miércoles, 28 de septiembre de 2016

Continuación del Santo Evangelio. . .(cont.)




Jesús cura a un Sordomudo

Continuación del Santo Evangelio según San Marcos, (VII, 31-37).

En aquel tiempo, dejando Jesús otra vez los confines de Tiro, se fue por los de Sidón hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de Decápolis. Y presentáronle un hombre sordo y mudo, suplicándole que pusiese su mano sobre él para que le curase. Y apartándole Jesús del bullicio de la gente, le metió los dedos en las orejas, y con saliva le tocó la lengua. Y alzando los ojos al cielo, arrojó un suspiro, y díjole: Effeta, que quiere decir, abríos, y al momento se le abrieron los oídos, y se le soltó el impedimento de la lengua, y  hablaba claramente. Y mandóles que no lo dijeran a nadie. Pero cuanto más se lo mandaba, con tanto mayor empeño lo publicaban y tanto más crecía su admiración, y decían: Todo lo ha hecho bien: ha hecho oir a los sordos, y hablar a los mudos.

COMENTARIO:

Un nuevo milagro de Jesús, la curación del sordomudo, nos debe hacer pensar en las miserias propias de nuestra alma, pues, como explica San Jerónimo, las enfermedades corporales narradas en el Evangelio son como una figura de las afecciones espirituales que a menudo nos aquejan.

Hay, en efecto, una sordera espiritual seguida de una mudez de la misma naturaleza.
Si es verdad lo que dice el pueblo, que “no hay peor sordo que el que no quiere oir”, debe aplicarse con razón a quienes no desean escuchar la voz de Dios.

Voz de Dios es el clamor de la naturaleza, que con su presencia nos grita la grandeza y el poder de su Creador. Voz de Dios es el ejemplo de los buenos, que con su virtud reprueban el pecado. Voz de Dios es la presencia de la Iglesia que con sola su existencia lanza un mentís a quienes la detestan. Voz de Dios es la acción sacerdotal con la administración de los Sacramentos y la predicación de la divina palabra.

¡Y cuántos hay que todavía resisten a esta voz y dicen que no existe, con mayor necedad que la de un sordo que ridículamente negara la existencia de los sonidos musicales ante un conjunto sinfónico ejecutando el pleno de un fortísimo!

Este último llegaría a tener excusa aunque puede aún argüírsele por el sentido de la vista. Pero el  que no puede tener excusa es el que no quiere ceder a la insinuación de Dios, precisamente porque su mal se localiza en la voluntad, que por ser esencialmente libre, es el principio de la responsabilidad personal.

Pero nuestra acción relacionada con la gracia no sólo ha de ser pasiva como la del que escucha, sino también activa como la del que habla.

Quiero decir que no solamente hemos de recibir las gracias de Dios con avidez, sino también hacerlas fructificar hasta centuplicarlas.

Quienes no obran bien se equiparan al mudo, que no profiere palabra y no comunica ideas.

Sobre todo hay mudez cuando, a las insinuaciones de Dios o de la Iglesia, no existe la respuesta de las obras efectivas de virtud o la obediencia a la Ley, o el respaldo social a la acción de los Pastores.

Hay otra mudez propia de ciertas personas que aparentemente usan del lenguaje espiritual, y es la falta de integridad, culpable, en la declaración de sus pecados. Quienes callan, por vergüenza y a sabiendas, sus pecados en Confesión, no solamente no han obtenido el perdón de los pecados declarados, sino que, además de retenerlos sin el perdón, añaden el horrible pecado del sacrilegio.

Muchas veces la sordera y mudez espirituales comienzan por la indiferencia en materia de religión, continúan con el desprecio de la Gracia y concluyen con el endurecimiento del corazón y la impenitencia final. ¡Vivir mal y morir bien, cuán pocos casos se ven!, dice el pueblo cristiano.

Cuál sea la gravedad de este mal, nos lo indica la actitud de Jesucristo, que gimió amargamente al ver al sordomudo.

¡Cuántos gemidos y lágrimas hemos arrancado nosotros al Corazón de Jesús, a causa de nuestra sordera y mudez espirituales en nuestros desvíos, en nuestros años de descarrío!

Que la gracia toque nuestra alma y mueva nuestro corazón para prontitud a sus llamamientos, pues nos dice la Escritura: “Si hoy escucháreis Su voz, no queráis endurecer vuestros corazones”. (Ps. XCIV).

NOTAS:

Tiro.- Antiguo puerto de Fenicia fundado mucho antes del siglo X A.C. Los textos bíblicos lo llaman Tso o Tsur.- Su historia se hermana con la historia del comercio. Durante su larga existencia tuvo innumerables vicisitudes y tragedias. Su primera construcción fue en la costa y luego se trasladó a una isla roqueña que emergía al frente sin dejar lo construido en el continente. Siempre había sido idólatra. Durante la dominación romana se daba culto preferente a Hércules. En la época de Nuestro Señor ya era proverbial su corrupción: (Mth. XXI-24). Sin embargo, algunos de sus habitantes fueron expresamente a oir la predicación de Jesús y formaron una comunidad cristiana visitada posteriormente por San Pablo.

Sidón.- Antigua ciudad marítima fenicia situada como a 35 Km. al  N. de Tiro. Sus habitantes fueron primitivamente llamados Sidonios. Dos veces fue destruida y reedificada. Sufrió las invasiones de Asiria y Roma. Es citada por N. Señor como participante de los vicios de Tiro su Rival. Actualmente se identifica con la ciudad de Saida.


