sábado, 22 de febrero de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

2.-LAS PENITENCIAS CORPORALES.



La penitencia corporal es una santa y saludable práctica que arranca desde los inicios de la humanidad; pues, ¿qué otra cosa fue el destierro de Adán y sus trabajos sobre la tierra ingrata, sino una penitencia continua sufrida durante 930 años?

El hombre religioso se ha impuesto a sí mismo las austeridades en variadas formas. Las principales son:

* Abstinencias.- (Privación de determinados alimentos)

* Ayunos.- (Limitación del sustento).

* Vigilias.- (Privación del sueño para vacar la oración).

* Maceraciones.- (Castigo físico de sí mismo y por propia mano).

Todas estas penitencias, llevadas a cabo por motivos sobrenaturales, han sido practicadas desde el Antiguo Testamento por todos los Siervos de Dios y, en ocasiones, hasta por pueblos enteros. Siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, la Iglesia las continúa y las impone a sus fieles en tiempos de oración, como la Cuaresma.

En este Santo Tiempo, la Iglesia manda:

a) Ayunar el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo (bajo pecado mortal).

b) Abstenerse de carne todos los viernes de Cuaresma (bajo pecado mortal).

La Vigilia se practica -sin obligación- en la adoración de Jesucristo Sacramentado en el Monumento el Jueves Santo, y en los Oficios Litúrgicos que se realizan desde la noche del Sábado Santo hasta la madrugada del Domingo de Resurrección, llamados por este motivo "Vigilia Pascual".

Por lo que hace a las maceraciones, las impone implícitamente al pedir a los fieles devota compostura en el Templo y durante los Oficios Litúrgicos, así como el esfuerzo nada fácil de las procesiones. La postura de rodillas es de adoración, y, si se prolonga, se convierte en una mortificación acepta a Dios.

Sin embargo, es necesario ampliar por cuenta propia este último punto. Es bueno que cada uno de los fieles se esfuerce en castigarse siempre y cuando lo consulte con un prudente Confesor (su Director Espiritual) y le informe con verdad sobre el estado de su salud. Debe sujetarse religiosamente a sus indicaciones y permisos.

La mortificación corporal fue siempre una práctica laudable entre nuestros mayores. Con ella lograron hacer penitencia de sus pecados, refrenar los instintos de la concupiscencia y alcanzar de Dios gracias muy especiales.

No todos los cuerpos resisten la mortificación corporal; pero sí pueden todos castigarse en el uso de sus sentidos refrenándolos y limitándolos a lo lícito y hasta cercenándoles el gozo de lo lícito.

Para lograr la perfección, estas prácticas de mortificación han de amalgamarse con una absoluta conformidad a la Voluntad Divina, pues bien sabe Dios cuándo, 'cómo y dónde ha de apretar. Aceptar esta disposición divina de enfermedad, pesares o deshonras en espíritu de penitencia, es tanto como decirle con San Agustín: "Quémame aquí, golpéame aqui, córtame aquí, con tal que eternamente me perdones".

Sin este control de los sentidos. sin esta conformidad a la Voluntad de Dios, es vana toda penitencia. Con' este control de los sentidos y sobre todo con la amorosa conformidad a la Voluntad de Dios, se suple con creces lo que por flaqueza corporal no fue posible ofrecer a Su Divina Majestad.

Añade a la penitencia y al recato las obras de caridad sacrificando algo de lo tuyo y tu propio bienestar en beneficio de tus hermanos necesitados.


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3.-ADVERTENCIAS PREVIAS A LOS EJERCICIOS.


Es muy conveniente que, durante esta Cuaresma, acudas al Templo para hacer los Ejercicios Espirituales recibiéndolos de boca del sacerdote, el cual, al hablar a las almas, transmite la Palabra de Dios.

Mas si, por alguna causa seria, no hay predicador disponible o tú mismo estás impedido de asistir a tan fructuosa práctica, no los omitas: puedes hacerlos meditando lo que en este devocionario se contiene para suplirlos.

Si por tu estado has de cumplir obligaciones de trabajo y trato con los prójimos, dedica las últimas horas de la tarde para tus ejercicios.

Medita en el silencio de tu aposento o en el recogimiento de un templo solitario.


Disposiciones del alma que entra a Ejercicios.

* Verdadero recogimiento interior, que debe prolongarse durante el día.

* Poner el alma a disposición incondicional de la Voluntad Divina para desprenderse de los defectos y malas costumbres, y emprender con entusiasmo el buen camino que le inspire el Señor.


Para meditar:

Si eres capaz de platicar, lo eres también de meditar. Platica con Dios de los afectos que genere una seria reflexión de tu persona o de una verdad teológica.

Para que tengas un camino seguro en esta práctica espiritual te daré las siguientes orientaciones:


De rodillas:

- Ponte, en la presencia de Dios.
- Humíllate ante su divino acatamiento.
- Pídele gracias para meditar con fruto.


De rodillas o sentado (rara vez de pie):

- Lee despacio todo el texto de la Meditación.

- Capta globalmente y resume en la mente el argumento y, tema central.

- Repasa párrafo por párrafo (leyéndolos), deteniéndote a pensar en cada uno, prolongando, sin prisa de pasar adelante, aquel punto que más te mueva a afecto o reflexión. (Aunque en ese solo pensamiento se vaya todo el tiempo que has destinado a la meditación).

- Deja correr los sentimientos espontáneos de tu alma: repaso, reflexión, aplicaciones particulares y circunstanciales, amor, dolor, compasión, reconstrucciones imaginativas pertinentes al tema si es histórico, pasmo, admiración y humilde sumisión si se trata de un misterio... No cuides de ordenar por secciones distintas las reacciones de tu alma, pues éstas deben ser espontáneas, no artificiosas, con tal que encaucen tu espíritu por el mismo tema hacia Dios. Tampoco te desanimes por las distracciones; si te sorprendes en ajenos pensamientos, con toda suavidad regresa al tema de tu meditación, como quien vuelve la hoja de un libro y sigue el párrafo interrumpido.

- Haz un propósito práctico para tu conducta.

- Termina de rodillas platicando afectuosamente con tu Dios.

- Reserva un pensamiento central o un texto de la Escritura, que después repasarás entre día.

El tiempo que dure tu meditación ha de ser de 15 minutos como mínimo; o de media hora como normal, o de 45 minutos como máximo. Proponte una de estas tres duraciones para lograr disciplina, teniendo en cuenta las demás obligaciones a que te requiere tu estado.

Muchas almas buenas practican la Oración de Meditación todos los días, ¡y logran la perfección cristiana!

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa.

P. Manuel Robledo, E. D.


DEVOCIONARIO PARA CUARESMA Y SEMANA SANTA.



1.- LA CUARESMA.- MIERCOLES DE CENIZA.
2.- LAS PENITENCIAS CORPORALES.
3.- ADVERTENCIAS PREVIAS A EJERCICIOS·
4.- EJERCICIOS ESPIRITUALES.
5.- CONFESIÓN CUARESMAL.
6.- VIACRUCIS.
7.- ADORACIÓN DE LAS CINCO LLAGAS.
8.- PARA PARTICIPAR EN LAS PROCESIONES.
9.- COMUNIÓN PASCUAL.
10.- HORA SANTA.
l1.- VISITAS A LOS MONUMENTOS.
12.- LAS SIETE PALABRAS.
13.- EL PÉSAME.
14.- FRUTOS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO.


