OBJECIÓN
28.- ODIO A LOS TESTIGOS
Es
tanto el odio que muchos le tienen a los "Testigos", que me viene a
la memoria el odio que muchos fariseos le tenían a Jesús; tanto, que hasta lo
calumniaban.
Usted
mismo, de palabra o por carta, les ha llamado "vagos", cuando que
todos tienen trabajo y se ganan el pan cumpliendo sus obligaciones laborales.
¿Cómo
puede usted decir tal cosa, cuando aproximadamente cuatro mil salen a animar a otros
a estudiar y considerar la Palabra de Dios en todos los países del mundo? Lo
hacen muchas veces sacrificando un poco o casi todo el tiempo disponible, en
lugar del descanso o la recreación.
SOLUCIÓN
28.- VAGA QUlEN DESPERDICIA SU PROPIA VIDA y, COMO SATANÁS, BUSCA LA
PERDICIÓN
DE LAS ALMAS.
"Los
"Testigos" son odiados, como Jesús", me dices con cierta
satisfacción.
Yo
no sé que nadie los odie, pues jamás llegarán a tener la importancia de Jesús
ni podrán cornparársele. Sólo sé que todos los evitamos por el veneno que
inyectan. Ellos son dignos de compasión, pero portadores del virus de la
herejía. Pero los que a ciencia y conciencia los inocularon, que son los
dirigentes de la Torre, sí merecen ante Dios y ante los hombres, los
calificativos y sentencia que se han ganado. ¿Crees tú que a la hora de su muerte
serán recibidos con un amoroso "venid"? ¿Acaso no se han ganado un
fulminante "apartáos? por haber luchado contra el Verdadero Dios y perdido
a tantas almas?
Te
dolió mucho que hablé de su "vagancia". Te explicaré porqué lo dije;
pero lo que voy a añadir te dolerá más; y lo añadiré, no por ofenderte, sino por
abrirte los ojos:
Dije que se pasan la vida vagando, porque vaga el que no
cumple con su deber, y para colmo se dedica a hacer perjuicios. Se ha
comprobado que el tiempo que piden y gradualmente aumentan los Testigos a sus
adeptos para recorrer calles y hogares, es tiempo que roban a sus obligaciones de
hogar, aunque por otra parte estén cumpliendo sus obligaciones de trabajo. Y
ahí tienes hogares abandonados, hijos encargados carentes del amor y comunicación
maternal, esposos que encuentran el hogar vacío o esposas que ya no departen
con el esposo, ausente, y que no se entera de los problemas de los hijos, y en
definitiva, la desintegración familiar.
Nada
de esto le importa a la Secta. Lo fomentan, estimulan, adulan, promoviendo en
grados y lugares más altos a quienes abandonaron sus obligaciones de hogar; y
los enajenan a tal grado, que, ante el cataclismo que amenaza a sus hogares, prefieren
la esclavitud de la Secta antes que cumplir la voluntad de Dios en el
cumplimiento de sus obligaciones de estado.
En
México se llama a esto: "ser farol de la calle y obscuridad de su
casa". Tal abandono de los deberes de estado mereció esta terrible
reprobación de San Pablo: "Si uno no se interesa por los suyos y
particularmente por los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que un
infiel" (I Tim. V- 8). Creo que este versículo no les conviene a los que
organizan el visiteo.
Por
eso decimos que andan aplanando calles o vagando. Si San Pablo corrigió a los cristianos
Tesalonicenses (III, 6-15) que andaban de casa en casa comentando el advenimiento
de Cristo y no querían interesarse en sus propias obligaciones con pretexto de
un fin inminente, ¿qué diría a los que ahora, abandonando el hogar, andan de
casa en casa confundiendo las conciencias, torciendo las Escrituras y hablando
contra Cristo y sembrando odio a la verdadera Iglesia?
Lo
segundo te ofenderá más pero es necesario. No quiero mostrarte mi amor
cristiano con adulaciones. Te lo mostraré con verdades que salvarán tu alma.
Yo
considero que es diabólico andar perturbando las conciencias y que se echa
encima una tremenda responsabilidad el que pierde las almas arrancándolas del
buen camino para precipitarlas al abismo de la secta de Testigos de Jehová. Y
al escribir la palabra e imaginarme el vagabundeo de los propagandistas de la
Secta, se me imaginó que hacían, la misma labor que se expresa en esa oración
del Papa León XIII cuando pide a San Miguel Arcángel su intervención contra
"los espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las
almas".
Me
angustio sólo de considerar que, no contentos con condenarse a sí mismos, ellos
te quisieron condenar a ti también, y que ahora te mandan a arrastrar a otros a
la condenación eterna. Perdóname, lo hago obligado por tu salvación. Te advierto.
Medítalo.
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