Decápolis.- Eran diez ciudades de palestina situadas al S.E. del lago de Genesaret, pobladas de griegos y regidas por leyes griegas. Habían formado una confederación para defenderse de las tribus circunvecinas. En tiempo de Nuestro Señor gozaban de excepción y dependían directamente de Roma. Su población era pagana, pero había en ellas muchos grupos de judíos.- Se sigue del contexto que el sordomudo le fue presentado a Jesús en esta región, pero no se sabe si era judío o era gentil.   


lunes, 26 de septiembre de 2016

Continuación del Santo Evangelio. . .(cont.)




El Buen Samaritano

Continuación del Santo Evangelio según San Lucas, (X, 23-37)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis; pues os aseguro que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, como también oir las cosas que vosotros oís, y no las oyeron. Levantóse entonces un doctor de la ley, y díjole con el de fin tentarle: Maestro, ¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna? Díjole Jesús: ¿Qué es lo que se halla escrito en la ley?, ¿qué es lo que en ella lees? Respondió él: Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo. Replicóle Jesús: Bien has respondido: haz eso y vivirás.

Mas él, queriendo dar a entender que era justo,  preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?. Entonces Jesús, tomando la palabra, dijo:

Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones, que le despojaron de todo y le cubrieron de heridas, y se fueron dejándole medio muerto. Bajaba por el mismo camino un sacerdote y, aunque le vió, pasó de largo; igualmente un levita, a pesar de que se halló vecino al sitio y le miró, siguió adelante. Pero un samaritano que iba de camino, llegóse a donde estaba y, viéndole, movióse, a compasión, y acercándose, vendó sus heridas ungiéndolas con aceite y vino, y subiéndole en su cabalgadura, le condujo al mesón, y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios y dióselos al mesonero, diciéndole: Cuida de este hombre; y todo lo que gastares de más yo te lo abonaré a mi vuelta.

¿Quién de estos tres te parece haber sido prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

---Aquel, respondió el doctor, que usó con él de misericordia.
---Pues anda, díjole Jesús, y haz tú otro tanto.

COMENTARIO:

Explicaremos hoy de manera exegética el significado de esta preciosa parábola. La exégesis verbal considera las palabras, frases y circunstancias y las aplica por partes en los diversos sentidos que el contexto presenta.

Un hombre, es decir, el hombre, la humanidad.

bajaba, como quien dice, descendía de categoría,

de Jerusalén. Interpretemos, del cielo, al cual llama el Apocalipsis “la Jerusalén Celeste”;

a Jericó, a la ciudad fundada cerca del Mar Muerto; es decir, a la tierra, al pecado, que colindan con la muerte.    
Este preámbulo del hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó, significa, pues, la humanidad, creada en Gracia de Dios, que, al pecar, la pierde, abandona el paraíso y es desterrada en este valle de lágrimas.   

Cayó en manos de ladrones que le despojaron de todo. El demonio robó a la humanidad su gracia y felicidad.

Le cubrieron de heridas dejándole medio muerto. El pecado hirió de muerte a la humanidad entera porque le arrebató la gracia y porque la dejó tarada con el pecado original y el desorden consecuente de la concupiscencia que es el hervor de las pasiones.

Bajaba por el mismo camino un sacerdote.
Entendamos por este Sacerdote a la Antigua Ley con su Sacerdocio, Templo, Altar y Sacrificios.

Aunque lo vió, pasó de largo. He aquí la impotencia de los antiguos Sacrificios para redimir a la humanidad.

Igualmente un Levita. Entendamos por el Levita las prácticas del Antiguo Testamento, igualmente insuficientes para justificar por sí mismas a las almas. Sólo el Mesías prometiendo podría salvarlas.

Pero un Samaritano. El Samaritano era un israelita considerado como extraño en el pueblo de Dios. La Iglesia aplica este tipo a Jesucristo, hombre verdadero, pero de personalidad extraña a la humanidad por ser también Dios verdadero.

Llegóse hasta donde estaba. El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros.

Y viéndole, movióse a compasión. El estado de la humanidad movió a Jesucristo a sacrificarse por nosotros.

Y acercándose le vendó sus heridas ungiéndolas con aceite y vino. Es decir, haciéndose uno de nosotros por la Encarnación, curó nuestras heridas espirituales vendándolas con su ejemplo, suavizándolas con el bálsamo de su palabra y lavándolas con el vino de su Sangre. He aquí la verdadera y definitiva Redención.

Y subiéndolo a su cabalgadura. Unciéndolo a su Cruz..

Lo condujo al mesón. A lugar seguro; incorporólo a su Iglesia.

y cuidó de él. El personalmente redimió a la humanidad haciendo de su persona la fuente de la salud.

Al día siguiente, es decir, desde el día perpetuo de la Resurrección de Jesús.

saco dos denarios. Jesús promulga el Nuevo Testamento, que se reduce a dos mandamientos: amor de Dios y amor del prójimo, e impone a los hombres la fe en sus misterios y la práctica de las buenas obras.  

dióselos al mesonero. Este es el Sacerdocio de la Nueva Ley, guardián de la Iglesia Católica, depositario de esos dos denarios: fe y costumbres, Revelación y Sacramentos.

diciéndole: Cuida de este hombre. . . ¡Qué encomienda tan preciosa hace Jesús al Sacerdote: Su gracia y poder en favor de las almas!

yo te lo pagaré a mi vuelta. ¡Qué premio tan divino dará el Señor a los ministros Sagrados que se porten fieles cuando a su vuelta, es decir, el día del juicio, pagará como hecho en su persona lo que se hizo en la persona de los pequeñitos!

