lunes, 31 de marzo de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

11.- VISITAS A LOS MONUMENTOS. (Las siete casas).



Es laudable la costumbre de hacer siete visitas al Santísimo Sacramento reservado el Jueves Santo en la Urna del Monumento, que es la reserva ordenada por la Liturgia de la Institución.

Esta costumbre antiquísima encontró aprobación y aliento en la Santa Sede, la cual por medio de la Sagrada Penitenciaría Apostólica, decreta:

"A los fieles que, durante los días Jueves y Viernes Santo, visitan el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, mientras está en el monumento y rezan cinco veces el Padrenuestro, Avemaría y Gloria Patri, para dar las debidas gracias por la Institución de la Santísima Eucaristía, y después rezan una vez las mismas oraciones por las intenciones del Sumo Pontífice, se les concede: Indulgencia de quince años. Indulgencia plenaria, una vez cada uno de los días, si además se confiesan y participan del convite Eucarístico, (S.C. de Indulg. 7 mar. 1815; S. Peno Ap., 20 mayo 1935), Nota: Las mismas indulgencias se pueden ganar en aquellas regiones donde, en virtud de una costumbre aprobada por la Iglesia Romana, el Santísimo Sacramento es expuesto a la adoración de los fieles por espacio de más de dos días, durante la Semana Santa". (S. Pen. Ap. 20 mar. 1936) (Enq. Indulg. 145).

Presentamos en este devocionario la siguiente forma de cumplir con los deseos de la Sagrada Penitenciaría Apostólica y de llenar sus requisitos. Al mismo tiempo, es un modo de continuar la tradición popular que considera los acontecimientos de la noche del Jueves Santo, distribuyéndolos por visitas.

Como una orientación que cada quien tomará según sus posibilidades, sugerimos que se pueden rezar:

a) o frente a siete monumentos levantados donde se está celebrando el Triduo Sacro, haciendo peregrinación de uno a otro y rezando una visita en cada uno,

b) o en uno solo saliendo y entrando del Templo las siete veces, rezando cada vez una visita, 

c) o en uno rezando solamente una visita (la que se elija), con la estación completa de seis (o siete) Padrenuestros, Avemarías y Glorias.





PRIMERA VISITA: (Ante el primer Monumento).

Institución de la Eucaristía y traición de Judas.


Consideraciones.

Contempla el Cenáculo en esa noche del Jueves Santo, cuando Jesús, transido de dolor, decía a sus Apóstoles: "En verdad os digo que uno de vosotros me entregará" (Mth. XXVI-21). Hablaba de Judas, el traidor, como hoy pudiera repetirlo de muchos cristianos.

No obstante la previsión de las ingratitudes, "tomando Jesús un pan y habiendo pronunciado la bendición, lo partió y, dándolo a los discípulos, dijo: Tomad, comed, esto es mi Cuerpo" (Ib. 26). Con estas omnipotentes palabras realizó el milagro de la transubstanciación y se quedó para siempre con nosotros en la Sagrada Eucaristía.

¡Y pensar que actualmente muchos seguidores de Judas pretenden negar la presencia real de Jesús en los Sagrarios!

Desagravia a tu Señor en esta noche de Jueves Santo frente al Monumento de la Institución. Haz actos de fe en su real presencia para desmentir a los apóstatas. Repite las genuflexiones y adoraciones para refutar a los sacrílegos que se atreven a profanar los templos.


Oración.

Gracias, Jesús bondadosísimo, por haberos dignado quedar realmente presente en la Santísima Eucaristía, como perpetua memoria de Vuestra Pasión. En este Jueves Santo concededme la gracia de apreciar este divino don. No permitáis que os traicione como Judas, pues de esto y de más soy capaz. Sostenedme con este angélico alimento y perdonad todos mis pecados.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.




SEGUNDA VISITA. (Ante el Segundo Monumento).

Oración del Huerto. La aprehensión.


Consideraciones.

Mira con los ojos espirituales cómo Jesús, saliendo con sus Discípulos del Cenáculo, se interna en el Huerto de los Olivos llamado Getsemaní. Allí ora a su Padre con tal fervor y angustiosa espera de la pasión, que, "venido en agonía ... se le hizo un sudor como de grumos de sangre que caían hasta el suelo" (Luc. XXII-44).¡Tan pavoroso era lo que había de sobrevenirle!

Escucha los pasos del traidor ... ya se acerca; su torva figura aparece más tétrica iluminada por las teas con que se alumbran los esbirros. "Y acercándose a Jesús, le dijo: Salve, Maestro, y le dió un fuerte beso. Mas Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué has venido?" (Mth. XXVI-49-50). Y sin conmoverse por la mansedumbre del Redentor, los soldados "le echaron las manos y le sujetaron" (Mc. XIV-46).

Todas estas humillaciones padece Jesús esta noche por tu amor. ¿Estarás dispuesto, no digo a padecer por Cristo, sino siquiera a cumplir religiosamente tus deberes por amor a Cristo?

Jesús mío, recibe esta visita al Monumento como compañía espiritual en tu agonía del Huerto.


Oración.

Gracias, Jesús Bondadosísimo, por haberos dignado quedar realmente presente en la Santísima Eucaristía, como perpetua memoria de Vuestra Pasión. Permitidme acompañaros en esa prolongada agonía del Huerto; pero sabiendo que, aunque mi espíritu esté presto, me vence la flaqueza de mis miserias, infundidme fortaleza con el Pan de los Mártires y que arrostre por Vos todas las adversidades, así como Vos las habéis enfrentado por salvarme.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.


miércoles, 26 de marzo de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

9.- COMUNIÓN PASCUAL.


Todas las prácticas de piedad de este tiempo de Cuaresma te encaminan a una digna celebración de la Pascua, es decir, a la inmolación del Cordero Divino en la Cruz y su triunfo por la Resurrección, místicamente revivida por la Liturgia.

Este Misterio Pascual quiso Cristo resumirlo y mantenerlo vivo y con efectos vivificantes, en el Misterio del Sacrificio Eucarístico, el cual, ofrecido al Padre en el Cenáculo, fué alimento espiritual para los Apóstoles. Misterio de fe que sella la Nueva Alianza y se perpetúa en todo tiempo y lugar hasta la consumación de los siglos, con el mismo milagro de, la Transubstanciación y la misma virtud, de participación santificadora, conforme el mandato omnipotente de Cristo a los Apóstoles y sus Sucesores: "Haced esto en memoria mía" (Luc. XIII-19; I Cor. XI-24-25).

Sabemos por la fe sobrenatural que Cristo está, verdadera, real y substancialmente en la Hostia Consagrada, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad, tal como está en el cielo. Por otra parte, el mismo Cristo afirma: "Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida" ... "Si no comiéreis la Carne del Hijo del hombre y no bebiéreis su Sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn. VI-56; 54).

La Iglesia, inspirada del Espíritu Santo, interpreta este mandato de Cristo como la urgencia de comulgar por lo ménos uno vez dentro del año, y señala como tiempo apto la Pascua de Resurrección (Cn. 859-1). Entre nosotros puede cumplirse desde que comienza el "Tiempo Ordinario" hasta el 16 de Julio (Cf. Ib. 2).

Sería muy provechoso que escogieras para tu Comunión Pascual el Jueves Santo por ser el día de la Institución de este Divino Sacramento; o la Vigilia Pascual, para regocijarte santamente en la Resurrección de Cristo.

Si hace tiempo que no comulgas o sólo comulgas con cierta frecuencia, prepara esta Comunión con fino esmero. Si comulgas diariamente, prepárala también con delicadeza y amor.

Se supone que antes has purificado tu alma en el Sacramento de la Confesión, como te lo indiqué en el No 5, haciendo la intención de que esa fuera tu Confesión Cuaresmal.

Si después de esta Pascua te propones comulgar diariamente, guarda tu alma de todo pecado mortal y evita los veniales; mas no por esto dejarás la Confesión; sin interrumpir tus comuniones te acercarás cada diez o doce días para confesar tus faltas aunque a juicio tuyo parezca que no has ofendido a Dios. En esto el Confesor es el único juez.

