domingo, 27 de abril de 2014

Via crucis y via matris (final).

11.- IV Estación. - Donde pude encontrar y acercarme a mi Divino Hijo.

En esta encrucijada, con grande esfuerzo, pude acercarme a Él. Se había levantado de su primera caída a fuerza de latigazos y maldiciones; había vuelto a cargar su Cruz y caminaba doliente y ensangrentado.

La Omnipotencia Divina obró milagrosamente para que Yo pudiera situarme al medio, frente a frente de mi Hijo, y para que los soldados, la turba y los Sanhedritas enmudecieran extrañados, para que la crueldad no interrumpiera nuestro último coloquio...

Y así como ellos quedaron detenidos, el tiempo también se detuvo, como si todos hubiésemos entrado a la eternidad. Si fué un instante, no lo sé; si fue una hora, tampoco lo sé... si en carne, si fuera de ella... pero en ese intervalo viví una eternidad de misterio ...

Le vi a los ojos y me miró profundamente... Penetré por sus pupilas ensangrentadas la hondura de su Alma y vi que no podría medirse su dolor. Pero sentí que mi presencia le era confortante... Presencia con presencia, conciencia compenetrada con Conciencia éxtasis de amor doloroso y de amoroso dolor: abismo insondable de comprensión recíproca, de espiritual comunión ....

"Madre mía, - me dijo por conocimiento sobrenatural infuso y mediante esta mirada purísima - no vienes a buscarme como en aquellos días de mí Infancia en Jerusalén, pues bien sabes que hoy, más que nunca, me ocupo y me consumiré en aras de la gloria de mi Padre. Vienes hoy a padecer conmigo. Tu presencia amorosa me alienta a continuar la Obra comenzada, pues en Ti veo cumplidos por adelantado todos los frutos de mi Pasión y de mi Muerte; ya que, en previsión a estos méritos míos, Tú fuiste preservada de la culpa original y adornada en grado sumo de todas las gracias. Si sólo por haberte creado Inmaculada se agotaran los méritos infinitos de mi Pasión, con gusto habría padecido, por cuanto Tú eres la obra maestra de la Creación y de la Gracia, y el compendio místico de toda la humanidad, la figura purísima de la Iglesia.

Con tu entrada a este mundo, con tu Concepción Inmaculada, sellé y confirmé la perpetua enemistad entre Satanás y la Mujer y quebranté por anticipado la cabeza de la infernal Serpiente. Es tiempo ya de dar fin al imperio del demonio y consumar su destrucción arrebatándole los derechos que sobre Adán y sobre los hijos de Adán adquirió por el pecado en el Paraíso. Pago ahora, con esta mordedura mortal en mi Humanidad, el precio de este rescate, pero ¡aviva la esperanza! que Yo saldré victorioso en esta lucha por mi gloriosa Resurrección".

Yo, humillada y confusa por mi nada, sólo sobreviví al dolor porque estaba unida a su Alma y Él me participaba de su fortaleza. Si renunciando a mi propia existencia y volviendo a la nada, hubiera aliviado su infinita pena, con gusto me hubiera aniquilado; pero era Yo parte del plan salvífico, y la Pasión de mi Hijo la esencia misma de la Redención.

"Hijo mío, mi Señor y mi Dios - respondí Yo desde el fondo de mi alma - No quiero gloriarme en las cosas grandes que por amor y reverencia a tu Divina Persona hizo en su esclava el Todopoderoso, sino en tu Cruz y en tu dolor, por los que salvas hoy al mundo. Adoro los designios del Padre y tu Divina Voluntad, que ha escogido por amor este camino, y me uno a tu Sagrada Persona en el Espíritu Santo, para ser místicamente crucificada contigo."

El tiempo volvió a contar. Cristo bajó sus párpados ensangrentados y continuó su camino. Desde su Corazón me comunicó estas palabras que resonaron en el Mío: "Contigo en seguimiento Mío, ya no estoy sólo en el dolor... sigamos juntos, Madre Mía,... ¡hasta la Cruz!"

Dios te Salve, María ...



12.- III Estación.- Donde Jesús cayó por primera vez.

Esta es la "Puerta Judiciaria", donde los ancianos se sentaban antiguamente para administrar justicia.

Cuando mi Divino Hijo pasaba frente a esta puerta, aún estaba Yo lejos y casi no podía mirarle. Se perdió de repente a mis ojos y escuché una sarcástica risotada de la plebe, movida por Satanás, que más parecía el silbo penetrante de la Antigua Serpiente. Esta sería quebrantada en el Calvario, pero antes mordería con furia el calcañar humano del Redentor.

Todo esto me indicó que había caído, y en realidad, cayó golpeando con sus vacilantes manos las recias puertas del añoso recinto.

Contemplé en ello un misterio: Mi Jesús carga las culpas de la humanidad; las puertas de la justicia humana son incapaces de abrirse para Él, porque no es de allí de donde ha de venir la salvación a los hombres, sino de la Justicia de Dios, Quien abrirá su Cielo en atención y reverencia a la satisfacción que habrá dado el mismo Dios.

Hoy ha caído agobiado por los pecados del mundo, mientras las puertas de la justicia humana se le cierran, o por mejor decir, se ensañan, infames, contra Él. Pero ante el asombro de los Ángeles, de los hombres y de los mismos demonios, al tercer día se levantará glorioso del Sepulcro y será recibido en triunfo a través de las puertas eternales, como el Santo, el Fuerte, el Inmortal.

Dios te Salve, María ...



13.- II Estación.- El lugar donde mi Hijo abrazó y cargó su Cruz.

Esta es la Torre Antonia. Fue sacrílegamente construida en parte, dentro del Atrio del Templo, para que los soldados romanos vigilaran los movimientos del pueblo subyugado. Es un anticipo de la abominación de la desolación colocada en el Lugar Santo, que predijo el Profeta Daniel, y que se enarbolaría finalmente para ruina y destrucción del Templo y de la Ciudad deicida.

Aquí está el Pretorio donde reside el Gobernador pagano. Desde este Pretorio infame, tras la flagelación, la coronación de espinas y la burla de la soldadesca, comenzó Jesús su camino hacia el patíbulo. Abrazó la Cruz que los hombres le prepararon, y desde entonces no se ha separado de Ella, pues la deseó con vivas ansias como deseó su Bautismo de Sangre y la proclamó como símbolo del dolor redentor que Él acepta y eleva a grado sobrenatural.

Yo corría por las calles de Jerusalén, como la Esposa del Cantar de los Cantares, para verle, para auxiliarle con mi presencia: "Durante las horas nocturnas busqué a quien ama mi alma; busquéle y no lo hallé. Voy a levantarme, daré la vuelta a la ciudad; por las calles y las plazas buscaré a quien ama mi alma: le busqué y no lo hallé". Sólo volví a verle rodeado de verdugos, cuando cargaba su Cruz y le hacían preceder a los otros dos ajusticiados.

¡El momento terrible había llegado! La sentencia del Juez romano comenzaba a cumplirse en la tierra, y en el cielo los designios misteriosos de la Divina Majestad.

Mi corazón desfallecía, pero Yo trataba de alcanzarlo. Juan, joven fiel cuya pureza descansó en el corazón de mi Hijo, me acompañaba para auxiliarme, abriéndome paso por entre la multitud de ingratos que no se atrevieron a salir por su Benefactor. Las santas mujeres me asistían y trataban de detenerme para defenderme del tropel y de los empellones de los soldados. Yo, empero, deseaba estar a su lado para ser sacrificada juntamente con el Amado de mi alma.

¡Así corrieras tú por el martirio, o al menos por el cumplimiento de tu deber en que el buen cristiano se martiriza cada día!

Dios te Salve, María ...



14. - I Estación. - Donde el dador de la vida recibió de los hombres sentencia de muerte.

¡Litostrotos! En este lugar, donde debiera administrarse por los hombres la justicia de Dios, abusando del poder que le había sido dado de lo Alto, la hipocresía de un gentil condenó al Hijo del Altísimo.

Aquí sufrió un humillante careo con el pueblo azuzado por los Pontífices. De aquí salió al juicio de Herodes como rehén y prenda de una vergonzosa reconciliación política entre tiranos, y aquí mismo regresó con túnica de demente... Aquí fue donde, después de proclamar solemnemente su inocencia, lo azotaron como a un esclavo levantisco, y donde se burlaron de su realeza divina... Aquí, el mismo pueblo que lo había recibido con Hosannas, días después lo reclamó para la Cruz... Aquí, en este lugar, - ¡Dios Bendito! - este pueblo duro de cerviz asumió la responsabilidad de Su Sangre y prefirió el anatema a la Redención, la amistad de un poderoso de la tierra antes que aceptar el reinado de paz, de gracia y de verdad del Rey Inmortal de los siglos ...