RESUMIENDO: La Antigua Ley fue insuficiente para salvar a la humanidad  caída. Jesucristo la redime y aplica su Redención a todas las generaciones por ministerio de su Iglesia.

NOTAS al comentario (Luc. X-23-37).

Apocalipsis.- Nombre del último libro de la Sagrada Escritura escrito en Patmos por el Apóstol San Juan  a inspiración del Espíritu Santo. El carácter de este libro es profético y se desarrolla por sucesivas revelaciones.

Jerusalén Celeste.- El reino espiritual de Jesucristo.

Jericó.- Ciudad miltimilenaria de Palestina, situada en la llanura de Gor junto al Mar Muerto. Pensemos en Jericó pagana de que habla Josué VI.

Concupiscencia.- En el sentido más frecuente de la Escritura y en el obvio de la Teología es el desorden de las pasiones no sujetas a la razón, como consecuencia del pecado original. (Consultar Gal., V-16-25. Rom. VIII-23. Gén. III-7)

Pecado Original.- Es un dogma de fe. Se define como pecado cometido por Adán y transmitido por la generación como habitual en todos sus descendientes. Se llama pecado original porque nos viene a consecuencia de nuestro origen y consiste en la privación de la gracia y el derecho al cielo. San Pablo en Rom. V-12, nos dice:  “Por esto, como por un solo hombre el pecado entró en el mundo y por el pecado la muerte, y así a todos los hombres alcanzó  la muerte por cuanto todos pecaron”.


Es un misterio débilmente explicado por la solidaridad del género humano con Adán su cabeza física, y en cierto modo revelado con paralelismo admirable por la redención universal dada la solidaridad de la humanidad con Cristo su cabeza espiritual. Consultar Rom. V-18-21 y las definiciones de los Concilios de Cartago (año 418), Orange (año 529), Trento (años 1545 a 1563).  


miércoles, 21 de septiembre de 2016

Continuación del Santo Evangelio. . . (cont.)




El Fariseo y el Publicano

Continuación del Santo Evangelio según San Lucas. (XVIII-9-14).

En aquel tiempo, dijo Jesús a ciertos hombres que presumían de justos y despreciaban a los demás, esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: el uno fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba en su interior: ¡Oh Dios! te doy gracias de que no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana; pago los diezmos de todo lo que poseo. El publicano, al contrario, puesto allá lejos, ni aún los ojos osaba levantar al cielo; sino que se daba golpes de pecho, diciendo: Dios mío, ten misericordia de mí, pecador. 
Os declaro pues, que éste volvió a su casa justificado, mas no el otro; porque todo aquel que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.

COMENTARIO:

Es esta una parábola cuya moraleja tiene constantes aplicaciones, tanto en el orden físico como en el espiritual, no menos que en el social, sea civil, sea  religioso. Pues habiendo el Señor dotado a los hombres de diversas maneras y siendo desigual la distribución de los talentos, es lógico que haya desigualdad; pero lo que no cabe es que los que se sienten mejor dotados desprecien a los menos favorecidos.

La razón íntima de esto es que todo lo hemos recibido de Dios para procurar su gloria y negociar nuestra salvación; quien se gloría, se apropia los dones recibidos, se inciensa a sí mismo con el incienso que debiera tributar a Dios, en una palabra, comete un robo a la gloria divina. Por esto decía San Pablo: “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieses recibido”? (I Cor. IV-7).

Si gozamos de ventajas corporales, las recibimos para ayudar a los débiles; si de riquezas, para favorecer a los pobres; si de una inteligencia esclarecida, para enseñar con caridad al que no acierta; si de una voluntad férrea, para fortalecer a los pusilánimes. . .

Si así se emplearan los talentos, se habría logrado el perfecto equilibrio de la interdependencia social que Dios pretende, y nunca el prepotente hubiera despreciado a los pequeños, ni lamentáramos la reacción de los oprimidos en una funesta lucha de clases.

Pero tiene esta parábola una aplicación más sutil cuando miramos el aspecto espiritual: a veces las personas que se dicen virtuosas desprecian a las que consideran pecadoras. ¿No saben que la misma virtud es un don de Dios enteramente gratuito, y que sin su gracia no hubieran jamás logrado su conversión?.  

Piensen estos tales que, si los que actualmente les parecen pecadores, hubieran recibido la misma gracia que ellos, tal vez hubieran correspondido mejor y darían mayor gloria a Dios.

Sin embargo, un abismo de misterio se cierne sobre esta pregunta: ¿Porqué ellos no han sido favorecidos y yo sí?

La respuesta debe ser un profundo anonadamiento que se traduzca en gratitud a Dios y compasión para con el prójimo.

Hay todavía un aspecto más profundo en estos misterios: el don de la fe. Nosotros, Católicos, hemos recibido de Dios, sin mérito de nuestra parte, la luz verdadera que se halla en nuestra Iglesia, mientras que millones de hombres nacen en las tinieblas del ateísmo, de las falsas religiones o en la penumbra de una fe desviada y raquítica.

La Iglesia no se ensoberbece de su preciado don: ama a los descarriados y los busca; y si a veces prohíbe a los fieles tratar con ellos, no es para infundirles odio por esas almas, sino para preservarlos del veneno que destilan, pues sabemos bien que el demonio no se contenta con perder a esas almas, sino que las toma de instrumento para perder a las demás.