Así mantendrás tu alma en gracia y aumentarás este don divino; cobrarás fortaleza contra los asaltos del enemigo, recibirás luces y dirección para tu reforma y perfección, y presentarás a Jesús Sacramentado una alma cada vez menos indigna de ser morada Suya.

El, en tanto, al hallar menos obstáculos, realizará su obra santificadora.


_________________________________________


10.- HORA SANTA.



("A los fieles que, por espacio de una hora, en cualquier iglesia, oratorio público o semipúblico (para los que usan de éste legítimamente) toman parte en el piadoso ejercicio vulgarmente llamado "Hora Santa", públicamente practicado para recordar la Pasión y muerte de Jesucristo y para meditar y reverenciar el ardentísimo amor, movido del cual instituyó la divina Eucaristía, se les concede: indulgencia plenaria, si expían debidamente sus pecados mediante la penitencia sacramental, se acercan a la Mesa eucarística y rezan por las intenciones del Sumo Pontífice.- A los que, a lo menos con corazón contrito, practican este piadoso ejercicio pública o privadamente, se les concede: Indulgencia de diez años. (Secr. Mem. 14 febr. 1815 y 6 abr. 1816; S.C. de Indulg, 18 Jun. 1876; S. Pen. Ap. 21 Mar. 1933). (Enq. Indulg. 168).

Estas Indulgencias son aplicables al Sermón de la Institución, que se predica en todas las Iglesias en que se está celebrando el Triduo Sacro.

Si por algún motivo no se predica, acude ante el Monumento y lee devota y pausadamente en el Evangelio de San Juan, el Sermón de la Cena, que comprende:

XIII  - 31-38;
XIV  - 1-31;
XV   - 1-27;
XVI  - 1-33;
XVII - 1-26.

Cualquiera de los pasajes comprendidos en estos capítulos, meditados, o todo el texto leído con unción, te servirá de Hora Santa.

Convendría invitaras a otros a este Ejercicio. Si estás gravemente impedido para acudir al Templo, haz lo que puedas en la soledad de tu aposento, trasladándote en espíritu al pie del Monumento.

viernes, 21 de marzo de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

7.- ADORACIÓN DE LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS CRUCIFICADO.


"Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba" (Jn. VII-37).

Míradme, Buen Jesús Dulcísimo, arrodillado ante vuestra presencia, y con el mayor fervor de mi alma, os pido y os ruego que os dignéis imprimir en mi corazón, vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero arrepentimiento de mis pecados y firmísima voluntad de enmendarme; mientras yo con gran afecto y dolor del alma, voy considerando y meditando vuestras cinco llagas, teniendo ante mis ojos, oh buen Jesús, aquello que el profeta David ya ponía en vuestros labios: "Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos" (Ps. XXI-17-18).


A la llaga de la Mano Izquierda.

"¿Qué significan esas heridas en tus manos? -Porque fuí herido en casa de mis amigos" (Zac. XIII-6).

(Meditación, Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.).



A la llaga de la Mano Derecha.

"Les mostró las manos y el costado" (Jn. XX-20).



A la Llaga del Pie Izquierdo.

"Ved mis manos y mis pies" (Luc. XXIV-39).



A la Llaga del Pie Derecho.

"Han taladrado mis manos y mis pies" (Ps. XXI-17).



A la Llaga del Costado.

"Uno de los soldados, con lanza, le abrió el costado e inmediatamente salió sangre y agua" 
(Jn. XIX-34).



Responsorio: (Is. XII-13).

V/- "Sacaréis aguas con gozo
R/- de las fuentes del Salvador".


Oración:

Oh Dios, que por la Pasión de tu Hijo Unigénito y mediante sus cinco llagas, con efusión de Sanqre reparaste la naturaleza humana perdida por el pecado concédenos, te rogamos, que, quienes veneramos en la tierra las heridas por El recibidas, merezcamos en los cielos alcanzar el fruto de su Preciosísima Sangre. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.

(Oración tomada del Misal Romano: P.A.L. Fer. VI post Dom. III Quadr.)


__________________________________


8.-PARA PARTICIPAR EN LAS PROCESIONES.


Las procesiones tienen su origen en el Antiguo Testamento, cuando los Israelitas se dirigían al Templo, por Tribus, en las tres fiestas solemnes del año, cantando ciertos Salmos que por eso se llaman GRADUALES (Ps. CXX al CXXXIV).

Actualmente se hacen devotas peregrinaciones a los Santuarios. Dentro de la Liturgia hay procesiones como la de la Entreda y las Ofrendas en la Misa, y la del Santísimo, la Candelaria, Rogaciones, etc. En Semana Santa se acostumbran estas procesiones.

* En el Domingo de Ramos, la Procesión de las Palmas.

* En el Jueves Santo, al Traslado del Sentisimo Sacramento al Monumento.

* En el Viernes Santo la Adoración de la Santa Cruz y el traslado del Santísimo Sacramento del
 Monumento al Altar.

* En la Vigilia Pascual, al encender el Cirio y hacia el Bautisterio.


Fuera de la Liturgia, tenemos:

- La procesión del Viacrucis el Viernes Santo.

- La de las Tres Caídas.

- La del Santo Entierro o "Procesión del Silencio".

- Otras, conforme las costumbres regionales aprobadas.

Procura participar en las procesiones litúrgicas. Guarda especial cariño a las extra-litúrgicas y asiste, si puedes.

En unas y en otras guardarás una actitud grave y devota, procurando la limpieza del pavimento si llevas candela, evitando todo aquello que pueda introducir el desorden y obedeciendo fielmente las indicaciones del Maestro de Ceremonias y las de los Celadores.

Sean tus rezos claros y pausados; tu cantar, sencillo y piadoso. Ni en tus rezos ni en tus cantos ni en tu actitud te permitas sobresalir o distinguirte. Aun en estos, actos debes ceñirte a la humildad y mantenerte en comunicación con Dios.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

XI ESTACIÓN.

Jesús es clavado en la Cruz.


"Crucifixerunt eum". 
"Lo crucificaron" (Jn.XIX-18).



Ha llegado el momento terrible por tantos años esperado y deseado por el Redentor.

Lo esperó desde su entrada al mundo, pues para eso había venido: "Héme aquí" (Ps. XXXIX-8); lo deseó en fuerza del celo con que buscaba tu redención por el derramamiento de su Sangré, según sus propias palabras: "Con bautismo tengo de ser bautizado, ¡y qué angustias las mías hasta que se cumpla" (Luc. XII-50). Mas no por su espera y deseo pierde su horror: los Evangelistas sólo consignan esta palabra: "lo crucificaron", porque ella sola encierra todo el dolor, toda la angustia, todo el tormento que un ser humano puede recibir en esta vida.

Considera, alma mía afligidísima, el sacrificio del Cordero de Dios para borrar tus pecados y los de todo el mundo (Cf. Jn. I-29), y piensa que de este sacrificio dependió la redención de todas las generaciones. Bien hubiera podido redimirte sin abandonar el seno del Padre, con sólo pedirlo; pero lo que bastó a su omnipotencia no satisfizo a su amor. Y aquí le tienes: después de sufrir crueles tormentos se entrega humildemente a la muerte poniéndose calladamente en manos de los verdugos, como un corderillo que no bala frente a quienes lo esquilan (Cf. Is. LIII-7).

El dolor me ahoga, Jesús, y no oso pronunciar palabra... mi corazón llora lágrimas de sangre al sentirse responsable de este deicidio.

(Meditación ... etc.).

________________________________


XII ESTACIÓN.


Jesús muere en la cruz.


"Et,inclinato capite, tradidit spiritum". 
"E inclinando la cabeza, entregó el espíritu" (Jn. XIX-30).



