B.- Con esta base, paso a tu siguiente punto: la Divinidad
de Nuestro señor Jesucristo. Te repito que, si ignoras el Misterio de la Unión Hipostática, no puedes entender las distintas
actitudes y palabras de Jesucristo: unas las realiza y las dice en cuanto Dios,
y otras las realiza y dice en cuanto hombre, y otras en cuanto Dios-Hombre.
Voy examinar los Textos que me presentas, para que
veas de qué modo tan fácil y claro los vemos los Católicos :
Jn.
X-36.- Conforme el Salmo LXXXI-6, se llama a los jueces "dioses" en
sentido metafórico, porque ejercen juicio con la autoridad de Dios. Pero en
Cristo, llamarse a sí mismo Hijo de Dios, no es metafórico porque lo está
probando con sus obras, y éstas son las obras del Padre y testifican que
"mi Padre está en Mí y Yo en mi Padre". Fíjate bien cuál es la
relación que la afirmación de Jesús tiene en el contexto, cómo lo entendieron
los judíos, que él no se retractó, y cuál es la conclusión. HIJO DE DIOS
significa tener la misma naturaleza divina, pues nadie engendra a un hijo de distinta
naturaleza ni menos de distinta especie (v.gr: que una pareja de pájaros
engendre a una ballena, o que un hombre y una mujer engendren y conciban
respectivamente a un ángel). Luego si El es Hijo de Dios, y como El mismo dice:
"no puede fallar la Escritura", se entiende que tiene la misma naturaleza
de Dios; y lo prueba, porque actúa y opera las mismas obras del Padre. Ahora
bien, el mismo Cristo concluye: "Mi Padre está en Mí y Yo en mi
Padre". Esto se entiende de la consubstancialidad, que significa estar,
cada una de las Personas Divinas, en pleno ser de la Única Substancia Divina.
Esto se prueba con otra afirmación de Cristo al final de este mismo Evangelio:
"Dícele Felipe: Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta. Dícele Jesús:
Tanto tiempo estoy con vosotros ¿y no me has conocido, Felipe? Quien me ha
visto, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que Yo
estoy en el Padre y el Padre está en Mí? Las palabras que Yo os hablo, de Mí
mismo no las hablo: Mas el Padre, que en Mí mora, El hace sus obras. Creed -me,
que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí; y si no, por las obras mismas
creedlo". (Jn. XIV, 8-11).
De
estas y otras muchas afirmaciones, la Iglesia ha conocido desde el principio,
que Cristo es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que se ha encarnado.
Y lo dice San Pablo: " ... Tened en vosotros estos sentimientos, los
mismos que en Cristo Jesús, el cual, subsistiendo en la forma de Dios, no
consideró como una presa arrebatada el ser igual a Dios, antes se anonadó a sí mismo
tomando forma de esclavo, hecho a semejanza de los hombres, y en su condición
exterior presentándose como hombre ..." (Filip. 11, 5-7). De este Texto
puedes comprender que Cristo tiene la Divinidad no como una usurpación sino como
esencia propia, y tiene la Humanidad, no como una apariencia, sino como
naturaleza verdadera.
De
este modo distinguimos los católicos que Cristo habla en Jn. XIV-28: "El
Padre es mayor que Yo", considerándose a sí mismo en cuanto Hombre. Pues
si no queremos acusar a Cristo de mentiroso y de contradecirse, tenemos que aplicar
a cada frase o acción suya una distinción mediante el concepto "en
cuanto", que significa "como", "con respecto a",
"según que es" ... Y así,
unas
veces muestra su Naturaleza Divina y otras su Naturaleza Humana, Y en efecto,
el Símbolo
Atanasiano
dice: "Igual al Padre según la divinidad; menor que el Padre según la
humanidad".
