Limitar
a sólo 144,000 numéricamente hablando, el número de los que van al Cielo, es
decir, los que se salvan, es limitar el poder de Dios y frustrar con frío
fatalismo la buena voluntad de tantas almas que se esfuerzan en servirlo. Peor aún
si se reduce a los dirigentes de la Torre y sus próximos servidores, como
sostienen por aquí los que propagan estas ideas.
En
Apoc. VII, 4-8 tienes el mismo número: 144,000, que son 12,000 de cada una de
las 12 tribus de Israel. En XIV-1 se halla el mismo número en el Monte Sión.
Quiere decir que esos 144,000 son judíos, pues son descendientes de los 12
Patriarcas y están en el Monte Sión.
Tú
dices que sólo irá al Cielo un rebaño pequeño, y por los textos a que me
remites, colijo que te refieres a esos 144,000. Los Testigos que molestan por aquí,
dicen que son los dirigentes de la Secta, porque gobiernan aquí y gobernarán a
los del milenio. Pregunto entonces, ¿los dirigentes de la Secta son judíos? ¿Se
podría colegir por su odio a la Iglesia, a la Santísima Trinidad y a
Jesucristo?
Pero
dice en XIV-1 que sobre sus frentes llevaban escrito el nombre del Cordero
(Cristo) y el de su Padre. Entonces quiere decir que son judíos convertidos al
Cristianismo. Y en ese caso, no son los de la Torre, porque éstos no son
cristianos.
No
hagas caso de esos cálculos cabalísticos. Lo más acertado es decir, como
piensan los exegetas católicos, que esos 144,000 (12 x 12 x 1000 =
universalidad) son el verdadero Israel de Dios (Ver Gál. III-20; VI. 16); esto
es, todos, sin faltar uno solo, los redimidos que se salvarán por su fidelidad
a la Fe de Cristo, porque dice que son vírgenes, que significa que no se han
manchado con la herejía ni con la apostasía, sin que se han conservado puros
para Dios.
No
son cálculos míos, sino copia de algunas proposiciones que hacen los exegetas
católicos. Digo proposiciones, porque el Apocalipsis es un Libro Profético cuyo
significado exacto no ha sido definido punto por punto. De manera general
sabemos que es un Libro de alcances temporales contemporáneos y próximo-futuros
al Apóstol San Juan (las persecuciones imperiales), y paralelamente es de
trascendencias escatológicas para profetizar el advenimiento y triunfo
definitivo de Cristo, con todas las circunstancias que le precederán.
Sobre
este libro han especulado y lucrado financieramente muchas sectas protestantes,
especialmente los Adventistas, que fueron la secta original de Russell y
Compañía, pero sobre todo los Russellistas, convertidos después en "Testigos
de Jehová".
Los
sectarios halagan su vanidad luciéndose con estos cálculos y dejando con la
boca abierta a los sencillos e incautos. Pero quien tiene la última palabra es
el Magisterio Infalible de la Iglesia. Ella no ha dado aún la definición de cada
pasaje para no estimular la vana curiosidad. Con cautela, paso a paso se irá
declarando. Mientras tanto, son de gran valor los estudios y aportaciones de
los escrituristas católicos.
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