Durante tres horas, desde sexta hasta nona, Jesús se debate en agonía. Densas tinieblas milagrosamente aparecidas en el Calvario, en la ciudad deicida y en todo el mundo, han mostrado el dolor de la naturaleza ante la agonía de Su Creador. Son las tres horas del Sacrificio en que, por una parte, el infierno vuelca sobre El su odio, su furia y sus horrores, y por otra el cielo se conmueve, los Ángeles lloran, por primera y única vez; el Padre Celestial, contemplando el rostro agonizante de su Cristo (Cf Ps. LXXXIII-10), rasga, conmovido, la sentencia condenatoria lanzada en el paraíso contra la raza de Adán. Jesús ha dado satisfacción plena a la justicia divina desde la encarnación hasta la cruz: "todo está 
consumado" (Jn. XIX-30), "e, inclinando la cabeza, entregó el espíritu".

Alma mía, la muerte de todo un Dios ha sido el precio del pecado; la muerte infinitamente atormentada de Jesús, la condición de tu rescate. ¿Podrás nuevamente ver la luz, cuando ha muerto el sol de tu vida? Cubre tu rostro de tristeza, pues ha muerto tu Señor.


____________________________________


XIII ESTACIÓN.


Descienden el Cuerpo de Jesús y lo depositan en brazos de su Santísima Madre.


"Acceperunt ergo Corpus Jesu".
"Tomaron, pues, el Cuerpo de Jesús" (Jn. XIX-40).



Al dolor espiritual y físico del Salvador, se une el dolor espiritual de su Madre. Infinito el de Cristo, finito pero proporcionalmente infinito el de María; redentor el de Jesús, corredentor el de la Virgen; de eficacia infalible el del Crucificado de intercesión poderosa el de la Reina delos mártires.

Contémplala ahora cómo prolonga su dolor después de que la muerte ha puesto fin al tormento de su Hijo. Ha sido constituida Madre de la humanidad, y sostiene en brazos el cadáver de su Divino Hijo que la misma humanidad deicida le ha entregado.

Madre mía, no hay dolor que pueda compararse a tu dolor (Cf. Thren. I-12), pues, sosteniendo el cadáver del Hijo de tus entrañas, te encuentras madre del "hijo de la ira" (Eph. II-3) a quien debes proteger como hijo de tus lágrimas.

Un hijo mató a otro Hijo (Cf. II Sam. XIV-6). El criminal soy yo; perdóname por el Cuerpo de tu Hijo muerto que sostienes en tus brazos, pues en prenda del perdón que El me otorgó te entregó a mí por Madre mía.

(Meditación...etc.).

______________________________________


XIV ESTACIÓN.

Jesús es sepultado.

"Et, depositum, involvit sindone et posuit eum in monumento excisso, in quo nondum quisquam positus fuerat".

"Y habiéndolo descolgado lo envolvió en una sábana y le deposité en un monumento excavado en la peña, en donde nadie todavía había sido puesto". (Luc. XXIII-53).



El Cuerpo exánime de Jesús, amorosamente acariciado y besado por su Madre, reverentemente enjugado por la Magdalena y las, otras santas Matronas, sobriamente ungido de ungüentos y espolvoreado de mirra por San Juan y los santos Varones, es trasladado al sepulcro cuando caen las primeras sombras de la noche.

Contempla en espíritu esa triste y silenciosa procesión... mira el sepulcro abierto en una peña y como penetran en él, iluminándose con la rojiza llama de una tea...

En ese sepulcro nuevo de piedra, amortajado con sabana y sudario recibidos de limosna es colocado con reverencia el Cuerpo de Jesús, Cuerpo humano que permanece hipostáticamente unido a la divinidad del Verbo...

...y salen todos lentamente... y cierran con la piedra rodante la boca de la cueva...

Así se cierra el drama de la Pasión.

Jesús mío, quisiera presentarte mi corazón para que en él permanecieras. Permíteme velar en tu sepulcro como la lámpara frente al Sagrario... que en esta santa ocupación se consuma mi vida y muera por amor a Tí, que me amaste y por mi amor te entregaste a la muerte. (Cf. Gal. II-20).

(Meditación... etc.).

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

VII ESTACIÓN.


"Procidit super terram".

"Cayó sobre la tierra". Mc. XIV-35).


Llora, alma mía, al ver que tu Divino Salvador cae nuevamente, agobiado por el peso de la cruz; pero admira la caridad de esta segunda caída.

Porque al caer, expía ante su Padre Celestial tus frecuentes caídas en el pecado, cuando sucumbes voluntariamente bajo el peso ignominioso de tus pasiones.

Observa también que con fortaleza sobrenatural Jesús se levanta. No le obligan a levantarse los gritos y blasfemias de sus enemigos ni el látigo inhumano de los sayones, sino un doble intento de su caridad: el de enseñarte cómo te has de levantar del pecado y el de llegar cuanto antes a la cima del Calvario para ser crucificado por tu amor.

Jesús humillado, víctima inocente por mis pecados, ¡desde el fondo del abismo de mis miserias clamo a tu misericordia! Extiende tu mano poderosa y sálvame, pues quiero levantarme de mi postración espiritual y no puedo por mí mismo. Pero tu gracia lo hará: es gracia que con tantos dolores me granjeaste y que me das magnánimo en ésta tu segunda caída.

(Meditación ... etc.).

_________________________________


VIII ESTACIÓN


Jesús consuela a las piadosas mujeres.


"Nolite flere super me, sed super vos ipsas flete, et super filios vestros".

"No lloréis sobre mí, sino llorad más bien sobre vosotras mismas y sobre vuestros hijos" 
(Luc. XXIII-28).



Agradece, alma mía, la generosidad de tu Salvador. Al ver la fidelidad y las lágrimas de un grupo de mujeres piadosas que lloraban desconsoladas la humillante condición a que ha quedado reducido el Varón de Dolores y su inminente muerte, no pondera sus tormentos ni se refugia en la condolencia; antes olvidando generosamente su propio dolor, se duele de la amargura del pecado que le ha valido esta sentencia.

Pondera que, mientras llores los efectos y no detestes las Causas, en vano te lamentas. Llorar la Pasión de Cristo y hacer paz con el pecado es gran contradicción, pues el pecado es la causa de tan acervos dolores, y tantas veces crucificas a Cristo en tu corazón cuantas son las que te entregas a pecar (Cf. Hebr. VI-6).

Pero el dolor de Cristo va más al fondo cuando señala que es más de lamentarse la eterna condenación de aquellos que, desperdiciando o tal vez rechazando su divino victimato, prefieren precipitarse a la condenación eterna.

Oh, Jesús, dame lágrimas para llorar mis culpas. Que caiga sobre mí tu sangre redentora.

(Meditación ... etc.).


_________________________

IX ESTACIÓN.



Jesús cae por tercera vez.


"Et positis genibus, orabat". 

"Y puestas en tierra las rodillas, oraba" (Luc. XXII-41).



Tercera vez la fortaleza de los cielos cae por el dolor, la carga y la debilidad de sus agotados miembros. Sus santas rodillas, su pecho amoroso, su rostro divino, tocan el polvo con estrépito que alegra y alarma a sus enemigos: los alegra diabólicamente porque le ven derrotado; los alarma porque recelan que no podrán darse el placer satánico de crucificarle.

Pero esta tercera caída encierra un misterio tres veces revelado en este viacrucis. Que el Hijo de Dios bajó de los cielos a la tierra y la tocó con su Cuerpo divino; que el Verbo Eterno se hizo hombre tomando nuestra humana y terrena naturaleza, y que la humillación de Jesucristo hasta besar el polvo es una expiación meritoria ante el Padre.

Así lo hizo en el huerto con la misma intención, como nos lo refiere San Lucas: "e hincando en tierra las rodillas, oraba". Aquí también la postración de Cristo es oración meritoria y satisfactoria por nuestra salud. Allá, con angustia de agonía; acá, con dolores de muerte. Pero aquí y allá en fuerza de un victimato redentor.

¡Jesús mío, perdona y levanta a mi alma caída.

(Meditación ... etc.)