Juan
XVII-3.- "Está es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el Único Dios
verdadero y a Jesucristo, a quien has enviado". Distingamos: El Padre es
Dios verdadero; pero el Verbo es también Dios verdadero, y al asumir la
naturaleza humana por la Unión Hipostática, la Persona del Verbo es la misma de
Jesucristo, pues en Cristo no hay persona humana. Ha sido enviado, pues
precisamente se obra el milagro de la Unión Hipostática y el Verbo se hace
carne para ser "El Mesías" o "Enviado"
para salvación del mundo, a cuyo fin toma cuerpo humano, asume la naturaleza humana
para poder padecer y morir en cuanto hombre con los méritos infinitos en cuanto
Dios. Ya lo revela San Pablo: "Al entrar en el mundo, dice: "Sacrificio
y ofrenda no quisiste, pero me diste un cuerpo a propósito..." (Hebr.
X-5).
Y
dice a su Padre "Dios Único", sin excluirse a Sí mismo, porque estas
Divinas Personas tienen la misma Esencia Divina. Si no razonamos así, tendremos
que decir que Cristo se contradice, pues en el mismo capítulo -al principio-
pide al Padre ser glorificado por El a fin de que el mismo Padre tenga
glorificación en el Hijo: "Glorifica a tu Hijo para que Tu Hijo te
glorifique a Ti". Mira en estas palabras la gloria recíproca que se tributan
el Padre y el Hijo; y tiene que ser infinita, como digna para Dios y dada por
Dios a Sí mismo. Y mira bien las palabras siguientes: "Según que le diste
el señorío sobre toda carne, para que todo lo que le has dado, a éstos dé vida
eterna" (2).
Que
la Vida Eterna no está sólo en el Padre, sino también en el Hijo en igualdad de
naturaleza, lo afirma San Juan cuando dice: "En Él estaba la vida"
(Jn. I). Y lo confirma en su I Epístola: "Quien cree en el Hijo de Dios,
tiene el testimonio en sí. Quien no cree a Dios, por mentiroso le tiene, por
cuanto no ha creído en el testimonio que Dios ha testificado acerca de su Hijo.
Y este es el testimonio: que Dios nos dio vida eterna, y esta vida está en su
Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida; quien no tiene al Hijo de Dios, no
tiene la vida." (I Jn. V, 10-12).
En
cuanto a la palabra "Verdadero", mira cómo San Juan la aplica tanto
al Padre como al Hijo: "Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha
dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero, y estemos en el Verdadero,
en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y vida eterna". (I Jn.
V-20). Y en la misma literatura joánica: "Esto dice el Santo, el
Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cerrará, el que cierra
y nadie abrirá ..." (Apoc. III-7).
C.- Aún hay otros testimonios de la divinidad de Cristo:
mas estos pocos bastarían para que no dudara más ningún Testigo de Jehová.
Con
esto podrás comprender muy bien porqué Cristo dijo a Magdalena: "Subo a mi
Padre y vuestro Padre; a mi Dios y vuestro Dios" (Jn. XX-17).
"Subo
a mi Padre".- Porque la Naturaleza Humana de Cristo Resucitado es la misma
de la Encarnación, y sigue unida hipostáticamente al Verbo. Y siendo así que en
Cristo no hay persona humana sino únicamente la Divina, habla aquí en cuanto
Dios.
"...
y vuestro Padre...".- por cuanto ya ha reconciliado, por la Redención, a
la humanidad con el Padre Celestial. Por la Gracia Santificante la ha elevado
al orden sobrenatural y a todo bautizado lo convertirá en hijo adoptivo de
Dios, como dice el Apóstol: "Habéis recibido el Espíritu de filiación adoptiva,
con el cual clamamos: iAbbá! : iPadre! (Rom. VIII-15). y lo de San Pedro: "participantes
de la Divina Naturaleza" (II Petr. 1-4).
"A
mi Dios ...".- Habla en cuanto Hombre, pues como tal le ha sido
"obediente hasta la muerte y muerte de Cruz". (Filip. 11-8).
"
... Y vuestro Dios".- Porque nosotros sí somos, por naturaleza, hombres
creados y mortales, dependientes de Dios Creador.
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