C.- Nos bastan tres
textos para comprobar que el Redentor es Dios y que sus méritos son
infinitamente superiores a los de cualquier creatura y a las ofensas de Adán
pecador.
1º) "Porque así amó Dios al mundo, que entregó
a su Hijo Unigénito, a fin de que todo el que crea en El, no perezca, sino que
alcance la vida eterna". (Jn. III-15).
2º) "Si por el
delito de uno solo reinó la muerte por culpa de este solo, mucho más los que
reciben la sobreabundancia de la gracia y del don de la justicia, reinarán en
la vida por uno sólo: Jesucristo".
3º) "Mas donde abundó el delito, sobrerrebosó
la gracia, a fin de que, como reinó el pecado en la muerte, así también reinase
la gracia por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor Nuestro".
(Rom. V-20-21).
El apartado siguiente (p. 15/c. 1) está muy enredado: examina la palabra "Unigénito"
y permanece dentro de la idea de una generación temporal (por no decir carnal).
Tres cosas importan a los autores: demostrar que la vida de Jesús tuvo
principio, que Dios es su Engendrador y Padre en el mismo sentido que un padre
terrestre, y que son dos seres distintos y separados: "Dios es el mayor,
Jesús es el menor… en Términos de tiempo, posición, poder y conocimiento".
D.- Dicen que a los
demás seres celestes se les llama hijos de Dios "porque la fuerza de vida
en ellos había provenido de Jehová, fuente de vida". "Ellos fueron
creados mediante el Hijo Unigénito, y éste el único engendrado directamente por
Dios" (p. 16/ c. 1/ párr. E.- c. 2/ párr. a).
Si no lo viéramos escrito no podríamos creer a qué extremos de error y
contradicciones les conduce su odio a la Divinidad de Cristo.
E.- Después de haber
degradado a su sabor la significación de
"Hijo de Dios" y asegurado
con aires dogmatistas que el Hijo es creado y a la vez engendrado, hacen
colección de textos del Nuevo Testamento, en que Jesús aparece como inferior al
Padre. No presentan uno solo en que se le demuestre igual.
Pero ya advertimos antes que las palabras de Jesús se refieren a veces a su
Naturaleza Humana, de suyo inferior a la Divina, y a veces a la Naturaleza
Divina, que es superior a la Humana. En unas se manifiesta como la Víctima
Divina dada su condición humana; en otros como el mismo Dios que viene a vencer
al demonio y a dar el triunfo a su Iglesia, y hasta buena parte de las
profecías de Isaías nos los muestran como "el Siervo de Yahvéh" (Cf.
V. gr, Cap. LIII). Todo este cúmulo de textos, para entenderlos, es necesario
sujetarlos a la distinción ya anotada y no quitan la divinidad a Nuestro Señor Jesucristo.
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