________________________________


X ESTACIÓN.


Despojan a Jesús de sus vestiduras.


"Et dabant ei bibere myrrhatum vinum, et non accepit". 

"Y le daban vino mirrado; mas El no lo aceptó". (Mc. XV-23).



Mira, alma mía, al Buen Jesús que con ánimo esforzado y venciendo todos los dolores ha llegado finalmente a la cima del Monte Calvario.

Mientras los verdugos aprestan los instrumentos de la ejecución, unas piadosas matronas le ofrecen una mixtura de vino y mirra para que su efecto enervante, adormeciendo los nervios, enajenara la conciencia y disminuyera al dolor de la crucifixión. Pero El lo rehúsa porque está dispuesto a enseñar a la juventud la sobriedad, y a beber hasta las heces el cáliz de dolor que le da su Padre.

Contempla cómo con desprecio y brusquedad, los soldados le despojan de sus vestiduras y, con ellas, del coágulo que detenía la sangre de las heridas de la flagelación. ¡Qué dolor!

Pero el dolor se añade la confusión del purísimo Jesús al verse descubierto ante la multitud, y sólo por una disposición de la Providencia se le conceden los lienzos indispensables del pudor.

¿Sabes por qué permitió el Señor esta afrenta? Para expiar los pecados de impureza, las desnudeces de tantos cristianos sin pudor, tus pecados contra la Santa Virtud.

¿Osarás levantar la vista ante esta Víctima inocente?

(Meditación ... etc.)


Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

III ESTACION.

Jesús cae por primera vez.


"Procidit in faciem suam ... " (Mth. XXVI-39).

"Cayó sobre su rostro".



Así como en el Huerto, así también frente a la "Puerta Judiciaria" ha caído Jesús. En el huerto, por el peso de tus pecados; en el camino del dolor por el peso de la cruz que tus pecados fabricaron.

Y cayó sobre su rostro, el más hermoso entre los hijos de los hombres, no sólo por lo largo y pesado de la cruz, sino sobre todo por la pena de llevar sobre sus hombros divinos el cúmulo de maldades que enlodaron la gloria de su Padre.

¡Cuánto pesan los pecados!

El pecado mortal es de gravedad que alcanza proporciones de infinito, porque infinita es la majestad de Dios a quien ultraja.

Su peso, al gravitar sobre la responsabilidad del Redentor, que ha salido fiador ante su Padre, es capaz de rendirlo.

Mas no por eso desiste del propósito de redimirte; se levanta y sigue voluntariamente hacia la muerte.

Y tú, agobiado de tus propios, pecados, ¿seguirás pecando? ¿Tu propósito de apartarte de la salvación, será más poderoso que el de Cristo en conseguírtela?

(Meditación ... etc.).


_______________________________


IV ESTACIÓN.

Jesús encuentra a su Santísima Madre.



"Juxta crucem Jesu, Mater ejus" (Jn. XIX-25).

"Junto al tormento de Jesús, su Madre".



No solamente al pie de la cruz, como reza el Texto Sagrado a la letra, sino "junto al tormento de Jesús" -como podemos lícitamente traducir en sentido acomodaticio- se hallaba su Bendita Madre.

El tormento comenzó en las entrañas de María, tanto por la humillación de la encarnación, como por las contingencias del desarrollo somático, y María era una sola cosa con El. El tormento continuó en su vida privada y en su ministerio público y María allí estaba. El tormento culminó en el juicio, en el camino al Calvario y en la Cruz y allí se encontraba María.

Contempla, alma mía, a la Madre que, fijando su mirada en los ojos de su Hijo, le entrega el corazón dolorido. Contempla a la vez los ojos del Hijo que beben sedientos de consuelo, esa figura bendita y, con ella, el alma inmaculada para guardarla en el fondo de su ser... ¡Diálogo mudo pero elocuente!

Y el Hijo, que permitió ser confortado por un ángel en el huerto (Luc. XXII-43), recibe aquí fortaleza de su Madre; y la Madre se lleva clavada la pasión del Hijo tal como lo había profetizado el anciano Simeón (Luc. II-3S).

Madre mía, que mi penitencia enjugue una sola de tus lágrimas para que mi alma se impregne de tu pena.

(Meditación ... -etc.).


________________________________

V ESTACIÓN.


Simón Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz.


"Exeuntes autem invenerunt hominem Cyrenaeum, nomine Simonem: hunc angariaverunt ut tolleret 
crucem ejus" (Mth. XXVII-32).

"Y cuando salían, encontraron un hombre de Cirene, por nombre Simón; a éste le requirieron 
para que llevase su cruz".



Simón era un pobre hombre, un transeúnte cualquiera (Mc. XV-21) a quien la Providencia Divina depara la dicha incomparable de ayudar a Jesús a llevar la cruz. Parece una casualidad, pero no: es una disposición de la Provídencia.

Pero Simón no comprende esta gracia, porque teme la maldición con sólo tocarla, conforme aquello de la Escritura: "Es maldito de Dios aquel que pende del madero" (Dt, XXI-23); es necesario obligarle. Mas poco a poco, al contacto con esa prenda consagrada por la Sangre del Hombre-Dios, se convence que en la cruz ha encontrado su bendición y salvación por los méritos de Aquel que, tomando sobre Sí la maldición que a nosotros correspondía (Gal. III-13), va a ser clavado en ella.

Y tú, alma mía, que vagando por la vida abominas del dolor, ¿no ves la mano de la Providencia cuando a tu paso te sale la cruz? ¿No ves en ella al Buen Jesús que, llevándola a cuestas, sólo te pide que la toques, como condición para salvarte?

¡Oh, Jesús mío! Aunque mi flaqueza se acobarda, concédeme participar de tu Cruz en la tierra para poder glorificarte en la eternidad.

(Meditación ... etc.).


_______________________________

VI ESTACIÓN.


La Verónica enjuga el rostro de Jesús.


"Circumspexi et non erat auxiliator: quaesivi et non fuit qui adjuvaret" (Is, LXIII-S).

"Miré en torno mas no había auxiliador; busqué y no había quién me ayudara".



Contempla, alma mía, la hermosa pero afligida y doliente figura del Salvador en ese lúgubre cortejo del Viernes Santo. Viólo en espíritu el Profeta Isaías y preguntóse admirado: "¿Quién es este que viene de Edom, rojos los vestidos de Bosrá... ?" Y dirigiéndose al Mesías: "¿Por qué está roja tu vestidura?" (Is. LXIII-1-2).

No sólo se ha enrojecido la blanca túnica inconsútil con la sangre del Señor, sino también su hermoso rostro y sus mismos ojos: de El escribe el mismo Profeta: "no tiene -ya- ni apariencia ni belleza". (Is. LIII-2). ¡Así le atormenta la corona de espinas que abre fuentes a la preciosa sangre, y de tal modo le han abofeteado los esbirros que no le han dejado parte sana! (Is. I-6).

Jesús, en cambio, con mansedumbre sobrehumana, camina llevando trabajosamente su cruz. El pueblo le rodea con sádica curiosidad, pero nadie le compadece; cúmplese en El la profecía de Isaías: "Miré en torno, mas no había auxiliador: busqué y no hubo quién me ayudara".

Pero sí, Jesús. He aquí a una alma valiente que rompe el cerco de soldados y con su toca enjuga tu divino rostro. Y tú, Rey magnánimo, en premio le regalas tu imagen ímprimíéndola en tres pliegues de ese lienzo ...

Jesús, que yo te confiese públicamente rompiendo el cerco del respeto humano: Tú, entre tanto, graba tu imagen dolorida en el tosco sayal de mi alma ...

(Meditación" , etc.).



jueves, 13 de marzo de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

6.- VIACRUCIS.


El Viacrucis, que se interpreta, "Camino de la Cruz", es, quizás, la devoción más antigua en la Iglesia. Se cree por tradición que fue la misma Santísima Virgen quien, recorriendo diariamente los puntos más notables de la vía dolorosa y meditándolos con las santas mujeres, llegó a la Iglesia esta devoción preciosa.

