miércoles, 28 de mayo de 2014

¿La Biblia sola? (final)

El Primado de San Pedro.


"Cristo es Cabeza de la Iglesia" (Ef.V-23), pues todo tiene "a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra" (Ef.I-10). Mas al subir a los cielos dió a San Pedro el Primado de Jurisdicción aun sobre los Apóstoles, dejándolo por Representante suyo, para que su presencia sensible unificara a la Iglesia visible. No quiso entenderse directamente con cada uno de los hombres, sino que estableció su Representante invistiéndole de poderes sobrenaturales, y de esta manera los mantiene en unidad visible y estable.

Es, pues, patente, que Cristo constituyó su Iglesia: no bajo un Régimen Democrático, ni tampoco bajo una autoridad colegiada, sino que la colocó bajo una Autoridad Monárquica. (Tomamos la palabra "monárquico" en su acepción etimológica: MONOS = un solo; ARXE = principio, autoridad, poder, Jefe).

No bajo el Régimen Democrático, pues aunque el nombre EKKLESIA significa "asamblea" o "reunión de muchos" , éstos no podrían reunirse permanentemente sin unificarse en un solo; éste es el Jefe.- La Misión Apostólica implica necesariamente sujetos en quiénes ejercerla, y esto envuelve el concepto binario de "Superior-Súbdito".

No bajo una autoridad colegiada, esto es, bajo la docencia y mandato de todos los Apóstoles en conjunto y de común acuerdo, porque debían dispersarse por toda la tierra, y porque una Sociedad Perfecta no se diversifica en el ejercicio del poder. El mismo Cristo, expresa y claramente constituyó a San Pedro Superior de todos los Apóstoles, cuando le distinguió prometiéndole sólo a él hacerlo piedra fundamental de la Iglesia: Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mth. XVI-18).

Luego fundó su Iglesia bajo el régimen de un solo Jefe o Cabeza visible, es decir, bajo el régimen monárquico. Y se prueba en varios pasajes del Santo Evangelio: Sólo a San Pedro constituye encargado) portador de las llaves del Reino de los Cielos; es decir, poseedor de una potestad suprema en el orden sobrenatural, administrada sobre la tierra en favor de los hombres: "A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos" (Mth.XVI-19).

Sólo a San Pedro establece como Pastor Supremo de su rebaño (la Iglesia compuesta de Jerarquía y fieles), confiriéndole con esto el Primado Universal de Jurisdicción: "Apacienta mis corderos ... Pastorea mis ovejas ... Apacienta mis ovejas". (Jn.xXI-15...16...17).

Sólo por San Pedro ruega para reafirmarlo en la fe en beneficio de los otros: todos serán zarandeados por Satanás, mas los ruegos de Cristo serán exclusivamente por el Jefe, y éste salvará a los demás: "Simón, Simón, mira, Satanás os reclamó para zarandearos como el trigo; pero Yo rogué por ti para que tu fe no desfallezca". (Luc.XXII-31-32).

Sólo a San Pedro le encarga confirmar a los demás Apóstoles de modo contrario a la triste apostasía en que caería desconociendo a Cristo; esto es: confirmarlos en el testimonio de la fe que ya antes había proclamado en Cesarea: " ... y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos" (Luc.XXII-32).

Esta confirmación, como lo indica el vocablo, no puede ser vacilante, dudosa, aproximada, cambiante, intermitente, tímida, cobarde, penumbrosa, latente, débil, insegura, probable, opinable, relativa, evolutiva, esclavizada, forzada ... Sino: firme, roborante, cierta, exacta, estable, continua, entera, clara, patente, fuerte, segura, absoluta, definitiva, evidente, libre, espontánea ... cual conviene a la Verdad.

Pues bien, quien así ha de declarar la verdad para confirmación de las mentes y las conciencias que, incorporadas a una Institución Sobrenatural, caminan hacia Dios; quien ha de hacer patentes las particularidades latentes en la Revelación y declararlas Dogmas de fe, debe gozar del Carisma de la Infalibilidad.

Y como el Primado de San Pedro mortal es inmortal, firme como la roca e indeficiente hasta la consumación de los siglos, el mismo San Pedro debe tener Sucesores, y éstos deben heredar el Primado con todas sus prerrogativas, para que la Iglesia no se mude, sino que permanezca substancialmente la misma, tal como Cristo la fundó.

****

Esta es la demostración de la constitución esencial de la Iglesia, con su triple potestad de Orden, Magisterio y Régimen. Esta es la mejor refutación a los devaneos de Martín Lutero, quien, al rechazar el verdadero concepto de Iglesia, al evaporarlo con su falacia en que la presenta como espiritual e invisible y hasta incógnita, al independizarla de la presencia y ministerio de un hombre que posee poderes sobrenaturales recibidos de Cristo a través del Apóstol San Pedro:

a) echó por tierra la constitución jerárquica y monárquica de la Iglesia (Potestad de Régimen);

b) desconoció toda potestad de Orden o Santificación por la administración de la Gracia;

c) rechazó la potestad de Magisterio negándose a reconocer sus enseñanzas;

d) apostató del Espíritu Santo, que opera en el seno de la Iglesia a manera de Alma que 
vivifica al Cuerpo Místico de Cristo.

Con toda razón el Doctor Juan Eck, Sacerdote Católico que disputó personal y directamente con Lutero en la Universidad de Leipzig, puso broche de oro a su triunfal exposición refutando el último subterfugio del Heresiarca con estas palabras de Cristo: " ... si tampoco oye a la Iglesia, ténlo por gentil y publicano". (Cf.Mth.XVIII-17).


****


Por todo esto, el Protestantismo recurrió a la Biblia y únicamente a la Biblia, y la convirtió en única regla suprema de fe, visible y tangible, pues sus fundamentos filosóficos son nominalistas y degeneran hoy en un crudo existencialismo.


****


Mira, pues, Lector Católico, cuál es la raíz de muchos de los errores que propalan los protestantes: su desconocimiento total acerca de lo que es en realidad la Iglesia de Cristo.

a) De este desconocimiento surge su odio al Papa, a los Obispos y Sacerdotes, y el que motejen a la Iglesia Católica con los más ignominiosos epítetos.

b) Así se explica su rechazo del Magisterio Eclesiástico.

c) Esta es la raíz de su fanático apego a la letra de la Biblia, con desconocimiento de la Tradición Apostólica.

d) Esta es la causa de que cada secta protestante viva independiente y que cada adepto que albergan las sectas se sienta absoluto para la interpretación de la Biblia.

e) De aquí la proliferación incontenible de nuevas sectas y la divagación de las llamadas "teologías" protestantes, que deambulan desorientadas por caminos novedosos hasta caer en los extremos irreconciliables del Protestantismo Racionalista o del Pietista; del Protestantismo Dialéctico o del Neo-Protestantismo, de su retorno al Protestantismo Luterano-ortodoxo o al Reformado-Calvinista ... o de que muchos se hayan recrudecido en el Protestantismo Liberal o en el Racionalista destrozando con crítica despiadada la Inspiración y hasta los textos de la Biblia.

