Se dividieron,
quedando Gonzalo en Calacoaya y radicándose Elizalde y Erdely con otros en
Atizapán. Estos, que tendían al fatalismo y amenazaban a los inconformes con la
condenación por predestinación, establecieron en su secta un espionaje
recíproco y la obligación de denunciar a quienes atentaran contra su autoridad.
Fundaron un “Departamento de investigaciones sobre abusos religiosos”, invitando
a los quejosos de cualquier secta a denunciar abusos de sus propios Pastores
para publicarlos con su crítica, diagnóstico y fallo Judicial.
Largo sería,
para el alcance de este opúsculo, relatar los dimes y diretes de ese pleito
memorable que sirvió de diversión a los lectores, pero también para destapar la
sentina que la secta albergaba.
Daré algunos pormenores:
Ángel Nava, “uno de los principales y renombrados líderes
del CCC (Centro Cristiano Calacoaya), insultó soezmente a varias familias que
manifestaron su deseo de salir de la secta. Ya instalados en su nueva secta,
Javier Meza y Agustín Cardoso, con tres personas del sexo femenino exigieron
una pública disculpa, que obtuvo el silencio por respuesta. Insistieron
mediante publicaciones en ECOS (14 de julio de 1996) y denunciaron que los “cristianos”
de Gonzalo Vega “utilizan información confidencial de los expedientes de
Consejería Pastoral para manchar la reputación moral”.
A las quejas y argucias de Gonzalo Vega ante la
Secretaría de Gobernación, respondió por el grupo opositor Hugo Elizalde,
poniendo a disposición de la prensa las pruebas de los que afirmaba, y para
colmo, repite en síntesis lo que anteriormente aseguraba: “Reiteramos que,
dirigentes del Movimiento de los CCC han sido denunciados ante este Departamento
(el de Elizalde y Erdely) por fraudes millonarios, inmoralidad sexual, feroces
campañas de difamación y calumnias contra los que no concuerdan con sus
extrañas creencias y vejaciones, encubrimiento, de delincuentes, uso del secreto
de confesión como arma para retener aceptos en su secta. . . prácticas de
hechicería produciendo pérdida de contacto con la realidad. . . exorcismos y
regresiones hipnóticas al vientre materno, son prácticas comunes en el extraño
mundo de Calacoaya, que afectan física y moralmente a las personas. Su
apariencia es evangélica, pero en realidad es una secta metafísica, técnicas de
lavado de cerebro para extraerle el dinero o bienes materiales. . . fanatismo y
delirio místico.” (ECOS, 11 julio/96).
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