martes, 21 de enero de 2014

Quién y qué es un cristiano (cont).


Bautismo, Confirmación, Comunión.- En la segunda parte trata de los fieles laicos: de los Catecúmenos, el Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión. Aquí se contiene el más antiguo ejemplar del primitivo Símbolo Romano. Notable es el paralelismo que existe en los ritos de la Confirmación de entonces y los de hoy: "... luego, derramando con la mano óleo santificado e imponiéndolo sobre la cabeza de ellos, diga: "Yo te unjo con óleo del Señor, el Padre Todopoderoso, y en Jesucristo y en el Espíritu Santo. " después de haber hecho la consignación en la frente, que les dé el ósculo de paz y diga: "El Señor sea contigo" La Misa es igualmente impresionante para quien sabe contemplar la esencia del Sacrificio Eucaristico.

Misa dominical. Liturgia.- En la tercera parte trata de la Misa dominical y las costumbres de los laicos, el lucernario, el ayuno, la oración litúrgica, la Comunión diaria y una perfecta distinción entre la Eucaristía y el Ágape: "Este pan (el ágape) es una eulogía; pero no la Eucaristía, que es el Cuerpo del Señor".

Padres Apostólicos.- Quien quiera saber lo que de viva voz enseñaron los Apóstoles, que consulte a sus discípulos inmediatos. La Iglesia reconoce a cuatro principales que llama "Padres Apostólicos"; estos son: Clemente Romano, Papías, Ignacio de Antioquía y Policarpo de Esmima. En sus escritos descubrimos la misma fe que ahora profesamos; contemplamos a la Iglesia tal como ahora la vemos; la Jerarquía, así como hoy la tenemos, constituida de Obispos, Presbíteros y Diáconos, estando a la cabeza para apacentar a todos , el Obispo de Roma, Sucesor directo del Apóstol San Pedro y heredero de sus poderes sobrenaturales y prerrogativas jurisdiccionales.

Interesa notablemente a los investigadores modernos la figura excelsa de San Ignacio, Obispo de Antioquía, dada la importancia histórico-doctrinal de las Cartas que escribió cuando, aherrojado, era trasladado a Roma para ser martirizado. "Estas cartas proyectan una luz preciosa sobre las condiciones internas de las comunidades cristianas primitivas", escribe el Prof. Johannes Quasten en su Patrologia (1, 72).

Este Santo Obispo conoció personalmente a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y fue discípulo directo del Apóstol San Juan. Fue martirizado el año 107 bajo Trajano, a los setenta y dos años de su edad, sólo nueve años desués de la muerte del Discípulo Amado, su Maestro.

Ávido de morir por Cristo, se compara con el trigo que ha de ser molido por los dientes de las fieras: "Trigo soy de Dios y por los dientes de las fieras he de ser molido, a fin de ser presentado como limpio pan de Cristo" (Ad Rom. IV-4).

Eucaristía. Jerarquía Eclesiástica. - San Ignacio habla claramente de la Eucaristía, usando este mismo término que por primera vez en la literatura cristiana primitiva encontramos en la Didajé para designar el Sacrificio del Cuerpo y la Sangre del Señor. ¡Admirable correspondencia si se tiene en cuenta la distancia de tiempo y espacio! Así declara la fe de la Iglesia: "La Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo la misma que padeció por nuestros pecados, la misma que, por su bondad, resucitóla el Padre" (Ad Smyrn VII-1).

Es interesante su mención de la Jererquía, su división de oficios, su dignidad y el respeto y obediencia que se les debe: "Yo os exhorto a que pongáis empeño por hacerlo todo en la concordia de Dios, presidiendo el Obispo, que ocupa el lugar de Dios, y los Presbíteros, que representan el Colegio de los Apóstoles, y teniendo los Diáconos, para mí dulcísimos, encomendado el ministerio de Jesucristo" (Ad Mgn. 6.1).

La Iglesia.- A la Iglesia la llama "el lugar del Sacrificio", porque se caracteriza por el Sacrificio Eucaristico; y a la Diócesis de Roma le reconoce su presidencia en toda la vinculación de las Diócesis del mundo: "puesta a la cabeza de la caridad" (Ad Rom.).

Amor a N. S. Jesucristo.- Su ardiente amor a Jesucristo quisiera transfundirlo en todos sus lectores: "Hagamos, pues, todas las cosas con la fe de que El mora en nosotros, a fin de ser nosotros templos suyos, y El en nosotros Dios nuestro. Lo cual así es verdad y así se manifestará ante nuestra faz." (Ad Ef. 15,3).