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Nihil Obstat.

Pedro M. Galván, M.J.
Censor.


Imprimatur
Fr. Felipe de Jesús Cueto, O.F.M.
Obispo de Tlalnepantla.


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PRESENTACIÓN


El presente folleto responde a las necesidades espirituales particulares - y hasta comunitarias -, de las almas, que no pudimos satisfacer en nuestra anterior publicación sobre Cuaresma y Semana Santa.

En efecto, la publicación mencionada se limita a dar una explicación de las Leyes Canónicas, la Liturgia y la Cronología de Cuaresma y Semana Santa, procurando adentrar a nuestros católicos en el culto divino para su mejor entendimiento y participación. Pero es tan rica la vena de espiritualidad que ese Sagrado Tiempo encierra, que nos parece imperdonable el omitir aquellos actos de piedad extralitúrgicos que han sido siempre el alimento más completo y consolador de todas las generaciones.

Si la 'Guía de la Liturgia y la Cronología de Cuaresma y Semana Santa" fue agradable a los fieles y les ayudó a vivir más plenamente el Misterio Pascual, el presente "Devocionario de Cuaresma y Semana Santa", al complementar las prácticas Cuaresmales y Pascuales, será su compañero inseparable y el recurso más consolador donde no hay Sacerdote o cuando se encuentren impedidos de asistir.

Estos son los deseos del Autor.

P. Manuel Robledo, E.D.

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1.- LA CUARESMA.- MIÉRCOLES DE CENIZA.


La Cuaresma es un tiempo preparatorio a la Pascua de Cristo que es el Domingo de Resurrección.

Se llama Cuaresma porque dura cuarenta días: Este tiempo litúrgico comienza el Miércoles de Ceniza, con la ceremonia de la imposición de la Ceniza solemnemente bendecida, y culmina en Semana Santa, que revive la Pasión y Muerte del Señor.

DISPOSICIONES CON QUE DEBEMOS RECIBIR LA CENIZA

1.- Reconocer que la Ceniza es un Sacramental. "Los Sacramentales son cosas o acciones de las que suele servirse la Iglesia, lo mismo - en cierto modo - que de los Sacramentos, para conseguir por su impetración efectos principalmente espirituales". (Cn. 1144). Explicando, es una oración, bendición, un objeto o elemento bendecido por la Iglesia y que, por los ruegos de la misma Iglesia, alcanza gracias actuales en favor de quienes lo usan o llevan devotamente.

2.- Pensar que la Iglesia impone esta Ceniza solemnemente bendecida, para:

a) Recordarnos nuestro precario origen de la tierra y nuestro triste fin por la destrucción de nuestro cuerpo: "Recuerda, hombre, que polvo eres y al polvo tornarás" (Cf. Gén. III-19).

b) Para llamarnos a penitencia animada de la fe: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf. Mc. I-15).

3.-Considerar que este signo de penitencia nos da fuerza sobrenatural para emprender con ánimo y espíritu las prácticas cuaresmales y así disponernos a los frutos gloriosos de la Pascua.

4.- Meditar que la Cuaresma, que comienza con este acto penitencial de la Ceniza, bien llevada, purifica nuestra alma, nos prepara a una santa muerte y, en tanto que ésta llega, nos dispone a recibir gracias mayores por la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Durante la espera en el Templo, permaneceremos reverentemente entre los demás fieles, meditando en silencio estas verdades. Al llegar nuestro turno, nos acercaremos humilde y piadosamente, los ojos bajos, presentando con modestia la frente para ser signados con la Ceniza, y escuchando como dichas por Dios a nuestra alma, las palabras rituales que nos dirá el Sacerdote.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Quién y qué es un cristiano (final).

IX.- Distingamos en conformidad con la mente del Concilio.


El pecado de herejía es gravisimo, y así lo ha considerado la Iglesia desde los tiempos apostólicos, apoyada en la Sagrada Revelación (Cf. Luc. IX-62; Mth. X-23; Hebr. VI-4-8; C.I.C., Cn. 751; Cn. 1364).

Pecan de herejía quienes, con pleno conocimiento de su entendimiento y firme decisión de su voluntad, después de haber recibido el Bautismo y conservando el nombre de cristianos, niegan pertinazmente o ponen en duda algunas de las verdades que han de ser creídas con fe divina y católica. (Cf. C.I.C /17, Cn. 1325).

En consecuencia, consideramos que sólo han cometido este pecado los Heresiarcas o fundadores de toda secta herética de cualquier tiempo o historia, y sus directos colaboradores. A quienes fueron arrastrados por la corriente de esa rebelión, les cabe una personal responsabilidad de gravedad proporcionada al grado de conocimiento, a la audacia de su voluntad y al desprecio más o menos obstinado que hicieron de los razonamientos y advertencias de los hermanos católicos y de la Iglesia en general, así como de las gracias internas con que el mismo Dios les amonestó. Si hubo un momento en que vieron claramente la verdad, ahí comenzó su alejamiento de la Iglesia y su adhesión a la herejía.

Su descendencia y las generaciones subsiguientes deben ser juzgadas bajo otro criterio: el aislamiento geográfico, el ambiente social, y la educación recibida en el hogar, atenúan y hasta anulan toda responsabilidad y culpa. Quienes nacieron en hogar y ambiente invenciblemente alejados de la fe católica, carecen en absoluto de culpa.

Por otra parte, los fundadores de las sectas, directos responsables del pecado de herejía, separación y escándalo, al separarse de la Iglesia, distorsionaron, adulteraron o suprimieron muchos dogmas y prácticas católicas; pero conservaron intactas muchas otras, como el bautismo, la fe en Dios Uno y Trino, la fe en el misterio del Verbo Encarnado y Redentor, Jesucristo; la Sagrada Escritura en sus lineamientos fundamentales, la Remuneración, etc...

Esas generaciones posteriores, al conservar y aplicarse estos elementos sobrenaturales pertenecientes a la Iglesia Católica, en cierto modo oculto y misterioso pero real, entran en comunión con Ella: allá se extiende la Iglesia a donde llega la Gracia. Aunque sigue siendo un hecho que en muchos aspectos están separados de la Iglesia y que estos aspectos son y serán siempre nocivos y peligrosos a la integridad de la fe de los católicos.

De ahí que el concilio haya reconocido su realidad cristiana, aún cuando, simultáneamente no estén en perfecta comunión con la Iglesia. Estas son sus palabras: "...Sin embargo, quienes ahora nacen en esas comunidades y se nutren de la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de separación, y la Iglesia los abraza con fraterno respeto y amor... " "Justificados en el Bautismo por la fe, están incorporados a Cristo y, por lo tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos..." (Unit. Red., 3).