Tal es el triste caso de los pobrecitos protestantes, que desearían la destrucción de la Iglesia, y más todavía el de los que, habiendo sido en un tiempo católicos, han apostatado de la fe: la ponzoña que llevan en sus almas los vuelve frenéticos propagandistas de la herejía y pretenden inyectar su virus a los incautos que se les acercan.

Pero este miserable estado espiritual, lejos de infundirnos desprecio por sus almas, debe darnos compasión: como se compadece la madre que ve a su hijo atormentado de terrible fiebre que le hace delirar, como se compadecía el padre del lunático, como se compadecía la cananea por su hija, los cuales, sin contaminarse del mismo mal, hicieron suyos el dolor y la desgracia de sus seres queridos y rogaron a Cristo hasta lograr su curación: “compadécete de nosotros”, clamaba aquél , derramando lágrimas; y mejor todavía la Cananea: “ten piedad de mí, que mi hija es atormentada del demonio. . ."

Roguemos a Dios por nuestros hermanos separados y no los despreciemos. ¿Quién sabe sí, reconociendo su mal, se acerquen a Dios y por su humildad regresen justificados a la Casa de Padre Celestial?

NOTAS:

Fariseo.- La asociación religiosa de los “santos” o “Compañeros” era antiquísima. Con toda certidumbre se la identifica durante el reinado de Juan Hircano (153-104 a.c.). Posteriormente se les llamó fariseos. Eran estrictos en la observancia de la Ley y las tradiciones aunque la mayor parte de ellos (no todos) llegaban al escrúpulo y al exhibicionismo frecuentemente reprobado por Jesús. (Consultar Math. XXIII).


Publicano.- El publicano de nacionalidad judía, como se supone que sería el de la parábola, era “exactor” o agente subalterno de los recaudadores de impuestos que por lo general eran extranjeros. Como su oficio se prestaba a la extorsión y al fraude, eran considerados como pecadores públicos y se les negaba el trato social como impuros. Eran odiados de los judíos como renegados y traidores por estar al servicio de Roma.


lunes, 19 de septiembre de 2016

Continuación del Santo Evangelio...(cont.)




Jesús Llora Sobre Jerusalén


Continuación del Santo Evangelio según San Lucas. (XIX, 41-47).

En aquel tiempo, acercándose Jesús a Jerusalén, al ver la ciudad, derramó lágrimas sobre ella, diciendo: jAh; si conociéses también tú, por lo menos en este día que se te ha dado, lo que puede atraerte la paz! mas ahora todo ello está oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre tí, en que tus enemigos te circunvalarán, y te rodearán de contramuro, y te estrecharán por todas partes, y te arrasarán, con los hijos tuyos que tendrás encerrados dentro de tí, y no dejarán en tí piedra sobre piedra; por cuanto has desconocido el tiempo en que Dios te ha visitado. Y habiendo entrado en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en él, diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones. Y enseñaba todos los días en el Templo.

COMENTARIO:

Hecho extraño en verdad, pero cierto, que la fortaleza de los Cielos sin cuyo concurso no se hizo nada de cuanto existe, derrame lágrimas sobre la ciudad deicida. Pero no son lágrimas de impotencia sino lágrimas de dolor, a causa de los pecados de ella y de su obstinación en la maldad.

Casi en vísperas de consumar la redención con su muerte, ve con mirada profética que, para muchos, su sangre será inútil y su muerte un frustrado sacrificio. Los vítores de Hosanna se convertirán en rugidos de repudio: Tolle, Tolle!, y las aclamaciones de Benedictus serán, horas más tarde, la gritería del ¡Crucifícale!, ¡Crucifícale!.

Por eso llora Jesús. Y así podrá llorar sobre nosotros si, repitiendo nuestros crímenes, nos obstinamos en el mal.

Pero es muy significativa la observación que hace de la última oportunidad que ofrece a Jerusalén para su conversión y que ella no aprovecha: "¡Si conocieras también tú, por lo menos en este día que se te ha dado, lo que puede traerte la paz... !"

Notemos que la voluntad salvadora de Dios reduce al mínimum el esfuerzo del pecador para convertirse y lograr su salvación. 

Lo pasado ha pasado; los pecados han sido cometidos y son hechos cuya existencia histórica no es posible aniquilar; ni nos es dado volver a vivir para borrar nuestra conducta, como quien hace volver una cinta magnética ya grabada para grabar nuevamente en ella y borrar con la nueva grabación los errores antes grabados. La vida no se repite. La reversibilidad del tiempo es una quimera.

Cuanto a una futura conversión, es también una temeridad, pues nadie puede prometerse larga vida, ni siquiera el día de mañana.

 ¿Qué nos queda, pues, del tiempo?

Sólo el momento presente, punto indivisible, que es el límite, el nexo de unión entre el pasado y el futuro.

Este es, precisamente, el momento que Jesús llama: "este día que se te ha dado", En este momento debe operarse nuestra conversión, pues corremos peligro de no contar con el siguiente. Y cuando nos hayamos convertido, Dios obrará el milagro que no podemos realizar nosotros: hará del tiempo irreversible una mutación: borrará nuestros pecados no en cuanto son un hecho histórico, sino en cuanto han gravado nuestra conciencia y merecen penas eternas.

¡Oh, si las lágrimas de Cristo derramadas sobre nuestra alma obraran nuestra conversión!


Lávame más y más, Señor, de mi iniquidad; rocíame con tus lágrimas y seré limpio; y mi alma blanqueará más que la nieve. (Salmo L).


miércoles, 14 de septiembre de 2016

Continuación del Santo Evangelio...(cont.)