Dolor profundo para mi alma, porque ese pueblo es mi pueblo, la raza cuya sangre llevo, y por haber sido, hasta ese momento, el pueblo de Dios. Toda una historia de milagros y privilegios se derrumbó en un instante, y cumplióse entonces lo anunciado por Daniel Profeta: "No será más pueblo suyo el pueblo que habrá de negarle".

Y fue ese el momento en que el Padre Celestial conmutó la sentencia de Adán tomando a cambio la sentencia de su propio Hijo. Hijo que también es Mío y que Yo ofrecí a Dios con grande sacrificio de mi alma.

Si físicamente no pude trasladarme a este lugar, espiritualmente no lo abandonaba. Cuando se despidió de Mi en el Cenáculo, Yo ya sabía que ésa había sido la última Pascua y que estaba en vísperas de su Pasión. Mi deber era inclinar mi frente con reverencia para dar paso a la Divina Voluntad; repetir el "fiat" que un día venturoso había Yo pronunciado al recibir el mensaje del Arcángel; entrar en oración, oración de lágrimas, oración de agonía, oración de ofrecimiento, de holocausto, de aniquilamiento personal y de muerte lenta ...

El Hijo que por milagro inaudito hiciste germinar en mis entrañas, oh Espíritu Divino, el mismo que según la Ley rescaté en el Templo, oh Padre Celestial, os lo he devuelto en cada instante, porque desde la eternidad y en Vuestro Seno Trinitario el Verbo ha sido aceptado como Víctima de amor por el hombre.

Os lo he devuelto, sobre todo, desde el día en que, dejando el taller de mi Castísimo Esposo José, fue conducido por Vos, Espíritu de Amor, para emprender su Ministerio público. El debe ahora entregarse a la reparación de la Gloria su Padre, y ha de desprenderse ahora, en la tierra, de su propia Madre. He aquí a Vuestra esclava, Señor; cúmplase en Vuestra esclava y en el Hijo de Vuestra esclava, Vuestra Voluntad Santísima ...

Así oraba Yo en lo secreto de mi alma, cubierta por las obscuridades de esa noche, mientras seguía, en espíritu, la Oración del Huerto, el prendimiento, el juicio previo, la humillación del Aposentillo, y el Juicio del Sanhedrín.

Así me sorprendió la aurora: no lo dejé ni un solo instante: no se cerraron mis párpados ni mi Corazón cejó en Su vigilancia. Y Él lo sabía: sentía de cerca los latidos de mi corazón desgarrado.

Esta mi previsión y vigilancia la hice físicamente presente trasladándome hasta el Pretorio, encontrándole en las calles, siguiéndole en la ascensión al monte; presenciando, con muerte de mi ser entero, Su Sacrificio; recibiendo sus últimas Palabras; asistiéndolo al morir y depositándolo, por fin, en el Sepulcro ... Y todo esto lo uní, en intención Corredentora, a la Intención esencialmente Redentora de mi Hijo.

Todo sucedió en cumplimiento de las Escrituras, tal como te lo he narrado al volver del Sepulcro a Jerusalén y hasta el presente lugar, donde dió principio la Pasión de tu Redentor y tu Dios.

Dios te Salve, María ...



Despedida.

Maria.- Y ahora, hijos de mis lágrimas, dejadme en mi soledad. Continuaré llorando el mismo llanto que comenzó con el Anuncio de mi Maternidad Divina, hasta que llegue el día de unirme nuevamente con mi Hijo Dios; y aún unida, conservaré en mi corona estas gemas que he ganado como Reina del dolor; que si por ser la Madre del Altísimo me llamarán Bienaventurada todas las generaciones, por haber sufrido tanto unida Íntimamente a la Pasión de Cristo, precederé a los mártires de todos los siglos.

El alma.- Señora y Madre Nuestra: es tal nuestra pequeñez, que su exigua y mezquina proporción moral no podría soportar una sola gota del inmenso mar de tu dolor. Permítenos, al menos, la disposición de unimos a Tí en esta pena que es la pena de tu vida entera. Haz que el pasmo y reverencia de estos divinos misterios informe toda nuestra vida y nos lleve, por la compunción, a una muerte santa, para gozar contigo los frutos de la Redención.


Así sea.

Dios te Salve, María ...

Via crucis y via matris (cont).

8.- VII Estación.- Donde Cristo sufrió su segunda caída.

Este es el recodo donde su Cuerpo, debilitado por la vigilia anterior, el ayuno y los malos tratos, cayó y tocó el polvo su Rostro santísimo.

¡Quién me hubiera dado el poder levantarlo con el amor y la delicadeza con que sostenía sus primero pasos en el destierro de Egipto! Nadie más que Yo, sabía que era el más hermoso entre los hijos de los hombres. Ellos, sin embargo, sólo vieron en esta caída una molestia más que les impedía llegar a la cumbre para ajusticiarlo. Nuevamente lo golpearon, lo levantaron a empellones, mientras los otros condenados al cadalso, acostumbrados a esfuerzos adecuados a su ruda naturaleza, le veían con despecho haciendo mofa de su exquisita delicadeza y culpándolo de prolongar su suplicio.

Yo, entre tanto, guardaba todas estas cosas meditándolas en mi Corazón. Ví en esta segunda caída un misterio: el hombre está presto para caer en el pecado, pero es tardo y ciego para levantarse, porque sin la Gracia no puede volver a Dios. Mi Divino Hijo deseaba expiar tus recaídas espirituales y enseñarte cuántos dolores y humillaciones le costó ganarte el auxilio divino necesario para tu conversión ...

...Y siguó su camino: camino de dolor, camino de Sangre... Una sola finalidad le animaba: reparar la gloria de su Padre; un solo intento lo sostenía: rescatar a la raza de Adán; una sola llama le enardecía: el amor infinito con que se prodigaba. Y el haber llegado el día del holocausto era para Mi la consumación de toda una Vida: la hora suprema en que debía realizarse el objetivo único de la Encarnación: ¡ay!, que para esto lo concebí en mis entrañas.¡Oh abismo impenetrable de contemplación sin límites: que en la realización de este Misterio Él mismo me escogió por Madre!

Dios te Salve, Maria ...



9.- VI Estación.- Lugar donde la Verónica enjugó el Rostro de Jesucristo.

En este, lugar acaeció que una mujer esforzada confundió a los pusilánimes espectadores por su valor en confesar públicamente su amor y devoción por mi Hijo. Afligida en extremo por el aspecto que presentaba el Sagrado Rostro y deseando aliviarle, abrió se paso entre la multitud, rompió el cerco de los soldados, se acercó piadosamente y, puesta de rodillas, lo limpió con un lienzo. La gratitud iluminó los nobles rasgos del Señor, y fue aquí donde milagrosamente estampó su Santa Faz y dejóla impresa como regalo a la humanidad.

Dos veces hizo el Redentor este regalo; en la Sábana con que fue amortajado y en el lienzo de la Verónica; y en sendas ocasiones se mostró dolorido y paciente, para que tú y todos los hombres tuviérais presente que con dolor fuísteis redimidos y para dar un perpetuo mentís al mundo, que pretende llevaros al Cielo mediante una vida de placeres y comodidades, de diversiones y de satisfacciones terrenas. Y quiso dar estos divinos testimonios de su humanidad al fin dé sus días, para indicaros que debéis poner los ojos en la muerte y prepararos, mediante el dolor, a reportar con abundancia los frutos de la Redención.

Mediante Ese rostro, doloroso en el lienzo de Verónica y serenamente fúnebre en la Sábana Santa, no sólo da testimonio de su Pasión y de su Muerte, sino que también vigila tus pasos y tu conciencia... Tal es su majestad, que parece juzgarte, y tal su mansedumbre que parece invitarte a su seguimiento. Yo, que soy abogada de pecadores, pediré al Divino Juez que te muestre la serenidad y no la ira. Pero tienes que esforzarte por plasmar en tu alma sus divinos rasgos: sé tú otro Cristo, pues cristiano eres; sé otro Jesús y me tendrás por Madre.

Y ahora, ¿cuál será tu actitud ante el mundo? Mira cómo han desfigurado el Rostro de Cristo la impiedad, el ateísmo, las doctrinas liberales... Mira cómo lo presentan los herejes: desfigurado y falso... mira cómo pretenden presentártelo tus propias pasiones: ciego y mudo. ¡Sacude tu indolencia! Defiende a Jesucristo abriéndote paso entre la multitud que apostata, presentando ante los pueblos el verdadero Rostro de Cristo: confiésalo ante los hombres para que puedas ser confesado por Él ante el Padre Celestial.