El Concilio se refiere a las personas nacidas en las comunidades que conservan el punto de partida de la disidencia original. Estos miembros creyentes de buena fe, no atentan contra la integridad católica, y sí están dispuestos a investigar la verdad. A éstos llama la Iglesia al diálogo ecuménico; ojalá que todos los católicos contribuyamos con la oración y las buenas costumbres a que ellos vuelvan a la Casa Paterna.

Sin embargo, en la actual situación de América Latina, han irrumpido sectas heréticas cuya febril actividad se dirige directamente contra la unidad religiosa latinoamericana, con miras visiblemente imperialistas. Creemos que a esto alude el Papa cuando escribe: "Estamos llamados a un esfuerzo cada vez más activo, para que se vea aún más claramente que los motivos religiosos no son la causa verdadera de los conflictos actuales, aunque, lamentablemente, no haya desaparecido el riesgo de instrumentalizaciones con fines políticos y polémicos." (Ut unum Sint, 7). Estas organizaciones por su mala fe y el dolo con que proceden se apartan voluntariamente de la mirada ecuménica del Concilio.

El presente escrito está dirigido contra dichas sectas; no contra los engañados, sino contra los engañadores y sus errores doctrinales. Ha sido redactado en el fragor de la lucha que sostenemos por conservar la fe católica de nuestra Patria. Porque esas sectas atacan dentro de una Nación secularmente católica, en un ambiente católico, tomando por asalto los hogares católicos, contra personas de origen puramente católico, abusando de su carácter afectuoso, hospitalario, comunicativo y sencillo.

Es responsabilidad sacerdotal defender a los fieles; advertirles e instruirles, y hacerles considerar que, por su raigambre católica, se exponen a caer en la herejía con peligro de su salvación eterna, si, embelesados por esas "artificiosas palabras", desvían sus oídos de la verdad y los vuelven hacia las fábulas heréticas. (Cf. II Petr. II.13; II Tim. IV-3-4).

Al descubrir las tortuosidades de los sectarios, nos mueve el celo de la salud de las almas de todos: no debemos olvidar las palabras del Vicario de Cristo: "La Iglesia de Dios está llamada por Cristo a manifestar a un mundo esclavo de sus culpabilidades Y de sus torcidos propósitos, que, a pesar de todo, Dios puede, en su misericordia, convertir los corazones a la unidad, haciéndoles acceder a su comunión." (Ib.93).


X Resumen.


1._ Cristiano es todo aquel que, habiendo sido bautizado en la Iglesia de Cristo, cree y profesa las verdades reveladas por Dios, guarda sus mandamientos y se sujeta al gobierno y magisterio de la Iglesia.

2.- La verdadera Iglesia de Cristo es la Católico-Romana, que el Credo define: Una, Santa, Católica y Apostólica; está regida por Cristo y por Su Vicario en la tierra, el Romano Pontífice, Sucesor del Apóstol San Pedro, quien fue el primer Papa y murió siendo Obispo de Roma.

3.- "Católico" significa "Universal", e implica la nota de autenticidad, por cuanto la verdad es una y tiene derecho a subsistir en todo tiempo y lugar. No puede haber un verdadero cristiano que no sea católico, es decir, que no profese la auténtica y universal doctrina de Cristo.

4.- La Sagrada Escritura y los documentos patrísticos de los Siglos I y II, como de los siglos subsiguientes, atestiguan que la fe y costumbres de las primeras generaciones cristianas, en el seno de la Iglesia, son esencialmente las mismas de la Iglesia Católica de hoy.

5.- Al comparar fe, costumbres y organización eclesiástica de los primeros cristianos, con la fe, costumbres y organización de las sectas heréticas, se demuestra que éstas no son el auténtico cristianismo, aunque se disfracen con el nombre de "cristianas".

6.- Los fieles católicos, bajo una grave responsabilidad de conciencia y por la salvación de su alma, deben remover y evitar las causas de una posible adhesión a la herejía, neutralizando así los engaños de las sectas con una sobrenatural prevención.

7.- Además de las precauciones y una vida sincera y auténticamente cristiana, la labor ecuménica de los fieles laicos consiste en la oración y los buenos ejemplos. La confrontación doctrinal compete a teólogos y Jerarcas.

8.- Los que han nacido fuera de la Religión católica y, bautizados válidamente, profesan - aunque con graves deficiencias- la fe de Cristo, no son culpables de separación, y por su bautismo son reconocidos por la Iglesia como cristianos, aunque separados. De ellos espera la Iglesia un diálogo por la Verdad.


XI.- Conclusiones y propósitos:


"Si alguno os anuncia un Evangelio diferente del que recibísteis, sea anatema" (Gál. 1-9).

"¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿Tribulación?, ¿angustia?, ¿persecución?, ¿hambre?, ¿desnudez?, ¿peligro?, ¿espada? Según está escrito que "por tu causa somos matados todo el día, fuimos contados como ovejas destinadas al degüello. Mas en todas estas cosas soberanamente vencemos por obra de Aquel que nos amó. Porque seguro estoy que ni muerte ni vida, ni ángeles ni principados, ni cosas presentes ni futuras, ni poderíos, ni altura ni profundidad, ni otra alguna criatura será capaz de apartamos del amor de Dios que está en Cristo Jesús, Señor Nuestro. "(Rom. VIII-35-39).

"... esta es la victoria que venció al mundo: ¡nuestra Fe!" (I Jn. V-4).


martes, 18 de febrero de 2014

Quién y qué es un cristiano (cont).

VIII.- Peligros. Responsabilidad. Prevenciones.


Después de haber expuesto el verdadero Cristianismo en su primitiva y genuina realidad, de haberlo confrontado con la triste distorsión de las sectas y haber concluido la falsedad de éstas, expondremos los peligros latentes en algunos católicos de nuestra época y de nuestro medio, y son las no pocas m pequeñas rendijas que las sectas aprovechan para introducir en las almas su vaho venenoso hasta enajenarlas e inducirlas a la deserción por la herejía.

Ante todo, hemos de saber que una proporcional responsabilidad y culpa en el pecado de herejía, gravita sobre la conciencia de quienes aceptan la propaganda herética. La ocasión la da el propagandista por insidias de Satanás; mas las causas radican en quien recibe y acoge, por obra de Satanás, el cual sabe aprovechar todas las fallas.

Paralela a la citada advertencia profética de San Pedro, escribió San Pablo esta otra: "vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, antes a medida de sus concupiscencias, tomarán para sí maestros sobre maestros, con la comezón de oídos que sentirán, y por un lado, desviarán sus oídos de la verdad y por otro se volverán hacia las fábulas. (II Tim. IV - 3-4).

Para la inteligencia de esta profecía, expondremos de modo práctico las causas más comunes por las que algunos apartan su atención de la verdad y la aplican a las fábulas heréticas:

Curiosidad.- Querer saberlo todo, con la temeridad de jactarse de un criterio maduro que podrá resistir. Dicen ellos: "no es hazaña huír del fuego, sino andar entre las brasas sin quemarse."

