jueves, 25 de agosto de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos(fin)



UNA APRECIACIÓN PRIVADA Y PERSONAL

Después de haber examinado las ideas y el proceder de Gonzalo Vega y de haberlas comparado con las convicciones y conducta de los primeros cristianos, que es el sentido de la fe de la Iglesia Universal, me atrevo a preguntar: ¿Qué decir de Gonzalo Vega y sus “cristianos”?.

Que no merecen el nombre de cristianos.

Es mi respuesta personal.

Esta afirmación mía podrá parecer contraria al sentir del Concilio Ecuménico Vaticano II, que en su Decreto sobre Ecumenismo enseña que, cuantos han sido bautizados en Cristo, “con todo derecho se honran con el nombre de cristianos”. (Unit. Red. III/a).

Explicaré mi mente: El Concilio se refiere a los protestantes y cismáticos de buena fe que, habiendo nacido en el protestantismo o en el cisma y educados en su ambiente, no son culpables del pecado de separación y han quedado ignorantes de la autenticidad de la Iglesia Católica, aunque ciertamente participan de la Gracia Santificante (8/b). A estos los abraza la Iglesia, aunque reconoce que no gozan de perfecta comunión con Ella.

Pero en el caso mío y de cuantos seguimos a Gonzalo Vega, no fue por nacimiento, sino por verdadera apostasía que gradualmente abrazamos a ciencia y conciencia cuando crecieron los ardides de nuestro líder.

En cuanto a Gonzalo Vega y cuantos se le adhirieron de manera personal, que son los iniciadores, sí son culpables del “pecado de separación” y, conforme su conocimiento, contrajeron responsabilidad ineludible ante Dios, por cuanto el mismo Concilio ha declarado: “No podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia Católica fue instituida por Jesucristo como necesaria desdeñaran entrar o no quisieran permanecer en ella”. (Lumen Gentium, 14/a).

 Advertencia es esta que debemos escuchar también nosotros, pues nos ha sido dada muy a tiempo, como que ha sido formulado desde hace siglos el precioso axioma de que “fuera de la Iglesia no hay salvación” o como resume San Cipriano (S. III) este dicho de los primitivos cristianos: “No puede tener a Dios por Padre, el que no tiene a la Iglesia por Madre”.

A todos nosotros, si no oímos la voz del Señor, nos amenaza pena de excomunión por el mismo hecho de la apostasía. Dicta el Derecho Canónico en su Canon 1364: “El apóstata de la Fe, el hereje o el cismático, in curren en excomunión latae sententiae” (esto es, automática).

Que no se ilusione Gonzalo Vega ni los promotores de esta apostasía masiva: al apartarse del verdadero cristianismo, claro y patente en la Iglesia Católica desde los primeros siglos, se han apartado del mismo Cristo: “El que no está conmigo está contra Mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” (Luc. XI -23).

El sentir de los primitivos cristianos respecto a los heresiarcas, está reflejado en esta anécdota que nos narra San Ireneo en su tratado contra las herejías (3, 3, 4): Refiere que, hacia el año 140, el Obispo Policarpo se encontró frente a frente con Marción, y al ser preguntado por éste: “¿Me conoces?”, Policarpo respondió: “Sí; reconozco en ti al primogénito de Satanás”. San Policarpo fue discípulo directo de San Juan Evangelista y maestro de San Ireneo. El Santo Obispo y mártir explicó su frase a sus primeros cristianos: “El que torciere las sentencias del Señor en interés de sus propias concupiscencias, ese tal es primogénito de Satanás” (Carta, VII – 1).

DE RODILLAS ANTE MIS HERMANOS

He pedido perdón a Dios y a la Iglesia. Esta me ha absuelto en el Sacramento de la misericordia y me ha levantado la excomunión por mi apostasía. Pido perdón ahora a mis hermanos que, siguiendo mi mal ejemplo o seducidos por mis palabras, se entusiasmaron por dejar la Casa de Padre Celestial. Si he escrito estas cosas, duras en sí pero saludables para el alma, ha sido por el deseo de su salvación. Que retornen a la fe de la única Iglesia; la que, al nacer, nos recibió a todos en la pila bautismal.

¡Aún es tiempo! La mayoría de los que siguen a Gonzalo Vega son adultos sonsacados del catolicismo. No esperen la ancianidad, porque entonces sería casi imposible recapacitar: la contumacia en el mal conocido lleva al endurecimiento del corazón, y éste a la impenitencia.