Los fieles lo han practicado sin interrupción en Jerusalén, y de ahí se extendió a todo el orbe cristiano. Los Sumos Pontífices lo han enriquecido con indulgencia, las cuales, después del Concilio Vaticano II, siguen reconociéndose como indulgencia plenaria.

Conviene que frecuentes el Viacrucis durante la Cuaresma siquiera los martes y los viernes por las tardes, o por lo menos el viernes.

El Viernes Santo lo reza toda la Iglesia de las 10 a las 12 del día, es decir, desde la hora en que Jesús fue condenado en el tribunal de Pilatos hasta la hora en que fue crucificado.

Puedes rezarlo ayudado de cualquier fórmula. Para tu provecho espiritual y a fin de que la encuentres a la mano, te presentamos la siguiente.


OFRECIMIENTO.

"Me amó, y por mi amor se entregó a la muerte" (Gál. II-20).

Padre Eterno, que tanto amaste al mundo hasta darle a tu Hijo Unigénito (Jn III-3), permite que, siguiendo a mi Redentor por el camino de la Cruz con santas consideraciones, pueda seguirle con mi cruz a cuestas durante el camino de mi existencia.

Espíritu Divino, que, obrumbando el seno de la Virgen creaste milagrosamente el Cuerpo de la Víctima Sagrada para que el Verbo pudiera padecer por mí, ilumíname con tu gracia para contemplarle en los momentos en que culminaba la obra de mi redención.

Verbo Encarnado que, al entrar a este mundo te ofreciste al Padre como víctima por el pecado y que me invitas a seguirte cargando mi propia cruz, permíteme poner mis pies sobre las huellas que marcaste en el trance doloroso de tu pasión, para poder confirgurarme contigo en la cruz y repetir como San Pablo: "Yo llevo en mi cuerpo las llagas de mi Señor Jesucristo".

Y Tú, Purísima Virgen María, Madre de mi Dios y Reina del dolor, da a mis ojos lágrimas y traspasa mi corazón con el dardo manso de la compunción, y condúceme en estas consideraciones que con el alma hago del camino de la Cruz.

Es mi intención ganar las Indulgencias que la Iglesia concede a quienes devotamente rezan el Viacrucis, y suplico a la misericordia divina se digne aplicarlas en sufragio de las Benditas Almas del Purgatorio. Amén.

Por las Intenciones del Romano Pontífice: Pater, Ave, Gloria.

________________________

I ESTACION.

Jesús es condenado a muerte.



 Besando tierra: Adorámoste, Cristo y bendecímoste, que por tu Cruz redimiste al mundo. 


"Jesum autem, flagellatum, tradidit eis ut crucifigeretur" (Mth. XXVII-26).

"Y habiendo mandado flagelar a Jesús se lo entregó para que fuera crucificado".



Alma mía, contempla a la Inocencia misma condenado como un criminal mientras es puesto en libertad un notable malhechor.

Pero esta injusticia encierra un misterio profundo: Jesús, purísimo Cordero de Dios, vino al mundo para quitar los pecados (Jn. I-29). El carga sobre sus espaldas la iniquidad de todas las generaciones (Is. LIII-4) ... Carga tus pecados horrendos y se apresta a servir de víctima para que todos los hombres, para que tú, seáis perdonados.

¡Profundos abismos de la voluntad salvífica de Dios expresados en el plan de la redención! ¡Y es Jesús la víctima voluntaria que por amor a todos los hombres, por amor a ti, recibe con vergüenza esa ignominiosa sentencia.

Jesús sentenciado a muerte para que yo, gran malhechor de la Gracia, sea premiado con la gloria eterna! Sé que padeces la sentencia de muero te que yo merecía, y mientras Tú marchas al cadalso; yo soy puesto en libertad...

(Meditación). (Basta medio minuto de silencio).

Señor, pequé, tened misericordia de mí; pecamos y nos pesa, habed misericordia de nosotros.

Bendita y alabada sea la Sagrada Vida, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores y angustias que sufrió su Santísima Madre al pie de la Cruz.

(Mientras se trasladan a la siguiente estación, rezan Pater, Ave, Gloria).


_________________________


II ESTACIÓN.

Jesús se encamina al Calvario llevando a cuestas su Cruz.



"Et bajulans sibi crucem, exivit in eum qui dicitur Calvariae locum" (Jn XIX-17).

"Y cargando El mismo su cruz, salió al lugar llamado Calvario".



Así, Jesús amado, así lo anunciabas proféticamente en el Patriarca Isaac, cuando éste subió el monte cargando por sí mismo el instrumento de su propio sacrificio. Pero. ¡ay! qué enorme distancia entre el hombre concebido en pecado, necesitado de reconciliación, y Tú, Hijo de Dios que redimes al mundo pecador...

¿Puede darse, alma mía, mayor demostración de amor y mansedumbre que ser El mismo quien se apresure a transportar su patíbulo?

Es la misma cruz que tus pecados te prepararon, cruz que te quita: para tomarla y hacerla suya, cruz que va a atormentarle pero que El abraza, cruz que debería hundirte en el abismo, pero que El, por su sangre, purifica y convierte en llave del Cielo.

A cambio de la cruz de tus pecados, te da la cruz de la penitencia y te invita a que le sigas fielmente y te muestres su discípulo en la virtud y el dolor.

A vista de la prontitud con que Jesús se abraza a la Cruz, avergüénzate de tu cobardía y pide fortaleza de ánimo para emprender el camino de la reparación.

(Meditación ... etc.).

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

5.-CONFESIÓN CUARESMAL.


El precepto de "Confesar por lo menos una Vez dentro del año", urge en la Cuaresma.

Prepara una buena confesión, que puedes hacer el sexto día de tus Ejercicios Espirituales, o en otra ocasión dentro de este Santo Tiempo de Cuaresma.

Esta Confesión puede ser actual, si confiesas lo ocurrido desde tu última confesión bien hecha, o anual, si, renovando el dolor, de anteriores confesiones, repites, además, lo que más te duela de lo ya confesado y absuelto desde la Cuaresma del año anterior. No porque se dude del perdón, sino porque es conveniente procurar una perfecta contrición de los pecados principales y aumentar la Gracia con una nueva absolución; así postulaba con lágrimas el Rey David, aunque ya había sido perdonado: "Lávame más y más de mi iniquidad y límpiame de mi pecado" (Ps. L-4).


MODO DE HACER UNA BUENA CONFESION.

1.- Examen de conciencia.- Después de haber invocado las luces divinas, examina tu conciencia comparando tu conducta con:

a) Lo que Dios manda en el Decálogo, mandamiento por mandamiento.

b) Lo que la Iglesia manda en sus cinco precepceptos.

c) Lo que debes cumplir conforme las obligaciones de tu propio estado (matrimonio... celibato...).

d) Lo que Dios te ha inspirado de bueno invitándote a que lo hagas. Lo que te ha pedido en sacrificio. El uso de tus sentidos y facultades...


Y recuerda de examinar lo mal hecho y las obligaciones omitidas, revisando también los pensamientos y las palabras, así como las veces que has caído.

Tu examen no debe ser angustioso ni artificioso; debe ser calmado pero diligente, y no debe durar más de cinco minutos para la confesión actual, y de diez a quince para la confesión anual. De esta manera se evitarán perplejidades y escrúpulos.


2.- Dolor de los pecados.- Con la ayuda de la Santísima Virgen y Señor San José, procura dolerte de haber ofendido a Dios. Este dolor no es físico sino un pesar moral, no siempre sentimental, pero sí siempre apreciativo.


3.- Propósito de enmienda.- El dolor no es verdadero si no envuelve el propósito de no volver a pecar y la resolución de evitar y huir las ocasiones de pecado.


4.- Confesión.- Declara al Sacerdote Confesor tus pecados tal como los tienes en la conciencia y en la memoria en el momento de confesarte, advirtiendo las veces y alguna circunstancia que mude la especie. En esto último conviene responder, con sencillez las preguntas que el Confesor estime oportunas.