Dios te Salve, María ...



10.- V Estación.- Donde comenzó el Cireneo a ayudarle a llevar la Cruz.

No quiso mi Señor padecer sin asociar a su Pasión a la creatura humana: era necesario que dejase una parte al hombre, para que el hombre cumpliese esa pequeña, parte en su propio cuerpo a fin de construir la Iglesia, que es el Cuerpo Místico labrado en esta obra de la Redención.

Por eso quiso ser ayudado por un hombre a llevar su Cruz, y le infundió conocimiento de lo que esa Cruz significaba.

Simón, un hombre desconocido, anónimo: la humanidad, fue obligado por los hombres; pero en los altos designios fue elegido dentro del plan divino a ayudarle con su Cruz. Ví la repugnancia con que recibió esta orden, y hubieron de obligarle, porque se resistía. Mas cuando tocó el Sagrado Madero, se conmovieron sus entrañas y comprendió el misterio cuando mi Divino Hijo volvió sus ojos agradecidos y le miró con ternura.

Yo sabía que este servicio le ganaría la salvación eterna. Yo misma le agradecí también su aceptación, tanto por el alivio que proporcionaba, a mi Hijo, como por haberse asociado a la Pasión. Ví en Simón al hombre convertido, como garantía de que la humanidad no despreciaría del todo el Sacrificio de su Redentor.

Y aunque no descargaron totalmente a Cristo del peso de la Cruz, Simón procuró piadosamente guiarlo, equilibrado, y sobre todo, impedir que su mástil arrastrase y golpease contra las piedras del camino, accidentes inevitables que le hubieran hecho más pesada la carga, golpes que hubieran repercutido en sus sagradas espaldas.

Si quisieras ayudar a Jesús, ya no digo con su Cruz, sino siquiera llevando de buena gana la tuya... Tú le ayudarías a llevar su Cruz, Yo te ayudaría a llevar la tuya; tú cumplirías la parte que te corresponde en la edificación de la Iglesia, y yo suavizaría con ternura de Madre las asperezas del camino: que si no pude hacerlo materialmente con mi Hijo, sí puedo hacerlo espiritualmente contigo alcanzándote las gracias necesarias para recorrer el camino de tu salvación.

No rehúyas la Cruz; no escuches con repugnancia su invitación al sufrimiento. Tócala al menos, decídete a sufrir, y en ese momento sentirás que todo se aligera, que la misma Cruz aparece amable, y que la locura de los Santos por padecer o morir, es la mayor cordura que puede alcanzar quien cumple en su carne lo que resta a la Pasión de Cristo, en favor de su Cuerpo Místico, que es la Iglesia.

Hoy, más que nunca, Cristo necesita víctimas para su Iglesia gravemente afligida. ¿Quieres ser su Cireneo?

Dios te salve María ....

sábado, 26 de abril de 2014

Via crucis y via matris (cont).

4.- XI Estación.- Donde fué clavado en Cruz el Redentor.

Este es el lugar donde fue ejecutada la crudelísima sentencia; donde gravitaron los vaticinios y la espectación de los siglos; donde el mundo entero y el Cielo mismo quedaron pasmados ante la infinita mansedumbre del Redentor. Los mismos verdugos se sintieron confundidos al constatar la docilidad con que se tendió sobre los madero para ser clavado de pies y manos.

No encontró el Profeta otra imagen más próxima a este hecho y a esta sumisa actitud, que la de un cordero, porque Él debía ser inmolado en la Pascua, y porque había de comportarse con la mansedumbre y entrega semejante a la de esa noble criatura.

Sin embargo, es necesario notar las diferencias: el cordero carece de racionalidad y de conciencia; Jesús, empero, además de poseerlas en grado infinito, es Dios y conoce en su esencia la trascendencia de los actos que realiza. Por eso es infinitamente meritorio su sacrificio, y nadie, ni los hombres más santos como Isaac en el monte Moriáh, ni los mártires más esforzados podrán igualar su obediencia y sacrificio: "se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz".

Los clavos horadaron esas Manos que crearon cuanto existe, y fijaron esos Pies que santificaron la tierra. Al mismo tiempo que se abrían paso entre músculos y tendones, el golpe de la maza hacía penetrar en mi alma la mística espada que predijo el anciano Simeón: "Y a tí, - me dijo mirándome fijamente a los ojos - una espada de dolor te traspasará el alma".

Ya puedes compadecer a la madre que nos presenta el Libro de los Macabeos, la cual presenció con fe y fortaleza inauditas el martirio, uno por uno, de sus siete hijos: no disminuyo, antes exalto su mérito ante Dios y ante los hombres. Pero has de saber que allí donde culminó el dolor de esas madres, allí comenzó el de esta indigna sierva del Señor; porque la misión que recibí al pronunciar mi "fiat", me ligó Íntimamente al holocausto de Quien daría sentido y mérito al sacrificio de cada uno de los mártires.

Vanos hubieran sido los dolores y vana la sangre de los mártires sin el supremo dolor y el infinitamente meritorio derramamiento de la Sangre de mi Hijo. Yo, de mi parte, recibo el dolor de todas las madres, para ofrecerlo unido al mío, y todos juntos al de mi Hijo, que en este lugar fue por nosotros clavado en la Cruz.

Dios te Salve, María ...



5.- X Estación.- Donde Cristo fué desnudado.

Aquí le despojaron de sus vestiduras. Vi la gloria del Tabor humillada por la desnudez del Calvario. Ese Cuerpo Divino yo lo recibí tiernecito en el establo de Belén: siendo yo una doncella humilde, tuve el privilegio único y singular de darle virginalmente la vida, de fajado, de llevarlo en mi regazo; así también lo amamanté y más tarde lo alimenté con mis manos.

Hoy, pasados ya seis lustros, el Cuerpo desarrollado y perfecto de la Víctima estaba maduro para ser sacrificado. Enmedio de este Misterio, adoré en el Espíritu Santo la voluntad del Padre y la propia elección del Verbo; pero me agobió el verlo desnudo frente a la multitud.

Su modestia y pureza inmaculada irradiaron un nimbo de luz espiritual que no permitió a nadie profanar, ni con la sombra del pensamiento, lo que Él más amaba: su virginidad; pues siendo el Cordero Inmaculado que entre lirios se apacienta, nació de Madre Virgen y tuvo por Ayo y Tutor a un Varón virginal, a quien por su pureza le dió el título de Padre, que Yo misma proclamé ante los Doctores del Templo.

Mas ¡ay!, que si por su aspecto se proclamaba ante el mundo la inmaculada virginidad, de mi Hijo, por el otro contrastaba frente a los pecados de impureza a que se inclina voluntariamente la mayor parte de la humanidad.

Considerándolo desde otro punto, el despojo de mi Hijo te enseña a despojarte de las cosas de la tierra. Su vida fue pobre desde su nacimiento: careció de todo durante su peregrinación por el mundo, pues aunque los pájaros tuvieran un nido y las mismas raposas se albergaran en madrigueras, Él no tuvo jamás algo propio dónde reclinar su Cabeza.

Desnudo se dispuso a morir para enseñarte que no son los bienes terrenales los que engrandecen al hombre, sino la gracia santificante y sus méritos en la presencia de Dios.

¡Ay, y mil veces ay!, que con este despojo se aprestaron a crucificarle y darle muerte de malhechor. Le quitaron la túnica inconsútil que yo misma le tejí con mis manos y le vestí siendo aún pequeño, y con la cual creció hasta la edad viril... codiciosamente la ambicionaron para sorteársela durante su agonía, y en su afán de rapiña arrancaron con la túnica los coágulos formados en la espalda por la flagelación.

Yo era muda testigo de todo, y sin poder aliviarle; pue si el mismo Padre no destacó legiones de Ángeles para librarlo, ¿quién era Yo para impedir que se cumplieran las Escrituras?

Dios te Salve, María ...



6.- IX Estación. - Donde Jesús cayó por tercera vez.

Bajemos ahora, hijo mío, hasta la falda, donde comienza el monte Calvario. Es otro lugar que debe abismar tu consideración.

Contempla, alma piadosa y compasiva, fresca aun la Sangre de mi Hijo que cayó en este lugar y bañó estas piedras. Fue su tercera caída. La dureza de estas piedras y sus cortantes aristas hirieron su Rostro, pero más le hirieron tus pecados, que fueron la causa de esta caída, de las dos precedentes y de la Pasión entera.

