lunes, 30 de septiembre de 2013

Las bienaventuranzas.

Las bienaventuranzas.

NIHIL OBSTAT
Petrus Ma. Galván, M. J.
Censor.


IMPRIMATUR
+ Fr. Philipus a Jesu Cueto, O.F.M.
Episcopus Tlalnepantlanus.


A quienes han perdido la Esperanza,
víctimas de este mundo materialista;

A quienes aún conservan la Esperanza
a pesar del mundo que les rodea;

A quienes guardan el tesoro de la Esperanza Cristiana
Y, mediante ella orientan sus almas hacia Dios.
El autor.





PROEMIO

Las Bíenaventuranzas son ocho sentencias de Nuestro Señor Jesucristo, concatenadas en una unidad literaria y temática.

A.-Con ellas:
a) Abre, como un exordio, el marco al Sermón de la Montaña.
b) Sintetiza su doctrina moral.
e) Expone la suma y culmen de toda perfección cristiana.
d) Resume la espiritualidad del Antiguo Testamento, y pone la base a las derivaciones ascético-místicas del        Nuevo Testamento.
e) Venciendo la materialidad de lo presente, proyecta una visión de esperanza hacia la eternidad.
f) Conforta y alienta para el heroísmo y la santidad.

B.-Las Bíenaventuranzas contienen:
a) Una situación aflictiva temporal unida a una disposición virtuosa personal;
b) Una promesa sobrenatural;
c) Un gozo anticipado que nace de esta promesa y comunica la fortaleza fundadada en la esperanza.
     La posesión de este gozo es, propiamente, la Bíenaventuranza.

C.-En el Texto, la realidad abstracta, "Bienaventuranza", pasa a nominar a las personas que la gozan: "Bienaventurados" (MAKARIOI).

D.-Cada, Bienaventuranza corresponde a un Don del Espíritu Santo.



COMENTARIO

1a.-a) "Bienaventurados los pobres de espíritu... ". -La pobreza, carencia o limitación en la posesión o el uso de las cosas materiales, o su equivalente que es el dinero, ha sido vista con horror por el hombre que vive de los sentidos.

Pero al nacer Jesús en un pesebre, en una cueva inhóspita; al crecer en el taller de un Carpintero, al ganarse la vida como un obrero entre un mundo sin entrañas, al emprender su vida ministerial viviendo de limosna y al morir en un patíbulo, desnudo y sólo cubierto de lo indispensable para decoro de su Cuerpo masacrado,
nos hizo ver que el uso de las cosas temporales debe orientarse hacia la salvación: sólo son medios para conseguir la vida eterna.

En tanto deben apetecerse y usarse, en  cuanto conducen a la perfección del alma, y en tanto deben rechazarse en cuanto se oponen a la salvación eterna (Así San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios).

Las cosas en sí mismas, son buenas por ser obra de Dios. Mas el apego a ellas o su uso desordenado
(abuso), es malo.

Por lo cual, se necesita una sobriedad tan equilibrada que, sin desconocer el goce natural que dió el Creador a su recto uso, frene los instintos de la concupiscencia.

Conforme a esta directiva, la pobreza se convierte en instrumento de santificación, no por la carencia o limitación en sí misma, sino por el espíritu o modo sobrenatural con que se lleva o se procura.

Porque una cosa es llevar la pobreza con resignación y otra el recibirla y hasta procurarla con alegría. Cuando esta disposición es aconsejada por la Gracia (Don de Temor), y el alma corresponde impulsada por la fe informada de la caridad, es decir, por el amor de Dios, se llama "pobre de espíritu".

Con esta disposición moral sobrenatural, el que no tiene cosas temporales, tampoco las envidia; y el que tiene, las comparte generosamente constituyéndose en administrador de la Divina Providencia (Cf. Ps. CXI-9; II Cor.IX-9).

¡Oh, si nuestro mundo, carcomido por la envidia del Comunismo y el egoísmo del Capitalismo, comprendiera esta primera fase de la primera Bienaventuranza, habría resuelto el ciento por ciento de sus problemas socio-económicos!

b) "... porque de ellos es el Reino de los Cielos".- Lo eterno por lo temporal; lo espiritual por lo material; la dicha permanente por las penas pasajeras; el cielo por la tierra ... Esto es lo que promete Jesucristo a quienes, convencidos de la vanidad de las cosas que le rodean, den sentido a la Creación usándola como instrumento de santificación y de salvación. 

Y es tan certero este trueque - observan los Ascetas - que no dice Jesús "de ellos será", sino "de ellos es"; pues al haberse desprendido de las cosas de la tierra, el alma se halla libre de impedimentos para gozar por anticipado las delicias de la Gracia.