Que tu declaración sea breve, sin historias, resumida en pocas palabras. Que tus expresiones sean claras pero decentes y muy recatadas.

Escucha humildemente los consejos del Confesor.

Recibe con sencillez la penitencia que te fuere impuesta.

Cuando el Confesor lo indique, reza el Acto de Contrición que ya conoces. El de Rípalda es insuperable; pero si deseas, puedes usar el siguiente que es sencillísimo:

"Señor mío Jesucristo, me arrepiento de heberte ofendido porque Tú eres mi Dios y yo te amo más que a nadie: Recibe mi confesión y perdóname. Ayúdame con tu gracia para no volver a pecar y dame fuerza para huir de las ocasiones. Amén."

Haz, mientras tanto, la intención de recibir la absolución que el Confesor te otorga por los méritos y con la Autoridad de Cristo y en el Nombre de la Santísima Trinidad.


5.- Satisfacción.- Al levantarte del Confesonario, póstrate ante el Santísimo Sacramento y dale gracias, reiterando tus propósitos. Reza la penitencia que te ha sido impuesta. Si ésta consiste en obras buenas y ha de durar algún tiempo, haz la intención de cumplirlas -y de hecho las cumplirás- pero desde este momento ya puedes comulgar.



COMPUNCIÓN.

Ojalá que estas confesiones bien hechas te alcancen de la divina misericordia el espíritu de compunción.

Tres son los grados de dolor de los pecados: 

Atrición (o dolor imperfecto) y por el cual el alma se duele de haber ofendido a Dios sólo, por haber perdido el cielo y merecido el infierno. 

Contrición (o dolor perfecto) que mueve el alma a dolor de haber ofendido a Dios sólo por ser El quien es, olvidada de sí misma. 

La Compunción (lo perfectísimo) es- también un dolor sobre todo otro dolor de haber ofendido a Dios por ser El quien es; pero este dolor no tiene la vehemencia pasajera de un acto de arrepentimiento en el momento del perdón, sino el sabor que deja en el alma el perdón ya recibido con su dulce unción de amorosa misericordia, y al cual el alma corresponde suave, tranquila y profundamente, doliéndose de haber sido pecadora que negó la gloria a Dios, pero templando ese dolor con la consoladora contemplación de la bondad de Dios que la ha perdonado.

Este misterioso agridulce del dolor y la consolación es permanente: no es un acto sino un hábito. Es un don de Dios.

Tal gracia es la Compunción, que el Autor de la Imitación de Cristo dice: "Más deseo sentir la compunción, que saber definirla" (Cf. I-1-3).

viernes, 7 de marzo de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

SÉPTIMO DÍA.
Los Novísimos.



El esfuerzo que me pide el Señor por alcanzar el Reino dé los cielos (cf. Mth. XI-12), aunque es sostenido y perseverante, no será para siempre: sólo durará los pocos años que me restan de vida.

La vida es breve y pronto vendrá la muerte a poner punto final a mis trabajos y penalidades, como también pondrá término a los goces y placeres sensibles. Hay que "redimir el tiempo perdido" (Eph. V-16); si no aprovecho ávidamente el tiempo de mi vida corro el riesgo de ser sorprendido por la muerte como lo fueron los contemporáneos de Noé (Gén. VII-23; Cf. Mth. XXIV-37).

Entonces quedará patente la vanidad de las cosas de la tierra, pero sobre todo el vano empeño de quienes pretendieron edificar aquí su morada permanente ... (Cf. Eccles).


* * * *


Una vez se muere, porque así lo ha decretado el Dador de la vida (Cf. Haebr. IX-27), e inmediatamente se presenta el alma ante el tribunal de Cristo para dar cuenta de sus actos, sean buenos o sean malos (Cf. Rom. XIV-10; II Cor. XIV-10). Serán llamadas a declarar en mi presencia los testigos de mi actuación, las criaturas, que, habiendo sido creadas como compañeras de mi destierro y ayudadoras para mi satisfacción, fueron subyugadas a mi perversa voluntad y pervertidas en su fin convirtiéndolas en instrumento de pecado y de una satisfacción egoísta.

¿Qué responderé ante el Juez Supremo, cuya sabiduría y justicia le hacen infalible?

Por lo contrario, si los breves días de mi vida fueron ajustados a la voluntad divina con esfuerzo constante por agradarle más y más, descansaré confiado en esta palabras del Espíritu Santo: "Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor, ya desde ahora. Sí, dice el Espíritu; que descansen de sus trabajos, porque sus obras los acompañan" (Apoc. XIV-13).


* * * * 

A este juicio seguirá la sentencia infalible que fijará mi situación eterna: o eternamente feliz "ea, siervo bueno y fiel ... entra en el gozo de tu Señor" (Mth. XXV-21; 23), o eternamente desgraciado: "en verdad os digo, no os conozco"; "apartáos de mí los que obráis la iniquidad" (Mth, XXV-12; Luc. XIII-17).

La sentencia se dará en el preciso momento de mi muerte real, mismo en que se desarrolla el juicio, mismo en que mi alma pasará del tiempo movible y huidizo, a la eternidad, fija e inmutable.

Inmediatamente pasará mi alma a su destino definitivo. No la aprobará ni reprobará el Divino Juez, sino sus propias acciones, buenas o malas. Y cuando acabe el mundo, "cuando el Señor haga surgir de la tierra a los muertos", vendrá mi alma a informar nuevamente mi mismo cuerpo y recibirá públicamente la confirmación de la sentencia en el juicio universal. Alma y cuerpo; mi yo total, compañeros de pecado o de virtud en el tiempo, serán indisolublemente copartícipes de la gloria o del infierno para toda la eternidad.


* * * *


El infierno, lugar donde los condenados sufren la pena de daño por el apartamiento de su último Fin: "Apartaos de Mí, malditos", y la pena de sentido por indecibles tormentos: "al fuego", y ésto para siempre: "eterno" (Mth, XXV-41), es "el conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno" (Ríp.) Fue "preparado para el diablo y sus ángeles", o sea para sus ángeles y para todos aquellos que quieran seguirlo" (Ib).


* * * *


En tanto que el Cielo, la Bienaventuranza eterna, la posesión de Dios, "fue preparado para los hombres, para nosotros, para tí, para mí, desde la creación del mundo" (Cf. Ib. 34). Allí, "lo que ojo no vió, ni oído oyó, ni a corazón de hombre se antojó, tal preparó Dios a los que le aman" (I Cor. II-9). Un Dios más inclinado a perdonarme que a condenarme, espera con los brazos abiertos y nos llama allá con estas enternecedoras palabras: "¡Venid, vosotros los benditos de mi Padre.!" (Ib. 34).


_______________________________



OCTAVO DÍA
¡Ánimo! - ¡Perseverancia!



La historia de la salvación desde la creación hasta la glorificación, cuya trama he seguido paso a paso y considerado profundamente, es para mí un incentivo de amor a Dios.

Dios me creó; existo por bondad suya. Me señaló la misión de glorificarle; ligó mi propia felicidad a esa misión, si la cumplo fielmente. Me dio a las criaturas por compañeras de viaje en esta peregrinación, por instrumentos de santificación y por vehículos que me conducen al cielo.

Además, ha usado conmigo de una paciencia y misericordia verdaderamente divinas, redimiéndome a costa de humillaciones y dolores suyos, elevándome al orden sobrenatural de la gracia, colmándome de sus dones, y me espera con los brazos abiertos en el cielo, donde he de llegar primero en alma y después en alma y cuerpo.

En el trayecto me ha acompañado con su gracia, me ha levantado con su perdón, me ha dado espacio para penitencia... espacio que no dió a los Ángeles rebeldes ... espacio que abrevió a mis Primeros Padres... espacio que negó a muchos pecadores más dignos que yo, porque hubieran sabido aprovecharlo ...