Liturgia de la Misa.- El testimonio de San Justino mártir (+ 165 en la cuarta persecución bajo el Emperador Marco Aurelio), es sorprendente, sobre todo en lo que se refiere a la Santa Misa. El valiente apologista, en su primera defensa dirigida al anterior Emperador Antonino Pío (138 - 161) en favor y justificación de los Cristianos, hace una clara descripción del Sacrificio Eucaristico. En ella nos place encontrar, paso a paso, todas y cada una de las partes de la Misa: Lecturas bíblicas, Lectura del Evangelio, Homilía, Ofertorio, Cánon, Epíclesis, consagración y Comunión. Hasta la colecta pecuniaria en favor de la Iglesia, del culto, de los necesitados, ha sido incluída en su sencilla pero detallada descripción.

Eucaristía.- Y para que conste cuál es la esencia del Culto cristiano en la Eucaristía, penetra hasta el fondo sobrenatural de la Misa: "...y este alimento se llama entre nosotros "Eucaristía", de la que a nadie es lícito participar, sino al que cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y viva conforme a lo que Cristo enseñó. Porque no tomamos estas cosas como pan común ni bebida ordinaria, sino que, a la manera que Jesucristo Nuestro Salvador, hecho carne en virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación, así se nos ha enseñado que por virtud de la oración al Verbo que de Dios procede, el alimento sobre que fue dicha la acción de gracias - alimento de que, por transformación, se nutren nuestra sangre y nuestras carnes- es la Carne y la Sangre de aquél mismo Jesús encarnado. Y es así que los Apóstoles en los Recuerdos por ellos escritos, que se llaman Evangelios, nos trasmitieron que así les fue a ellos mandado cuando Jesús, tomando el pan y dando gracias, dijo: "Haced esto en memoria mía, éste es mi Cuerpo". E igualmente, tomando el cáliz y dando gracias, dijo: 
"Esta es mi Sangre"; y que sólo a ellos les dio parte ..." (Apol. I-65-66).

Matrimonio, Procreación.- De la vida íntima de los primitivos cristianos habla Atenágoras de Atenas en su "Súplica" que hacia el año 177 compuso y dirigió a los Emperadores Marco Aurelio Antonino y Lucio Aurelio Cómodo en favor de los Cristianos. De la generación dentro del matrimonio cristiano, atestigua: "Como tengamos, pues, esperanzas de la vida eterna, despreciamos las cosas de la presente y aún los placeres del alma, teniendo cada uno de nosotros por mujer a la que tomó conforme a las leyes que por nosotros han sido establecidas, esto con miras a la procreación de los hijos. Porque al modo que el labrador, echada en tierra la semilla, espera a la siega y no sigue sembrando; así para nosotros, la medida del deseo es la procreación de los hijos".

Enmedio de los horrores del mundo pagano, responde a la calumnia de asesinato al proclamar: "Nosotros afirmamos que los que intentan el aborto cometen un homicidio y tendrán que dar cuenta a Dios de él. Entonces, ¿por qué razón habíamos de matar a nadie? No se puede pensar a la vez que lo que lleva la mujer en el vientre es un ser viviente, objeto por ende de la Providencia de Dios, y matar luego al que ya ha avanzado en la vida; no exponer lo nacido por creer que exponer a los hijos equivale a matarlos, y quitar la vida a lo que ha sido ya creado." (Súpl. 35).

Vida Religiosa.- De la Vida Consagrada a Dios, Atenágoras nos informa: "...y hasta es fácil hallar entre nosotros a muchos, hombres y mujeres, que han llegado a la vejez célibes, con la esperanza de más íntimo trato con Dios" (Ib. 33) A este propósito, Metodio, Obispo de Olympia (+ 311), ya a finales del S. III canta a la virginidad y pone en labios de las vírgenes cristianas, entre estrofas laudatorias a Cristo, a la Virgen Inmaculada y a la Iglesia, esta antífona que nos hace entrever la codificación canónica y litúrgica de la Vida 
Consagrada: "A Ti consagro mi pureza, ¡oh divino Esposo! y voy a tu encuentro con la lámpara brillante en la mano" ("El Banquete de las diez Vírgenes").

Vida Eterna. Sufragios. Culto a los Santos.- La Iglesia Primitiva espera en la eternidad bienaventurada. Escribe Teófilo de Antioquía (después del año 180): "A los que, conforme a paciencia, buscan la incorrupción por las buenas obras, les hará gracia de la vida eterna" (A Autólico, I-14). En Ella se hacen sufragios por el eterno descanso de las almas de los muertos, y hasta se tiene día fijo para hacerlos, como atestigua Tertuliano: "En el día aniversario hacemos oblaciones por los difuntos" (De corona, 3).

