Isaías en VI-3: "llena está toda la tierra de su gloría". Dice
la tierra, no dice el cielo. Podría yo concluir que Dios no está en el cielo.
Inmediatamente me corregirías, y con razón.
Es
muy triste que los dirigentes de la torre quieran hundir en el materialismo a
sus adeptos. Como les han infundido que no existe el alma (contradiciendo a la
Biblia), quieren compensar el ansia de supervivencia sobrenatural innata en el hombre,
con los goces temporales de una tierra convertida en paraíso terrenal
restaurado. De ahí sus libros "De paraíso perdido a paraíso recobrado"
y tantos otros que andan vendiendo los Testigos de Jehová. Todos ellos
concluyen con un paraíso terrenal de goces, satisfacciones, bondades y virtudes
por mil años; años de 365 días... ¿y después?
Así
me explico lo que me propones, y preguntas mi opinión. Pero no me lo explico
por mi propia autoridad, sino fiado en la autoridad doctrinal infalible de la
Iglesia.
El
destino de todos los buenos, o sea, de los que perseveran y mueren en Gracia de
Dios, es el Celo; y el de todos los malos, o sea, los que mueren en pecado mortal,
es el infierno. Así lo dice expresamente Nuestro Señor Jesucristo, a quien hay
que creerle más que a los "Testigos" de fantasías. Léelo en Mth. XXV,
31-46. Tormento y Vida son allí calificados de "eternos". Nada de
milenio terrenal, pues esos mil años que se expresan, son un lapso indefinido
de la historia humana antes de la batalla definitiva de los últimos tiempos
(cons. Apoc. XX, 4-6).
Porque
si fuera realidad lo de los mil años con toda la tierra paradisíaca, ¿por qué
existirán simultáneamente "gentes que están en los cuatro ángulos de la
tierra" que serán seducidas por Satanás, y a los enemigos de Dios
simbolizados por Gog y Magog, aludiendo a Ez. XXXVIII? Lee bien este detalle en
Apoc. XX, 7-8.
Nuestra
Fe Católica nos habla con esta claridad: La humanidad continuará su historia de
luchas, penas y anhelos en el servicio de Dios, y al fin de los tiempos,
precedidos por señales claras (ver II Tes. 11), habrá una lucha definitiva
entre las huestes de Satanás y las huestes de Cristo. Vendrá el fin del mundo;
luego resucitarán los muertos. Cristo vendrá y juzgará a la humanidad entera y
dará sentencia de premio eterno o castigo eterno.
Te
duele que la tierra termine porque te han enseñado a esperar en ella, su
restauración como paraíso de goces terrenales ... Y sin embargo, terminará y de
manera trágica. Dice San Pablo: "Pasa la configuración de este mundo"
(I Cor. VII-31). Y San Pedro: "... día en que los cielos estrepitosamente pasarán
y los elementos abrasados se disolverán, y la tierra, con cuantas obras hay en
ella, será alcanzada por el fuego. Pues que todas las cosas se han de
disolver... los cielos, abrasados, se disolverán y los elementos, ardiendo, se
derretirán ..." (II Pe. III-10...12).
Se
acabará esto material, que no fue la finalidad, sino el medio para nuestra
eterna salvación. Por eso inmediatamente San Pedro nos abre la perspectiva del
Reino de Dios, del Cielo, de la Vida Eterna: "... Nuevos cielos, empero, y
nueva tierra aguardamos, según su promesa, en la cual habita la justicia".
Repite la profecía de Is. LXV-17 y LXVI-22; misma que se repite y es confirmada
en Apoc. XXI-1.
Estos
"Nuevos Cielos y Nueva Tierra", preciosa y colorida figura dirigida a
la exhuberante y riquísima imaginación oriental antigua, significan el Cielo o
Gloria de los que entrarán en posesión y goce del conjunto de todos los bienes
sin mezcla de mal alguno. Porque si los cielos y la tierra que vemos y
habitamos hoy, con todos sus elementos se consumirán, ya no habrán estos cielos
ni esta tierra materiales; y lo que nos dice "nuevos cielos y nueva
tierra", no serán los mismos, que habrán sido destruidos, ni una nueva
creación física sacada de la nada; sino el Reino de los Cielos sobrenatural preparado
y prometido por Nuestro Señor Jesucristo, y que dará a todos los que cumplieron
la Voluntad de Dios en el día de su Advenimiento, que será el día del Juicio
Universal, en que la sentencia dada a cada quién en el momento de su muerte
(juicio particular) será ratificada y confirmada por toda la eternidad. (Ver
Mth. XXV, 31-46).
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