OBJECIÓN
13.- SER CATÓLICO POR INSTITUCIÓN FAMILIAR.
El
mayor obstáculo que encontramos en el Norte para la conversión de los católicos
mexicanos y latinoamericanos, en general, es que se aferran de modo irracional
a sus creencias por respeto y veneración a la herencia y mentalidad que les infundieron
sus padres.
Deberían
razonar que sus padres y abuelos y demás antecesores fueron doctrinados de modo
erróneo, y que no hay razón para rechazar las enseñanzas que les brindan los
Testigos de Jehová. Deben abandonar el error, por venerable que les parezca la
persona que se lo transmitió.
Ellos
fueron sinceros dentro de su error y Dios
vio su corazón puro.
Ahora,
cada uno de nosotros estamos obligados a no seguir nada erróneo o de origen
pagano, sólo porque así nos lo enseñaron o porque esa es la tradición.
¿Qué
les dijo Jesús a los fariseos, líderes religiosos en su tiempo, porque seguían
la tradición más bien que las Sagradas Escrituras?
Debemos
tener cuidado para no caer en lo mismo.
SOLUCIÓN
13. - LA SANTA IGLESIA ES SUFICIENTE GARANTÍA.
Yo
también respeto la Religión que me infundieron mis padres, pero no por la
persona de mis padres, sino por la Religión misma, que es la Verdadera.
Si
con esto consideramos que su veracidad la he comprobado con estudios serios y
profundos, creo más y me adhiero más a Ella.
Te
diré, Testigo, que nosotros por inmerecida providencia especial de Dios,
nacimos en la Única y Verdadera Religión Revelada por Dios, y en, Ella fuimos
bautizados. Examina esta herencia divina a la luz de la razón y sin prejuicios
ni fanatismos: encontrarás que es la Religión verdadera; pues así como la
Iglesia Que la enseña y practica, ella también es UNA, SANTA, CATÓLICA y APOSTÓLICA.
Bastaría
su apostolicidad para probar su divinidad, pues viene directamente de los
Apóstoles y no ha variado en lo esencial un ápice. Su catolicidad se refiere a
la universalidad y veracidad de sus principios, capaz de satisfacer a todo
entendimiento creado para la verdad, ya que "El Verbo era la luz verdadera
que ilumina a todo hombre... " (Jn.I-9). Su Unidad, porque es coherente y
compacta,
dimanante
de Un Solo Dios; y su santidad porque todo en ella es pureza y ortodoxia, capaz
de iluminar las conciencias y, llevada a la práctica por las obras, puede
elevar a las almas a grande santidad.
El
examen de nuestra Santa Religión, de la Santa Madre Iglesia, tanto en el plano
de lo histórico como en el de lo doctrinal, demuestra su veracidad. Ella resiste
victoriosa toda invectiva y objeción
y
sale a luz su autenticidad si se compara con cualquier religión de cuantas
existen sobre la tierra; pues sucede con Ella lo que de la Sabiduría dice el
Sagrado Libro: "...porque Ella es más hermosa que el sol y sobrepuja toda
constelación; puesta a par de la luz, lleva la palma: porque a la luz suplanta la noche, mas contra la Sabiduría no hay
malicia que prevalezca." (Sap. VII, 29-30).
Permanecer
en la Religión de mis padres no es seguir ciegamente una necia tradición
humana; sino perseverar en una convicción profunda que viene de Dios, ya que
dice San Pablo: "Es la fe una convicción de las cosas que se esperan,
argumento de las que no se ven" (Hebr. XI-1).
Por
lo que declaramos que la fe es un don de Dios, y don sobrenatural que nos
convence interiormente de las realidades sobrenaturales. Si la Religión fuera
impuesta a ciegas o con lavado de cerebro, tal como lo hacen perversamente los "Testigos
de Jehová", que aterrorizan a sus adeptos con la angustiosa inminencia del
fin del mundo, y los someten a cursos intensivos, y los vigilan y azuzan
haciéndoles odiar todo lo que no pertenezca a su Secta; entonces sí sería un
ciego fanatismo. Pero si en el verdadero Cristianismo se respeta la libertad
humana porque Santiago Apóstol le llama "ley de libertad" (Sant. I,
25; II,12), y San Pablo nos llama a Ella con estas palabras que certifican su
divinidad: "Donde está el Espíritu del Señor hay libertad" (II Cor.
III,17).
Por
eso la teología católica está patente y abierta a todo el que quiera
examinarla, y han pasado veinte siglos en que ni persecuciones ni cismas ni
herejías han podido destruirla. Esto nos indica que hay algo en el fondo; y
esto es la verdad de Dios, la asistencia divina, pues dijo Cristo a los Apóstoles:
"Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de
los siglos".
(Mth.XXVIII-20).
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