En cada tendencia se hallan soluciones nuevas, antiguas, recalcitrantes, indiferentes, aproximadas, ajenas, que cada quien aporta a los problemas doctrinal es que entre ellos permanecen indefinidos. Unos tienden al existencialismo fundamentándose en lo tangible trascendente, convirtiendo la Cristología en pura Soteriología; otros van al angelismo aislándose en su Iglesia Invisible y desentendiéndose de la problemática social; aquellos especulan con los dogmas y se pierden en embotadas sutilezas, achatadas a fuerza de terquedad; éstos se enfrascan en costumbres rigidísimas sin importarles las verdades fundamentales de la Religión; los vemos que practican ciertas liturgias y hasta algunas simulaciones de Sacramentos, y los vemos abandonar toda práctica ritual hasta el grado de excluir al Bautismo, que es, de por sí, indispensable.

En fin, que las contradicciones del mundo protestante se revuelven con su terjiversado concepto de Iglesia y se alborotan por falta de una Autoridad Doctrinal. La Biblia sola no los ha sacado de enredos, ni los sacará, pues aunque ciertamente es la Palabra de Dios, Dios mismo estableció un Magisterio que, conforme a la Tradición Apostólica, la cuidara de adulteraciones y la interpretara infaliblemente. Y este Magisterio se encuentra sólo en la Iglesia Católica Apostólica Romana.

Y ya hemos demostrado en el anterior inciso que, sin la Iglesia Católica, sin el Divino Depósito de la Revelación que Ella guarda, sin su Potestad de Orden, sin su Régimen y sin el Magisterio infalible del Romano Pontífice, los Protestantes de buena fe no conocerían la Biblia, ni tendrían la Biblia, ni leerían la Biblia, ni podrían morir en la Gracia de Dios.

martes, 27 de mayo de 2014

¿La Biblia sola? (cont.)


Posición Católica.

La realidad de la verdadera Iglesia fundada por Nuestro Señor y Redentor Jesucristo, es muy distinta de los parches mal remendados por ambos heresiarcas. Porque es lógico pensar -y así lo dice la Escritura que en asunto tan delicado cual es la salvación de todo el género humano, el Redentor de los hombres les daría un medio seguro y patente para que aprovecharan la Redención y se salvaran. Así pues, CRISTO FUNDÓ SU IGLESIA COMO SOCIEDAD SOBRENATURAL, PERFECTA, ÚNICA, VISIBLE, INDEFECTIBLE Y NECESARIA, VIVIFICADA POR EL MISMO ESPÍRITU SANTO.

Probemos nuestro aserto:

Cristo fundó su Iglesia: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mth. XVI-18), es decir, fundaré mi Iglesia.

Como Sociedad.- Porque es una unión moral y estable de muchos, que persiguen en común un fin honesto mediante los medios en esa comunidad propuestos.

Sobrenatural.- Porque sus fines son espirituales y sobrenaturales aunque se auxilie accidentalmente de medios naturales; le han sido dadas por Cristo potestades sobrenaturales: magisterio, régimen y administración de la Gracia por los Sacramentos, de suerte que nadie puede ser miembro suyo sin haber renacido a la vida sobrenatural por el Bautismo, con lo cual queda unido a la Iglesia por vínculos sobrenaturales de fe y comunión (= común unión).

Es Sociedad Perfecta.- Porque en su orden (el sobrenatural) no depende de otra sociedad y es suficiente para lograr sus fines: Sólo depende de Dios, que respalda plenamente lo que dentro de sus fines sobrenaturales haga para salvación de las almas. En otras palabras, puede actuar y alcanzar sus fines sobrenaturales sin dependencia ni intermedio de nadie.

La actuación de los Apóstoles no deja lugar a duda. San Pedro y San Juan proponen un dilema a los Sanhedritas que trataban de interferir el cumplimiento de su misión sobrenatural pero visible y palpable con los hombres: "Si es razón delante de Dios eschucharos a vosotros antes que a Dios, juzgadlo vosotros mismos" (Act.IV-19). "Menester es obedecer a Dios antes que a los hombres" (Ib. V-29). En el Concilio de Jerusalén los Apóstoles obran bajo la sola dirección del Espíritu Santo y declaran: "Pareció al Espíritu Santo y a nosotros ... " (Act. XV-28). San Pablo se presenta como "Apóstol, no de parte de hombres ni por mediación de ningún hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre" (Gál.I-1); y enseña a los Efesios que la selección de la Jerarquía Eclesiástica y la repartición de Carismas para edificación de la Iglesia, vienen sólo de Dios. (IV-11-sgs.; Cf.I Cor.XII-4-11).

Es Única.- Porque Cristo dijo que fundaría su Iglesia, hablando en singular, caracterizándola por la unidad de los Apóstoles y discípulos entre sí (Cf.Jn.XVII-21) y representándola como un solo rebaño bajo un solo Pastor. (Cf.Jn.X-16).

Y aunque el Apóstol San Pablo nos comenta su "solicitud por todas las Iglesias" (II Cor. XI-28), no se refiere a muchas distintas, sino a la misma Única, repartida por todo el mundo entonces conocido, que constituía, como hoy, una sola por su hermética unidad de credo, de culto y de régimen.

Además, si la Iglesia de Cristo es Perfecta, sólo puede ser Única, pues la perfección en la misma línea sólo se halla en un solo ente; si fueran varios o por lo menos dos perfectos, cesaría toda perfección, porque el uno se distinguiría del otro por algo, y ese algo lo tendría uno y no el otro; de donde uno solo sería el perfecto.

Es Visible: 

a) de jure, porque ha sido instituida entre los hombres y en favor de los hombres, los cuales no pueden asociarse sino visible y palpablemente.

b) de facto, porque sólo podría ejercer visiblemente sobre hombres visibles y tangibles, su triple potestad de enseñar, gobernar y santificar; y sólo visiblemente pueden los hombres corresponder con su profesión de fe, su obediencia y su comunicación con lo Sagrado.