Mas no temas: te he dicho que las piedras fueron bañadas con la Sangre del Redentor. También ha bañado a tu alma dura con el baño del Bautismo para aplicarte la Redención sin límites.

Y a pesar del peso de la cruz, que lo oprimía, el amor lo incorporó para seguir su camino hacia el holocausto.

Yo no pude ayudarlo. Ofrecía al Padre la agonía de mi alma en conformidad con su Divina Voluntad, como victimato que se unía al Cordero de Dios inmolado en esta Pascua para borrar los pecados del mundo.

Hubiera deseado un coro infinito de almas generosas que también se ofrecieran a padecer juntamente con Él. Los Ángeles lloraban en el Cielo y custodiaban la Sangre divina que el Hombre-Dios dejaba en los guijarros de esta ascensión inmisericorde. Sangre que marcó sus huellas para que tú y todos los tuyos, y todos los hombres de todas las generaciones, pusiérais sobre ellas vuestros pies y calcárais en vuestra vida el camino del Cielo, que es camino de dolor.

¿Puedes alcanzar la sublimidad de esta doctrina que Él te enseñó con su Palabra y trazó con su ejemplo?

Dios te Salve, María ...



7.- VIII Estación.- Donde Jesús consoló a las piadosas mujeres.

Su dolor tenía una finalidad bien definida: redimirte, mostrarte su amor hasta el exceso. Por eso, cuando en este paraje salieron a su encuentro unas piadosas mujeres que lloraban al verle tan humillado y herido, pero sobre todo porque conocían la sentencia de muerte y que no volverían a verle en carne mortal derramando beneficios y destilando consuelos, Él se olvidó de sus propias penas y atendió a consolarlas: pero les descorrió el velo del misterio que es misterio de iniquidad: la causa de tanto dolor es el pecado, el desorden moral en que vive la humanidad, el odio y la envidia diseminados por el mundo.

Cada hombre, cada mujer, cada madre debe llorar en sí mismo la corrupción de los mortales, que, como leña seca, están a punto de arder.

Si al Unigénito, árbol florido de la Gracia, Dios así lo trata por haber salido fiador de todos los hijos de Adán, ¿cómo arderá la humanidad entera cuando caiga sobre ella la Justicia divina? Y ciertamente vendrán días en que las estériles se tendrán por dichosas, pues las que dieron a luz sufrirán dolor doblado: por sí mismas y por el castigo que caerá sobre sus hijos.

Medita bien esto: si el castigo del hijo culpable recae sobre la madre hasta causarle muerte porque siente en sí el dolor y la ignominia del hijo, ¿cuántas muertes caerían sobre mí, que soy la más tierna de todas las madres, al ver la Inocencia misma cargando los pecados de todas las generaciones y tratado como el desecho de la plebe?

¿Y cuántas más me resta por sufrir cuando la ira de la divina Justicia se desate sobre la humanidad, que ha colmado la medida en estos últimos tiempos, que son la época de tu generación, que ha visto a la perversidad y al odio desatados en todas las naciones?

No serán los montes los que os defenderán de la ira venidera, ni los collados serán vuestro refugio: ¡Terrible cosa es caer en manos del Dios vivo!

Oíd mi voz; reformad vuestra conducta; vivid conforme a Vuestra dignidad de cristianos, pues con Sangre Inocente fuisteis redimidos y con lágrimas de una Virgen Madre habéis sido, hasta ahora, defendidos.

Dios te Salve, María ...

jueves, 24 de abril de 2014

Via crucis y via matris (cont).

La Santísima Virgen María habla a las almas devotas: 


1.- XIV Estación.- Donde Jesús fue sepultado.

¿Y habré de abandonarte, suavísimo retoño de mis virginales entrañas? ¿Tendré que dejarte reposando en este sepulcro frío y oscuro?

Queda aquí mi corazón, traspasado pero aún palpitante, sepultado con el tuyo para darte mi calor de Madre. Queda mi alma para darte vida; queda mi amor para adorarte, mi ternura para velar por Ti.

¡Hijos míos, vosotros todos los que pasáis por el camino de la vida, atended y ved si hay dolor comparable a mi dolor!

En este sepulcro yace el Amado de mi alma, mi manojito de mirra. Se ha apagado la luz de mis ojos: la extinguieron quienes lo odiaban y la extinguen aún quienes dicen que lo aman.

Mira, alma redimida. Este es el sepulcro que le cedió generosamente un hombre bondadoso, porque al morir no había lugar para Él en toda la tierra, así como al nacer no lo hubo para Él en toda la comarca. Ha sido amortajado con un sudario dado de limosna, así como al nacer hube de envolverlo en paupérrimos pañales, aunque amorosamente preparados; ha sido puesto sobre dura piedra que no le pertenece, así como en su nacimiento hube de reclinarlo sobre duro y frío pesebre ajeno y no sobre una blanda cuna ...

Aquí, en este sepulcro escondido en el huerto que colinda con el Calvario, ha sido sepultado el Redentor del mundo, Dios y Hombre verdadero, Creador de todo cuanto existe y Juez de vivos y muertos.

Mira su lóbrega concavidad. Penetra y examina la fosa que encierra sus divinos despojos. Contempla inmóvil a quien imprimió el dinamismo a la materia inerte, y muerto a Aquél que derramó la vida en todo el Universo.

¡Oh, si la humanidad comprendiera que la causa de todo esto es el pecado! El era la luz que vino al mundo y brilló ante los suyos; pero el mundo prefirió quedar en tinieblas: los suyos no lo recibieron.

Caminemos, alma redimida. Volvamos por el mismo camino y te mostraré, uno a uno, los sitios de la vía dolorosa por donde hubo de venir mi Hijo para ofrecerse en sacrificio en redención de todas las generaciones.

Dios te Salve, María ...



2.- XIII Estación. - Donde ungimos y amortajamos a Jesús.

Mira, hijo de mis lágrimas: aún está húmeda la hierba y embebida la sedienta tierra que recibieron las abluciones que hicimos al Cuerpo de tu Dios.

Acababa de morir. Mi soledad fue más vasta que la del náufrago que en noche obscura se encontrara perdido enmedio del inmenso océano. Las tinieblas que inundaron la tierra desde la hora sexta hasta la hora nona se hicieron más densas, y un terrible terremoto sacudió la región para testimoniar la naturaleza su ira contra el hombre deicida y su dolor por la ofensa inaudita inferida a su Creador.

Los culpables huyeron cobardemente y descendieron de la cima del Calvario abandonando a los ajusticiados.

Luego siguió la dolorosa escena de la lanzada, el fluir misterioso de Sangre y Agua de aquél corazón que tanto había amado a los hombres ... y los ejecutores de esta bárbara sentencia desaparecieron también hundiéndose con paso tétrico en las tinieblas.

Únicamente quedamos Juan, Magdalena, las dos Marías y Yo, que sólo contemplaba el Cuerpo exánime del Señor, pendiente entre el Cielo y la tierra.

El Padre Celestial proveyó en favor de su Hijo: presentáronse dos varones piadosos, José de Arimatea y Nicodemo, y ayudados de Juan, bajaron delicadamente el Cuerpo Divino.

Mis brazos y mis fatigadas rodillas fueron el amoroso lecho en que descansaron sus helados miembros.

Jamás podrás comprender mi dolor ni medir mi amor ni comparar mi pena. No lo sintió tan intenso Eva cuando tuvo en sus brazos a su amado Abel, porque ella era la causante de esa muerte y sostenía el cadáver de un ser puramente humano. No fue tan profundo el de Resfá aunque llorara día y noche frente a los cadáveres de varios hijos. Porque Este es mi Dios, y porque el Espíritu Santo me dió una capacidad proporcionalmente infinita para sentir con ternura delicadísima la trágica muerte de todo un Dios que al mismo tiempo es mi Hijo.

Hubiera querido permanecer en esta situación por toda la eternidad anhelando comunicar mi vida y mi calor y el latido de mis venas al Cuerpo exánime de mi Unigénito. Pero me fue requerido respetuosamente por esos piadosos varones, y hube de desprenderme de Él para que le dispusieran a la sepultura.

Dios te Salve, María ...



3.- XII Estación.- Donde murió Nuestro Redentor.

Mira la Cruz. ¡En ella murió! Aún se encuentra enhiesto en la cima del Calvario este instrumento de tormento, que por haber sido bañado con su preciosa Sangre ha dejado de ser ignominioso, y pasa a ser glorioso para el Redentor y sus redimidos.