Los epitafios de las sepulturas cristianas lo atestiguan: "...No os olvidéis de recordar en vuestro pensamiento a Agapé, a fin de que Dios Omnipotente guarde a Agapé para la vida eterna" (S. II). "A la muy dulce esposa Lucifera, toda dulzura. Dejó a su esposo en gran dolor. Y así, se ha puesto esta inscripción para que todo hermano, al leerla, ore a Dios para que su alma sea acogida, pura y santa, junto a El" (S. II).

Y se pedía la intercesión de los que habían muerto: "Anatolio, nuestro primogénito, que nos fue dado por poco tiempo, ruega por nosotros" ( S. II). "Atticus. Descansa en paz . En adelante, tiene la seguridad de ser invulnerable. En tu solicitud, intercede por nuestros pecados" (S. II).

En la Iglesia primitiva se rinde culto de dulía a los Mártires, sin menoscabo, antes con lustre del culto de Latría debido únicamente a Dios. Así nos lo enseña en el S. II el Autor del Martyrium de San Policarpo, acaecido el año 155, con estas palabras que responden con profundidad teológica a las sangrientas burlas de paganos y judíos: "Es que ignoran que, ni podemos abandonar jamás a Cristo, que murió por la salvación de los que se salvan en el universo mundo -El, Inocente, por nosotros pecadores-, ni rendir culto a nadie fuera de El. Porque a El adoramos como a Hijo que es de Dios; pero a los mártires les tributamos con toda justicia el homenaje de nuestro afecto por el amor insuperable que mostraron a su Rey y Maestro" (XVII) Y tenían celebraciones aniversarias en honor de los mártires: "Allí, (en el lugar del martirio), según nos fuere posible, reunidos en júbilo y alegría, nos concederá el Señor celebrar el natalicio del martirio de Policarpo, para memoria de los que acabaron ya su combate y ejercicio y preparación de los que tienen aún que combatir" (Ib. XVIII) (Llamaban "natalicio" al día de la muerte de los santos, porque precisamente con la muerte temporal se nace a la Vida Eterna).

Y si tal era la comunicación que tenían con la Iglesia Purgante y con la Triunfante, a nadie extrañará encontrar en la literatura cristiana del S. III el ejemplar más antiguo de esta oración que aun en nuestros días seguimos elevando a la Virgen María: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas nuestras súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, ¡Oh Virgen Gloriosa y Bendita!" (Hallada en un papiro del S. III).


miércoles, 15 de enero de 2014

Quién y qué es un cristiano (cont).

III.- Se confirma lo dicho con documentos patrísticos de los Siglos I y II. (Citamos, para corroborar, documentos del siglo tercero).


El tema que nos ocupa exige, además del testimonio de la Escritura, que ya hemos apuntado, el testimonio de la Tradición Eclesiástica, preferentemente de los siglos I y II, para que conste el género de vida que, como testimonio de su Fe, practicaban los primeros Cristianos. Citamos también, para confirmación, a algunos Padres del S. III.

De los pocos documentos que escaparon a la hoguera que encendieron las diez persecuciones de los tres primeros siglos, conservamos suficientes pruebas de que las prácticas de las primeras generaciones cristianas fueron esencialmente las mismas que hoy conserva la Iglesia Católica, argumento fehaciente con que probaremos que se equivocan o mienten quienes afirman que sus caricaturas de cristianismo son un retorno a los orígenes.

Leámos algunas citas breves, aunque sólo sea en vista panorámica.

Sea, en primer lugar, la "Didajé" o "Doctrina de los Doce Apóstoles", precioso Catecismo y guía Litúrgica cuya redacción datan los sabios entre los años 70 Y 90, cuando aún vivían algunos Apóstoles. En la Didajé se halla la doctrina moral, la disciplina comunitaria, cómo administrar el Bautismo, una guía para la participación del Santo Sacrificio de la Misa llamado aquí "Eucaristía", expresamente sobre la Comunión con Ambas Especies; preceptos para la convivencia comunitaria dentro de la organización eclesiástica, precauciones contra la herejía y discernimiento de los impostores, y termina con una advertencia escatológica.


Bautismo.- Se preparan bautizante y bautizando con un ayuno de dos dias, y ayunaban también otros que les acompañaban. La materia del Sacramento está expresa: agua viva o cualquier otra agua limpia y potable, fria o caliente.- El modo: "derrama agua en la cabeza tres veces (unida a la intención actual de hacerlo:) en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". En cuanto a la aplicación del Sacramento, manda esto: "Dichas (o sea, cumplidas y recitadas) todas estas cosas, bautizad en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, en agua viva" (Cf.VII-1-4).