Los invito a meditar estas palabras santas que me sirvieron poderosamente para mi conversión:
 “. . . a los que una vez fueron iluminados y gustaron el don celeste, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y gustaron la hermosa palabra de Dios y las maravillas del poder propias de la edad venidera, y recayeron, es imposible renovarlos segunda vez convirtiéndolos a penitencia, cuando ellos, cuanto es de su parte, crucifican de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública ignominia” (Hebr. IV – 6).

Sería imposible la conversión si nos obstinamos en la apostasía; pero posible para Dios si escuchamos su voz y cooperamos a su Gracia.

¡Volvamos a Cristo! Refugiémonos en el regazo de Nuestra Madre Santísima la Virgen María, Refugio de pecadores, y hagamos penitencia.
¡La Iglesia nos espera con los brazos abiertos!


A los pies de todos:

REINTEGRADO





jueves, 18 de agosto de 2016

Verdaderos Cristianos y Falsos Cristianos(cont.)



c.- El verdadero cristiano está en la Iglesia Católica, por su origen que es Cristo; por su estructura jerárquica instituida por Cristo; porque conserva íntegra y esencialmente la doctrina de Cristo y posee en plenitud los medios espirituales para la santificación de las almas, cuales son los Sacramentos instituidos por Cristo.

Ya lo declara el Concilio Vaticano II con las siguientes solemnísimas palabras: “Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos una, santa, católica y apostólica, la que nuestro Salvador encargó después de su resurrección a Pedro, para que la apacentara, confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y su gobierno, y la erigió para siempre como columna y fundamento de la verdad. Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como sociedad, permanece en la Iglesia Católica, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él. . .” (Constitución sobre la Iglesia, # 8).

Esta Iglesia única y verdadera es cristiana y se proclama católica. Porque desde el principio, los falsos cristianos quisieron modificar o mutilar, o suplantar la verdadera fe en Cristo, y reestructurar a su modo a la Iglesia. Esta lucha comenzó desde los tiempos de los Apóstoles. A estos audaces se les llamó “herejes”, y a sus doctrinas “herejías”. Mas como porfiaban en llamarse cristianos y representarse como tales, no obstante su odio a la verdadera Iglesia, distinguieron los Santos Padres la autenticidad del Cristianismo con el epíteto “católico”, por ser universal en la integridad de su doctrina, poseer la plenitud de los medios de santificación y tener, de hecho y de derecho, la capacidad de extenderse a toda la humanidad.

Esta palabra: “Católico”, “Iglesia Católica”, se halla escrita en documentos de principios del siglo II, como término ya entonces familiar y universalmente conocido y aplicado. San Ignacio Mártir, sacrificado por Cristo el año 107, escribe: “donde quiera apareciere el Obispo. . . allí está la Iglesia Universal” (literalmente del griego original: “la Iglesia Católica”) (Ad Smyrh. 8-2). Tiene aquí dos sentidos: el cuantitativo significando la totalidad de los fieles, y el cualitativo para significar su perfección esencial por su plenitud de doctrina y gracia. Y al mismo tiempo se proclama la catolicidad para hacerla contrastar frente a los grupúsculos heréticos que falsamente usaban y usan aún el nombre de “cristianos”.

El epíteto “católica”, se los impuso a sí misma la Iglesia primitiva de Cristo, no para suplir su genuino y glorioso nombre de Cristiana, sino para confirmarlo. ¿Cuál es tu nombre? Preguntó el tirano juez al Mártir: “Cristiano”, respondió el joven. “¿Y tu apelativo?” “¡Católico!”.

Luego los verdaderos cristianos somos los católicos, y el verdadero cristianismo palpita vivo e inmortal en la Iglesia Católica.

A este propósito escribía preciosamente Clemente de Alejandría hacia el año 200: “Única es la verdadera Iglesia”, la verdaderamente antigua, en la cual se hallan inscritos los verdaderamente justos. Pues siendo Dios uno y uno el Señor, por lo mismo – lo que es soberanamente honorable  -  es la alabada por su unicidad, ya que es imitación del Principio Único. La Iglesia, pues, es una: está llamada a participar de la condición de la unidad, y los herejes se esfuerzan por destrozarla en sectas. Por consiguiente, según su naturaleza y según su concepto, según su principio y según su excelencia única, decimos que “es la antigua y católica iglesia la cual reúne la unidad en la sola fe. . .” (Stromata, 7).


