I.- QUÉ ES LA FE
La fe es la aceptación de una verdad, dato, noticia, etc. con
base en la autoridad de quien lo propone. De aquí que, quien cree, no ha visto
lo que acepta, sino que se fía en la veracidad de quien da testimonio.
Hay fe humana, cuando lo que acepto es temporal y quien me lo
atestigua es una persona de indudable solvencia moral. Así ocurre cuando
aceptamos las enseñanzas de nuestros padres en la infancia y las de nuestros
maestros en la escuela.
En estos casos, la fe suple a mi ignorancia, y con acierto.
Yo no he visto jamás el sistema planetario; pero acepto su existencia y cobro
una convicción profunda de su realidad y funcionamiento porque he dado crédito
al astrónomo que me lo enseña. Sobre mi ignorancia he ganado un grado de ciencia.
Negarme a recibir este conocimiento es temerario, aberrante, ridículo.
Rechazar un testimonio autorizado podría llegar a la ruptura
con los valores más sagrados de la humanidad. Yo no vi cuando fui engendrado;
no me consta haber sido gestado por esa mujer; no supe cuando fui dado a luz
por ella; sin embargo, ella y todos los que tienen relación con ella me dicen
que es mi madre, y lo creo aunque no lo vi, por el testimonio de su amor y tiernos
cuidados, por el honor de quienes lo atestiguan. Y así mismo, lo creen en su caso
todos los hombres y mujeres que habitan el planeta. Si alguien rechazara esta
gran verdad, si no diera crédito a quienes la vieron, sería un loco y ofendería
gravemente a la humanidad entera. Y si la rechazáramos todos, el mundo entero
caería en el cáos.
Es, pues, necesaria la fe, hasta para tener madre.
Pero existen verdades de orden sobrenatural; en principio, la
existencia de Dios.
A esta verdad puedo llegar por el propio razonamiento
natural, concluyendo del orden creado, en fuerza del principio de causalidad, y
de la imposibilidad de buscar hasta el infinito.
Pero esta verdad de la existencia de Dios, con ser una verdad
básica, es de una simplicidad que no llena mis ansias: del conocimiento más
profundo del Ser Supremo. Habré de conformarme con esa simple verdad que mi entendimiento
concibe entre nebulosidades, pues no puede penetrarla más a fondo, y me
preguntaré durante mi existencia: "¿Hallarás tú la esencia de Eloah?
¿Hasta la perfección de Sadday llegarás? (Job XI-7).
Aún así, puedo felicitarme de haber llegado al concepto del
Único Ser Supremo; porque la mayoría de los hombres, si proceden a través de su
propio razonamiento, pueden errar, como consta por las aberraciones en materia
de Religión de cuantos han caído en la idolatría o en el animismo, o se han
quedado en simples filosofías intrascendentes a lo eterno, a lo infinito, a lo
divino...
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