Aún puedes palpar con tus manos esta Sangre divina coagulada entre las ásperas cortezas, que han dejado de ser hirientes y duras para convertirse en suave yugo y ligera carga en virtud de la gracia que con ella te ha ganado Quien en ella murió.

El mismo la anunció como símbolo del cristiano, diciendo que, quien no quisiera abrazada con abnegación, no podría ser su discípulo.

¡Aquí murió! Aquí su Sangre, destilando de su Divino Cuerpo, penetró en este monte cuyas entrañas encierran el cráneo del primer hombre, para que el pecado fuera borrado en su raíz. Aquí fue plantado el árbol de la Cruz, para que en lucha singular fuera vencido el demonio, que en un árbol había derrotado al padre del género humano.

Aquí mori Yo también: ofreciendo a la Víctima Redentora, consumé la misión de Corredentora.

Aquí le oí sus últimas palabras, y entre suspiros y lágrimas amargas, aquí me constituyó Madre de todos los redimidos.

¿Has hallado un dolor semejante al dolor de una Madre, que ha de aceptar un trueque tan desventajoso, cual fue la entrega del Hijo Sacrificado, para recibir como hijo a quien le sacrificaba?

Pero no temas: tú también eres hijo de Mis lágrimas; Yo soy la Madre del amor hermoso, y del conocimiento y de la santa esperanza ...Por tí no sólo he ofrecido mi Hijo a la inmolación, sino también me inmolé ami Misma.

Hijo mío, mi deber de Madre me obliga a velar por su salvación.

No hagas vano tanto esfuerzo, tanto dolor, tantas lágrimas.

Dios te Salve, María ...

lunes, 21 de abril de 2014

Via crucis y via matris (cont).

ADORACIÓN DE LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS CRUCIFICADO.


(Por el P. Manuel Robledo, E.D.)

"Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba" (Jn. VII-37).

Míradme, Buen Jesús Dulcísimo, arrodillado ante vuestra presencia, y con el mayor fervor de mi alma, os pido y os ruego que os dignéis imprimir en mi corazón, vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero arrepentimiento de mis pecados y firmísima voluntad de enmendarme; mientras yo con gran afecto y dolor del alma, voy considerando y meditando vuestras cinco llagas, teniendo ante mis ojos, oh buen Jesús, aquello que el profeta David ya ponía en vuestros labios: "Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos" (Ps. XXI-17-18).


A la Llaga del Pie Izquierdo.

"Ved mis manos y mis pies" (Luc. XXIV-39).
(Meditación, Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.).



A la Llaga del Pie Derecho.

"Han taladrado mis manos y mis pies" (Ps. XXI-17).
(Meditación, Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.).



A la llaga de la Mano Izquierda.

"¿Qué significan esas heridas en tus manos? -Porque fuí herido en casa de mis amigos" (Zac. XIII-6).
(Meditación, Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.).



A la llaga de la Mano Derecha.

"Les mostró las manos y el costado" (Jn. XX-20).
(Meditación, Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.).



A la Llaga del Costado.

"Uno de los soldados, con lanza, le abrió el costado e inmediatamente salió sangre y agua" 
(Jn. XIX-34).



Responsorio: (Is. XII-13).

V/- "Sacaréis aguas con gozo
R/- de las fuentes del Salvador".



Oración.

Oh Padre Misericordioso: Dígnate mirar con amor infinito las Llagas del Cuerpo Santísimo de tu Hijo; y, pues quisiste que con la efusión de la Sangre Divina que manó de estas Llagas, fuera redimido el género humano, fluya tu misericordia en favor de quienes adoramos estas fuentes de salvación. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.
Amén.


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VIA MATRIS.

(Camino de la Madre).

(Por el P. Manuel Robledo, E.D. )



El rezo del "Via Matris" es semejante y como paralelo al rezo del "Via Crucis". Considera las catorce Estaciones de éste, pero en sentido inverso, porque se hace con la intención de brindar amorosa compañía a la Santísima Virgen Dolorosa en su regreso del Santo Sepulcro hasta el Cenáculo, pasando por el mismo camino que había transitado el Señor con su Cruz a cuestas, y deteniéndose en cada punto importante que la tradición cristiana ha llamado "Estaciones".

Se reza con mucho fruto espiritual los Sábados de Cuaresma incluyendo el Sábado Santo, como un complemento devocional al viacrucis que se ha rezado los Viernes de Cuaresma y el Viernes Santo.

El presente esquema puede usarse con este fin. Ha sido entresacado de nuestro "Devocionario de Cuaresma y Semana Santa".

Para evitar confusiones a las almas sencillas, advertimos que el haber redactado este "Vía Matris" como una narración protagónica en Primera Persona, es simplemente un estilo literario que nos pareció atractivo, muy piadoso y muy digno de la Madre Dolorosa. Jamás hemos pretendido hacerlo pasar como revelación o locución interior, o como fruto de algún carisma extraordinario.

Esperamos que, mediante su rezo, la Santísima Virgen se digne colmar de gracias a los devotos de su Augusta Soledad.

El Autor.


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Súplica del Alma a la Madre Desolada:


Dulcísima María, Madre de Dios y Madre nuestra:

Hénos aquí, a tus plantas, contritos y humillados por la responsabilidad que nos cabe en la muerte de tu Divino Hijo.

Conocemos y aceptamos anonadados el inmerecido beneficio de la Redención.

Hemos sido bautizados con la Sangre de tu Divino Hijo: somos trofeo suyo en esta lucha singular que acaba de librar contra el demonio seductor y contra la muerte eterna.

Al reconocer su sello indeleble en nuestras almas, no nos desecharás; antes nos amarás por reconocer en nosotros el fruto de tantos dolores y de tan afrentosa muerte. Verás también en nosotros el florecer de tus lágrimas, la recompensa a tu pena.

Permítenos, Señora Nuestra, acompañarte en tu regreso a la Ciudad Santa que hoy se ha convertido en ciudad deicida. Algún consuelo dará a tu alma atribulada nuestra insignificante compañía y el comprensivo dolor con que te amamos.

Dígnate regresar, oh Reina de los mártires. Retorna a tu retiro de Jerusalén cual tórtola doliente que vuelve a recogerse en las concavidades de la peña para gemir en su soledad.

La noche se apresura a tender su luctuoso crespón sobre la tierra. La Parasceve de este sábado solemnísimo de Pascua urge el recogimiento de todos los Israelitas.

Ven, Madre del dolor. Guíanos: seremos junto a ti como mansos corderos; enséñanos: seremos tus pequeños discípulos. Volvamos por el mismo camino que seguiste hoy mismo en pos de tu Hijo atormentado.

Sabemos que el repaso de los mismos sitios donde ha padecido el Redentor, renovará en Ti el dolor inmenso que te hería en esos momentos en que acontecían hechos tan luctuosos; pero, ¿acaso han de borrarse algún día? Nos será de pasmo abismal el contemplar los sentimientos de que abundó tu Alma en cada uno de los sitios en que Cristo dejó su Sangre por nosotros, y en los que Tú, con Esa Sangre, dejaste girones de su Alma.

Que tu ternura de Madre Dolorosa acabe, de ablandar nuestro humillado corazón.

Dios te Salve, María ...

Via crucis y via matris (cont).

VIII ESTACIÓN.

(Treinta y cinco metros adelante, frente al campo abierto).

JESÚS CONSUELA A LAS PIADOSAS MUJERES.

(Besando tierra. - Adorámoste ...)



"Nolite flere super me, sed super vos ipsas flete, et super filios vestros".
"No lloréis sobre mí, sino llorad más bien sobre vosotras mismas y sobre vuestros hijos" (Luc. XXIII-28).



Agradece, alma mía, la generosidad de tu Salvador. Al ver la fidelidad y las lágrimas de un grupo de mujeres piadosas que lloraban desconsoladas la humillante condición a que ha quedado reducido el Varón de Dolores y su inminente muerte, no pondera sus tormentos ni se refugia en la condolencia; antes olvidando generosamente su propio dolor, se duele de la amargura del pecado que le ha valido esta sentencia.

Pondera que, mientras llores los efectos y no detestes las Causas, en vano te lamentas. Llorar la Pasión de Cristo y hacer paz con el pecado es gran contradicción, pues el pecado es la causa de tan acervos dolores, y tantas veces crucificas a Cristo en tu corazón cuantas son las que te entregas a pecar (Cf. Hebr. VI-6).

Pero el dolor de Cristo va más al fondo cuando señala que es más de lamentarse la eterna condenación de aquellos que, desperdiciando o tal vez rechazando su divino victimato, prefieren precipitarse a la condenación eterna.