Ignorancia. - Apenas conoce los rudimentos de la Religión. Jamás tuvo interés por conocer a fondo el tesoro que poseía. ¡Y en esa ignorancia querer meterse a teólogo!

Desprevención.- Aceptar poco a poco la insistente visita de los propagandistas, sin sospechar hasta dónde llegaría todo eso.

Sorpresa.- Deslumbrarse ante la pujanza económica de las sectas, ante su elegante propaganda y la organización estratégica de sus equipos.

Despecho- Víctima de las murmuraciones y propaganda adversa que los enemigos hacen contra la Iglesia. Amargura nacida por comparaciones o por querer que la Iglesia sea como cada quien desea.

Abandono.- Católicos a medias, que creen a medias y practican a medias, o totalmente no practican. Vacíos de Dios y lejos de la Gracia.

Pasiones y Pecados.- En la Fe verdadera, desprecian los medios de conversión, que son auténticos y eficaces; pero cuando un extraño (sobre todo si es extranjero) le propone un plan raquítico de salvación fuera del verdadero camino, resuelven "convertirse", achacando al Catolicismo su mal comportamiento.

Novedad.- Hastío por lo ya conocido y entusiasmo por un nuevo sistema religioso.

Ambición.- Deseos de ser notable en un grupo aunque sea pequeño; de escalar los grados con que las sectas estimulan a sus prosélitos.

Interés temporal.- Personas indolentes, atenidas siempre al favor de un paternalismo cómodo, que esperan el remedio de sus necesidades, de donde viniere. Las sectas saben explotar con dádivas comprometedoras esta culpable búsqueda de la propia conveniencia temporal. Ellos son maestros en el soborno de las conciencias.

Alianzas dolosas.- Proposición de negocios ventajosos o apoyo social; proposición de matrimonio de parte no católica a parte católica, ocultando su filiación herética mientras logra enajenar, por afecto, a la parte católica...


La prevención consiste en lo contrario:

Contra Curiosidad, Madurez.- Sabiendo que la desgracia de la humanidad se debe a la curiosidad de Eva. Peca mortalmente quien, con pleno conocimiento y voluntad, se expone al peligro de apostatar.

Contra Ignorancia, Instrucción.- Buscar ávidamente los tesoros de la auténtica sabiduría cristiana.

Contra Desprevención, Vigilancia.- Pues el demonio, como león rugiente, ronda mediante las sectas buscando a quién devorar.(Cf. I Petr. V-8).

Contra Sorpresa, Valoración.- No estamos en competencia de técnicas tipográficas ni de financiamientos en dólares; sino acerca de la verdad teológica, que no se apoya en la prepotencia humana. (Cf I Cor. II-4-5; Ps. XIX - 8).

Contra despecho, Fe.- Amar a la Iglesia y creer en Ella, a pesar de los arteros ataques de sus enemigos. No son sabios ni prudentes, sino apasionados herejes quienes la difaman.

Contra Abandono, Fervor.- Cumplir, por lo menos, los deberes fundamentales del cristianismo y procurar el estado de Gracia, esforzándose en adelante por progresar en la virtud y servicio divino.

Contra pasiones y pecados, Penitencia. - Conversión a Dios aprovechando el medio sobrenatural por El instituí do: la Confesión, Sacramento que ha depositado únicamente en Su Iglesia Católica (Cf. Jn. XX-23). La promesa de los herejes, de ser justificado por un solo acto de fe, es un vil engaño.

Contra Novedad, Sensatez.- Convencerse de que, precisamente por ser nuevos esos sistemas religiosos, en su novedad muestran su falsedad; pues la verdad es eterna y ha acompañado al hombre desde el Paraíso, conservándose por línea recta mediante la Revelación.

Contra Ambición, Humildad.- Tomando el lugar que Dios le señaló en el seno de su verdadera Madre, la Iglesia Católica; y no querer medrar en las organizaciones de los herejes, conforme lo expresa el Salmo: "He preferido ser el último en tu Casa, antes que habitar en las tiendas de los pecadores" (Ps. LXXXIII -11).

Contra Interés temporal, Fidelidad.- El demonio está dispuesto a dar todos los reinos del mundo, a cambio de una sola defección: "Todo esto te daré si, postrándote, me adorares" (Mth. IV-9).

Contra alianzas dolosas, Amor a Díos.- Preferir perderlo todo antes que ofender a Dios. Todos los amores deben estar subordinados al Amor de Dios. Conservar el amor de una creatura al precio de la herejía, sería perder la propia alma.


Con estas prevenciones, que al fin son obligatorias para todos los católicos en todo tiempo y ocasión, quedaran neutralizadas las insidias de las sectas pseudo-cristianas. En nuestra mano está, con la Gracia de Dios, desbaratar los designios de los enemigos de nuestra salvación. Las multimillonarias inversiones de sus incursiones proselitistas, de su propaganda y regalos, fracasarán rotundamente si nadie acepta cruzar con ellos una sola palabra referente a la Religión. Su ofensiva electrónica por los medios de comunicación masiva fracasarán si ningún católico la lee, la escucha o la ve. Desistirán de recorrer las calles si no hay puerta que se les abra. En una palabra, neutralicemos la acción de cuantos tratan de arrebatamos la Fe Católica; y mientras ellos gastan sumas estratosféricas por arrastramos a la herejía, nosotros, Sin costo alguno, podemos ignorarlos y permanecer fieles a Dios y a su Iglesia.

Con esta actitud negativa no se falta al mandato de la Caridad. El Apóstol San Juan, conocido como el Apóstol de la Caridad, nos manda: "...Porque muchos seductores han salido al mundo, los que no confiesan a Jesús como Mesías venido en carne. Esa gente es el seductor y el anticristo. Mirad por vosotros, no sea que perdáis lo que trabajásteis, antes bien, recibáis pleno galardón. Todo el que va más allá y no se mantiene en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que se mantiene en la doctrina, este tiene al Padre y también al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no tiene esta doctrina, no lo recibáis en casa ni le digáis "¡Salud!"; el que le dice "¡Salud!" entra en comunión con sus malas obras" (II Jn. 7-11).

Dirá alguno que el Ecumenismo actual exige un trato más cordial. Respondemos que debe haber trato cordial cuando el no católico viene con ánimo y deseo de conocer la verdad; pero cuando viene respirando intenciones aviesas, armado de falacias, dispuesto a arrebatamos el tesoro de la Fe, no merece trato alguno de parte de los fieles; merece, sí, nuestra compasión y nuestras oraciones para su conversión.

En todo caso, sabiendo que la Fe es un don divino, orad a Dios por la conversión de los extraviados, y eso es ya una labor ecuménica; avalada con vuestra conducta, prudencia y caridad. Dios y la correspondencia de ellos a la Gracia harán el resto... y dejad la confrontación doctrinal a los teólogos y a la Jerarquía eclesiástica; pues la intrincada trama de la herejía y el fanatismo y malas artes de los herejes, a quienes Satanás acompaña, amenazan engañar a los católicos que con sencillez cristiana entablan diálogo con ellos. (Cf. Cn. 755 / 1 y Directorio del Pont. Consejo Prom. Unid, Crist.- Cf. Encíclica "Ut unum sint", 70).


