- II –
LA ETERNA GENERACION DEL VERBO
Pasemos ahora a
contemplar lo que del Verbo nos revela San Juan. Rumiaremos frase por frase,
palabra por palabra, glosando y profundizando el Prólogo de su Evangelio.
Sólo serán
objeto de nuestra contemplación los versículos que tratan del Verbo; omitimos,
pues, los Vers. 6, 7 Y 8.
* * *
I/ a.-En el principio.--Moisés
comienza el Génesis y abre la Revelación con las mismas palabras con que San
Juan comienza su prólogo: "en el principio". Pero mientras Moisés se
refiere al punto de partida del tiempo y a la aparición de la materia llámese
nebulosa, átomo o fuerzas; San Juan, por la palabra principio nos significa lo anterior a este punto de partida de la
duración y correlación de lo creado; principio para San Juan es la eternidad
más profunda y en esa profundidad la intimidad de Dios: lo que no se puede
medir con el tiempo y no toca ni por tangente a duración ni coexiste con el
espacio Principio es, en San Juan, la eterna generación del Verbo en el abismo
de la esencia divina, realizada en la eternidad sin sucesión ni movimiento.
I/b.-Era el Verbo.-Verbum, Verbo, es una
palabra intraducible a cualquier idioma. Su original, Logos, significa más la
idea que la palabra. La inmanencia de las operaciones divinas lo convierten
consigo mismo. El entendimiento divino, entendiéndose y comprendiéndose a sí
mismo en la infinita perfección de su esencia, concibe a sí mismo, se concibe
en su esencia, de lo cual resulta el concepto, que es perfectísimo por ser idea
de la divinidad en Dios mismo, único objeto adecuado y proporcionado al mismo
entendimiento. Y así como el concepto del hombre es tanto más perfecto cuanto
más se abstrae la esencia del objeto entendido, así también y de un modo perfectísimo,
el entendimiento divino concibe la esencia misma de Dios, con un concepto tan
perfecto, que es imagen realísima de Dios, tanto así que es substancial, es
decir, subsistente, personal. Lo revela el Espíritu Santo en el Libro de la
Sabiduría cuando dice que la Sabiduría es "una exhalación de la Potencia
de Dios y un limpio efluvio de las glorias del Todopoderoso… "es una
irradiación esplendorosa de la eterna lumbre y espejo inmaculado de la energía de
Dios y una imagen de su bondad (VII-25-26). Y San Pablo aplica este pasaje al Verbo Divino
en la Epístola a los Hebreos (1-3): "... el cual, siendo irradiación
esplendorosa de su gloria, y sello de su substancia... ".
La Iglesia, en
el Credo, lo expresa en esta fórmula teológica: "'Dios de Dios, Luz de
Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado; consubstancial al
Padre..." Porque la presencia del Verbo cabe el Padre no es una emanación
ni una oposición, ni una transformación, ni una hechura, ni une creación, ni
una manifestación o modalidad, sino verdadera y propiamente es una generación por
ser viviente de viviente, en todo igual al Padre, distinto en la Persona pero
uno en la divina esencia.
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