El Mayordomo Infiel


Continuación del Santo Evangelio según San Lucas. (XVI, V·1-9).

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Erase un hombre rico que tenía un mayordomo, del cual, por la voz común, vino a entender que le había disipado sus bienes. Llamóle, pues, y díjole: ¿Qué es esto que oigo de tí? dame cuenta de tu administración; porque no quiero que en adelante cuides de mi hacienda. Entonces el mayordomo dijo entre sí: ¿Qué haré, pues mi amo me quita la administración de sus bienes? Yo no soy bueno para cavar, y para mendigar no tengo cara. Pero ya sé lo que he de hacer, para que, cuando sea removido de mi mayordomía, halle yo personas que me reciban en su casa. Llamando, pues, a los deudores de su amo a cada uno de por sí, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Respondió: Cien barriles de aceite. Díjole: Toma tu obligación, siéntate, y haz al instante otra de cincuenta. Dijo después a otro ¿y tú cuánto debes? Respondió: Cien coros de trigo. Díjole: Toma tu obligación y escribe otra de ochenta. Habiéndolo sabido el amo, alabó a este mayordomo infiel, de que hubiese sabido portarse sagazmente; porque los hijos de este siglo son en su generación más sagaces que los hijos de la luz. Así os digo yo a vosotros: Granjeáos amigos con las riquezas, (manantial) de iniquidad, para que, cuando falleciereis, seáis recibidos en las moradas eternas.

COMENTARIO:

Es sorprendente que el mismo propietario defraudado haya hecho alabanza del mayordomo infiel, y más todavía que esta alabanza sea aplicada por Jesucristo al negocio de la eterna salvación.

Advirtamos que se alaga la sagacidad mas no el fraude; pues si por una parte merece castigo este mayordomo que ha dilapidado los bienes que le fueron confiados, por otra, su sagacidad en librarse de una ruina se hace digna de encomio.

Lamenta Jesucristo que los hijos de las tinieblas sean más diligentes y sagaces para sus negocios temporales, los cuales muchas veces los encaminan al infierno, que los hijos de la luz o de la gracia, que generalmente nos portamos perezosos para aumentar nuestros méritos en la gloria y hasta para asegurar nuestra salvación eterna.

Y así es, efectivamente:
Pocos son los cristianos que ponen tanto empeño en su salvación como los impíos en la perpetración de sus maldades.

No descansa el lujurioso en acechar la virtud para despojarla del pudor, tú el avaro en atesorar ilícitamente; no duermen los que pretenden la dominación mientras no consiguen la primacía, tú el hombre de negocios guarda punto de reposo para salvar sus intereses cuando ha previsto una quiebra. Sea lícito o ilícito el intento, vemos que todas las cosas de la tierra tienen un defensor, un entusiasta aficionado, un empeñoso pretendiente, un frenético tutor, un poseedor celoso.

El mismo mal, considerado como tal encuentra fervientes adoradores; pero el bien, como se hace cuesta arriba, es tibiamente abrazado. Mientras los Apóstoles bostezaban en el cenáculo y más tarde dormían en el huerto de los Olivos, Judas recorría las calles, buscaba a sus cómplices, congregaba a los esbirros y marchaba al frente de los judíos para prender a Jesús.

Hoy día la triste condición de la necedad humana pretende que se repitan las mismas experiencias. Echad, si no, una mirada al panorama internacional: las sectas secretas maquinan sigilosamente contra el orden social cristiano con una táctica diabólica que ellos mismos han sintetizado en la comparación de "un ejército silencioso que trabaja en el subsuelo de la historia". No descansan, no duermen, no pierden un minuto.

Mientras tanto, los cristianos vigilamos perezosamente o dormimos en una irresponsabilidad más culpable que la misma deserción. Los intereses de Cristo, que debieran ser nuestros han sido abandonados porque todos nos hemos encastillado en nuestro egoísmo.

Falta iniciativa, falta valor, falta aguzar el ingenio: falta, en una palabra, la pasión por el bien tanto o más ardiente que la que tienen para el mal los servidores del demonio
¡No durmamos, Cristianos, porque Judas no descansa!
¡No sean los hijos de las tinieblas más sagaces en perdernos que nosotros en alcanzar la Gloria!

Portémonos con ánimo esforzado en el negocio de nuestra salvación, pues "el Reino de los cielos padece violencia y los que se la hacen lo arrebatan". (Math. XI-12).

NOTAS:

Coro de trigo.-El Coro era una medida para áridos equivalente a cinco fanegas: Cien coros de trigo son como quinientas fanegas.

Riquezas de iniquidad (mammona iniquitatis). Llama Nuestro Señor a las riquezas con el calificativo de "iniquidad" no porque las repruebe o desconozca la propiedad privada, sino para patentizamos:

a) que son falsas y engañosas, vanidad de vanidades y aflicción de espíritu (Ecles. I-14).

b) que, quien las posee y las desea, fácilmente cae en tentación.

c) que, quien se pone en contacto con ellas, aun cuando sean ajenas, fácilmente se ensoberbece.

d) que, quien no las posee lícitamente, es un inicuo y está obligado a la restitución.

e) que, aun poseyéndolas lícitamente, son de difícil administración, pues el poseedor puede resbalar en injusticia sintiéndose dueño absoluto y no administrador de la Providencia, al negar a sus riquezas la función social.  

Acertadamente añade Torres Amat su explicativa "manantial" que dejamos encerrada entre paréntesis.