Eucaristía. Comunión. - Penetra hasta la médula del alma la ternura y sublimidad de las oraciones que recitaban los fieles después de haber comulgado: "Te damos gracias, Padre Santo, por tu Santo Nombre, que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu Hijo. A Ti sea la gloria por los siglos de los síglos"... "Tú, Señor Omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu nombre, y diste a los hombres comida y bebida para su disfrute. Mas a nosotros nos hiciste gracia de comida y bebida espiritual y de vida eterna por tu Hijo. Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A Ti sea la gloria por los siglos."


La Iglesia.- La Iglesia está viva y presente en la mente de los fieles y palpita en los actos litúrgicos. Al Ofertorio recitaban: "Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu Reino, porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente" Y después de la Comunión: "Acuérdate, Señor de tu Iglesia para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y reúnela de los cuatro vientos, santificada, en el Reino Tuyo, que has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria Por los siglos".


Unción de Enfermos.- Respecto del Santo Óleo para ungir y consagrar, así daban gracias: "Te damos gracias, Padre Nuestro, por el Óleo de la Unción, que tú nos manifestaste por Jesucristo tu Hijo. A Ti sea la gloria por los siglos."


El Santo Sacrificio de la Misa. Confesión.- Los siguientes párrafos nos atestiguan la celebración de la Santa Misa en domingo, esto es, en el día del Señor; que ellos sabían que la Misa es el Sacrificio de la Nueva Alianza, que debían acercarse con conciencia pura después de haberse confesado y debían haberse reconciliado con los hermanos: 

"Reunidos cada día del Señor, partid el pan y dad gracias después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro. Todo aquel, empero, que tenga contienda con su compañero, no se junte con vosotros hasta tanto no se hayan reconciliado, a fin de que no se profane vuestro sacrificio. Porque este es el sacrificio del que dijo el Señor: En todo lugar y en todo tiempo se me ofrece un sacrificio puro, porque Yo soy Rey grande, dice el Señor, y mi Nombre es admirable ente las naciones."

Bastarían estos párrafos de la Didajé para demostrar que ni la Fe ni las prácticas constitutivas de la primitiva Iglesia se han interrumpido o alterado en la Iglesia actual. Prosigamos, sin embargo, para ampliar nuestra visión de conjunto.


Fe en el Misterio de la Santísima Trinidad.- Acerca de la fe de los primeros cristianos en el Misterio de la Santísima Trinidad, San Clemente Romano (+ 98) escribe a los de Corinto: "...O es que no tenemos un solo Dios y un solo Cristo y un solo Espíritu de Gracia?...Porque vive Dios y vive el Señor Jesucristo y el Espíritu de Gracia...."(XLVI-6; LVIII).

Arístides de Atenas (hacia 140): "A Dios Creador y Arquitecto de todas las cosas, reconocen en el Hijo Unigénito y en el Espíritu Santo; ningún otro Dios adoran fuera de El" (Apología, 15).

Y esta fe fue y es común en todos los cristianos, como lo afirma Orígenes (+ 254): "Nadie puede entrar en la Iglesia ni nacer a la vida cristiana sin profesar previamente el dogma de la Trinidad" (Hom. in Lev).

Apego a las Tradiciones de los Apóstoles.- San Hipólito de Roma (- + 235) tiene, entre sus muchas e importantísimas obras, una de sumo interés: la "Tradición Apostólica", que serviría de base a muchas Constituciones eclesiásticas de las diócesis dispersas por el Imperio Romano. Esto no quiere decir que de Hipólito hubieran tenido origen las prácticas eclesiásticas allí consignadas. Quien conozca la vida de este santo mártir estará convencido de que no es inventor de ritos ni introductor de novedades, ni se le puede calificar de progresista. Al contrario: él se remonta hasta donde alcanza su investigación. Por su autoridad y veracidad, es un seguro punto de apoyo para la transmisión de las prácticas primitivas, que compila con suficiente base y documentación. Así lo demuestra el epílogo de su obra: "Aconsejo a los sabios que observen esto. Porque si todos prestan oído a la Tradición Apostólica y la guardan, ningún hereje los inducirá a error". El tratado fue redactado el año 215 y debe ser considerado como la compilación de los testimonios de los dos siglos precedentes en lo esencial de la fe apostólica expresada, a través de la Iglesia, en la Liturgia y los cánones.


Orden Sacerdotal. Perdón de los pecados.- La "Tradición Apostólica" consta de tres partes. En la primera parte contiene los cánones y ritos para la consagración de Obispos y la ordenación de Presbíteros y Diáconos. En el curso se reafirma la Sucesión Apostólica y el poder de perdonar pecados: "Padre que conoces los corazones, concede a este tu siervo que has elegido para el episcopado...que en virtud del Espíritu de sacerdocio soberano, tenga el poder de perdonar los pecados según tu mandamiento; que distribuya los cargos según tu precepto y que desate toda atadura de iniquidad según la autoridad que diste a los Apóstoles..." (Así entenderemos lo que escribe Orígenes: que el pecado se perdona cuando el pecador "no se avergüenza de descubrir sus pecados a un Sacerdote del Señor y buscar su remedio" - In Lev. Hom.2,4).



miércoles, 8 de enero de 2014

Quién y qué es un cristiano.

