OBJECION
3.- NO CITAN LA REFERENCIA DELTEXTO BÍBLICO.
Ustedes no presentan la cita numérica cuando se
refieren a la Escritura.
SOLUCIÓN
3.- LA SUBSTANCIA Y NO LA CORTEZA.
Me
reclamas que en mis respuestas anteriores no hago citas numéricas de la
Escritura.
Te
diré que hasta ahora he respondido de modo sencillo para no sobrecargar tu
cerebro.
Sin embargo,
quienes tienen experiencia en este tipo de confrontaciones, me han dicho que, tratándose
de los "Hermanos Separados" y más de los "Testigos", se
hace necesario presentarles la letra de la Biblia, que es lo único que admiten
(y eso algunos Libros). Como dicen que lo que no está escrito en la Biblia, no
existe, quieren por la Biblia comprobar hasta el funcionamiento de las
locomotoras.
Entre
nosotros no se prohíbe la Biblia a nadie, con tal de que sepa lo que trae entre
manos y escuche la última palabra de la interpretación del Magisterio
Eclesiástico. Porque aquí no se da el Texto Sagrado a nadie que no esté
preparado con la humildad y la ciencia: no sea que la soberbia le aconseje
constituirse maestro y quieran enseñarse a sí mismos y a los demás, como sucede
en el Protestantismo y sobre todo en los Testigos de Jehová, y resulten cismas
y sectas con la perdición de muchos.
Si
has leído la Biblia, recuerda que San Pedro nos dice que las Epístolas de San
Pablo contienen muchas cosas difíciles de entender: "en las cuales hay
algunas cosas difíciles de entender, las cuales los indoctos y poco asentados
tuercen lo mismo que las demás Escrituras, para su propia perdición" (II
Petr. III,15-16). Luego necesitamos un guía autorizado. También en los Hechos
(VIII,26- 38) se halla el pasaje del Eunuco Ministro de la Reina Candaces, que
leía sin entender un pasaje de Isaías, y preguntado por San Felipe si entendía lo
que leía, él respondió que le sería imposible mientras alguien no se lo
explicara. Y gracias a la explicación que le dio Felipe, movido del Espíritu Santo,
él pudo entenderlo y se bautizó.
Leamos
también en San Lucas cómo los dos discípulos que se retiraban a Emaús, no
habían comprendido las Escrituras, hasta que Nuestro Señor Jesucristo se las
explicó para convencerlos que convenía que el Cristo padeciese y así entrase a
la Gloria de su Padre. (Luc. XXIV, 25-27).
Y la
razón es la que da San Pedro: "Sabiendo ante todo: que toda profecía de la
Escritura no es obra de la propia iniciativa; que no por voluntad de hombre fue
traída la profecía, sino que, llevados del Espíritu Santo, hablaron los hombres
de parte de Dios" (II Petr. I, 20-21). Lo cual se en tiende que, así como la
Escritura no es palabra humana, su interpretación no puede ser humana. El
hombre en particular no debe interpretar y cuando lo ha hecho, sucede lo que en
los protestantes, que de la rebelión de Lutero que proclamó el libré examen de
la Biblia, han resultado más de mil
sectas porque entre ellos cada cabeza es un mundo.
Sabiendo
Cristo Dios que esta era la triste condición humana, instituyó un MAGISTERIO
cuando dijo a los Apóstoles: "Id y enseñad" (Mth. XXVIII, 19). Esto
es, haced discípulos, amaestrad. Ahora bien, no dijo id y haced maestros, sino
que instituyó un magisterio donde ellos, los Apóstoles y sus legítimos Sucesores,
tienen la facultad y asistencia divina para enseñar, y los demás deben sujetarse
a sus enseñanzas.
Y
aquí cabe distinguir. No dijo Cristo "Id y repartid Biblias": pues la
lectura de la Biblia no es el medio normal para el conocimiento de Dios, sino la
enseñanza, y claramente lo dice San Pablo: "La fe, por el oído" (Rom.
X-17).
Al
mismo San Pablo, cuando cayó a la entrada de Damasco, no le dijo Cristo:
"Lee la Biblia", sino "Entra en la ciudad y se te dirá lo que
debes hacer" (IX-6). Y allá llegó Ananías con él y lo curó y fue
bautizado. Porque a la Iglesia Dios la fundó para ser el medio de salvación, la
prolongación autorizada del Ministerio de Cristo.
Pero
tú has despreciado a la Iglesia y te has esclavizado a esos gringos que te
dictan desde N. Y. Lo que ellos quieren que tú creas.
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