Y así, los Apóstoles fueron congregados e instruidos visiblemente por un Cristo visible; sobre un Pedro visible se propone fundar su Iglesia. Y los Apóstoles, a su vez, reunieron discípulos visibles que visiblemente recibieron y practicaron sus enseñanzas, ¿No habéis contemplado a los fieles llevando sus bienes a los pies de los Apóstoles para que fueran utilizados en beneficio de una Iglesia visible? ¿Y no os estremecéis cuando el Espíritu Santo impone un castigo corporal a Ananías y Safira porque pretendían engañar a su Representante visible en la tierra? (Cf.Act.V-1-11).

Lo que se ve en la tierra (comunidad, organización, Jerarquía, medios naturales, etc), es lo visible. Lo que de ella se cree (su divina institución, potestad de santificar, etc), lo que en ella se contiene y entrega (Gracia) es lo invisible, que a través de lo visible (Jerarquía, Sacramentos) se entrega a los hombres por su cuerpo y sociedad invisibles por su alma, por su fe; mas con base en lo visible (cuerpo, reunión, actitud y obras conducentes y testificantes de fe viva). Porque para ser fácilmente hallada y discernida por quienes la necesitan para ser salvos debe ser notoria y visible con una visibilidad y notoriedad que sean a la vez argumento de credibilidad.

Es Indefectible.- Urge declarar la indefectibilidad de la Iglesia porque los protestantes, sabiendo que sus sectas no existían antes del S. XVI, propugnan la defectibilidad de la Iglesia, por lo menos en su forma visible, permaneciendo oculta la invisible. Tratan con esto de justificar la ausencia total del Protestantismo desde la muerte de los Apóstoles hasta la rebelión de Lutero. Otros, para justificar la falsa Reforma Protestante, la quisieran evolucionable de tal modo que cada vez se apartara más y más de su ser primitivo y auténtico.

Mas la Iglesia verdadera no ha dejado jamás de existir: permanece la misma desde los Apóstoles hasta nuestros días y permanecerá la misma hasta el fin de los tiempos. "De otra suerte, o no hubiera sido eficaz el propósito de Cristo, o hubiera errado al declarar solemnemente que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella" (Pío XL-Enc. Mortalium Animos).

En efecto consta históricamente que la Iglesia es indefectible por la permanencia inalterable de sus elementos constitutivos: su Jerarquía en ininterrumpida sucesión, el constante ejercicio de su Magisterio, la perenne aplicación a la salvación de las almas mediante la administración de la Gracia divina ... Y pues ha sido Instituida para los hombres, durará sobre la tierra mientras dure el género humano: " ... y será predicado este Evangelio del Reino en todo el orbe, para que sirva de testimonio a todas las gentes; y entonces vendrá el fin" (Mth.XXIV-14).

Mas no sólo es indefectible, sino también Necesaria; por cuanto la verdad, que es necesaria para conocer a Dios, se encuentra en Ella, y la Gracia, que es indispensable para salvarse, sólo se obtiene en el seno de la verdadera Iglesia.

Esta es la lógica conclusión de las palabras de Cristo que en el Evangelio de San Marcos (XVI-16) manda el Bautismo bajo pena de condenación: el Bautismo por El instituido y como El lo instituyó. El cual Bautismo infunde la Gracia Santificante, incorpora a Cristo en su Cuerpo Místico que es la Iglesia. A ésta debe incorporarse quien a Cristo quiera incorporarse, puesto que una incorporación invisible a Cristo no constaría y quedaría expuesta a las ilusiones del subjetivismo; ni cumpliría los deseos de Cristo que instituyó su Iglesia para hombres formados de cuerpo y alma.

Esta pertenencia debe ser real cuando nada impide la incorporación; o deseada (in voto), cuando algún impedimento invencible impide agregarse visiblemente, o bien, cuando una ignorancia invencible e inculpable impida un claro discernimiento.

De tal modo que si alguien, habiendo recibido la evangelización, sin impedimento alguno y en pleno uso de sus facultades, perfectamente libre y lúcido para discernir y escoger, capta con la ayuda de la Gracia la evidencia de la veracidad y necesidad de la Iglesia, y sin embargo rehúsa incorporarse a Ella, y muere en su rechazo, no tendrá salvación.

Y paralelamente, si alguien, cristiano separado, impedido externa e internamente, jamás oyó nada de la Iglesia o lo oyó deformado y adulterado, no es capaz de discernir pero sigue a Cristo sinceramente y persevera en su buena fe hasta la muerte, alcanzará la Gracia, y esta Gracia le incorpora al alma de la Iglesia. La cual se extiende a donde se extiende la Gracia Santificante y morirá en la Iglesia y se salvará.

Dígase lo mismo de los paganos que guardan la ley natural. (Cf.Rom.II-14-15).

Así se entiende el antiguo axioma: "Fuera de la Iglesia no hay salvación".

Ahora bien, la Iglesia no es un cuerpo muerto ni una fría institución, ni algo material por ser visible, sino que está vivificada por el Espíritu Santo, que obra en Ella como si fuera su alma. La Iglesia no podría cumplir su función específica de vivificar las almas ni administrar la Gracia, si el Espíritu Santo, Autor de la Gracia, no obrara en Ella. (Cf. I Cor.XII-13).

Sin el Espíritu Santo vivificador, la Iglesia no sería Iglesia. Pues así como el Espíritu Santo llena a Cristo Redentor (Cf. Luc.IV-18;21 Is.LXI-1;Jn.I-32-34) y Cristo es Cabeza de la Iglesia, ésta, que es el Cuerpo Místico de Cristo, vive de la misma vida de Cristo, informada del Espíritu Santo como el alma informa al cuerpo para que viva. (Ef.IV-4).

No se quiera inferir de aquí que haya dos Iglesias, la una visible y la otra invisible; la primera terrena y la otra espiritual; sino que es una sola con doble esencialidad, por ser esencialmente visible y al mismo tiempo esencialmente sobrenatural, siendo así una sola Institución Divina.: "... porque en un mismo Espíritu todos nosotros fuimos bautizados, ya judíos, ya griegos, ya esclavos, ya libres, en razón de formar un solo cuerpo. Y a todos se nos dió a beber un mismo Espíritu". (I Cor.XII-13).

Es este el Espíritu Divino "que habló por boca de los Profetas", y como allí donde opera, calienta y resplandece, no sólo depositó en la Iglesia el fuego de la Gracia, sino también la luz de la Verdad. Ha confiado a la Iglesia verdadera el Depósito de la Revelación, para que lo preserve de todo error y lo manifieste a los hombres en ejercicio de su potestad de Magisterio; es decir, conforme al sentido auténtico y a la intención del Espíritu Santo. Una sola tenía que ser la Autoridad, uno solo el Magisterio, para evitar que cada cerebro elaborara su propio sistema, como ocurrió desgraciadamente en la Protesta, dada la libertad con que cada quién interpreta por su cuenta la Palabra de Dios.