¡Oh misterio profundo el de la libertad humana! ¡Y el mundo entero se encamina a la condenación! Es tiempo aún de detenerlo. Danos, Señor, lágrimas de penitencia. Que caiga sobre el mundo tu Sangre Redentora.

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").



IX ESTACIÓN.

( Al subir la colina )

JESÚS, CAE POR TERCERA VEZ.

(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Et positis genibus, orabat". 
"Y puestas en tierra las rodillas, oraba" (Luc. XXII-41).

Por tercera vez, la Omnipotencia que sostiene y rige al Universo, cae en su Humanidad, rendido por el dolor, la carga y la debilidad de sus agotados miembros. Sus santas rodillas, su pecho amoroso, su rostro divino, tocan el polvo con estrépito que alegra y alarma a sus enemigos: los alegra diabólicamente porque le ven derrotado; los alarma porque recelan que no podrán darse el placer satánico de crucificarle.

Pero esta tercera caída encierra un misterio tres veces revelado en este viacrucis. Que el Hijo de Dios bajó de los cielos a la tierra y la tocó con su Cuerpo divino; que el Verbo Eterno se hizo hombre tomando nuestra humana y terrena naturaleza, y que la humillación de Jesucristo hasta besar el polvo es una expiación meritoria ante el Padre.

Así lo hizo en el huerto con la misma intención, como nos lo refiere San Lucas: "e hincando en tierra las rodillas, oraba". Aquí también la postración de Cristo es oración meritoria y satisfactoria por nuestra salud. Allá, con angustia de agonía; acá, con dolores de muerte. Pero aquí y allá en fuerza de un victimato redentor.

De tierra formaste al hombre, Señor: (Cf. Gén. II-7); con la tierra y tu saliva le abriste los ojos a tu luz (Cf. Jn. IX-6), y besando a la tierra de que fuimos formados y curados, ahora lo redimes. Da a mi cuerpo volver al seno de la tierra habiendo gozado los frutos de tu redención.

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").



X ESTACIÓN.

( En la cima del Calvario. Hoy, dentro de la Basílica).

DESPOJAN A JESÚS DE SUS VESTIDURAS.


(Besando tierra.- Adorámoste ...)


"Et dabant ei bibere myrrhatum vinum, et non accepit". 
"Y le daban vino mirrado; mas El no lo aceptó". (Mc. XV-23).



Mira, alma mía, al Buen Jesús que con ánimo esforzado y venciendo todos los dolores ha llegado finalmente a la cima del Monte Calvario.

Mientras los verdugos aprestan los instrumentos de la ejecución, unas piadosas matronas le ofrecen una mixtura de vino y mirra para que su efecto enervante, adormeciendo los nervios, enajenara la conciencia y disminuyera al dolor de la crucifixión. Pero El lo rehúsa porque está dispuesto a enseñar a la juventud la sobriedad, y a beber hasta las heces el cáliz de dolor que le da su Padre.

Contempla cómo con desprecio y brusquedad, los soldados le despojan de sus vestiduras y, con ellas, del coágulo que detenía la sangre de las heridas de la flagelación. ¡Qué dolor!

Pero el dolor se añade la confusión del purísimo Jesús al verse descubierto ante la multitud, y sólo por una disposición de la Providencia se le conceden los lienzos indispensables del pudor.

Esta afrenta permitióla el Señor para expiar los pecados de impureza, la desvergüenza de tantos cristianos sin pudor.

Y así, enseñando prácticamente la expiación en sobriedad y en pureza, enseña a la juventud los medios que la librarán de la disipación, del enajenamiento, de la lujuria tan fomentada por Satanás.

¿Osarás levantar tus ojos ante la Víctima Inocente?

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").



XI ESTACIÓN.

( Del punto anterior, a dos metros hacia el Este.)


JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ.


(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Crucifixerunt eum". 
"Lo crucificaron" (Jn.XIX-18).



Ha llegado el momento terrible por tantos años esperado y deseado por el Redentor.

Lo esperó desde su entrada al mundo, pues para eso había venido: "Héme aquí" (Ps. XXXIX-8); lo deseó en fuerza del celo con que buscaba tu redención por el derramamiento de su Sangré, según sus propias palabras: "Con bautismo tengo de ser bautizado, ¡y qué angustias las mías hasta que se cumpla" (Luc. XII-50). Mas no por su espera y deseo pierde su horror: los Evangelistas sólo consignan esta palabra: "lo crucificaron", porque ella sola encierra todo el dolor, toda la angustia, todo el tormento que un ser humano puede recibir en esta vida.

Considera, alma mía afligidísima, el sacrificio del Cordero de Dios para borrar tus pecados y los de todo el mundo (Cf. Jn. I-29), y piensa que de este sacrificio dependió la redención de todas las generaciones. Bien hubiera podido redimirte sin abandonar el seno del Padre, con sólo pedirlo; pero lo que bastó a su omnipotencia no satisfizo a su amor. Y aquí le tienes: después de sufrir crueles tormentos se entrega humildemente a la muerte poniéndose calladamente en manos de los verdugos, como un corderillo que no bala frente a quienes lo esquilan (Cf. Is. LIII-7).

¡Oh Rostro doliente de mi Señor, oh Cabeza atormentada, oh Espaldas desgarradas que yacéis sobre el tosco leño sosteniendo el Cuerpo entero mientras los verdugos clavan Pies y Manos a golpe de martillo! Ojos divinos que, a través de los grumos de sangre, contempláis el Cielo como para penetrar hasta el Trono del Altísimo, ¿qué miráis ante el Acatamiento divino? ¿qué misterios de justicia eterna y de amor infinito se entrelazan en este momento supremo de mi Redención?

(Meditación... "Señor, pequé ...)


XII ESTACIÓN.

( Cuatro metros al Norte - Este del punto anterior. )


JESÚS MUERE EN LA CRUZ.


(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Et,inclinato capite, tradidit spiritum". 
"E inclinando la cabeza, entregó el espíritu" (Jn. XIX-30).



Durante tres horas, desde sexta hasta nona, Jesús se debate en agonía. Densas tinieblas milagrosamente aparecidas en el Calvario, en la ciudad deicida y en todo el mundo, han mostrado el dolor de la naturaleza ante la agonía de Su Creador. Son las tres horas del Sacrificio en que, por una parte, el infierno vuelca sobre El su odio, su furia y sus horrores, y por otra el cielo se conmueve, los Ángeles lloran, por primera y única vez; el Padre Celestial, contemplando el rostro agonizante de su Cristo (Cf Ps. LXXXIII-10), rasga, conmovido, la sentencia condenatoria lanzada en el paraíso contra la raza de Adán. Jesús ha dado satisfacción plena a la justicia divina desde la encarnación hasta la cruz: "todo está 
consumado" (Jn. XIX-30), "e, inclinando la cabeza, entregó el espíritu".

La muerte de todo un Dios ha sido el precio del pecado, oh alma cristiana; la muerte infinitamente atormentada de Jesús, la condición de tu rescate.

Si ha muerto el Sol de tu vida, ¿podrás nuevamente ver la luz? Si ha muerto la alegría de los Ángeles, la razón de tu esperanza, ¿no cubrirás tu rostro con el crespón de la tristeza? Si ha caído al golpe de la justicia la Inocencia misma, ¿no ocultarás tu ser entero en las oscuras grietas de las peñas?

¡Conmuévase Natura en sus entrañas, rásguese el Velo del Templo! ¡La Sangre del Redentor ha penetrado el Calvario, el Hijo de Dios yace pendiente entre el Cielo y la tierra!

(Meditación... "Señor, pequé ... ").



XIII ESTACIÓN.

( Entre los dos puntos inmediatamente anteriores. )

DESCIENDEN EL CUERPO DE JESÚS Y LO DEPOSITAN EN BRAZOS DE SU SANTÍSIMA MADRE.


(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Acceperunt ergo Corpus Jesu".
"Tomaron, pues, el Cuerpo de Jesús" (Jn. XIX-40).



Al dolor espiritual y físico del Salvador, se une el dolor espiritual de su Madre. Infinito el de Cristo, finito pero proporcionalmente infinito el de María; redentor el de Jesús, corredentor el de la Virgen; de eficacia infalible el del Crucificado de intercesión poderosa el de la Reina delos mártires.

Contémplala ahora, cómo prolonga su dolor después de que la muerte ha puesto fin al tormento de su Hijo ... cómo sigue los afanes de los piadosos varones que desclavan y hacen descender, reverentes, el Cuerpo Sagrado ... cómo lo recibe en sus brazos y con sus lágrimas lo baña ...