Quién y qué es un cristiano (cont).

VI.- Síntomas de sectarismo en los individuos. Comparación.



A.- Para conocer en la vida práctica a los falsos cristianos, esto es, a los simpatizantes o ya adheridos a una secta herética, bastará, descubrir en sus palabras o en sus hechos, alguno o algunos de los siguientes síntomas, que pueden mostrarse claros o pueden ejercer solapadamente su acción corrosiva:

/- La negación de uno o varios dogmas de, la Fe Católica; v.gr., la Infalibilidad del Romano Pontífice, la perpetua Virginidad de María.

/- Odio a la Santa Iglesia Católica; com{un a todos los sectarios, sobre todo cuando han abandonado la verdadera Fe.

/- Desprecio al Sacerdote; burlas contra las personas consagradas a Dios.

/- Indiferencia rayana en desprecio hacia la Santisima Virgen María.

/- Horror hacia las Imágenes de los Santos, porque tienen miedo de caer en idolatria. (Los Testigos de Jehová, además, horror a la Santa Cruz).

/- Odio rabioso contra la Santa Misa. 

/- Burlas blasfemas contra la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía.

/- Afán irrefrenable de disputas, no con deseo de conocer la verdad, sino con el plan de salir triunfante con lo suyo y dejar en ridículo a los católicos.

/- En su conversación, constantes citas bíblicas sin que vengan al caso.

/- Exhibicionismo al recitar de memoria pasajes de la Biblia.

/- Exhibicionismo en sus lecturas de la Biblia, para lo que escogen lugares públicos.

/- Tomar la Biblia como base para provocar discusiones y pleitos callejeros.

/- Adustez y profunda tristeza en el rostro.

/- Virtud acartonada; esto es, nada natural, siempre aplastante.

/- Criterios morales de rigidez exagerada e inflexible.

/- En lo civil, querer imponer el predominio de la Ley, sobre todo y contra todo, sin sentido común en la aplicación o circunstancias: a la letra.

/- Atención y práctica casi exclusiva al Antiguo Testamento.

/- Esclavitud a la letra de los textos bíblicos.

/- Conducta y criterios anacrónicos, como si vivieran aún en el S. I y en el ambiente en que se desarrolló la actividad apostólica de Hechos.

/- Con fines proselitistas, hacen pública declaración de pecados, ciertos unos, imaginarios otros, que se atribuyen a sí mismos mientras fueron "romanistas" (así llaman a los Católicos); con la intención de que se entienda que esa conducta la produce, de sí, el Catolicismo.

/- Aunque no han sido enviados por Cristo ni por los Apóstoles, ni por los Sucesores de los Apóstoles, se autonombran "misioneros", y llaman "predicación" a su burda propaganda.

B.- Si comparamos estos síntomas con la fe y conducta de los primeros cristianos, concluiremos que los herejes tienen creencias y conducta distinta y hasta opuesta; que ellos no han restaurado el Cristianismo a su primitiva pureza, sino que lo han distorsionado, falsificado, adulterado. A ellos nada hemos de creer, pues un gran teólogo, lumbrera de su siglo (S. III) nos dice: "No se ha de aceptar como verdadero más que aquello que en nada difiera de la tradición eclesiástica Y Apostólica". (Orígenes; "De principiis", pref. 2).

Así por ejemplo, el odio a la Santa Iglesia católica contrasta fuertemente con el amor entrañable que los primeros fieles tenían a su Madre la Iglesia, por la que Cristo se entregó a Sí mismo, a fin de santificarla con el Bautismo, complacencia del Padre, que la contempla, en el Espíritu Santo, limpia e Inmaculada ...(Cf. Ef. V-26-27).

Acerca del odio que los herejes tienen a la Santa Misa, comparémoslo con el amor extático que los primeros fieles profesaban a la Santísima Eucaristía o Fracción del Pan, en que confesaban la Presencia Real de Cristo. San Ignacio Mártir toma este punto como piedra de toque y escribe: "Apártanse también (los herejes) de la Eucaristía y de la oración porque no confiesan que la Eucaristía es la carne de Nuestro Salvador Jesucristo, la misma que padeció por nuestros pecados, la misma que, por su bondad, resucitóla el Padre. Así pues, los que contradicen el don de Dios, mueren y perecen entre sus disquisiciones. ¡Cuánto mejor les fuera celebrar la Eucaristía, a fin de que resucitaran!" (Ad Smirn. VII-1).

Ya podrán, según la secta, simular ritos que llaman "Cena". Ellos carecen de potestad divina, y sólo se reúnen para ratificar públicamente su negación y repudio al Misterio de la Transubstanciación confirmándose así en su herejía.

Aunque el Nombre de Cristo no se aparta de los labios de los protestantes, es necesario notar la diferencia de lo que concebían los primeros cristianos en Cristo y lo que conciben hoy los protestantes. Los cristianos primitivos creían en Cristo Salvador y Santificador, y se compenetraban con El por la Gracia Santificante. El protestantismo cree, ciertamente, en Cristo y lo ama; pero se mantiene a distancia, creyendo en El sólo como Salvador, pero no como Santificador; pues, según ellos, el hombre no puede ser santificado, ya que es un pecador irreversible. Para el protestante, Cristo está aislado en su grandeza; y sólo otorga a los que en El creen, "favor inmerecido" de modo extrínseco como una imputación forense de su justicia. Mas nunca una elevación al Orden Sobrenatural mediante la santificación de las almas por medio de la Gracia Santificante que nos hace "partícipes de la Divina Naturaleza". (II Petr. I-4): así lo enseña y profesa la Iglesia Católica, tal como lo enseñaron y creyeron nuestros padres en la fe, los Primitivos Cristianos.

Y así podríamos ir discurriendo, hasta llegar a concluir que las sectas heréticas no son el verdadero Cristianismo ni se parecen al Primitivo.



VII.- Frente al Maremagnum de Sectas, debemos seguir la Luz del Magisterio.


En todos los tiempos y épocas del Cristianismo se ha cumplido al pie de la letra la profecía del Apóstol San Pedro: "Hubo también falsos profetas en el pueblo, como también entre vosotros habrá falsos maestros que disimuladamente introducirán sectas de perdición, y negando al Señor que los rescató, atraerán sobre sí una pronta perdición, y muchos se irán tras sus lascivias, por causa de las cuales el camino de la verdad será blasfemado; y movidos de codicia, con artificiosas palabras traficarán con vosotros; contra los cuales la condenación ya de antemano no anda ociosa, y su perdición no dormita." (II Petr. II-1-3).

Por eso tuvieron los legitimos pastores que amonestar al pueblo fiel y ponerlo en guardia. Ya desde el año 107, el glorioso Mártir San Ignacio, Obispo de Antioquía, se vio precisado a recomendar a los fieles católicos: "A lo que sí os exhorto, pero no yo, sino la caridad de Jesucristo, es que uséis sólo el alimento cristiano y os abstengáis de toda yerba ajena, que es la herejía. Los herejes entretejen a Jesucristo con sus propias especulaciones, presentándose como dignos de todo crédito, cuando son, en realidad, como quienes brindan un veneno mortífero diluido en vino con miel, el incauto que gustosamente lo toma, bebe, en funesto placer, su propia muerte." (Ad Trall. VI).