"¡Oh Timoteo! -increpa el Apóstol San Pablo a su discípulo preferido- Guarda el depósito dando de mano a las profanas palabrerías y contradicciones de la mal llamada ciencia, de la cual algunos, haciendo alarde, erraron en la fe". (I Tim.VI-20).


****


Después de haber probado punto por punto la aserción principal, centraremos nuestra atención en el aspecto visible y perfecto de la Sociedad sobrenatural que el mismo Cristo llamó "Iglesia".

Por ser sociedad perfecta de institución divina, necesariamente debe tener una Autoridad. Así fue provista por el mismo Cristo, quien puso al Colegio Apostólico para enseñar, administrar la Gracia y gobernar; y sobre los Apóstoles puso a San Pedro como Vicario suyo y responsable de los fieles y de los mismos Apóstoles.

Es esta una autoridad plena en orden al tipo de Sociedad por la que son investidos, porque abarcan el ejercicio de una triple potestad: la de Orden (Ministerio), la de Magisterio (Enseñanza) y la de Régimen (Gobierno).

Las características de esta triple potestad se hallan sintetizadas en el mandato final de Cristo:

"DIOSEME TODA POTESTAD EN EL CIELO Y SOBRE LA TIERRA. ID, PUES, Y ADOCTRINAD A TODAS LAS GENTES, BAUTIZÁNDOLAS EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO, ENSEÑÁNDOLES A GUARDAR TODAS CUANTAS COSAS OS ORDENE. Y SABED QUE YO ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS HASTA LA CONSUMACIÓN DE LOS SIGLOS". (Mth. XXVIII- 19-20).

Cuya explicación es la siguiente:

Dióseme toda potestad en el cielo y sobre la tierra.- (Cf. Act.II-33-36; Ef.I-20-23).- Preámbulo solemne, marco de majestad y poderío para un mandato esencial e indispensable que pone en juego toda la economía de la Redención.

Id, pues, - "pues", ilación derivativa que indica de dónde y con qué base viene el mandato Imperativo y solemne: "Id".- Misión divina: "Como mi Padre me envió, también Yo os envío (Jn.XX-21) (Potestad de Régimen).

y adoctrinad.- "y" une el mandato con el oficio: "id y enseñad".- Ir: traslado personal para enseñar personalmente con comunicación de persona a persona, con enseñanza oral que constituiría la Tradición Apostólica; enseñanza inspirada a la que se juntarían los escritos inspirados del Nuevo Testamento.- Se confiere aquí la potestad de Magisterio: la docencia queda en posesión de la doctrina, el mensaje ha de ser administrado por el Mensajero: capacidad de la Iglesia para interpretar la Tradición y la Biblia.

a todas las gentes.- A todas las razas de todos los tiempos y en todos los lugares.- Universalidad local y temporal de la misión.- Catolicidad de la Iglesia, universalidad de la potestad apostólica.

bautizándolas.- Facultad para administrar los Sacramentos: Potestad de Orden.- Esta potestad ya les había sido conferida por Cristo en el Cenáculo cuando les dió poder y mandato de celebrar el Sacrificio Eucarístico, y días después, ya resucitado, cuando les dió con el poder del Espíritu Santo, potestad de perdonar los pecados. (Cf.I Cor. XI-24-25; Jn. XX-22-23).- De aquí que, constituidos Ellos y sus legítimos Sucesores como "Ministros de Cristo y Dispensadores de los Misterios de Dios" (I Cor. IV-1), sean administradores de la Gracia en favor del pueblo fiel. El pueblo, por razón de su Bautismo, ha sido constituido en orden al culto divino con un Sacerdocio común a todo bautizado; pero los Ministros han recibido en el Sacramento del Orden el Sacerdocio Ministerial, esencialmente distinto del Sacerdocio común de los fieles. (Cf.Vat. II,L.G.-10).

en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.- Entrega del Misterio básico de nuestra Fe Cristiana: suma de las relaciones de Dios con el hombre y del hombre con Dios: Creación, Redención, Santificación.- De la Augusta Trinidad deriva la potestad Apostólica, pues la ejercen en Su Nombre.

enseñándoles a guardar todas cuantas cosas os ordené.- No sólo deben enseñar los dogmas de la fe sino también los de la moral. Deben, además, establecer las bases visibles de la Iglesia, fundamentándola en prácticas que, por ser indispensables para su establecimiento y desarrollo, se llaman "Constitutivas", tales como las ceremonias del Culto Divino.- Así queda especificada la potestad de Orden y la de Régimen.

Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos.- Presencia y asistencia perpetua de Cristo sobre la Iglesia.- Representación personal de los Apóstoles por la Persona de Cristo.- Respaldo de Cristo en el cielo a cuanto los Apóstoles ejerzan en la tierra para bien de la Iglesia y de las almas.- Perpetuidad de la Misión Apostólica.- Indefectibilidad de la Iglesia.

¿La Biblia sola? (cont.)

****


Y para que no haya confusiones en la mente de los Protestantes ni tomen pretexto para interponer sus interminables objeciones, transcribiremos un texto claro y luminoso del Concilio Vaticano II, en que se proclama la fe y la práctica bi-milenaria de la Iglesia Católica:

"La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas; manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin. La Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo. La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores, para que ellos la difundan fielmente en su predicación. Por eso la Iglesia no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así, ambas se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción.

La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios confiado a la Iglesia ...

El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado únicamente al Magisterio de la Iglesia, la cual lo ejercita en nombre de Jesucristo. Pero el Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido; pues por mandato divino y con asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente y lo explica fielmente ...

Así pues, la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros ... " (Dei Verbum, 9 - 10).


****


b) LA IGLESIA.

Este último texto del Concilio Vaticano II, su análisis y la clara exposición de los oficios de la Iglesia, nos guía, como por la mano, al segundo gran error de los Protestantes, raíz de otros muchos errores, y es la concepción que ellos se han forjado acerca de lo que es la Iglesia.


Posición Protestante.


Según Lutero -y otros muchos que le siguieron - la Iglesia verdadera es la que forman las almas de quienes creen en Cristo y a quienes, por su fe, les ha sido  ya imputada la justicia de Cristo (Lutero) y son predestinadas a la Gloria (Calvino).