QUIÉN y QUÉ ES UN CRISTIANO.


Por el P. Manuel Robledo Gutiérrez, E. D.


En nuestros días, en que no basta que hayamos sido invadidos por toda clase de sectas heréticas ya existentes, sino que, además, han surgido otras de nueva fundación, es muy urgente delimitar los campos para distinguir lo verdadero de lo falso, ya que todas estas sectas tratan de cubrirse con el nombre "Cristiano", pretendiendo poseer la gloriosa filiación que nos ganó Cristo con su Pasión, Muerte y Resurrección, y tratando así de sorprender a los que, siendo verdaderos cristianos por el Bautismo, no han comprendido en su plenitud su grandiosa dignidad y pertenencia a Cristo Jesús, Redentor Nuestro y Cabeza de su Única y Verdadera Iglesia. (Cf. Ef. I-22-23).

Y como toda secta reformista alardea de haber purificado a la Iglesia verdadera y haberla restituido a los orígenes del Cristianismo, es muy urgente aclararlo todo desde la raíz, comenzando con el nombre de "Cristiano". Y lo haremos examinando la fe y las prácticas de los primeros cristianos mediante la Sagrada Escritura y la Tradición Patrística de los Siglos I Y II, y algunos del S. III para confirmación.

Cumplimos así la norma de San Atanasio, Obispo de Alejandría, gran Padre de la Iglesia muerto en 373, quien escribe: "Es razonable tratar de investigar la antigua tradición, la doctrina y la fe de la Iglesia Católica, la misma que el Señor comunicó, que los Apóstoles predicaron y que conservaron los Padres. La Iglesia en ella se funda, y si alguien de ella se aleja, mal podría seguir llamándose cristiano." (Carta primera a Serapión, 28-30).



I.- El Nombre.

Cuando Nuestro Señor Jesucristo prometió a San Pedro que sobre él, como roca fundamental, edificaría Su Iglesia, con este vocablo quiso significar "reunión", "asamblea", "convocación", "comunidad", todo esto pero en sentido religioso; conceptos contenidos en la palabra griega: EKKLESIA (hebreo = kahal.- mikra qodés = convocación santa); pero nunca le dió un nombre especial. Más tarde, cuando encomendó su Iglesia al mismo Apóstol, lo hizo encargándole sus ovejas y corderos, pero no denominó la Sagrada Institución con nombre alguno. (Cfr. Jn. XXI-15-17).

Al comienzo de la Iglesia, los judíos llamaban a quienes creyeron en Jesús, simple y despectivamente "galileos" o "nazarenos". Ellos mismos se llamaban "seguidores del camino", por cuanto Cristo es el camino y abrió camino hacia la gloria. En Hechos se llama al modo de vivir, "la vía" (Act. IX-2; XVIII-25; XXIV-22). Llamábanse también a sí mismos "seguidores del Nombre", esto es: del Poder Divino manifestado en Jesucristo por la Obra de la Redención. (Cf Mth. XVIII-20; Act. IV-12).

Más tarde, cuando San Pedro se estableció por larga temporada en Antioquía, los ciudadanos, al observar la organización del grupo formado por San Pedro en la enseñanza y prácticas de Cristo y unidos bajo la autoridad del Santo Apóstol, les dieron el nombre de "Cristianos" (Cf. Act. XI-26) Fueron, pues, los habitantes de Antioquía, quienes pusieron nombre a los seguidores de Cristo, mismo nombre que fue consagrado por el Espíritu Santo al usarlo San Pedro y San Lucas en sus escritos del Nuevo Testamento: v. gr: I, Petr. IV-16, y Act. XXVI-28).



II.- Cómo eran los Cristianos primitivos.

a) Testimonio de la Escritura.