Buscando más atrás, en la remota antigüedad, descubrimos el entrañable amor de los primeros cristianos para con la Iglesia, si repasamos esta oración que recitaban al dar gracias de haber recibido el Cuerpo de Cristo: “. . . como este fragmento estaba disperso y, reunido, se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino”. Y al dar gracias por la recepción de la sangre de Cristo: “Acuérdate, Señor, de tu Iglesia para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y, reunida de los cuatros vientos, santifícala”. (IX – 3; X – 5, - Didajé).     

       

lunes, 15 de agosto de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos(cont.)




¿PORQUÉ ADOPTARON EL NOMBRE DE

“CRISTIANOS”?

a).- Lo usurparon, como queda demostrado. Al usurpar un título que no les pertenece, usurpan en el mismo golpe su historia, sus méritos, su fama universal. Hacen rememorar, por este nombre, lo que la Iglesia Católica muestra al mundo y a la historia en sus Apóstoles, Pastores, Doctores, Confesores, Vírgenes, Monjes, Ascetas, Místicos. . . Nunca hubieran creído los Mártires que, después de haber ellos afrontado los tormentos y la muerte con su perseverante “soy cristiano”, andando los siglos Gonzalo Vega y cómplices, elegantemente vestidos de casimir inglés, cómodamente arrellanados frente a lujoso escritorio, trazarían planes para usufructuar los méritos de su martirio con sólo organizar una secta de engañados que repitieran “soy cristiano”, ¡y precisamente para destruir al verdadero cristianismo!.

Esperaban impresionar a sus adeptos con una historia que no han vivido y que sólo han escrito con su fidelidad y su ortodoxia invariable los auténticos cristianos: aquella historia que firmaron en su sangre innumerables Mártires que sí amaban a Cristo; no los que dijeron con soberbia: “No le serviré”.

b).- Como un signo patente de esta rebeldía, Gonzalo Vega emprende la construcción de un gran templo sobre una colina de Calacoaya. Es un modo sutil de esclavizar a cuantos han creído en sus embustes: los ha comprometido a cooperar a marchas forzadas y ha absorbido la fortuna de muchos. Preocupados por el edificio, no miran a su alrededor y se fanatizan más y más.

Debemos reflexionar, hermanos, que la lucha presente no es un concurso de Arquitectura o de albañilería, sino una confrontación teológica en que va, nada menos, que la salvación de nuestras almas: se confronta lo que dice la Iglesia Católica con lo que contradice Gonzalo Vega.

Sí se tratara de concursos arquitectónicos, aún en ese terreno material ganaría la Iglesia, pues el menor de nuestros templos reserva la grandeza de las generaciones antiguas. ¿Podrá compararse la aparatosidad de ese “templo” con Santa Prisca de Taxco o Santa Clara de Querétaro? Ni compararlo con la Catedral de Puebla o la de Guadalajara, la de Chihuahua. . . la de México, considerada ésta como el monumento religioso más importante de América. ¿Podrá alguien comparar la construcción de Gonzalo con la Catedral de Milán, riquísima en su material y perfecta en su estilo? ¿Habrá alguna semejanza entre los alardes exhibicionistas de Gonzalo y de otras sectas, con la Basílica de San Pedro, donde la humanidad ha reunido los tesoros de muchas generaciones para culto de Dios? ¿Y Santa Sofía de Constantinopla, construida por el Emperador católico Justiniano, envidia de los musulmanes que la retienen cautiva desde hace mil años, habrá de avergonzarse ante los balbuceos constructivos de Gonzalo Vega?.

Que gire su vista por el orbe católico y vea preciosidades erigidas a la gloria de Dios; la Basílica de la Inmaculada Concepción en Washington, la de San José de Mont-Royal en Montreal, la Catedral de Burgos, la Basílica de Nuestra Señora de Luján en Argentina. . .

Las maravillas que ha levantado por el mundo la Iglesia Católica sólo son un signo de la verdadera Iglesia cono institución Divina; y se les ha colmado de preciosidades porque en ellas se celebra el Santo Sacrificio de la Misa y porque albergan, en un solo punto del espacio, al Hijo de Dios en el milagro de la Eucaristía, ante el cual se eclipsa toda grandeza material y resplandece igual así en las suntuosas Basílicas como en las más humildes ermitas.