De dónde (según ellos), la Iglesia es invisible, consta de miembros justos por la imputación de los méritos de Cristo (Lutero) o predestinados (Calvino). No es visible porque dicha imputación y dicha predestinación sólo son conocidas por Dios, no por los hombres. A esta Iglesia la llaman "Iglesia de las Promesas" y dicen que fue instituida por Cristo. (Aquí encuentran muchos protestantes a sus ascendientes de herejías, desde Huss y Wiclef, hasta Montano y Marción).

Sin embargo, (añaden) esta Iglesia invisible adquiere forma visible por la predicación de la Palabra y la administración de los Sacramentos. Mas como Cristo la instituyó invisible, la visible no es indispensable.

No obstante, y por conveniencia de orden y utilidad, se reconoce a un correligionario para que encabece y presida a los demás.

Este correligionario no es Sacerdote, porque no ejerce ningún Ministerio ni es distinto de los demás, sino uno igual a todos. Ya que todos participan del Sacerdocio de Cristo y cada uno lo ejerce en sí mismo por la fe.

La potestad radica en todos, y todos delegan esa potestad en el que ha sido elegido para presidir a la Comunidad. De la misma manera Que se la han dado, la pueden revocar, y volverá, el que antes presidía, a su lugar de simple fiel para obedecer a otro.

Mas su elección y presidencia no han añadido nada al elegido que preside. No existe el Sacramento del Orden, ni Sacerdocio, ni Carácter Sacerdotal. Todos los fieles son iguales con el sacerdocio común participado de Cristo. El único Pontífice Eterno, la única potestad suprema es Cristo.

Lutero puso su secta bajo la potestad de los Príncipes regionales. Del concepto igualitario que la Iglesia luterana tenia de sí misma, y bajo la presión de la infiltración Calvinista, derivarían el derrocamiento de los Reyes y la institución de la moderna democracia republicana; pues, como afirma Louis Blanc al hablar de la transformación de las estructuras sociales hasta degenerar en el Comunismo: "todo Lutero religioso llama inevitablemente tras sí a un Lutero político".

Aquello de la "Iglesia Invisible y espiritual", ya lo habían inventado antes los Donatistas, herejes del S. IV; lo repitieron los Pelagianos en el S. V; lo reprodujeron los Valdenses a partir del S. XIII, y en el S. XIV lo enseñó Juan Wiclef, hereje inglés, quien lo heredó a Juan de Huss, del S. XV, propagador del Wiclefismo en Bohemia y Moravia. De este modo llegó a Lutero, el cual, a pesar de las repetidas condenaciones que de esta herejía hizo el Magisterio Eclesiástico por Papas y Concilios, la resucitó y la hizo suya (como a muchas otras) y le dio cuerpo en la práctica para apoyar y justificar su enfrentamiento con el Papa.

Al abandonar a la Iglesia visible, Lutero recurrió al apoyo existencial de la Sagrada Escritura, como hemos visto en el inciso anterior, y en último término se constituyó a sí mismo en su propia autoridad y magisterio, negando y afirmando a capricho y dando por sí mismo inspiración e interpretación arbitraria a la Palabra de Dios.

Por eso hemos afirmado que de la exclusiva dependencia de la Escritura como única Regla de Fe, y de la libre interpretación del Texto Sagrado, que son características patentes e inmutables del Protestantismo, llegamos a la causa de esta herejía: el rechazo de todo dogmatismo transmitido por un hombre que Lutero consideró igual y hasta peor que los demás hombres, por erigirse en autoridad, pontífice y oráculo frente al mismo Cristo. (Así argumentaba Lutero).

La evolución doctrinal, propiciada por la libre interpretación de la Biblia, diversificaría esa idea de Iglesia. Y así, unas sectas conservarían la idea primitiva, (luteranos ortodoxos), otras la reconocerían visible en cada congregación protestante (Congregacionalistas); otras más instituirían encomiendas (diaconías), senados (prestiberios) e inspectorías (obispados); esta secta distribuiría estos oficios conforme el significado etimológico de las palabras, aquella resucitando el esplendor litúrgico, resabios del Catolicismo, pero negando el Ministerio y la sobrenatural potestad que a cada Orden corresponde; o bien, reconociéndolos en vano, como los Anglicanos, pues por no depender de Roma ni confesar sus inicios cismáticos ni la invalidez de sus ordenaciones, se autoproclaman Iglesia Paralela a la Romana y a la Ortodoxa de Oriente, recurriendo a la mentira de haber sido fundados y ordenados directamente por el Apóstol San Pablo (se entiende que por piratería y a espaldas del Apóstol San Pedro).

Pero todas las sectas, en el fondo, siguen los lineamientos generales dictados por Lutero y sagazmente reglamentados por Calvino, los cuales ya han sido expuestos en los párrafos iniciales.


domingo, 25 de mayo de 2014

¿La Biblia sola? (cont.)

****


Tomemos ahora un recurso práctico para enseñar a los Protestantes el valor y la necesidad de la Tradición Apostólica y del Magisterio Eclesiástico. Si no saben responder a estas tres preguntas, o por lo menos a una sola, caerá por tierra el fundamento de todo su sistema teológico:

Primera pregunta: Sobre la Divina Inspiración de la Biblia.- ¿De dónde sabéis que ese Libro tan venerado por vosotros es la Palabra de Dios?

Si traéis a colación palabras en que la Escritura diga de sí misma ser Palabra de Dios, pecáis contra la lógica, pues no puede probarse con aquello mismo que debe ser probado. En sana filosofía este argumento se llama "petición de principio" y es rechazado como falso.

Mas si a pesar de no poder probar con la Escritura seguís defendiendo la Biblia como Palabra de Dios es que Alguien divinamente autorizado -que no era la Escritura- os dijo y enseñó que esa es Palabra de Dios. Ese Alguien fue la Tradición Apostólica conservada por la Iglesia Católica, a la que tanto odiáis.

Porque Martín Lutero y Compañía nunca entraron en discusiones sobre si la Biblia era o no era la Divina Palabra; sino que, dándolo por sentado, se apoyaron en Ella: de los labios de la Iglesia habían aprendido su divina inspiración, y no dudaron, porque la reconocieron como administradora del Mensaje de Cristo. Y con esta actitud reconocieron de hecho la Tradición Apostólica y el Magisterio Eclesiástico, aunque de palabra los negaran.

De vuestros Fundadores recibísteis la Escritura y éstos la sustrajeron fraudulentamente de la Iglesia Católica, que la había conservado íntegra y pura. Luego con el hecho de apoyaros en la Biblia, con la certeza de que es Palabra de Dios, hacéis honor a la Tradición Apostólica ya la Iglesia que os la conservó. ¡Y sin Ellas vuestro sistema teológico no subsistiría!