Madre mía, no hay dolor que pueda compararse a tu dolor (Cf. Thren. I-12), pues, sosteniendo el cadáver del Hijo de tus entrañas, te encuentras madre del "hijo de la ira" (Eph. II-3) a quien debes proteger como hijo de tus lágrimas.

Un hijo mató a otro Hijo (Cf. II Sam. XIV-6). El criminal soy yo; perdóname por el Cuerpo de tu Hijo muerto que sostienes en tus brazos, pues en prenda del perdón que El me otorgó te entregó a mí por Madre mía.

(Meditación... "Señor, pequé ... ").



XIV ESTACIÓN.

(En el Santo Sepulcro.- Centro de la Rotonda de la Basílica).


JESÚS ES SEPULTADO.


(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Et, depositum, involvit sindone et posuit eum in monumento excisso, in quo nondum quisquam positus fuerat".

"Y habíéndolo descolgado lo envolvió en una sábana y le deposité en un monumento excavado en la peña, en donde nadie todavía había sido puesto". (Luc. XXIII-53).



El Cuerpo exánime de Jesús, amorosamente acariciado y besado por su Madre, reverentemente enjugado por la Magdalena y las, otras santas Matronas, sobriamente ungido de ungüentos y espolvoreado de mirra por San Juan y los santos Varones, es trasladado al sepulcro cuando caen las primeras sombras de la noche.

Contempla en espíritu esa triste y silenciosa procesión... mira el sepulcro abierto en una peña y como penetran en él, iluminándose con la rojiza llama de una tea...

En ese sepulcro nuevo de piedra, amortajado con sabana y sudario recibidos de limosna es colocado con reverencia el Cuerpo de Jesús, Cuerpo humano que permanece hipostáticamente unido a la divinidad del Verbo...

...y salen todos lentamente... y cierran con la piedra rodante la boca de la cueva...

Así se cierra el drama de la Pasión.

Recibe, oh Señor, mi corazón como sepulcro, y permanece en él. Permite a mi alma velar ante tu Cuerpo como lámpara frente al Sagrario. Que en esa santa ocupación se consuma mi vida, y muera por amor a Tí, que me amaste y por mi amor te entregaste a la muerte.

(Meditación... "Señor, pequé ...).

lunes, 14 de abril de 2014

Via crucis y via matris (cont).

I ESTACIÓN.

(En el Pretorio).
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.


(Besando tierra. - Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste, pues por tu Cruz redimiste al mundo.)


"Jesum autem, flagellatum, tradidit eis ut crucifigeretur" (Mth. XXVII-26).
"Y habiendo mandado flagelar a Jesús se lo entregó para que fuera crucificado".



Alma mía, contempla a la Inocencia misma condenado como un criminal mientras es puesto en libertad un notable malhechor.

Pero esta injusticia encierra un misterio profundo: Jesús, purísimo Cordero de Dios, vino al mundo para quitar los pecados (Jn. I-29). El carga sobre sus espaldas la iniquidad de todas las generaciones (Is. LIII-4) ... Carga tus pecados horrendos y se apresta a servir de víctima para que todos los hombres, para que tú, seáis perdonados.

¡Profundos abismos de la voluntad salvífica de Dios expresados en el plan de la redención! ¡Y es Jesús la víctima voluntaria que por amor a todos los hombres, por amor a tí, recibe con vergüenza esa ignominiosa sentencia.

Jesús sentenciado a muerte para que yo, gran malhechor de la Gracia, sea premiado con la gloria eterna! Sé que padeces la sentencia de muero te que yo merecía, y mientras Tú marchas al cadalso; yo soy puesto en libertad...

(Meditación - basta medio minuto de silencio -. Luego, todos en voz alta: "Señor peque, tened misericordia de mí; pecamos y nos pesa, habed misericordia de nosotros".- "Bendita y alabada sea la Sagrada Vida Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores y angustias que sufrió su Santísima Madre al pie de la Cruz".- Mientras se trasladan a la siguiente Estación, rezan Pater, Ave y Gloria.- Si se desea se puede cantar un Canto Penitencial).


II ESTACIÓN.

(A la salida del Pretorio).
Jesús se encamina al Calvario llevando a cuestas su Cruz.



"Et bajulans sibi crucem, exivit in eum qui dicitur Calvariae locum" (Jn XIX-17).
"Y cargando El mismo su cruz, salió al lugar llamado Calvario".



Así, Jesús amado, así lo anunciabas proféticamente en el Patriarca Isaac, cuando éste subió el monte cargando por sí mismo el instrumento de su propio sacrificio. Pero. ¡ay! qué enorme distancia entre el hombre concebido en pecado, necesitado de reconciliación, y Tú, Hijo de Dios que redimes al mundo pecador...

¿Puede darse, alma mía, mayor demostración de amor y mansedumbre que ser El mismo quien se apresure a transportar su patíbulo?

Es la misma cruz que tus pecados te prepararon, cruz que te quita: para tomarla y hacerla suya, cruz que va a atormentarle pero que El abraza, cruz que debería hundirte en el abismo, pero que El, por su sangre, purifica y convierte en llave del Cielo.

A cambio de la cruz de tus pecados, te da la cruz de la penitencia y te invita a que le sigas fielmente y te muestres su discípulo en la virtud y el dolor.

A vista de la prontitud con que Jesús se abraza a la Cruz, avergüénzate de tu cobardía y pide fortaleza de ánimo para emprender el camino de la reparación.

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").



III ESTACIÓN

(A doscientos metros del Pretorio.)
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.

(Besando tierra.- Adorámoste ...)

"Procidit in faciem suam ... " (Mth. XXVI-39).
"Cayó sobre su rostro".



Así como en el Huerto, así también frente a la "Puerta Judiciaria" ha caído Jesús. En el huerto, por el peso de tus pecados; en el camino del dolor por el peso de la cruz que tus pecados fabricaron.

Y cayó sobre su rostro, el más hermoso entre los hijos de los hombres (Cf Ps. XLIV-3), no sólo por lo largo y pesado de la cruz, sino sobre todo por la pena de llevar sobre sus hombros divinos el cúmulo de maldades que enlodaron la gloria de su Padre.

¡Cuánto pesan los pecados!

El pecado mortal es de gravedad que alcanza proporciones de infinito, porque infinita es la majestad de Dios a quien ultraja.

Su peso, al gravitar sobre la responsabilidad del Redentor, que ha salido fiador ante su Padre, es capaz de rendirlo.

Mas no por eso desiste del propósito de redimirte; se levanta y sigue voluntariamente hacia la muerte.

Y tú, agobiado de tus propios, pecados, ¿seguirás pecando? ¿Tu propósito de apartarte de la salvación, será más poderoso que el de Cristo en conseguírtela?

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").



IV ESTACIÓN.

(Cuarenta metros adelante, en el cruce de una calle).
JESÚS ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE.



(Besando tierra.- Adorámoste ...)

"Juxta crucem Jesu, Mater ejus" (Jn. XIX-25).
"Junto al tormento de Jesús, su Madre".



No solamente al pie de la cruz, como reza el Texto Sagrado a la letra, sino "junto al tormento de Jesús" -como podemos lícitamente traducir en sentido acomodaticio- se hallaba su Bendita Madre.

El tormento comenzó en las entrañas de María, tanto por la humillación de la encarnación, como por las contingencias del desarrollo somático, y María era una sola cosa con El. El tormento continuó en su vida privada y en su ministerio público y María allí estaba. El tormento culminó en el juicio, en el camino al Calvario y en la Cruz y allí se encontraba María.

Contempla, alma mía, a la Madre que, fijando su mirada en los ojos de su Hijo, le entrega el corazón dolorido. Contempla a la vez los ojos del Hijo que beben sedientos de consuelo, esa figura bendita y, con ella, el alma inmaculada para guardarla en el fondo de su ser... ¡Diálogo mudo pero elocuente!

Y el Hijo, que permitió ser confortado por un ángel en el huerto (Luc. XXII-43), recibe aquí fortaleza de su Madre; y la Madre se lleva clavada la pasión del Hijo tal como lo había profetizado el anciano Simeón (Luc. II-3S).

Madre mía, que mi penitencia enjugue una sola de tus lágrimas para que mi alma se impregne de tu pena.

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").




V ESTACIÓN.

(Treinta metros después)
SIMÓN CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR SU CRUZ.



(Besando tierra.- Adorámoste ...)

"Exeuntes autem invenerunt hominem Cyrenaeum, nomine Simonem: hunc angariaverunt ut tolleret crucem ejus" (Mth. XXVII-32).