¿Habrá argumentación seria que me pruebe lo contrario? ¿Habrá otra conclusión más justa que una exclamación de gratitud, que un éxtasis de amor?


* * * *


Después de esto quiero examinar cuál ha sido mi correspondencia: ¿la indiferencia ... ? ¿la ingratitud ...? ¿la traición a estilo de Judas ...?


* * * *


Es urgente que yo me fije una meta y que enderece mis pasos hacia Dios: si tal ha hecho Dios conmigo que por mi bien "no perdonó a su propio Hijo" (Rom. VIII-32), ¿qué debo hacer por Dios en adelante para corresponder a esta liberalidad cuya amplitud inconmensurable la caracteriza como el don de sólo Dios?

La entrega de mi vida; el sacrificio de todos mis gustos, la lucha por extender su Reino, el esfuerzo continuado por imitar a Jesús, la identificación de mi alma con El para que El y sólo El viva y opere en mí.


* * * *


Conviene, sin embargo, percatarme de que, aunque "el espíritu está presto, la carne es flaca" (Mc. XIV-38). Esta lucha por el propio vencimiento, este machacar constante sobre los propios defectos, esta repetición de actos buenos que engendra la costumbre, esa consciencia de la costumbre que hace la virtud y esa fortaleza en la virtud que forja el carácter y la santidad acrisolada, requieren constancia, perseverancia.

El tentador no se dará por vencido: volverá a la,carga con "siete espíritus peores que él" (Mth. XII-45); mas la Gracia de Dios,vendrá en mi auxilio, y ésta me basta, pues la fuerza de Dios culmina en la debilidad del alma que se debate en la prueba (Cf. II Cor. XII-9).


* * * *


Así pasarán las horas, los días, los meses y los años, unos en paz, otros en guerra; sonriendo en unos, afligido en otros; golpeado aquí, victorioso allá; pero siempre mí alma estará en vela esperando a Cristo (Cf. Mth. XXIV-42), dispuesta a refugiarse en Cristo, a unirse a Cristo ... El me ayudará a llevar mi cruz, El me sostendrá para cumplir el fin para el cual ha sido creado, de modo que, fincando en El todo lo que tengo y lo que soy y lo que puedo, llegue a cantar profundamente convencido: "Por Cristo, con El y en El, a Tí Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén". (Doxología final del Cánon).


* * * *


Fin de los Ejercicios Espirituales de Cuaresma.

jueves, 6 de marzo de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

QUINTO DÍA.
Elevación al orden sobrenatural. La Gracia, la Iglesia, los Sacramentos.



La obra maestra de la Creación, plasmada a imagen y semejanza de su propio Creador, había sido encuadrada dentro de su plan también magistral: confirmación en gracia después de la prueba y su traslado en cuerpo y alma a la Bienaventuranza eterna.

Mas este plan inicial, trastornado por el pecado, ha sido restaurado por Cristo, cuya humillación le ha valido creces y ventajas infinitas sobre el plan primitivo.

El haber tomado nuestra naturaleza humana, el habernos llamado hermanos, el haber padecido por nosotros, el habernos enseñado personalmente como Palabra eterna del Padre, el haber sanado nuestras dolencias y llorado nuestras lágrimas y desventuras ... todo esto es honra incomparable para nosotros. Pero es sin duda más sublime el habernos dado la Gracia, porque ésta nos eleva a un plano sobrenatural que sólo por favor y gran dignación puede concedérsenos, y ésa supliendo nuestra natural deficiencia mediante una elevación al orden de lo divino.

La Gracia es, en efecto, un ser divino, un existir en Dios y de Dios; una participación de aquello que es Dios, que San Pedro define como "una participación de la divina naturaleza" (Cf. II Petr. I-4): sin dejar de ser humanos se ha trasfundido en nosotros la vida de Dios.

La Redención, consumada en la Cruz y confirmada en la Resurrección, ha rescatado al mundo, a la Creación entera, a todas las generaciones de los hijos de Adán. Esta Redención abarca globalmente a todos, pero la libertad humana exige que su aplicación sea meritoria: cada quien ha de hacerla efectiva en sí mismo por la sumisión a Cristo y la búsqueda de su Gracia.

De aquí que el Señor proveyera instituyendo su Santa Iglesia y depositando en Ella los siete Sacramentos, de los cuales el Bautismo es la cura radical que nos engendra a la vida sobrenatural. Con base en este Sacramento, esta vida es conservada, aumentada y hasta recuperada si se pierde la gracia inicial.

Cristo se da a Sí mismo en comida y en bebida para nuestras almas, y para que nada falte, nos espera la resurrección de nuestros cuerpos a modo y modelo de la gloriosa resurrección de Cristo.

El Espíritu Santo, que complementa, amplía y vivifica la obra de Cristo, nos infunde las virtudes teologales, las virtudes cardinales, sus dones y sus frutos, y nos participa, conforme nuestra vocación en orden a la edificación de la Iglesia, los Carismas para hacernos instrumentos aptos de su acción fecunda en las almas. Esto es sólo un anticipo de la Bienaventuranza. En el cielo será la consumación y plenitud eterna por la posesión de Dios.

"¡He aquí al hombre convertido en uno de nosotros ... !", exclamó el Señor al expulsar del Paraíso a nuestros Padres, para ponderar sus frustradas pretensiones (Gén. III-22). Mas después de la Redención y de la venida del Espíritu Santo, esa frase que sonó antaño como latigazo de vergüenza, se convierte por los méritos de Cristo en una realidad gloriosa para el Redentor y beneficiosa para los redimidos.

¿Es posible que ante esta grandeza permanezca yo indiferente?

¿Será justo perder todos estos dones, la vida divina de la gracia, por el inmundo capricho del pecado?


_________________________



SEXTO DÍA.
La Salvación de mi alma. Mi santificación.



El plan divino de nuestra salvación luce esplendoroso y magnífico ante mi libre voluntad. Tengo capacidad de escoger.

Mi destino es glorificar a Dios y en esta glorificación está mi perfección en esta vida y mi eterna salvación en la otra. Los magníficos tesoros de la gracia, puestos a disposición de mi voluntad, me invitan al servicio divino y me elevan al plano de lo sobrenatural, en el cual la gloria que rendiré a Dios será adecuada a Su Divina Majestad, no por venir de una miserable creatura sino por estar saturada de los méritos infinitos de Cristo.

Optar por lo contrario, servirme a mí mismo, subyugar a las creaturas para gloria y gozo propio, sería sustraerrne al servicio de Dios; mas no podría mi obstinada voluntad sustraerse a rendir gloria al Creador. Pues habiendo sido creado esencialmente para glorificar a Dios, este fin esencial debe cumplirse cualquiera que sea el camino que yo tome: glorificaré su misericordia en el cielo si le sirvo de grado, o glorificaré su justicia en el infierno si por desgracia me rebelo y me adhiero a sus enemigos.

Si esta es la condición esencial de mi existencia, ¿por qué he de sufrir un detrimento personal, irremediable y eterno, cuando puedo con gran facilidad y ventaja perseverar en la amistad divina y salir eternamente ganancioso?


* * * * 

Además, se impone la gratitud. Urge la correspondencia a la liberalidad divina que, siendo eterna e infinita, es inexhaustiva. Sus dones y bondades no solamente me proporcionan la salvación sino que aumetan la calidad y capacidad de mi alma y me adornan, me santifican, me hacen cada vez más semejante a Jesús, divino modelo de todos los redimidos.

El mismo Cristo me urge con su amor (Cf. II Cor. V-14) y me apremia a esforzarme sin desmayo a una santidad que es proporcionalmente calcada en la perfección del Padre Celestial (Cf. Mth.V-48).

Avanzar este camino, aprovechar en su profundo sentido los Sacramentos y demás medios espirituales que la Iglesia pone a mi disposición, (v. gr. buscar en la Confesión la Contrición más que la atrición, y perfeccionar la Contrición llegando hasta la Compunción); crecer en virtud hasta el heroísmo, es lo que la Escritura y la Tradición llaman con el nombre de Santidad.