Segunda pregunta: Sobre el Cánon de la Biblia.- Vosotros habéis cercenado de la Biblia los Libros especulativamente llamados "Deuterocanónicos" y afirmáis que son falsos (apócrifos) porque contradicen vuestras herejías. Así Lutero llamaba "Epístola de hojarasca" a la del Apóstol Santiago sólo porque desmentía su falaz interpretación de la Epístola a los Romanos. Por cuenta propia negó la inspiración de Hebreos, Santiago, Judas y Apocalipsis.

Poco a poco habéis corregido a vuestro Maestro incorporando nuevamente al Nuevo Testamento los Libros que él había reprobado, hasta restaurarlo en su integridad. Y esto, ¿sobre qué pauta o por enseñanza de quién? (Porque la Biblia no nos presenta una lista de los LIbros Santos) ¿No fue acaso sobre la pauta de la Tradición Apostólica, que nos transmite la lista íntegra de los Libros, y por enseñanza de la Iglesia, que nos entrega dicha Tradición, de esa Iglesia que a pesar de vuestros ataques los conservó tal como Ella los había recibido?

Al mostrar, pues, vuestras Biblias con un Nuevo Testamento íntegro, hacéis nuevo honor a la Tradición Apostólica y al Magisterio de la Iglesia que os lo conservo, y así os lo enseñó desde vuestros inicios.

Pero la pregunta subsiste para los Deuterocanónicos del Antiguo Testamento. La respuesta oficial de las sectas es que nunca fueron admitidos por los judíos, y que, siguiendo el ejemplo de los judíos, los han cercenado.

En este punto se nos presenta un caso curioso: los protestantes, que rechazan con furia el Magisterio Eclesiástico, aceptan dócilmente las falacias de los enemigos Jurados de Jesucristo. Porque al negar sin pruebas que tales Libros son inspirados, al calumniar a la Iglesia de haberlos añadido arbitrariamente, caen en el peor de los engaños sugerido por su recelo y desprecio al Magisterio Ecleslástico: acudir a los judíos y preguntarles qué Libros deben recibir por inspirados.

Sépanse los Protestantes:

1º.- Que los libros Deuterocanónicos siempre fueron recibidos por inspirados entre los judíos de Palestina, así como lo fueron siempre entre los judíos Alejandrinos, Sin que jamás hubiera habido reclamo del Sanhedrín contra sus correligionarios radicados en Alejandría.

2º.- Que después de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, al saber los judíos de Palestina que los Cristianos habían tomado como oficial la colección que usaban los Alejandrinos y hacían entre éstos numerosas conversiones, se propusieron rechazar esta Colección con el pretexto de que se había alterado la traducción de los LXX por adulteraciones cristianas y que se habían introducido Libros y Pasajes no reconocidos.

3º.- Que después de la destrucción de Jerusalén, concibiendo un odio encarnizado contra Jesucristo, que la había profetizado, los Escribas y Fariseos y los mismos Saduceos se reunieron en Sínodo el año 90, llamado "Sínodo de Jamnia", para restaurar su nación y evitar las conversiones al Cristianismo. Y allí, con falacias y fútiles pretextos, proscribieron como no inspirados los Libros que hoy llamamos Deuterocanónicos, y esto por odio a Nuestro Señor Jesucristo y a su Iglesia.

Pues bien, al segregar de sus ediciones bíblicas los llamados Libros Deuterocanónicos, los protestantes se convierten en instrumentos ciegos del judaísmo, creando divisiones y disputas interminables, y esto como consecuencia de haberse dado el gusto satánico de rechazar al Magisterio Católico, que sin dolo y sin engaño expone con verdad infalible lo que la Tradición Apostólica le enseñó sobre el Cánon de la Biblia.

Así se pierden de gran parte de la Revelación, se encastillan en un círculo estrechísimo (sólo los Protocanónicos) y ponen un abismo entre sus sectas y la verdad depositada por Jesucristo en Su Iglesia Católica.

Tercera pregunta: Sobre el "Libre Examen".- Por lo que hace a la libre interpretación de la Biblia, os pregunto: ¿Os parece honrado abandonar la Palabra de Dios a la interpretación particular de cada lector exponiéndolo a quedarse en la sola materialidad del sentido literal, a no entender los pasajes difíciles y a errar en materia tan delicada?

Para la interpretación de la Biblia Dios instituyó un Magisterio infalible cuando dijo a San Pedro: "Confirma a tus hermanos" (Luc. XXII-32); a todos los Apóstoles: "El que a vosotros oye, a mí me oye" (Luc. X-16), y definitivamente: "Id, pues, y haced discípulas a todas las naciones" (Mth. XXVIII-19).

Si todos se convierten en maestros de sí mismos ¿cómo podrá ejercerse este magisterio que radica en San Pedro y los Apóstoles, y después en sus legítimos Sucesores? 

Diréis con desplante luterano que todos somos hijos de Dios con los mismos derechos a ser iluminados para entender su palabra.- Os respondo -y lo probaré en el siguiente inciso- que Cristo no instituyó una democracia ni menos un comunismo espiritual, sino una sociedad Jerárquica y que ha depositado sus poderes en sus Ministros y Representantes, de modo tal que, quien acuda a ellos, tendrá la garantía de que son respaldados con asistencia y sanción divinas: "Cuanto atáreis sobre la tierra, atado será en el cielo, y lo que desatáreis sobre la tierra, desatado será en el cielo" (Mth. XVIII-18), sujeta esta potestad al Primado de jurisdicción que antes había depositado en San Pedro. (Cf.XVI-19).

¿Que la Biblia es clara y quien la lee no necesita asesores? -Leed en los Hechos de los Apóstoles el pasaje del Eunuco de Candace: interrogado por San Felipe si entendía lo que leía, respondió: ¿y cómo podré entenderlo si no hay uno que me guíe?" (Act. VIII-31).- y como regla general oíd lo que escribió San Pedro: "... sabiendo esto ante todo: que toda profecía de la Escritura no es obra de la propia iniciativa; que no por voluntad de hombre fue traída la profecía, sino que, llevados del Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios" (II Petr.I-20.21). Luego no puede ser interpretada por iniciativa privada.- Y en cuanto a los pasajes obscuros nos advierte del peligro cuando trata sobre las Epístolas de San Pablo: "... en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, las cuales los indoctos y poco asentados tuercen, lo mismo que las demás Escrituras, para su propia perdición" (II Petr.III-16).