Ante tan variada oferta de "salvación" y tan frecuente impostura de quienes pretenden ser la verdadera Iglesia, no ha permitido el Señor que los Católicos quedemos en tinieblas. Por Sí mismo (Cf. Mth. XXVIII-20) y por su Iglesia nos ilumina: tenemos un faro de luz en su Magisterio Infalible. Este oráculo divino ha hablado clara y lapidariamente en el Aula Conciliar, frente a la atónita expectación de cientos de observadores no católicos, esto es, de toda religión y secta. Definió que la Iglesia Católica es la única verdadera, la auténtica Fundación de Nuestro Señor Jesucristo. Así lo declaró solemnemente el concilio Vaticano I.

"...Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos como una, santa, católica y apostólica, que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a Pedro para que la apacentara (Cf Jn. XXI-17), confiándole a El y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (Cf. Mth. XXVIII - 18 sgs.), y la erigió perpetuamente como columna y fundamento de la verdad. (Cf. I Tim. III - 15) Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia Católica, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él..." (L. G. 8/b)

La advertencia del mismo Concilio es severa: "No podrán salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia Católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, desdeñaran entrar o no quisieran permanecer en ella" (L. G. - 14).

En este párrafo se habla del desprecIo formal y consciente; se habla también de apostasía a ciencia y consciencia, abrazada con libertad y contumacia, y bien puede aplicarse a la herejía. Y la doctrina del Concilio es de lógica elemental que viene de boca en boca desde los primeros cristianos. Orígenes decía con toda claridad: "Fuera de esta casa, esto es, fuera de la Iglesia, nadie se salva; pues si alguno sale, se hace a sí mismo reo de su propia muerte". (In Jesu Nave, 3,5) Es lo mismo que siempre hemos oído: "Fuera de la Iglesia no hay salvación" (Ver la aplicación de este aforismo teológico ante el problema del Ecumenismo, en el "Catecismo de la Iglesia Católica", del Papa Juan Pablo II; Núm. 846).



jueves, 13 de febrero de 2014

Quién y qué es un cristiano (cont).

IV.- Por qué se introdujo la palabra "Católico".



La excelsa dignidad de los apóstoles y la participación que de sus poderes sobrenaturales hicieron, mediante la imposición de sus manos, a los cristianos dignos de su confianza, suscitaron en algunos perversos la emulación y la envidia. No querían participar de la humildad y santidad ni menos de sus trabajos y sufrimientos por Cristo, sino de su dignidad y del aprecio y favores de los fieles. ¡Querian ser maestros! Y así, hubo quienes, llevados de soberbia espiritual, comenzaron a alardear de sutilezas filosóficas y leyendas imaginarias, con el afán de suplantar a los auténticos enviados de Cristo. La fe de los fieles se vio amenazada; la Iglesia de Cristo percibió el humo de las confusiones heréticas.

Los Apóstoles y sus Sucesores tuvieron que separar a los revoltosos llamándolos herejes y anticipados anticristos (Cf. I Jn. II-18 sgs; IV-3, etc.); desconociendo su origen auténticamente cristiano: "De nosotros salieron, mas no eran de nosotros; pues si de nosotros fueran, hubieran permanecido con nosotros" (Ib. 19) Los estragos que éstos causaron y la defensa que los Apóstoles hicieron de la fe auténtica constan en sus escritos inspirados, sobre todo en la Epístola de San Pablo a los Gálatas, en las tres de Sn. Juan y en su Apocalipsis, en la de Santiago, en las dos de San Pedro, etc. 

Pero como los herejes afirmaban falsamente que sus enseñanzas eran el verdadero cristianismo y se obstinaban en ostentar el nombre de "Cristianos", hubo necesidad de recalcar la autenticidad del verdadero cristianismo añadiéndole el calificativo de "Católico", como para declarar con una sola palabra que el cristianismo profesado por quienes así se llamaban, si era auténtico, capaz de salvar a todos los hombres de todos los tiempos y latitudes, capaz de extenderse por toda la tierra con el derecho que tiene la verdad, esto es: Universal. La palabra "Católico entraña la idea de "cristianismo auténtico", en contraposición a los herejes, que se autonombraban "cristianos" sin profesar la auténtica fe de Cristo. 

El término "católico" ya se lee desde los primeros documentos cristianos, desde los principios del Siglo II, con tal familiaridad y naturalidad, que a las claras manifiesta haber sido acuñado desde el tiempo de los Apóstoles. Aparece sin polémicas ni imposiciones: es un epíteto que brota de modo natural y se desprende de la verdadera índole de la Fe transmitida por los Apóstoles.

En la Carta a los cristianos de Esmirna, escrita por San Ignacio Obispo de Antioquía entre los años 106 Y 107, recién muerto San Juan, se lee: "DONDE ESTUVIERE CRISTO JESÚS, ALLÍ ESTÁ LA IGLESIA CATÓLICA" Esta misma expresión la encontramos en el Martyrium de San Policarpo, escrito
 poco después del año 155: "La Santa y Católica Iglesia" (en el título). Se repite en su oración (VIII-1); al Santo mártir se le titula "Obispo de la Iglesia Católica de Esmirna" (XVI-2), y se proclama que Jesucristo es el único "Pastor de toda la Iglesia Católica esparcida por la redondez de la tierra" (XIX-2).

Así se titulaban los verdaderos cristianos. Como ejemplo tenemos el interrogatorio que el juez pagano dirige a un esforzado atleta de la fe:

- ¿Cuál es tu nombre?
- Cristiano
- ¿Y tu apelativo?
- Católico.

Cristiano Católico es, pues, aquél que conserva intactas e inalteradas la doctrina y las prácticas constitutivas de Cristo transmitidas por los Apóstoles, y pertenece por el bautismo a la única Iglesia de Cristo; cuyas notas características o propiedades esenciales son: la Unidad, la Santidad, la Catolicidad y la Apostolicidad. Notas que el Apocalipsis expresa en su Cap. XXI (Cf. Concilio de Nicea).

Unidad, porque la verdad es una, no variada ni fraccionada. En la verdadera Iglesia no hay grupos ni facciones disidentes.

Santidad, porque ha sido fundada por Cnsto, Santísimo e Impecable, Quien depositó en Ella todos los medios de santificación. (Cf. Ef. V-26-27).

Catolicidad, porque tiene capacidad y derecho, inherente a la verdad, de extenderse por toda la tierra e iluminar a todo hombre que viene a este mundo. (cf. Mth. XXVIII-19).

Apostolicidad, porque viene directamente de los Apóstoles, y conserva intactas su doctrina y sus prácticas. (Jn. XXI-15-23).



V.- Falsos cristianos. Características de las Sectas actuales.