El santo no fue jamás un ser de miras mezquinas ni de anhelos raquíticos ni de una mediocridad acomodaticia. Los santos fueron almas generosas y amantes del sacrificio, ajenas a este mundo y decididamente entregadas a Dios. Es que a la grandeza del don de Cristo debe corresponder la capacidad de receptibilidad del ser a quien va dirigido ese don.

San Pablo se propone a sí mismo como ejemplo e imitación de Cristo: "Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo" (I Coro XI-1), y nos confía su transformación por la Gracia al rebelarnos: "Vivo, mas no soy yo quien vive sino es Cristo quien vive en mí" (Gal. II-20).

Dar lugar en mi alma a que Cristo viva y piense y ame y escoja y actúe en mí y por mí, es el desprendimiento inicial para alcanzar la santidad, que es la consumación en el amor.


Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

TERCER DÍA
El pecado, independencia fatal.



En esta inversión de valores, dando a las criaturas la gloria que debo a Dios, constituyéndolas mi fin cuando que deben ser mis instrumentos y vehículos para unirme a mi Creador, estriba el mayor desorden que puede darse.

Esto ocurre por una falsa apreciación de las cosas y por una traición a la voluntad divina.

Dios ha impreso en lo más íntimo de mí ser, la ley natural, que valora lo sensible y contingente en comparación con lo permanente y sobrenatural, y que busca la seguridad en las decisiones, ansía una permanencia ilimitada en plenitud de vida y espera recompensa o castigo de un ser supremo.

Conforme a estos principios de la Ley Natural, nadie puede ignorar que las criaturas, convertidas en fin, han sido pervertidas en su finalidad; y que el hombre no puede hallar en ellas la felicidad verdadera. "Nos hiciste para Tí, Señor - decía San Agustín- e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti".

Si a esta apreciación y sentimientos naturales añadimos el conocimiento y la profesión del Decálogo, ese apartamiento de la voluntad divina se hace inexcusable. Tanto en uno como en el otro caso, resulta ofensivo a Dios. A esto llamamos "pecado"; su definición la ha dado San Agustín en estos términos: "Apartamiento de Dios" y adhesión a las criaturas".

Es indudable que por este camino errado me aparto de mi verdadero fin, y tanto más me alejo cuanto más avanzo. De ahí que sea más fácil volver al verdadero camino en el principio de la aberración que en sus finales, pues el final de una vida materializada esta tan lejos de Dios, que trae como lógica consecuencia el endurecimiento del corazón y la impenitencia final.


* * * *

Pero ... ¿por qué se aparta el hombre de su Creador y quiere echar raíces en esta tierra y adherirse a sus atractivos sensibles?

La historia es larga, y hay que tomarla desde sus principios.

Antes de crear el tiempo y la materia, creó Dios a los Ángeles, espíritus puros dotados de las perfecciones que corresponden a su naturaleza angélica.

En el mismo instante (si acaso es lícito hablar de instante en la eternidad) les dió conciencia plena de su ser, su perfección y su misión de glorificar a Dios, y mediante esto obtener el premio de la visión beatífica. Bastaba un acto de su voluntad; una sujeción voluntaria y un sí firmísimo, para quedar confirmados en gracia y pasar al gozo de la esencia del Creador; de lo contrario, serían confirmados como rebeldes y castigados eternamente. De todo esto tuvieron plena conciencia en ese "instante" de su aparición en el ser.

Mas uno de ellos, Luzbel, henchido de soberbia al saberse existente y de belleza y perfección superiores a todos los demás Ángeles, negó su asentimiento y contagió de su soberbia a la tercera parte de los Ángeles. En ese mismo instante fue precipitado con sus seguidores al castigo eterno (Jud. 6) y fueron llamados "demonios". (Cf. Is. XIV-12-15; Luc. X-18; Apoc. XII-7-9).

Al crear Dios su obra material en el tiempo y al colocar en el Paraíso al hombre, dotado de alma inmortal, la envidia del demonio sedujo a la mujer y por la mujer al primer hombre, y ambos desobedecieron la orden divina, que era condición para su confirmación en gracia y la de sus descendientes (Cf. Gén. III; Sap. II-24).

El pecado del hombre y su castigo trastornó el orden creado, y quedó la humanidad heredera de la misma culpa (pecado original) y como inclinada a lo sensible e ignorante de las cosas divinas (concupiscencia). Aunque auxiliada por la Ley Natural y la Gracia Actual, quedó carente de la Gracia Santificante y siente tal inclinación a la criatura, que le precipita al abuso.

Sin embargo, el hombre permanece claro en su entendimiento y dueño absoluto de su voluntad. En esto estriba su responsabilidad y la imputabilidad de su apartamiento de Dios y de su adhesión a las criaturas.


________________________________


CUARTO DÍA
La restauración del orden. Redención.



El triste estado del hombre, desterrado y errante por este mundo, la inminente pérdida de las almas y el derecho que adquirió el demonio sobre Adán y sus hijos, movieron a la divina misericordia a rescatarlo.

En el seno de la Santísima Trinidad, que había dado decreto de crear al hombre a imagen y semejanza Suya, fue también emitido el decreto de la restauración del hombre caído de su primitiva grandeza.

El hombre había caminado hasta entonces iluminado solamente por los principios de la Ley Natural. Dios, tomando de los méritos de un Redentor que aún no había padecido auxiliaba al hombre con gracias actuales. De esta manera las almas recibieron una orientación segura hacia el Creador y luces sobre el uso de su persona y de las criaturas. ¡Pero eran tan pocos los que aprovechaban esta dádiva! y aunque era un don amplísimo y gratuito el que se salvaran en el Seno de los Patriarcas, no llenaba este rescate los planes del Creador: su amor por nosotros le pedía unirnos a El indisolublemente en la eterna bienaventuranza.


* * * *

La redención se llevó a cabo en la plenitud de los tiempos: "tanto amó Dios al mundo, que le dió a su Hijo Unigénito, a fin de que todo el que crea en El no perezca, sino alcance la vida eterna" (Jn. III-16), y vino el Verbo Eterno con misión de Redentor, y se hizo hombre para darnos de su plenitud gracia sobre gracia (cf. Jn. I-16).


* * * *


La restauración del orden implicaba dar plena satisfacción al Padre ofendido por la criatura. Siendo esta ofensa de proporciones infinitas no podía dar satisfacción una creatura por encumbrada que hubiera sido, dada su finitud, su contingencia y la infinita distancia que hay entre la criatura y el Creador. Por eso el Hijo de Dios se ofrece a dar esta satisfacción y a pagar la cuenta de Adán pecador.

Bien hubiera podido satisfacer a su Padre con un solo deseo de su voluntad en el Seno mismo de la Santísima Trinidad; pero no llenaba su Amor infinito aquello que podía su Omnipotencia, y puso ésta a servicio de aquél: "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn. I-14), realizando milagrosamente la Unión Hipostática en el Seno de la Virgen María, y enseñándonos con su vida y ejemplo el culto de su Padre y el camino del Cielo.


* * * *


Mas, conforme el plan de la Voluntad Salvífica de Dios, la Redención sería esencialmente un victimato. El pecado debía ser redimido mediante la muerte dolorosa e ignominiosa del Verbo Encarnado, como "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo". Este victimato, que comenzó en el seno de la Virgen y continuó en todos los pasos de su vida oculta y de su ministerio público, tuvo su culmen y consumación en el patíbulo de la Cruz.

¡Cuántas humillaciones, cuántas penas, trabajos y contradicciones, lágrimas y sudores, angustias y agonías costó a Jesucristo la redención de los pecados! Por la humanidad, por el hombre, por nosotros, por mí en particular, Cristo se ofreció como víctima a su Padre y murió en la Cruz.

Tal es el pecado, que para borrarlo hubo de morir el Hijo de Dios.

Tales males y trastornos causa, que para restaurar el orden del plan primitivo del Creador, decretó El mismo la muerte de su Hijo.