El testimonio interno de la fe luterana se hace tan impersonal, que aisla a sus sectarios. Al rechazar las decisiones del Magisterio Eclesiástico se convierte en abstracta y subjetiva, y se torna tan fanática, que recusa hasta el ejercicio del raciocinio. Por eso el "teólogo" protestante Rudolf Bultmann ha llegado a desligar de su "Cristo-Mensaje" los milagros y hasta la misma Resurrección de su "Cristo-histórico", por ser argumentos probativos y bases para la fe; pues según su sistema, la profundidad de la fe se mide por su falta de pruebas, ya que toda prueba debilita la fuerza de la fe. Así habla el Protestantismo.

Mas el Catolicismo oye la voz del Verbo Encarnado y le agradece humildemente los muchos argumentos de sus milagros (Cf.Act.I-3) y el Oráculo que, en la Infalibilidad Pontificia, instituyó para inteligencia de la Revelación. Escucha atento sus decisiones por ser la voz de Cristo (Cf. Luc. X-16), quien por ese medio le abre el sentido de las Escrituras mientras va por el camino de esta vida. (Cf. Luc.XXIV -32).


****

¿La Biblia sola? (cont.)

Se prueba todo esto por la misma Sagrada Escritura, sea que se tome como testimonio histórico natural, o bien, como divinamente inspirada:

1.- Muchos hechos y dichos de Jesús no fueron escritos: "Hay, además de éstas, otras muchas cosas que hizo Jesús las cuales, si se escribiesen una por una, ni en todo el mundo creo que cabrían los libros que se escribieran". (Jn. XXI-25).

2.- Jesús manda a los Apóstoles comunicar de palabra sus enseñanzas: "Lo que Yo os digo en la obscuridad decidlo en plena luz; y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde las azoteas" (Mth.X-27). - "Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación" (Mc. XVI-15).

3.- La fe entra por el oído mediante la presencia viva y ministerial de predicadores investidos de una misión legítima.- "¿Cómo, pues, invocarán a aquél en quien no creyeron? ¿Y cómo creerán en aquél de quien no oyeron? ¿Y cómo oirán sin haber quién predique? ¿y cómo predicarán si no fueren enviados? Según está escrito: ¡Cuán lindos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian bienes! pero no todos prestaron oído al Evangelio. Porque Isaías dice: Señor, quién dió fe a nuestra audición? Luego la fe viene de la audición, y la audición, por la palabra de Cristo" . (Rom. X-14-17).

4.- La predicación apostólica es Palabra de Dios: "... habiendo vosotros recibido la Palabra de Dios que de nosotros oísteis ... " (I-Tes.II-13).

5.- Esta palabra apostólica, que es de Dios, debe conservarse íntegra: "Conserva, sin deformarlo, el tipo de las palabras sanas que de mí oíste, con la fe y la caridad que está en Cristo Jesús. Guarda el precioso depósito por el Espíritu Santo que habita en nosotros" (II Tim.I = 13-14).

6.- Debe transmitirse a depositarios fieles y autorizados, de donde se constituye la Tradición Apostólica: " ... y lo que oíste de mí delante de muchos testigos, confíalo a hombres fieles, quienes sean idóneos para enseñar a su vez a otros". (II Tim. II-2).

7.- Los fieles observan lo aprendido de esta Tradición Apostólica: "Os alabo porque en todo os acordáis de mí y mantenéis las tradiciones tales cuales yo os la transmití" (1 Cor. XI-2).

8.- Los Apóstoles, para enseñar, no sólo se valían de la pluma, sino principalmente de la predicación, disposición, legislación oral, indistintamente, puntualizando por escrito algunos detalles de la enseñanza oral, o explicando de palabra lo ya transmitido por escrito. Más aún: en algunos casos prefirieron la tradición oral a la consignación por escrito: "Sed constantes y mantened firmemente las tradiciones en que fuisteis adoctrinados, ya sea de viva voz, ya por carta nuestra". (II Tes. II-15). " ... lo demás, cuando vaya, lo arreglaré". (I Cor. XI-34) "Pues yo recibí del Señor lo mismo que os transmití a vosotros ... " (I Cor. XI-23) "Bien que tengo muchas cosas qué escribirte, no quise hacerlo por papel y tinta, sino que espero ir a vosotros y hablar boca a boca para que nuestro gozo sea colmado" (II Jn. 12).

9.- En suma: la Tradición (cronológicamente anterior) no es desplazada por la Escritura (cronológicamente posterior); en Ambas se contiene el Mensaje y la Promesa de la Vida Eterna: (I Jn. II-24-25):

"En cuanto a vosotros, lo que oísteis desde el principio, que se mantenga entre vosotros. Si se mantuviere entre vosotros lo que oisteis desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que El nos ha prometido: la vida eterna".

Lo que oísteis.- Dos veces repetido: la predicación oral recibida por el oído: la Tradición.

Desde el principio: Desde los inicios del Cristianismo; los inicios de la conversión, la primera noticia la evangelización recibida directamente de los Apóstoles.

Que se mantenga entre vosotros: que permanezca siempre en el seno de la Iglesia. No por aparecer los Escritos Apostólicos debe olvidarse la Tradición.

Si se mantuviere.- Condición para mantenerse con el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo, cuyo es este mensaje de conservar la Tradición.

Y esta es la promesa.- La da por escrito, es decir, en la Sagrada Escritura del Nuevo Testamento. El Espíritu Santo reitera su promesa de vida eterna a quienes conserven también la Tradición Apostólica.

10.- Por tanto, existe la Tradición Apostólica (en el Texto: "lo que aprendiste"), y debe considerarse tan divina e inspirada como la Sagrada Escritura (en el Texto: "Sagradas Letras"), paralelamente recomendadas y alabadas por los Apóstoles: "Tú, en cambio, permanece constante en lo que aprendiste y acogiste como verdadero, sabiendo de quiénes lo aprendiste, / y que desde niño conoces las Sagradas Letras, las cuales pueden hacerte sabio en orden a la salud por medio de la fe que se halla en Cristo Jesús". (II Tim. III - 13-14).


****

¿La Biblia sola?

¿Cuál es la religión verdadera? ¿La católica o la protestante?



II.- Diferencias fundamentales entre el catolicismo y el protestantismo.



A) ¿La Biblia sola?



Tradición - Biblia
Magisterio - Iglesia.



Por el P. Manuel Robledo, E.D.


_______________________________



¿CUAL ES LA RELIGION VERDADERA? ¿LA CATOLICA O LA PROTESTANTE?



Por el P. Manuel Robledo, E.D.



II.- DIVERGENCIAS.