Seáis recibidos.-He aquí la preciosa conjugación de la justicia social cristiana: el buen uso de las cosas temporales, la interdependencia de las clases: el equilibrio social logrado por la equidad sin destruir el orden existente, la comunión de los santos que es la participación de los bienes espirituales en recíproca correspondencia por los beneficios temporales.

"Un ejército silencioso que trabaja en el subsuelo de la historia".-Es la expresión de algunos masones que mejor: define el carácter secreto y misterioso de la masonería. El Canon 2335prohibe, a todo católico bajo pena de excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica, pertenecer y hasta dar su nombre a una secta secreta cuando ésta maquina contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas, de modo público u oculto.

NOTAS al siguiente comentario (Luc, XIX-41-47)

"Hosanna".-Palabra hebrea intraducible que equivale a nuestro ¡Viva! La delicadeza de la expresión hebrea exigiría una traducción más delicada como "Salud", "Salve"; pero encerrando cierto deseo de bendición. Por esta razón ha pasado íntegra a todos los idiomas. El traducirla por una expresión nacional vulgarizaría hasta lo prosaico la preciosa exclamación. Scío explica que la original es Hoschigna nah, y equivale a: "Salvad, yo os ruego".  Posteriormente los pueblos cristianos aclamarían a sus reyes con una expresión semejante: "Dios salve al Rey". Este es, a nuestro entender, el concepto mas aproximado a la aclamación "Hosanna".

Tolle, Tolle! -Palabras latinas: ¡Quita, quita! con que la Vulgata traduce el repudio que de Jesucristo hicieron las turbas alborotadas en el juicio de Pilatos. (Consultar Jn. XIX-15).

Benedictus.- (Lat.) bendito, bendecido. (Math. XXI-9; XXIII-39; Marc. XI-10; Luc. XIII-35). Aclamaban las turbas a Jesús como "el que viene en el nombre del Señor", es decir, al enviado de Dios, al Mesías.

Reversibilidad.- Capacidad de recorrer en sentido inverso la misma línea de sucesión para poder desarrollarse nuevamente. De tal manera repugna la aplicación de esta idea a la sucesión natural del tiempo, que aun en las narraciones de ciencia-ficción, se engendra un conflicto y trauma psicológico en quienes quisieran desentrañar este abismo. Compruébese esto siguiendo la serie de T.V. "El Tunel del Tiempo" que confunde fatídicamente al tiempo con el espacio la sucesión con la permanencia.







lunes, 12 de septiembre de 2016

Continuación del Santo Evangelio...(cont.)




Los Falsos Profetas

Continuación del Santo Evangelio según San Mateo. (VII, 15-21).

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos voraces; por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cogen uvas de los espinos, o higos de las zarzas? Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos y todo árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos; ni un árbol malo darlos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, será cortado y echado al fuego. Por sus frutos, pues, los podréis conocer. No todo aquél qué me dice: ¡Oh, Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; "sino el que hace la voluntad de mi Padre Celestial, ese es el que entrará en el reino de los cielos.

COMENTARIO:

De suma importancia es la advertencia que nos hace el Señor en este párrafo evangélico:

"Guardaos de los falsos profetas".

Nunca tuvo tan fiel aplicación esta recomendación como ahora en que corren tantas doctrinas, unas abiertamente y otras en secreto, pero todas disfrazadas de verdad, y afirmando todas ser cada una la verdad.

Así lo grita a voz en cuello el racionalista que, prescindiendo de la fe, dice aceptar solamente lo que capta su razón; el materialista que, semejante a los brutos animales, sólo acepta el raquítico testimonio de sus sentidos.

Así lo dice bajo mil máscaras la masonería, que pretende conciliar el humanitarismo filantropico con lo sobrenatural y, revistiéndose de ridículos misterios, sirve solapadamente a los fines del demonio.

Esto pretende también el funesto Protestantismo en cuyo seno ha reventado la suma de todas las herejías y ha engendrado a los tres errores anteriores.

Estos últimos, los protestantes, son, con toda verdad, lobos con piel de oveja.
Bajo la capa de una vida austera en las costumbres, pretenden la extensión del Reino Mesiánico mediante la libre interpretación de una Biblia falseada y mutilada, claro atentado en contra de la Verdad.

Caminan de casa en casa, hablan de Dios, predican el bien. ¿Dónde está su mal? En torcer el sentido de las Sagradas Escrituras y falsear la verdad encerrada en la verdadera doctrina predicada por Jesucristo.

Pretenden enseñar un cristianismo genuino, pero muestran su falsedad al suprimir el Altar, el Sacrificio, los Sacramentos y el Sacerdocio, medios instituidos por el mismo Cristo pero que ellos aborrecen así como el demonio aborrece el culto al verdadero Dios.

Dicen que basta creer; pero ellos no creen lo que Cristo enseñó, ni predican las obras efectivas que, elevadas por la gracia, nos granjean la vida eterna.

"Por sus frutos los conoceréis".

Lógico resultado de esta anarquía espiritual fueron los errores ya citados del Racionalismo, el Materialismo y la Masonería.

Y como si esto fuera poco, alcanzan sus efectos hasta engendrar el último alarde de impiedad: el Comunismo. Sí; aunque nieguen y protesten los protestantes, siguiendo el árbol genealógico del Comunismo, hallamos que su progenitor es el Protestantismo.

El Comunismo no es sólo una doctrina social económica; es toda una filosofía que pretende resolver todos los problemas sin Dios: es la filosofía de la impiedad.