Detenemos aquí nuestras investigaciones históricas y etimológicas sobre el Nombre, para escudriñar cuál era la fe y cuáles las costumbres con que los primitivos Cristianos hicieron honor a su nombre.

a) Creían en Dios Uno y Trino.- Condición indispensable impuesta por Cristo y exigida por los Apóstoles para que ellos recibieran el Bautismo: "Bautizándolos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mth. XXVIII-27).

b).-Aceptaban las enseñanzas de Cristo transmitidas por los Apóstoles y de viva voz.- "...habiendo vosotros recibido la palabra de Dios que de nosotros oísteis ... " (I Tes.II-13).

c) Escuchaban, guardaban y practicaban con reverencia y fidelidad la enseñanza de los Apóstoles: "...y perseveraban asiduamente en la doctrina de los Apóstoles" (Act. II-42).

d) Celebraban la Santa Misa y participaban de Ella.- "... y perseveraban... en la fracción del Pan Y en las oraciones." (Act. II-42).- "El Cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? El Pan que partimos, ¿no es acaso comunión con el Cuerpo de Cristo? (I Cor. X-16).

e) Recibían los Santos Sacramentos, que son siete:

/ Bautismo.- "...Ellos, pues, acogiendo su palabra, fueron bautizados; y fueron agregadas en aquel día como unas tres mil almas" (Act. II-41).

/ Confirmación._ "Oído esto, fueron bautizados en el Nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino el Espíritu Santo sobre ellos ..." (Act. XIX-5-6).

/ Penitencia.- (perdón de los pecados por el Bautismo y la Confesión) "Al oír esto, sintieron traspasado de dolor su corazón ... y fueron bautizados ... " (Act. II-37...41) "Confesad, pues, los pecados los unos a los otros" (Jac. V-16) Unos a otros, se entiende no de igual a igual, sino de laico a Sacerdote; de otro modo hubiera sido inútil la potestad conferida exclusivamente a los Apóstoles y a sus sucesores (Jn. XX-22-23).

/Comunión.- "Cuantas veces coméis este Pan y bebéis este Cáliz ..." (I Coro XI-21.- Consultar nuevamente I Cor. X-16).

/Unción de los enfermos.-"¿Está enfermo alguno entre vosotros? Mande llamar a los presbíteros de la Iglesia, y ellos oren sobre él ungiéndole con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y le reanimará el Señor; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados ..." (Sant.V-14-15).

/Orden Sacerdotal.- "No mires con negligencia la gracia que hay en ti, la cual te fue dada a causa de las profecías con la imposición de las manos del colegio presbiteral" (I Tim. IV-14).

/Matrimonio. - "Así como la Iglesia se sujeta a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Los varones, amad a vuestras esposas, como también Cristo amó a la Iglesia." (Ef. V-24-25).

f) Obediencia al Papa ya los Obispos.- (Después que San Pedro habló en el Concilio de Jerusalén) "...calló toda la multitud ... " "...y escuchaban a Bernabé y a Pablo ... " "Después que ellos hubieron callado, tomó la palabra Santiago ... " (Act. XV-12-13).

g) Llevaban una vida ajustada a la virtud.- "...vosotros, poniendo de vuestra parte toda diligencia, mostrad en vuestra fe la energía, en la energía la ciencia, en la ciencia la templanza, en la templanza la paciencia, en la paciencia la piedad, en la piedad el amor fraterno, en el amor fraterno la caridad ..." (II Petr. I-5-7).

h) Vivían en Gracia de Dios.- "... Y el conocedor de los corazones, Dios, dio testimonio a favor de ellos, dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros, y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando con la fe sus corazones..." (Act. XV-8-9).

i) Eran favorecidos de Dios con auténticos carismas.- Como una contraposición palpable a los engaños que habían sufrido en el paganismo: "Sabéis que, cuando érais gentiles, érais arrastrados, según que os impelían, a los ídolos mudos... (Mas ahora, en el cristianismo)...nadie puede decir "Señor Jesús", sino en el Espíritu Santo... (de esta manera) ... a cada cual se da la manifestación del Espíritu para el provecho común" (1 Cor. XII-2...3...7); (Cf. sgs...).

j) Huían de todo pecado.- Sobre todo los pecados de herejía y apostasía, que es el triste desenlace de la pérdida parcial o total de la fe, y de la lucha contra la verdad conocida: pecado contra el Espíritu Santo que no tiene perdón ni en esta vida ni en la futura (Cf. Mth. XII-31-32; Mc. III-29).- "Porque a los que una vez fueron iluminados y gustaron el don celeste, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y gustaron la hermosa palabra de Dios y las maravillas del poder propias de la edad venidera, y recayeron, es imposible renovarlos por segunda vez convirtiéndolos a penitencia, cuando ellos, cuanto es de su parte, crucifican de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública ignominia" (Hebr. VI-4-6) (La imposibilidad de conversión radica en la pérdida voluntaria de la fe y en la contumacia de la voluntad).

k) Amaban con amor sobrenatural a Jesucristo.- "...al cual, sin haberle visto, amáis, y en el cual ahora, sin verle pero creyendo, os regocijáis con gozo inenarrable y rebosante de gloria" (I Petr. I-8).

l)Amaban entrañablemente a la Iglesia con amor filial.- "La Jerusalén de arriba es libre, la cual es Madre nuestra" (Gál. IV-26); (Cf. Ps. LXXXVI-5-6); (Cf. Apoc. XXI-2).


jueves, 2 de enero de 2014

La Natividad de nuestro Señor Jesucristo (final).