Ahora bien andando los siglos se han vuelto a levantar muchas organizaciones que han pretendido ser la verdadera Iglesia Cristiana. Todas ellas han desaparecido convencidas de falsedad, pues ninguna ha demostrado tener las Notas ya explicadas de Unidad, Santidad, Catolicidad y Apostolicidad.

Las que perseveran actualmente son las que derivan de la rebelión de Martín Lutero a principios del S. XVI, y se han multiplicado, proliferando por divisiones internas, bajo distintas y variadas doctrinas.

A pesar de su variedad y fragmentación, conservan en el fondo los lineamientos fundamentales que les dio Martín Lutero, y son los siguientes:

1º.- La Biblia y sólamente Ella como única regla de fe y costumbres.- Con este principio radical rechazan la Tradición Apostólica y el Magisterio de la Iglesia.

2º.- La fe sola como único medio de justificación.- Así reprueban los Sacramentos y las obras buenas, descalificando el mérito.

3º.- La Gracia sólo como un favor extrinseco una imputación forense; pues, según Lutero, el hombre es pecador irreversible, que no puede ser cualitativamente santificado. - Con este principio rechazan la santificación cualitativa mediante la Gracia Santificante, y que el hombre cambie por la justificación su situación de pecado.

4º.- Cristo solo.- Con este aislamiento de Cristo rechazan a la Iglesia y su Misión y potestad de aplicar la Redención en la almas.

Examinemos seriamente los cuatro puntos rechazados por los protestantes y veremos que la palabra "sola" de sus principios doctrinales, es esencialmente destructiva del plan de la Redención.

En efecto, según las variantes de cada secta o acomodan o disminuyen, o limitan o francamente impiden la aplicación de la Redención en las almas contentándose con la mediocridad y privándose de las infinitas riquezas de la Redención, o haciendo nebuloso el horizonte de la salvación. Querer aplicarse la Redención evadiendo el Ministerio de la Iglesia, es contravenir la voluntad de Cristo. Sólo Cristo salva: es verdad; pero a quienes ponen en práctica los medios por El instituidos.

Toda secta que tenga estas cuatro características más o menos balanceadas, o alguna de ellas, debe ser considerada de cuño luterado, esto es, protestante, llámese como se llame, crea lo que crea, aunque se disfrace con el glorioso nombre de "Cristiana".

Capítulo aparte merecen dos degeneraciones del protestantismo, las cuales son la Secta Mormona, que diviniza las pesadillas de su fundador anulando la verdadera Iglesia con otra paralela fundada por Cristo en los Estados Unidos a espaldas de los verdaderos Apóstoles; la Secta de los Testigos de Jehová, que sobre las negaciones protestantes remata en el colmo de un rabioso antitrinitarismo, - consecuencia del arrianismo que resucita al negar la divinidad de Cristo- y niega el alma humana, amén de otras muchas super-herejías. A estas dos aberraciones ni los mismos protestantes las toman por cristianas, aunque debemos notar que son consecuencia fatal de la herejía protestante, de donde salieron.

Ninguna de estas organizaciones son la verdadera Iglesia de Cristo.



miércoles, 5 de febrero de 2014

Quién y qué es un cristiano (cont).

La muerte antes que la apostasía. - Los primeros Cristianos prefirieron tormentos y la misma muerte antes que cometer algún pecado, antes que traicionar a Jesucristo con la herejía o apostatando de la Fe. Los tres primeros siglos de cristianismo (260 años para ser precisos) se caracterizan por diez cruentas persecuciones y por el ardiente anhelo de los cristianos de toda edad y condición, por confesar públicamente su fe y rubricarla con su sangre.

Fueron tantos los mártires desde la primera persecución bajo Nerón (54 - 68), que un testigo ocular, San Clemente Romano, discípulo directo de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, escribe sobre el martirio de éstos, perpetrado el año 67: "Por emulación y envidia fueron perseguidos los que eran máximas y justísimas columnas de la Iglesia y sostuvieron combate hasta la muerte ... " Y más abajo: "A estos hombres que llevaron una conducta de santidad vino a agregarse una gran muchedumbre de escogidos, los cuales, después de sufrir por envidia muchos ultrajes y tormentos, se convirtieron entre nosotros en el más hermoso ejemplo ... " (1a Carta de San Clemente a los Corintios V -2, VI-1).

En la cuarta persecución, ordenada por el Emperador Marco Aurelio (161-186) , los cristianos podían hacer recuento de sus largas y muy tristes experiencias, que ellos consideraban como gloria: "¿Quién no admirará la nobleza de nuestros Mártires, su paciencia y el amor a su Dueño? Ellos sufrieron, lacerados por los azotes, hasta llegar a distinguirse la disposición de la carne dentro de las venas y de las arterias, de suerte que los mismos espectadores se movían a lástima y rompían en lamentos; los Mártires, en cambio, se levantaron a punto tal de nobleza, que ninguno de ellos exhaló un ¡ay! ni un gemido...También los que fueron condenados a las fieras sufrieron tormentos espantosos tendidos que fueron sobre conchas marinas y sometidos a otras formas de varias torturas. Pretendía el enemigo, a ser posible, obligarlos a renegar de la fe a fuerza de continuos tormentos." (Mart. S. Pol. Introducción, II-2-4).

La Iglesia pedía a Dios fortaleza. En las reuniones secretas, en cavernas o en las Catacumbas, Maestros y Pastores exhortaban al Martirio: "Roguemos a Dios con todo nuestro corazón que luchemos con esfuerzo de alma y cuerpo y hasta el fin, por la verdad. Si le es grato probar nuestra fe (pues nuestra fe se prueba en los peligros y en las persecuciones como el oro en el crisol), incluso en caso de persecución, que nos encuentre listos..." (Orígenes. "Exhortación al martirio").

Y en el foro social, los Apologistas luchaban contra la injusticia, demostraban la inocencia de los Cristianos y profesaban su fe desafiando todo peligro. Tertuliano esgrimía esta brillante argumentación que se hizo inmortal: "Somos de ayer y lo llenamos todo: vuestras ciudades, vuestras fortalezas, vuestras campiñas, el palacio, el Senado, el foro; no os dejamos más que vuestros templos vacíos. Si nos retiráramos en masa, quedaríais en espantosa soledad..¿En qué hemos merecido la muerte? Cortad, si os place; cuanto más seguéis nuestras cabezas, más nos multiplicaremos. ¡La sangre de los mártires es semilla de cristianos! (Apologético).

Amor a Nuestro Señor Jesucristo.- El amor a Cristo fue, a ejemplo de los Apóstoles, la característica de estas primeras generaciones. Baste un ejemplo: el de San Policarpo, quien al ser conminado por el tirano: "Maldice a Cristo", respondió con profunda convicción y ternura entrañable: "Ochenta y seis años hace que le sirvo y ningún daño he recibido de El; ¿cómo puedo maldecir a mi Rey que me ha salvado?" Y en el suplicio, a punto de Ser encendido el fuego, eleva su oración ofreciéndose al Padre como víctima: "...Por lo tanto, yo te alabo por todas las cosas, te bendigo y te glorifico por mediación del Eterno y Celeste Sumo Sacerdote, Jesucristo, tu Hijo Amado, por el cual sea gloria a Ti con el Espíritu Santo, ahora y en los siglos por venir" (Mart. S. Pol. IX-3; XIV-3).