¿Tiene la estructura de Gonzalo este sentido espiritual o este Tesoro Divino?
¡ ¿Qué no hagan el ridículo quienes ensayan ese “cristianismo” superpuesto. La estructura de Gonzalo es tan sólo un monumento a la apostasía !


Abran los ojos, hermanos, y no se dejen cautivar. La confrontación no es arquitectónica ni de pujos económicos, sino teológica: es la verdad comparada con el error; la Gracia Santificante contrapuesta al pecado.


miércoles, 10 de agosto de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos(cont.)




GONZALO VEGA Y SUS CÓMPLICES

 PROPICIARON UNIONES

MATRIMONIALES DE JÓVENES NACIDOS

Y EDUCADOS EN EL CATOLICISMO CON

 JÓVENES NACIDOS Y EDUCADOS EN EL

PROTESTANTISMO

a) Provocó uniones. Algo así como lo hicieron los Asirios después de la primera deportación, que a los israelitas restantes en Samaria juntaron razas extrañas y paganas, de donde nació una generación mestiza que se llamó samaritana de sangre  y herética de religión.

Comprobamos con esto el odio a lo católico y la infernal saña con que quiso comprometer la apostasía y asegurarla corrompiendo la fe de nuestros hijos con trascendencia a las siguientes generaciones.

No fue un afán ecuménico, sino sádico, pues buscó el contacto con protestantes precisamente por ser protestantes y para absorber su herejía; ya que no fue un intercambio social, ni cultural, ni en aspecto económico, técnico ni científico, sino una mezcla de religiones tendiente a provocar un alejamiento perpetuo y lograr un tercer elemento: sus proyectados “cristianos”, que con este experimento resultarían menos cristianos aún.

Los venidos del protestantismo nos vieron y nos siguen viendo con desconfianza por nuestro origen católico. De parte nuestra, sentimos un ambiente extraño en sus costumbres, en su modo de hablar mal – ajustado a las frases bíblicas, en su virtud acartonada, en la tristeza de su rostro, en su angustia por la salvación, en su escándalo farisaico por nimiedades y en no percibir los pecados internos. . .

Lo que hizo Gonzalo Vega con esta mezcla se opone a la prohibición expresa por el Apóstol San Juan: “Todo el que va más allá y no se mantiene en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios. . . Si alguien viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa ni le digáis: “¡Salud!”; el que le dice “¡Salud!” entra en comunicación con sus malas obras (II Jn. 10-11). San Pablo recomendaría a Tito rehuir “al hombre que introduce divisiones” (Tit.III – 10)

En nuestro caso, no solamente se saludó y comunicó con los herejes por ser herejes, sino que se comunicó para siempre con su herejía, formando con ellos nuevos hogares, precisamente para confirmar la división.

Los primitivos y auténticos cristianos se apartaban de los falsos cristianos. San Ignacio Mártir, Obispo de Antioquía enseñaba a los primeros cristianos de Filadelfia: “Apartaos de las malas hierbas que no cultiva Jesucristo, pues no son los herejes plantación del Padre”. (III – 1-3). 
   
El mismo Santo Mártir suplicaba a los cristianos de Trales: “Os ruego encarecidamente, pero no tanto yo como la caridad misma de Jesucristo os ruega, que sólo uséis alimentos cristianos y que os abstengáis de toda planta extraña: me refiero a las herejías”.

¿Y qué hacer si alguno, como Gonzalo Vega y sus compadres protestantes, habla siempre elogiosamente de Nuestro Señor Jesucristo? Leamos lo que inmediatamente escribe el Santo Mártir: “Para conseguir la confianza, los herejes mezclan a Jesucristo con sus errores. Obran de la misma forma que aquellos que vierten un veneno mortal en una sola copa llena con vino y miel. El que lo bebe sin saberlo, bebe con gusto su propia muerte”. (I – 1).


Lo único que nos garantiza la verdadera doctrina, es la Sucesión Apostólica: en los auténticos sucesores de los Apóstoles, que son el Papa y los Obispos se encuentra la verdad. A Gonzalo Vega no le fueron impuestas las manos del Obispo ni se le envió a predicar con misión apostólica: no está en él la verdad aunque nos hable de Jesucristo, porque predica a un Cristo separado de la Iglesia, que es, según el Apocalipsis, la Esposa del Cordero, de Jesucristo, que “amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella para santificarla, purificándola con el baño del agua por la palabra, a fin de hacer parecer ante Sí gloriosa a la Iglesia, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada”. (Ef. V – 25-27; Apoc. XXI – 9).