-C-

Efectivamente, los protestantes, en su inmensa mayoría salvas algunas voces tímidas y la íntima persuacíón de unos cuantos, niegan la perpetua virginidad de María. Ademas de atacar infundadamente el "donec" de San Mateo que ya hemos tratado, se adhieren a una traducción demasiado lata del original ALMAH' que usa Isaías, y prefieren traducir este vocablo como muchacha joven": luego no necesariamente virgen. "...presume más que afirma su virginidad, término que pierde su vigencia en el acto matrimonial", escribe Kerek Klinder en el Nuevo Comentario Bíblico editado por la secta de los Bautistas.

Nosotros respondemos:

a) En el hebreo bíblico, tres palabras son de significación semejante, aunque no igual ni se usan en el mismo sentido:

Na'arah = mujer joven, casada o no.
Bethulah = virgen, fuera joven o fuera anciana.
Almáh = virgen joven, núbíl pero en estado permanente de virginidad, de modo semejante al 
              término Bethulah.

Este último significado es el que siempre se pretende en la Escritura cuando se usa, que es muy rara vez.

La traducción de los LXX hecha del hebreo al griego, encuadra este término Almáh con su equivalente Parthénos (= virgen), y nadie reclamó, estando de acuerdo el Sanhedrín Jerosolimitano y todos los Doctores y Pontífices del A.T. durante casi doscientos años. Las protestas de los judíos (resucitadas ahora por los protestantes) aparecieron después de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, cuando los cristianos probaron con este texto el nacimiento virginal del Redentor. (nuevamente se prueba que el protestantismo es judaizante).

Y no obstante que la traducción Valera-Reina, común entre los protestantes de habla hispana, traduce "virgen" en los dos pasajes la omnímoda y versátil facultad que los sectarios se arrogan de interpretar a su antojo, sigue demostrando su inquina contra María al negarle el reconocimiento a su perpetua virginidad.

b) Sobre todas las exégesis y críticas del texto, está la declaración del Espíritu Santo. El Evangelista, inspirado de lo alto, nos descubre el sentido pleno de esta profecía: se refiere a Cristo y a su Madre: es Mesiánica y Mariana a la vez, y prueba la perpetua virginidad de María.

Isaías habla de un milagro extraordinario y dice en qué consiste, pero no cuándo ocurrirá ni en quién se verificará. No hubiera milagro si la desposada hubiera perdido su virginidad al concebir o dar a luz.

San Mateo habla del mismo milagro y sí dice cómo se realizó, cuándo ocurrió y quién fué la Agraciada. Hubo milagro, pues concibió y dió a luz quedando Ella siempre virgen y verdadera Madre de Dios.

El haber permitido Dios el uso de ciertos vocablos que después de milenios y dada la evolución de los idiomas y mentalidades de los pueblos, no fueran fácilmente traducibles y vinieran a constituir un tropiezo o por lo menos un problema para la interpretación del Texto Sagrado, nos demuestra que El quiere el obsequio de nuestra fe. 

La inteligencia de la Escritura no es sólo un feliz resultado de la ciencia humana o un triunfo de la crítica textual, sino sobre todo y fundamentalmente un premio a la fe, la cual, a través de los signos escritos, sabe leer el espíritu, la idea, la intención del mismo Dios.

Aunque la letra consigne bien la mente divina, es instrumento material que puede padecer abusos de parte de los mal intencionados. Sólo el espíritu vivifica, y este espíritu es la Tradición Apostólica, alma de la Divina Revelación, que exige también nuestra fe.

Para que esta fe no se desvíe es necesaria la docilidad del alma al Magisterio Eclesiástico. Esta es la clave de toda inteligencia, pues el único intérprete auténtico de la Revelación es Dios mismo. El es quien la declara en posteriores revelaciones dentro de la misma Revelación, o por el oráculo vivo del Espíritu Santo que es el Papa cuando define "ex Cathedra".

-D-

Parecería, no obstante, que la palabra "primogénito" que traen ciertos códices antiguos (S W) y que han llegado hasta nosotros, indicara que Jesús fué el primer hijo y el mayor de entre otros hermanos que vendrían después de El, engendrados por José.

En primer lugar, debemos advertir que ésa palabra no es del original, sino que fué posteriormente introducida por los copistas. Razón por la cual muchos traductores modernos, como Bover, la excluyen del Texto.

