B.- ORIGEN HUMANO
El mismo Evangelista inicia su precioso Escrito con estas palabras: “Libro
de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mth. I – 1)
A partir del verso 2, nos transmite una serie de cuarenta y dos
generaciones, siempre con el nexo imprescindible de una generación natural a la
siguiente también natural, usando el verbo “genuit” (gr. = egennesen) 39 veces,
y nombrando siempre al progenitor varón. Mas al llegar a Jesucristo, ni habla del
padre ni usa el verbo “engendró”, sino que, cortando de modo inusual, habla
sólo de la Madre, y nombrando a San José únicamente en su dignidad de Esposo:
no de padre: “Y Jacob engendró a José, el Esposo de María, de la cual nació
Jesús, que es llamado Cristo” (Math. I –
16).
San Lucas procede de modo inverso y parte de San José hasta llegar a Adán,
creado por Dios. Pero advierte: “Y era el mismo Jesús, al comenzar, como de
treinta años, hijo, según se creía, de José” (Luc. III – 23).
“Hijo, según se creía”; luego en realidad no lo era. Ya antes ha consignado
la intimidad de la Anunciación, y San Mateo nos lo ha dicho con todas sus
letras: “… lo que ha nacido en Ella es del Espíritu Santo” (Mth. I – 20).
5.- REVELACIÓN, MAGISTERIO Y
RAZON
La meridiana claridad de los textos aducidos no deja lugar a dudas:
Jesucristo tiene un origen devino y un origen humano, y de ellos concluimos las
dos naturalezas inconfusas en Cristo: la Divina en cuanto Dios y la Humana en
cuanto hombre: es decir, Dios perfecto y perfecto hombre.
Cómo puede compaginarse esta extraña dualidad en una innegable unidad, es
lo que nos explicará el magisterio tras larga elaboración que arranca de los
primeros siglos de la Iglesia.
Y es de advertir que, cuando hablamos de la intervención del Magisterio, no
pretendemos afirmar que se imponga una arbitraria doctrina o se inventen
dogmas; sino que la Iglesia ha definido lo que entenderse debe de la Revelación,
y esto mismo lo ha sintetizado en fórmulas elaborando términos humanamente
convencionales, que expresan en un solo vocablo o en una sola frase toda la
doctrina.
Para lograr esta síntesis de acuerdo
con la verdad y la razón humanas, de modo que la Revelación sea suficientemente
expuesta y los dogmas que la Iglesia propone no repugnen a la razón humana, es
necesario desentrañar la genuina función de los conceptos metafísicos, como los
iremos exponiendo en su oportunidad.
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