2.- MAS PRUEBAS ESCRITURISTICAS
¡Hijo de Dios! ¡Verbo Encarnado! El es Aquel a quien la Iglesia Católica profesa
y proclama ante el Orbe entero: "Dios de Dios, Luz de luz, Dios Verdadero
de Dios Verdadero, Engendrado, no creado, Consubstancial al Padre; por Quien
todo fue hecho. Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajo de
los cielos. Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María Virgen y se hizo
Hombre..." (Credo Nicenoconstantinopo-litano.)
Es innegable la estrechísima relación que existe entre el Verbo Eterno y su
Encarnación, y del Encarnado con su Ser Divino. En consecuencia, así como San Pedro
en Cesarea, los demás Apóstoles profesaron la Divinidad de Cristo, como a continuación
demostramos tomando algunos ejemplos del Nuevo Testamento, con los cuales
quedan confirmados los que en el curso de la Primera parte de este escrito
hemos citado.
1º .- Jn. XII -
41.- "Esto dijo Isaías cuando vio su Gloria y habló de El".- Texto de
capital importancia para conocer la divina consubstancialidad del Verbo Encarnado.
San Juan nos remite al Profeta Isaías a propósito de las palabras que acaba
de citar: "Cegó sus ojos y enmudeció su corazón para que no vean con los
ojos ni entiendan con el corazón y se vuelvan a Mí y Yo los sane."
Estas palabras citadas al sentido, se encuentran en Isaías VI-10. Las pone
el Señor en labios del Profeta cuando ya los ha purificado con una ascua que un
Serafín toma del altar. ¿Cuándo? Precisamente cuando contemplaba la Gloria del
Señor "...sentado sobre trono elevado y excelso". Los Serafines
cantaban a coro diciendo: "Santo, Santo, Santo es Yahvéh Sebaoth: llena
está toda la tierra de su gloria".
A esta Gloria, exclusiva de Dios Uno y Trino -Uno por la singularidad del Señor, y Trino por el Trisagio tributado-, se
refiere San Juan cuando dice: "Esto dijo Isaías cuando vio su
Gloria". Y añade: "y habló de El", como para reconocer que por divina inspiración y el
mesianismo de sus profecías, reveló a la humanidad que "Uno de la
Trinidad" (Sn. Atan.), padeciendo en carne mortal, nos había de redimir.
En pocas palabras, el P. Bover S. J. Comenta: "La sublime visión del
Rey divino, Yahvéh de los ejércitos" es la visión de la gloria de Cristo:
testimonio de su divinidad".
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