Sin embargo, en algún lugar de los Evangelios se encuentra esta misma palabra y con la misma ocasión, y es en San Lucas II,7: "et peperit filium suum primogenitum et pannis eum involvit ... " Por esta causa debemos afrontar el problema, acerca del cual diremos:

a) El llamarse a Jesús "Primogénito" no Significa que, después de El, María hubiera concebido y dado a luz otros hijos, sino que antes de Jesús no había concebido la Virgen a nadie.

b) Recíprocamente, la palabra "primogénito" también puede interpretarse con exclusión de otros hermanos menores.

La Ley Mosaica no hace distinción, sino que define al Primogénito como "lo primero que sale de toda matriz" ("quidquid primum erumpit e vulva cunctae carnis" Núm XVII-15), y se repite en Exod. XIII-2: "Sanctifica mihi omne primogenitum quod aperit vulvam in filiis Israel" (cf 11 y 12). Manda enseguida pagar rescate en el término de un mes, y esto sin prever si vendrán después más hijos o no; en un mes no puede ser concebido otro hijo. Luego el título de primogénito sólo indica su prioridad con respecto a la madre primeriza aunque se siguiera su unicidad; explico: también llevaba el título de "Primogénito" el que fuera asimismo "Unigénito".

c) Pero la razón profunda de llamarse primogénito al único hijo de María, es, a nuestro entender, concentrar en El todos los derechos de la Primogenitura, llamar la atención a los lectores de que Cristo es el descendiente directo de David según la carne, porque la Santísima Virgen también lo es, y según la Ley porque San José es de la familia de David (Luc. I-27); y por ser su padre legal le confiere todos los derechos del trono de sus antepasados como Primogénito que es, tal como lo había anunciado el Arcángel a la Madre: "y le dará al Señor Dios el trono de David su padre ... " (Luc. I-32). Bien lo sabían las turbas que invocaban su misericordia llamándole: "Hijo de David".

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La prosaica objeción basada en el título de "hermanos" que en el Evangelio y en los Hechos se da a ciertas personas con relación a Jesús, sabemos que no es de importancia ni de cuidado; pues la solidaridad de la antigua familia oriental se unía con lazos tan íntimos que abarcaban por igual a los parientes de las líneas colaterales. El mismo Abraham llama "hermano" a su sobrino Lot. (Cf Gén. XII-5; XIII-8).

-E-

Finalmente, San José cumple la orden del Ángel ejerciendo derechos de padre al imponer al Divino Infante el nombre de Jesus.

Como ya hemos advertido, Y'HOSUA' o YESUA' significa "Yahveh es salvación". Desde el principio, San Mateo introduce a su Divino Personaje con este nombre unido al de "Cristo", y confirma lo mismo al fin de las generaciones: " ... de la cual nació Jesús, que se llama Cristo" (I-16). No dice "el Cristo" como repitiendo un sobrenombre, sino "Cristo", uniéndolo como uno solo al Nombre.

La palabra Cristo es de origen griego y significa "ungido" (de XRIO = ungir; Xristós = Ungido). Es la aplicación o traducción griega de la palabra hebrea que debió haber escrito en el original: "masiah", ungido, de donde la palabra MESIAS.

Es uno de tantos títulos que el Antiguo Testamento da al Redentor. Así, el Salmo II (2) lamenta la conspiración de los reyes "contra el Cristo del Señor"; y Daniel (IX-25-26) predice con exactitud cronológica la venida y la muerte del Mesías: "Sábelo, pues, y entiéndelo bien: desde la salida de la orden de volver a edificar Jerusalén, hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas... Y después de las setenta y dos semanas será muerto el Mesías ... " (Dan IX-25-26).

A partir de esta expresión con que San Mateo abre su Evangelio y consigna por escrito el título mesiánico del Salvador, ya asentado desde el principio por la predicación y tradición apostólica, el Nombre de Jesús se une indisolublemente al de Ungido y se forma un solo Nombre que todos conocemos e invocamos: JESUCRISTO.

"No existe debajo del cielo otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de ser salvos", nos advierte San Pedro. (Act, IV-12). Este es el Nombre divino del que San Bernardo decía: "Es árido todo alimento del alma si no se le vierte este aceite: insípido si no es condimentado con esta sal. Si escribes, no me sabe si no leo allí Jesús. Si disputas o consultas, no me gusta si allí no suena Jesús. Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, júbilo en el corazón ... " (Serm. XV in Cant.).

Al compás de estos afectos resuena la Liturgia Romana cuando eleva a Jesús este canto:

"Nil cánitur suávius,
nil audítur jucúndius,
nil cogitátur dúlcius
quam Jesus Dei Filius ... "

(Nada se canta más suavemente,
ni se oye nada con tanto júbilo,
ni puede pensarse algo tan dulce
como Jesús, Hijo de Dios ... )



P. Manuel Robledo Gutiérrez, E.D.