Su característica esencial es el ateísmo y su fuerza expansiva radica en la revolución.
Como es falso en sus principios e ilógico en sus consecuencias, no puede convencer al entendimiento humano, y tiene que ser impuesto por la fuerza. Los dirigentes mismos no son Comunistas convencidos, sino individuos que obran por propia conveniencia y, en abierta oposición contra la verdad conocida, persiguen un plan diabólico: borrar de toda conciencia humana el sentimiento de Dios y entronizar a una clase privilegiada: la del Partido, que dominará al mundo conforme a los planes mismos del demonio.

Tan tremendos enemigos de la verdad pretenden ser la verdad misma. Y en tanto que nos cuidamos de unos, otros avanzan terreno. Hoy, por ejemplo, nos cuidamos del Comunismo y, mientras debatimos en polémicas, nos roba terreno el cobarde protestantismo.

La Santa Iglesia Católica, fiel a sus principios de paz y salvación, está celebrando un Concilio Ecuménico en el cual ha dado oportunidad a todos los que no son católicos de reconciliarse con Dios e ingresar a su seno.

Unos han oído la voz de la Iglesia, otros la han despreciado y otros la aprovechan para seguir esparciendo errores, lo cual es indicio inequívoco de mala fe. Así por ejemplo, al recomendarnos el Santo Padre Juan XXIII llamarles con caridad "nuestros hermanos separados", muchos no se han rendido por esta muestra de caridad, sino que han alegado este título como señal de identidad con la doctrina, sin convertirse a la Fe. No los llama el Papa "hermanos" para protestantizar a la Iglesia, sino para demostrarles que la Iglesia está dispuesta a recibirlos con los brazos abiertos cuando, abjurando sus errores, abracen la verdad católica.

Otros han tomado ya las traducciones católicas de la Biblia para argumentar a favor suyo. Advirtamos que el mal en este caso no está en el texto que leen, sino en el modo torcido de interpretarlo por propia autoridad. Así tomó el demonio los textos verdaderos pero les dio una falsa interpretación cuando tentó a Jesús en el desierto.

A estos herejes de mala fe se les llama sectarios. No son aptos para la verdad porque la odian, y sólo pretenden servir de instrumento a Satanás para perder las almas o por lo menos para desorientarlas.

Guardémonos, pues, de los falsos Profetas, pues aunque traigan el nombre del Señor en los labios no son de Dios. "No todo aquel que dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre".
¿Y dónde está la voluntad del Padre?
En las prácticas y enseñanzas de la única
Iglesia que puede con toda verdad llamarse

UNA,
SANTA,
CATOLICA,
APOSTOLICA

Y ROMANA.



jueves, 8 de septiembre de 2016

Continuación del Santo Evangelio... (cont.)




NOTAS:

Esta es la segunda multiplicación de panes. No debemos confundirla con la primera acaecida tres meses antes. (Lc. IX-10-17; Mt. XIV-13-23; Mc. VI-30-46; Jn. VI-1-15) (Consultar Mc. VIII-19-20).

Compuesto humano.-La resultancia de la unión substancial del alma con el cuerpo humano; es decir el hombre, que sólo es hombre mientras persiste esta unión substancial. El cuerpo sin el alma no es un hombre sino un cadáver; el alma sin el cuerpo no es un hombre sino una substancia espiritual incompleta que tiene exigencia radical para unirse con su cuerpo. Después de la separación del cuerpo, permanece en el ser debido a su misma naturaleza: pues por ser espiritual es simple y por ser simple es incorruptible.

NOTAS al comentario siguiente (Mth. VII-15-21):

Profeta.-Personaje divinamente inspirado que transmite a los hombres la voluntad y las revelaciones de Dios. El sentido que le da el Señor en este pasaje al añadirle el dictado de falsos, es el de impostor, es decir, que sin vocación divina ni inspiración sobrenatural se atreve a usurpar estas funciones sagradas. El desarrollo de la comparación: por sus frutos, claro indica que estos impostores frecuentemente obran inspirados por el espíritu diabólico, y los más desarrollan un profetismo satánico diametralmente opuesto al Espíritu Santo.-En el Apocalipsis (XIX-20) se habla del falso profeta, precursor del Anticristo. (Consultar también Apoc. XIII). Traducciones Católicas muy usadas por los Protestantes para confundir a los Católicos: - Torres Amat, Nácar Colunga. Bover-Cantera y algunas ediciones monumentales enriquecidas con estampas católicas y retratos de prelados.-La Biblia protestante de las sectas de habla hispana muy divulgada en Latino-América es la "antigua versión de Casiodoro de Reina (1569) revisada por Cipríano de Valera (1602) y cotejada posteriormente con diversas traducciones y con los textos hebreo y griego". Esta leyenda se encuentra al principio de las ediciones protestantes de la Biblia. - La manera de distinguir las traducciones protestantes de las católicas es, además, de este epígrafe, comprobar que carecen de imprimatur y revisar el índice. En las biblias protestantes faltan los libros y pasajes del Antiguo Testamento llamados Deutero-canónicos: Tobías, Judith, Sabiduría, Eclesiástico, I y II de los Macabeos y Baruc, y los pasajes Deutero-Canónicos del Nuevo Testamento. En algunas Biblias protestantes faltan del nuevo Testamento los libros siguientes: la Epístola de San Pablo a los Hebreos, la 2ª de San Pedro, la Epístola de Santiago, 2ª~ y 3ª de San Juan, la de San Judas y el Apocalipsis. (Las biblias protestantes que sí tienen el Apocalipsis, niegan su origen apostólico atribuyéndoselo a Juan el Teólogo).

