II.- EXISTE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Aunque la materialidad de mis sentidos y la Imperfección y
limitación de mis facultades espirituales no trasciendan al orden sobrenatural,
no limitaré la eterna infinitud de Dios a mis pobres concepciones haciéndole
caer dentro de mi capacidad de percepción y abstracción.
Yo sí estoy limitado. Pero Dios no.
Mas a pesar de que yo no pueda ascender a un orden
superior al de mi propia naturaleza, Dios se digna elevarme a lo Sobrenatural y
me da capacidad de conocerlo a Él en su íntima formalidad.
Testigo de esto es el Apóstol San Pedro.. que declara que Él
nos hace "participantes de la Naturaleza Divina" (II Petr. 1-4). Y
con esto nos eleva a la capacidad de conocerle en su intimidad.
Porque así como en la Naturaleza Divina está el conocerse,
amarse y gozarse a Sí el mismo Dios, así también, al participarnos Su
Naturaleza, nos comunica la capacidad de conocerle, amarle y gozarle.
Por la frase "partícipes de la Divina Naturaleza" no
se entiende una fusión directa o una emanación de la Esencia Divina distribuida
entre nosotros; esto sería pensar de modo material: la Esencia Divina no tiene partes
ni puede ser fraccionada, ni sale de Sí.
Se entiende de modo analógico; esto es, participación de algo
que seda bajó el mismo respecto, pero de diverso modo.
Y así, Dios es El Ser y yo soy ser. Dios es el Ser Absoluto;
yo soy ser contingente (igual no necesario). Dios es el Ser por Sí mismo; yo por participación.
De la misma manera puedo afirmar que, si las operaciones de Dios son de Sí y en
Sí; esto es: se originan en Dios y en Dios se ejercen y consuman plena e
infinitamente, lo cual se llama "operaciones inmanentes"; Él mismo,
por su infinita bondad y misericordia, ha querido darnos la misma capacidad de operaciones
proporcionalmente adecuadas a nuestro ser, creado y contingente, operaciones
que tienen el mismo objeto: conocer, amar y gozar a Dios, en la exigua proporcionalidad
de nuestra pequeñez.
Así salva Dios el abismo que existe entre mi nada y su Ser,
entre mi contingencia y su absoluta necesariedad de existencia, entre mis
carencias naturales y su infinita capacidad de operación y actualización
eternamente presente.
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