7º.- El Apocalipsis
se abre con pórtico solemne: la Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo, y,
en Aval, el mismo Dios como Alfa y Omega, Señor de los tiempos y de la
creación. (Vers. 8).
En este versículo octavo Dios es el que habla: "Yo soy el Alfa y la
Omega, dice el Señor Dios, el que es y el que era, y que viene, el
Omnipotente"
(Apoc. I-7- 8).
El título "Primero y Último'" se lo aplica a Sí mismo Jesucristo
en I-17. Pero el título completo lo proclama de Sí mismo en XXll-13 para
justificar su derecho de juzgar: es una triple afirmación de su Divinidad, y se
atribuye personalmente los títulos divinos que antes se había proclamado el Padre
en I-8: "Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último el principio y
el fin".
Esta identidad de títulos con Dios Padre, no puede conducirnos a otra conclusión
que no sea la divinidad de Jesucristo.
8º.- Aunque la
presente es una labor gratísima, resultaría interminable si quisiéramos citar y
explicar uno a uno los textos en que Jesús demuestra con obras y con palabras
su Mesianidad y su Divinidad, y que los judíos más versados en la Ley entendieron
estas muestras como inconfundibles afirmaciones de ser El el Hijo de Dios,
igual a Dios: "Lo rodearon, pues, los judíos y le decían: ¿Hasta cuándo tendrás
en suspenso nuestro espíritu? Si tú eres el Mesías, dínoslo claramente. Respondióles
Jesús: Os lo dije y no me creéis. Las, obras que Yo hago en el Nombre de mi
Padre, éstas dan testimonio de Mí. Sin embargo, vosotros no creéis porque no
sois de mis ovejas" (Jn. X-24-25).
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