Por todo esto, aquellos mismos cristianos del S.II consignaron esta sentencia que ellos mismos atribuían a San Ignacio: "Cristiano es el que tiene a Cristo en su pecho".

Amor a la Santa Iglesia.- El amor que los primeros Cristianos tenían a la Iglesia no será fácilmente superado. Su admiración por Ella los absorbía; la sentían en carne viva mediante el vínculo de la caridad y la frecuencia de los Sacramentos, que sólo en Ella se encuentran. Ya leímos su insistente mención en la Liturgia de la Didajé, y que San Ignacio la llama "El lugar del Sacrificio", haciendo evidente alusión al Sacrificio Eucarístico, que sólo en Ella se celebra.

En "El Pastor", precioso libro de visiones y revelaciones con que fue favorecido su Autor, Hermas, cristiano de mediados del S. II, la Iglesia aparece como una torre bellísima, esbelta y sólidamente construida en medio de las aguas. La explicación de esta visión le fue dada a Hermas de lo Alto: "Vuestra vida se salvó por el agua, y por el agua se salvará" Y más adelante la contempla en la universalidad de las naciones, las cuales, "...habiendo recibido el sello ( = el carácter bautismal), tuvieron todas un mismo pensar y un mismo sentir, y de todas se formó una sola fe y un solo amor". Y es admirable la razón que se le revela sobre la unidad de la torre edificada sobre las aguas: "El fundamento sobre que se asienta la torre es la palabra del Nombre Omnipotente y glorioso y se sostiene por la virtud invisible del Dueño" (Vis. III-4; Comp. IX-17).

Esta concepción de unidad y pureza de la Iglesia a la que embellece la santidad de los fieles y envejecen los pecados de los bautizados, está presente en todos los cristianos primitivos, que veían en Ella a la Madre por quien habían sido virginalmente engendrados en el Bautismo y a la cual, igualmente, todos construimos por nuestra inserción en Ella como piedras vivas y elegidas (Cf. I Petr. 11-5).

Veamos la unidad indivisible y la pureza de la Iglesia en las poéticas expresiones de Clemente Alejandrino (años 150 a 215). Para este Doctor, Ella es reflejo de la Santísima Trinidad, pues se forma por el Bautismo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Dice así: "¡Oh misterio maravilloso! Uno es el Padre de todos... Uno es también el Logos y el Espíritu Santo es Uno e idéntico en todas partes; y hay una sola Virgen Madre: me complazco en llamarla Iglesia" (Paed. 1).

Virtud Y Vida Ejemplar.- Además de las preciosas descripciones de los Apologistas del S. II sobre la virtud y vida admirable de los cristianos de su tiempo, el "Discurso a Diognetes", situado por los críticos en el S. II, compendia el modo de vivir y convivir de las primeras generaciones cristianas: "no se distinguen - escribe- de los demás hombres ni por su tierra ni por su habla ni por sus costumbres (regionales) ... habitan ciudades griegas o bárbaras... y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable, y, por confesión de todos, sorprendente ..." (56).

Carismas auténticos- Nos haríamos interminables si quisiéramos escudriñar el modo de ser de los primitivos cristianos, toda vez que tenemos detalles casi imperceptibles para el hombre de nuestra época, como el orar de rodillas propio del cristianismo, según observación de Eusebio de Cesárea (Hist. Ecclca. V-1); así como de los carismas, obras y caridad de los cristianos aplicados en favor de los circunstantes, amigos o enemigos... Escribe San Ireneo (S. II): "No es posible decir el número de gracias que por todo el mundo la Iglesia recibió de Dios en el nombre de Jesucristo crucificado bajo Poncio Pilato, y que cada día va utilizando en beneficio de los paganos, sin engañar jamás a nadie ni despojarlo de su dínero, porque gratuitamente lo ha recibido de Dios y gratuitamente lo sirve" (Adv. Haer. 2).

Con toda razón escribe el Autor del Discurso a Diognetes (S. II): "Lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo". 

Estado de Gracia.- Pero lo que más importa en este tratado es comprobar la concepción que del Cristianismo tenían aquellos nuestros Padres en la Fe. Ellos percibían y vivían la ESENCIA DEL CRISTIANISMO, que es la VIDA SOBRENATURAL DE LA GRACIA. Este fue propiamente el secreto de su desprendimiento del mundo, de su santidad y de su triunfo; concebida la Gracia tal como enseña el Apóstol San Pedro; en cuanto que es participación de la Naturaleza Divina (Cf. II Petr. I-4) Según San Ireneo, Cristo nos redimió "...para resucitarnos verdaderamente de la muerte a la vida del Padre" (Dem. Pred. Apost.,38). Y esta vida es la Vida Sobrenatural de la Gracia.

Por palabras de San Juan sabemos que el bautizado lleva en sí mismo el gérmen de Dios (Cf. I Jn.III-9), mismo que el Autor de la "Carta de Bernabé" identifica con la Gracia: "semilla plantada en vuestras almas (que es ) el don de la gracia espiritual "En virtud de lo cual, cada cristiano se consideraba portador del tesoro de la Gracia Santificante y consagrado en Templo de Dios. Exhorta el dicho documento patrístico: "hagámonos perfectos para Dios" ( I-2; IV-11).

Identificados con la vida de Cristo .- Sellemos este inciso tomando base en las palabras de Tertuliano: "Quien confiesa lo que es, es decir, que es cristiano, confiesa también aquello por lo cual lo es, es decir, a Cristo" (Scorpiace, II).

Por esto afirmamos en conclusión que la vida espiritual, familiar y social de los primeros cristianos fue "sal de la tierra y luz del mundo" (Cf. Mth. V-13-16): un perfecto reflejo y aplicación de la enseñanzas y escritos de los apóstoles, resumiéndolo todo en la ardiente exhalación de San Pablo: "Vivo ya no yo, sino es Cristo quien vive en mi" (Gal. II-20).


lunes, 3 de febrero de 2014

Aviso.

Les invitamos a la celebración de dos misas para pedir por el eterno descanso de P. José García Espejel, M.J. quien falleció el 9 de enero de 2014.

Las misas serán:

Domingo 4 de febrero de 2014 a las 18:30 hrs. en la parroquia de la Sagrada Familia ubicado en la calle Santa María la Ribera 69, Col. Santa María la Ribera, Del. Cuauhtémoc.

Jueves 13 de febrero de 2014 a las 13:30 hrs en la capilla de San José dentro de la Basílica de Guadalupe.

Solicitamos sus oraciones por su descanso eterno.


El P. José García Espejel es hermano de Sor Clotilde García Espejel, autora de los escritos publicados en los blogs "Los ángeles ¿verdad o mentira? y otros textos." y "Hermanas eremitas de Dios"; y amigo del P. Manuel Robledo autor de los escritos publicados en el blog "Aprende religión con el Padre Manuel Robledo".