JESUCRISTO ES
DIOS
Por el P. Manuel Robledo, E.D.
PROLOGO
En el folleto que intitulamos “CREO EN LA SANTISIMA TRINIDAD”, respondimos
a las blasfemias con que la secta de los “Testigos de Jehová” pretende negar
este Divino Misterio. En el presente nos dedicaremos a responder a las
consecuencias que se seguirán de la negación de este Dogma; esto es: la
negación absoluta de la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, que sobre esa
base falsa propalan dichos sectarios. A este fin deseamos que en todo este
escrito se halle una radical afirmación: “JESUCRISTO
ES DIOS”.
Los Testigos de Jehová atacan ambos
Misterios con una negación recíproca: puesto que no hay Trinidad, no pudo
haberse encarnado un Verbo no existente; y viceversa: si Cristo no es Dios, no
hay tal Persona Divina Encarnada: luego no existe la Trinidad. Este es el
meollo de su herética argumentación.
En esta refutación no espere el lector
un tratado exhaustivo. Saludaremos , apenas y de lejos, lo que la Sagrada
Escritura y la Teología Católica enseñan sobre el Verbo Encarnado; sin embargo,
nos esforzaremos por consignar y explicar los puntos fundamentales y,
consiguientemente, por responder las blasfemas negaciones de los sectarios.
El Autor
PRIMERA PARTE
EL MISTERIO DE LA ENCARNACION
EN LOS DATOS DE LA REVELACION Y
EN EL
MAGISTERIO DE LA IGLESIA
1.- NEXO:
Probada ya la existencia de la Santísima Trinidad: Padre,
Verbo, Espíritu, tres Personas distintas y consubstanciales, fijemos ahora
nuestra mente y atención en el Verbo, pues El ha querido tener con nosotros una
relación preferencial y exclusiva:
a a) Origen
del Verbo.- Eternamente engendrado por el Padre mediante su Entendimiento en
operación inmanente de entenderse a Sí mismo con intelección divina, y por ende
substancial en la naturaleza divina: Persona en sentido teológico. Es, con toda
verdad y propiedad, Hijo Eterno del Eterno Padre.
b) Operación
ad extra.- Las Tres Divinas Personas ejercen operaciones conjuntas al exterior
de la Esencia Divina, que se llaman transeúntes o “ad extra”. Estas son propias
o apropiadas. Y así, El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo crean el mundo con
operación ad extra propia y común a las Tres: pero la teología apropia la
Creación al Padre por ser Origen y Poder. Al Espíritu Santo se le apropian las obras
de la Gracia por ser El, Término de Amor.
Sin
embargo, aunque la Redención del género humano es obra ad extra común a las
Tres Divinas Personas, la Encarnación con todos sus consectarios es propia y
exclusiva del Verbo.
Nos ha sido revelado que Dios Padre
determinó dar al mundo su Unigénito para salvarlo (Jn. III-16-17) y que el
Espíritu Santo obró el milagro de la concepción del Verbo Encarnado (Luc. I-35),
influyó en la actuación del Redentor (Luc. IV-1) y consolidó a la Iglesia Act.
II-2). Pero la Encarnación se revela como obra ad extra del Hijo (Jn. I-14).
En este se4ntido, el Celebrante, mirando
piadosamente a la Hostia Consagrada, recita esta oración en el Canon de la
Misa: “Señor Jesucristo Hijo de Dios Vivo, que por voluntad del Padre y cooperando
el Espíritu Santo vivificaste al mundo con Tu muerte…”
Mirando, pues, al Verbo, es propia y
exclusiva suya la obra ad extra de la Encarnación y su actuación personal en la
Redención de la Humanidad.
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