"Y cuando salían, encontraron un hombre de Cirene, por nombre Simón; a éste le requirieron para que llevase su cruz"



Simón era un pobre hombre, un transeúnte cualquiera (Mc. XV-21) a quien la Providencia Divina depara la dicha incomparable de ayudar a Jesús a llevar la cruz. Parece una casualidad, pero no: es una disposición de la Provídencia.

Pero Simón no comprende esta gracia, porque teme la maldición con sólo tocarla, conforme aquello de la Escritura: "Es maldito de Dios aquel que pende del madero" (Dt, XXI-23); es necesario obligarle. Mas poco a poco, al contacto con esa prenda consagrada por la Sangre del Hombre-Dios, se convence que en la cruz ha encontrado su bendición y salvación por los méritos de Aquel que, tomando sobre Sí la maldición que a nosotros correspondía (Gal. III-13), va a ser clavado en ella.

Y tú, alma mía, que vagando por la vida abominas del dolor, ¿no ves la mano de la Providencia cuando a tu paso te sale la cruz? ¿No ves en ella al Buen Jesús que, llevándola a cuestas, sólo te pide que la toques, como condición para salvarte?

¡Oh, Jesús mío! Aunque mi flaqueza se acobarda, concédeme participar de tu Cruz en la tierra para poder glorificarte en la eternidad.

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").



VI ESTACIÓN.

(Noventa metros más adelante, hoy junto a una casa antigua).
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS


(Besando tierra. - Adorámoste ...)

"Circumspexi et non erat auxiliator: quaesivi et non fuit qui adjuvaret" (Is, LXIII-S).
"Miré en torno mas no había auxiliador; busqué y no había quién me ayudara".



Contempla, alma mía, la hermosa pero afligida y doliente figura del Salvador en ese lúgubre cortejo del Viernes Santo. Viólo en espíritu el Profeta Isaías y preguntóse admirado: "¿Quién es este que viene de Edom, rojos los vestidos de Bosrá... ?" Y dirigiéndose al Mesías: "¿Por qué está roja tu vestidura?" (Is. LXIII-1-2).

No sólo se ha enrojecido la blanca túnica inconsútil con la sangre del Señor, sino también su hermoso rostro y sus mismos ojos: de El escribe el mismo Profeta: "no tiene -ya- ni apariencia ni belleza". (Is. LIII-2). ¡Así le atormenta la corona de espinas que abre fuentes a la preciosa sangre, y de tal modo le han abofeteado los esbirros que no le han dejado parte sana! (Is. I-6).

Jesús, en cambio, con mansedumbre sobrehumana, camina llevando trabajosamente su cruz. El pueblo le rodea con sádica curiosidad, pero nadie le compadece; cúmplese en El la profecía de Isaías: "Miré en torno, mas no había auxílíador: busqué y no hubo quién me ayudara".

Pero sí, Jesús. He aquí a una alma valiente que rompe el cerco de soldados y con su toca enjuga tu divino rostro. Y tú, Rey magnánimo, en premio le regalas tu imagen ímprimíéndola en tres pliegues de ese líenzo ...

Jesús, que yo te confiese públicamente rompiendo el cerco del respeto humano: Tú, entre tanto, graba tu imagen dolorida en el tosco sayal de mi alma ...

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").




VII ESTACIÓN.

(Sesenta metros después, a la salida de la "Puerta del Juicio").
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.


(Besando tierra.- Adorámoste ...)


"Procidit super terram".
"Cayó sobre la tierra". Mc. XIV-35).


Llora, alma mía, al ver que tu Divino Salvador cae nuevamente, agobiado por el peso de la cruz; pero admira la caridad de esta segunda caída.

Porque al caer, expía ante su Padre Celestial tus frecuentes caídas en el pecado, cuando sucumbes voluntariamente bajo el peso ignominioso de tus pasiones.

Observa también que con fortaleza sobrenatural Jesús se levanta. No le obligan a levantarse los gritos y blasfemias de sus enemigos ni el látigo inhumano de los sayones, sino un doble intento de su caridad: el de enseñarte cómo te has de levantar del pecado y el de llegar cuanto antes a la cima del Calvario para ser crucificado por tu amor.

Jesús humillado, víctima inocente por mis pecados, ¡desde el fondo del abismo de mis miserias clamo a tu misericordia! Extiende tu mano poderosa y sálvame, pues quiero levantarme de mi postración espiritual y no puedo por mí mismo. Pero tu gracia lo hará: es gracia que con tantos dolores me granjeaste y que me das magnánimo en ésta tu segunda caída.

Levántate, Jesús mansísimo. Levántate y levántame. Que no vuelva yo a buscar la tenebrosa obscuridad del pecado. Que tenga yo presentes los infinitos trabajos de tu Pasión, para vivir el resto de mi vida en una humilde y silenciosa penitencia.

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").

Via cricis y via matris.

VIA - CRUCIS
VIA - MATRIS


Adoración de las Cinco Llagas.


Por el P Manuel Robledo, E.D.


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Nihil obstat
Pedro Ma. Galván, M.J.
Censor al casum.
Febrero de 1977.



IMPRIMATUR
+ Fr. Philipus a Jesu Cueto, O. F.M.
Ep. Tlalnep.
Marzo de 1977.


© Derechos reservados por
el Autor.


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VIA CRUCIS


(Por el P. Manuel Robledo, E.D. )



Advertencia.


El Via crucis, que se interpreta "Camino de la Cruz", es, quizás, la devoción más antigua en la Iglesia. Se cree por tradición que fue la misma Santísima Virgen quien, recorriendo diariamente los puntos notables de la vía dolorosa y meditándolos con las santas mujeres, legó a la Iglesia esta devoción preciosa.

Los fieles la han practicado sin interrupción en Jerusalén, y de ahí se extendió a todo el orbe cristiano. Los Sumos Pontífices lo han enriquecido con indulgencias; después del Concilio Vaticano II sigue reconociéndose la Indulgencia Plenaria.

Ganan la misma Indulgencia Plenaria los enfermos impedidos, los encarcelados, los navegantes y los legal o moralmente impedidos de practicar los rezos o traslaciones acostumbrados, con tal que, sosteniendo en la mano un Crucifijo bendecido al efecto, recen completos veinte veces Pater, Ave y Gloria; que son: por las 14 Estaciones, por las Cinco Llagas y por las intenciones del Romano Pontífice. Si sólo rezan parte, ganan Indulgencia Parcial.

Aunque la fórmula puede ser variadísima presentamos la siguiente, y puede rezarse de dos maneras: o de modo sencillo y breve, enunciando la Estación, repitiendo el Texto Escriturístico meditando y rezando Pater, Ave, Gloria; o de modo solemne y largo, siguiendo, al pie de la letra todo lo escrito a continuación.

El Autor.


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OFRECIMIENTO


(Todo el Camino de la Cruz mide 3303 pies, que hacen 1321 pasos).

"Dilexit me, et tradidit semetipsum pro me" .- "Me amó, y por mi amor se entregó a la muerte".(Gál. II-20).

Padre Eterno, que tanto amaste al mundo hasta darle a tu Hijo Unigénito (Jn. III-3), permíteme que, siguiendo a mi Redentor por el camino de la Cruz con santas consideraciones, pueda seguirle con mi cruz a cuestas durante el camino de mi existencia.

Espíritu Divino, que, obumbrando el seno de la Virgen formaste milagrosamente el Cuerpo de la Víctima Sagrada para que el Verbo pudiera padecer por mí, ilumíname con tu gracia para contemplarle en esos momentos luctuosos en que culminaba la obra de mi redención.

Verbo Encarnado, que al entrar en este mundo te ofreciste al Padre como Víctima por el pecado y que me invitas a seguirle cargando mi propia cruz, permíteme poner mis pies sobre las huellas que marcaste en el trance doloroso de tu Pasión, para poder configurarme contigo en la Cruz y repetir como San Pablo: "Yo llevo en mi cuerpo las llagas de mi Señor Jesucristo" (Gál. VI-17; cf Hebr. X-7).

Y Tú, Purísima Virgen María, Madre de mi Dios y Reina del dolor, da a mis ojos abundantes lágrimas y traspasa mi corazón con el manso dardo de la compunción, y condúceme en estas consideraciones para recorrer en espíritu el Camino de la Cruz.

Es mi intención ganar las Indulgencias que la Iglesia concede a quienes devotamente rezan el Viacrucis, y suplico a la misericordia divina se digne aplicadas a las Benditas Almas del Purgatorio. Amén.


Por las intenciones del Romano Pontífice: Pater, Ave, Gloria.