La
Tradición Apostólica tiene el mismo valor que la Sagrada Escritura, pues los
Apóstoles indistintamente instruían a los fieles usando ambos medios: veamos
este ejemplo: "Sed constantes y mantened fielmente las tradiciones en que
fuisteis adoctrinados, ya sea de viva voz, ya por carta nuestra" (II Tes.
II - 15). "De viva voz" es la Tradición: "por carta
nuestra" es la Escritura.
Recibir
y transmitir constituye una Tradición. San Pablo así lo hace constar en I Cor.
XI-23:“ ..
Pues
yo recibí del Señor lo mismo que os transmití a vosotros ..." Les habla de la Misa o Cena del Señor, que los
Corintios ya celebraban antes de que San Pablo les consignara por escrito lo
que ya antes les había enseñado de palabra. Luego las enseñanzas de los
Apóstoles o Tradición Apostólica
fueron
constitutivas, instructivas y Palabra de Dios.
Paralelamente
a la Tradición tenemos la Biblia. Y la tenemos íntegra y pura. El
Protestantismo, después de robarnos la Biblia, la mutiló quitándole siete
Libros. Estos Libros son: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, I y 11
de los Macabeos. Además, suprimieron pasajes de Esther y Daniel. Al principio
de su separación, Lutero suprimió Libros y partes del Nuevo Testamento, pero sus
amigos lo persuadieron que los reconociera. Actualmente los protestantes editan
mutilado el Antiguo Testamento pero íntegro el Nuevo.
Tú
mismo reconoces, Testigo, que la Biblia no se puede cambiar ni eliminar.
Efectivamente, el mismo Espíritu Santo sella toda la Revelación desde el
génesis hasta el Apocalipsis, con estas palabras: "Si alguno añadiere algo
a ellas, Dios añadirá sobre él las plagas escritas en este Libro. Y si alguno
quitare algo de las palabras del Libro de esta profecía, DIOS quitará su parte
del árbol de la vida y de la Ciudad Santa que han sido descritas en este
Libro" (Apoc. XXII, 18-19). Quiero preguntarte, estimado Testigo, y me lo
vas a decir en tu próxima carta: ¿Por qué los Testigos de Jehová se hicieron
responsables de quitar y añadir y hasta adulterar a ciencia y conciencia la
Palabra de Dios? ¿No crees que los que hicieron este pecado merecen que les
caiga la maldición que Dios escribe en estos versículos? i Bastaría esto para
huir de ellos !
La
Iglesia ha velado siempre por la conservación y pureza del Texto Sagrado, pues
cumple el mandato del Espíritu Santo cuando dijo por San Pablo a la Sucesión
Apostólica: "Oh, Timoteo conserva el Depósito dando de mano a las profanas
palabrerías y contradicciones de la mal llamada ciencia, de la cual algunos,
haciendo alarde, erraron
en
la Fe". (I Tim. VI - 20).
Nadie
ha trabajado tanto por la Biblia, pues los mismos protestantes se quedan
estupefactos cuando conocen los Institutos Bíblicos Católicos de Roma y
Jerusalén. Este último conserva la Biblioteca Escriturística más grande del
mundo. Y así en todas las naciones, sin hacer alardes como los Testigos, que
mantienen una enorme y modernísima editorial en Broocklyn y otras partes, pero para
difundir errores corrompiendo cada vez más el Texto Sagrado y su auténtico
sentido.
La
Iglesia, al recibir la Biblia y la Tradición Apostólica, recibe también el
Magisterio para conservarla, interpretarla y enseñarla a los fieles. Lee lo que
dijo Nuestro Dios y Señor Jesucristo, cuando encomendó la Iglesia a San Pedro:
"Apacienta mis corderos... Pastorea a mis ovejas" (Jn. XXI, 15-17).
Se entiende que en una Institución como la Iglesia, en la que se encomienda la conducción
de las almas a la vida eterna, esto se hará por la verdad sin mezcla de error
alguno, y que en ella ha depositado
Cristo los medios de salvación, como son los Sacramentos, la Gracia, la Divina
Revelación. Luego le compete administrar estos medios, y por lo mismo,
interpretar la Revelación y enseñarla. Así lo estableció Cristo cuando mandó a
los Apóstoles: "Id y enseñad". Id, los constituye en mensajeros, en
auténticos Misioneros con mandato y misión divina, y su oficio es enseñar: ¿qué?
el Divino Mensaje, la Buena Nueva; y ésta se encuentra en la Tradición y en la
Biblia. Luego la Iglesia tiene potestad para interpretar la Divina Revelación y
enseñarla a los fieles.
Dices
que "ningún mandato debe estar sobre las Santas Escrituras". Así lo
creo y así se nos enseña en la Iglesia. Pero el Magisterio Eclesiástico instituido
por Cristo no está sobre la Escritura ni sobre la Tradición de los Apóstoles.
El Magisterio está al servicio de la Palabra de Dios, no para añadir ni quitar,
sino para conservar, interpretar y enseñar.
Tú
te has rebelado contra este Magisterio divinamente instituido, y en lugar de
hacer caso a la Iglesia, te has enseñado a ti mismo. Te creíste a ti y no a la
Iglesia. Y por huir del yugo suave de la Santa Madre Iglesia, caíste bajo la
tiranía de esos gringos que en sus libros interpretan por sí mismos, sin
autoridad divina, pero eso sí, con una imaginación desorbitada la Sagrada
Escritura; la tuercen conforme sus conveniencias y se erigen en Magisterio
Infalible para lograr ganancias pecuniarias con la Palabra de Dios.
Y
sin embargo, Cristo dijo a los Apóstoles y en ellos a sus legítimos Sucesores:
"El que a vosotros oye, a Mí me oye; y el que a vosotros desprecie, a Mí
me desprecia; mas el que me desprecia a Mí, desprecia al que me envió".
(Luc. X-16).
Ni
los fundadores ni los dirigentes de los Testigos de Jehová son sucesores de los
Apóstoles ni ja- ' más han recibido mandato divino, La suplantación que hacen
excluyendo al legítimo Magisterio, es
desprecio
de los Apóstoles, del mismo Cristo y de Quien lo ha enviado.
Medita esto y respóndeme.
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