Los pasajes deuterocanónicos son: Antiguo Testamento: Esther, X-4; XVI-24/ Dan. III-24-90, XIII y XIV. Nuevo Testamento: Mc. XVI-9-20/  Luc. XXII, 43-44/ Jn. VIII-2-12/  (I Jn. V-7).

Sin embargo, hay ediciones protestantes que admiten los libros y pasajes admitidos por la Iglesia Católica. Cuanto a la traducción, hay notables alteraciones; no se encuentra ninguna nota explicativa dado el principio protestante del "libro examen"; sólo se hallan concordancias al margen. Los fieles católicos no deben retener ni leer ninguna edición protestante de la Biblia.

Deutero-Canónicos.-Los libros inspirados que no fueron insertados en el Canon universal sino después de largo examen. Su inserción posterior no les quita un ápice de inspiración. Los protestantes confunden el término "Deutero-Canónico" (posteriormente canonizado) con el término "apócrifo" igual a escondido, desconocido, que identifican con el concepto "falso".

Sectarios.-EI término puede entenderse en sentido filosófico, sociológico, teológico.. canónico: el que sigue una secta o facción. En el uso común religioso, la palabra encierra la idea de herejía, fanatismo y ciega intransigencia.


NOTAS:
Esta es la segunda multiplicación de panes. No debemos confundirla con la primera acaecida tres meses antes. (Lc. IX-10-17; Mt. XIV-13-23; Mc. VI-30-46; Jn. VI-1-15) (Consultar Mc. VIII-19-20).

Compuesto humano.-La resultancia de la unión substancial del alma con el cuerpo humano; es decir el hombre, que sólo es hombre mientras persiste esta unión substancial. El cuerpo sin el alma no es un hombre sino un cadáver; el alma sin el cuerpo no es un hombre sino una substancia espiritual incompleta que tiene exigencia radical para unirse con su cuerpo. Después de la separación del cuerpo, permanece en el ser debido a su misma naturaleza: pues por ser espiritual es simple y por ser simple es incorruptible.

NOTAS al comentario siguiente (Mth. VII-15-21):

Profeta.-Personaje divinamente inspirado que transmite a los hombres la voluntad y las revelaciones de Dios. El sentido que le da el Señor en este pasaje al añadirle el dictado de falsos, es el de impostor, es decir, que sin vocación divina ni inspiración sobrenatural se atreve a usurpar estas funciones sagradas. El desarrollo de la comparación: por sus frutos, claro indica que estos impostores frecuentemente obran inspirados por el espíritu diabólico, y los más desarrollan un profetismo satánico diametralmente opuesto al Espíritu Santo.-En el Apocalipsis (XIX-20) se habla del falso profeta, precursor del Anticristo. (Consultar también Apoc. XIII). Traducciones Católicas muy usadas por los Protestantes para confundir a los Católicos: - Torres Amat, Nácar Colunga. Bover-Cantera y algunas ediciones monumentales enriquecidas con estampas católicas y retratos de prelados.-La Biblia protestante de las sectas de habla hispana muy divulgada en Latino-América es la "antigua versión de Casiodoro de Reina (1569) revisada por Cipríano de Valera (1602) y cotejada posteriormente con diversas traducciones y con los textos hebreo y griego". Esta leyenda se encuentra al principio de las ediciones protestantes de la Biblia. - La manera de distinguir las traducciones protestantes de las católicas es, además, de este epígrafe, comprobar que carecen de imprimatur y revisar el índice. En las biblias protestantes faltan los libros y pasajes del Antiguo Testamento llamados Deutero-canónicos: Tobías, Judith, Sabiduría, Eclesiástico, I y II de los Macabeos y Baruc, y los pasajes Deutero-Canónicos del Nuevo Testamento. En algunas Biblias protestantes faltan del nuevo Testamento los libros siguientes: la Epístola de San Pablo a los Hebreos, la 2ª de San Pedro, la Epístola de Santiago, 2ª~ y 3ª de San Juan, la de San Judas y el Apocalipsis. (Las biblias protestantes que sí tienen el Apocalipsis, niegan su origen apostólico atribuyéndoselo a Juan el Teólogo).

Los pasajes deuterocanónicos son: Antiguo Testamento: Esther, X-4; XVI-24/ Dan. III-24-90, XIII y XIV. Nuevo Testamento: Mc. XVI-9-20/  Luc. XXII, 43-44/ Jn. VIII-2-12/  (I Jn. V-7).

Sin embargo, hay ediciones protestantes que admiten los libros y pasajes admitidos por la Iglesia Católica. Cuanto a la traducción, hay notables alteraciones; no se encuentra ninguna nota explicativa dado el principio protestante del "libro examen"; sólo se hallan concordancias al margen. Los fieles católicos no deben retener ni leer ninguna edición protestante de la Biblia.

Deutero-Canónicos.-Los libros inspirados que no fueron insertados en el Canon universal sino después de largo examen. Su inserción posterior no les quita un ápice de inspiración. Los protestantes confunden el término "Deutero-Canónico" (posteriormente canonizado) con el término "apócrifo" igual a escondido, desconocido, que identifican con el concepto "falso".

Sectarios.-EI término puede entenderse en sentido filosófico, sociológico, teológico.. canónico: el que sigue una secta o facción. En el uso común religioso, la palabra encierra la idea de herejía, fanatismo y ciega intransigencia.