En nuestro primer folleto, amado Lector, te enseñamos a examinar las Confesiones Cristianas a través de las cuatro Notas esenciales a la Verdadera Iglesia de Jesucristo (Unidad, Santidad, Catolicidad y Apostolicidad), y concluimos contigo que únicamente la Iglesia Católica Apostólica-Romana, por entrañarlas en su propia esencia, es la Iglesia verdadera.

En el presente escrito (II/A/B) te mostraré las divergencias fundamentales que existen entre el Catolicismo y el Protestantismo, de las cuales nace la división y la consecuente ruptura histórico-social entre estas dos Confesiones Cristianas.

¿Quién tendrá la verdad? ¿La Iglesia Católica, que desde los Apóstoles ha profesado la misma doctrina que hoy profesa, o la Iglesia Protestante, que en el S. XVI apareció como una interminable protesta y quiso "reformar a la Primitiva Iglesia de Cristo"?

No nos referiremos en este folleto (II/A) a las objeciones vulgares; éstas serán tratadas en el Tercero. Nos referimos a los puntos teológicos fundamentales, advirtiendo:

a) que aquí expondremos la doctrina genuina de los Reformadores fundadores de las Sectas Protestantes iniciales.

b) que, si en algunas sectas actuales no coincidiere exactamente nuestra exposición, se deberá a la diversa interpretación y a la evolución que sus creencias han sufrido, corrigiendo ahora y aumentando después lo que sus Fundadores les enseñaron, de suerte que, en virtud del "libre examen" ya no saben ni distinguen sus orígenes doctrinales. Sin embargo, en el fondo se distinguen en todas, las tendencias normativas, solas o mezcladas con otras, de Lutero y su émulo Calvino. Dicho esto, comencemos.


A).- La Regla de Fe y Costumbres.

Hé aquí la primera gran divergencia fundamental del Protestantismo con respecto al Catolicismo:  la Regla de Fe y Costumbres.

El Protestantismo proclama que la única regla de fe y costumbres es la Biblia. Y aquí vienen las distinciones: ambas Confesiones Cristianas usan la Biblia, mas cada una la emplea de modo distinto.

La Iglesia Católica, además, posee una Tradición milenaria que llama "Apostólica" y le reconoce igual autoridad que a la Biblia. A la Tradición Apostólica y a la Biblia les llama "Depósito de la Revelación", y las tiene por igualmente sagradas y divinas, como Palabra de Dios, transmitida a nosotros de modo diverso pero simultáneo. Por lo que hace a su conservación y entrega, la Iglesia Católica se presenta a sí misma como su depositaria e intérprete.

El Protestantismo, en cambio, sólo admite como Revelación divina a la Biblia, sin más intérprete que la Biblia misma y el sentido espiritual de cada lector que sea fiel a Cristo. Esta es su única regla de fe, y lo proclama en el lema de Lutero: SOLA SCRIPTURA.


a) ¿LA ESCRITURA SOLA?

Como veremos en el siguiente inciso, la actitud de los Reformadores Protestantes, fue un recurso para evadir a la Autoridad doctrinal y disciplinar de la Iglesia Católica. De aquí con la palabra SOLA:

a) rechazaron la Tradición Apostólica;
b) repudiaron para siempre al Magisterio Eclesiástico.

Su alegato fue siempre unilateral y simplista. Puede reducirse a estos puntos que aún alegan los sectarios:

1º.- La Escritura es la Palabra de Dios. Dios no ha querido que la Revelación se nos transmita de otra manera, porque se prestaría a terjiversaciones y falsificaciones.

2º.- En la Biblia está todo lo que necesitamos saber y practicar para ser salvos.

3º.- Los Dogmas y prácticas que no queden comprobados en la Biblia, son invención humana y deben ser rechazados por falsos.


Respuesta Católica:

La Escritura es Palabra de Dios sólo en cuanto ésta fue consignada con signos alfabéticos. Mas existe otro medio, el natural, por el cual Dios nos ha transmitido también su Divina Revelación, el cual es el medio de la presencia personal, de las facultades naturales de la inteligencia y la memoria, de la palabra y la audición, y así quiso transmitir lo que llamamos "Tradición Apostólica".

La Tradición Apostólica es aquel conjunto de verdades y prácticas constitutivas que han sido trasmitidas por Nuestro Señor Jesucristo mediante los Apóstoles o por el mismo Espíritu Santo a través de los Apóstoles, usando como medio de transmisión el normal conducto de la palabra al oído, y ésto de generación en generación, preservándolo de error y corrupción el mismo Espíritu Santo en el seno de la Iglesia verdadera.


Pruebas:

1.- Jesucristo nada escribió. Toda su doctrina la entregó de palabra y mandó que fuese predicada de viva voz.

2.- Sólo seis Apóstoles fueron inspirados por el Espíritu Santo para escribir. Los demás nada escribieron, y sin embargo, cumplieron, como los Hagiógrafos, su Misión de evangelizar al mundo.

3.- Los que fueron inspirados para escribir, nunca cesaron en la predicación oral; y en sus escritos no plasmaron muchas cosas importantes que habían enseñado o enseñarían después.

4.- Durante los primeros años de la Iglesia no había ningún escrito del Nuevo Testamento. Los Apóstoles bautizaban, absolvían, celebraban la Santa Misa asistían a los moribundos, ordenaban Obispos, Presbíteros y Diáconos sin tener a la vista fórmulas escritas; su catequesis, su kerigma y predicación no se basaban en un texto escrito. Los Cristianos rezaban y participaban del Sacrificio y los Sacramentos sin tener a la vista ningún texto inspirado; muchos de ellos murieron antes del primer escrito neo-testamentario, y sabemos que murieron como íntegros discípulos de Cristo, aun cuando no habían leído la Biblia. Se rendía a Dios el mismo culto, se recibían los mismos Sacramentos las prácticas eran las mismas, se profesaba el mismo Credo... ¡y no había nada escrito!

5.- Al aparecer el primer escrito -aislado y desconocido para muchos- y al redactarse en el siglo apostólico todos los Libros del Nuevo Testamento (no suficientemente comunicados ni divulgados debido a las distancias, dificultad de copias y sangrientas persecuciones), muchas prácticas y doctrinas no fueron consignadas por escrito: quedaron supuestas y sobreentendidas como cosa usual y asimilada de padres a hijos desde los primeros conversos. ¡Los Corintios ya celebraban la Eucaristía con todos sus ritos y misterios, antes que San Pablo escribiera sobre Ella en su Primera Epístola! Allí mismo les recuerda habérsela enseñado de palabra. (Cf. I Cor. XI-17-34).

Por tanto, el mismo valor que tiene la Biblia como Tradición Apostólica, pues es la misma Revelación divina llegada hasta nosotros por conservación y custodia de la Iglesia.