viernes, 20 de marzo de 2015

Algunas Objeciones de los Testigos de Jehova(cont.)

OBJECIÓN 4.- UNIVERSALIDAD DE LA BIBLIA.
Es importantísimo el Texto de II Tim. III-16: "Toda la Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente completado, estando completamente equipado para toda obra buena".

Después de leer y recapacitar este texto bíblico, ¿cree usted que otro mandato fuera de las Santas Escrituras, está por encima de Ellas?

                         ¡Por supuesto que no! ¿Verdad?

SOLUCIÓN 4. – NO LA BIBLIA SIN LA TRADICIÓN  APOSTÓLICA.-
Dices que te convenciste que “la Biblia es la única base de instrucción que Dios dejó a los hombres".

Estás en un error, porque dime, Testigo, ¿qué fue antes y qué después? ¿La Biblia o la Tradición? Primero fue la Tradición, porque Adán y Eva contaron de palabra a sus hijos lo que había ocurrido en el Paraíso, y éstos, conservándolo fielmente, lo transmitieron a sus hijos y así se trasmitió la historia del pecado de la humanidad y la promesa del Redentor. A esto se llama Tradición, y es divina, porque en ella se conserva la palabra de Dios y en ella estriba la esperanza de salvarnos.

Después vendría Moisés y recibiría revelaciones de Dios y por inspiración divina consignaría por escrito lo que la Tradición conservaba y lo que él mismo recibía. Entonces, en el Antiguo Testamento fue primero la Tradición y luego la Biblia.

Esta primera parte de la Biblia se detiene al llegar el Redentor. De ella han vivido la piedad y religión del Antiguo Testamento y suministra base a la Iglesia naciente: pero falta la Segunda Parte, que es el Nuevo Testamento.

Cristo nada escribió, y de los Apóstoles sólo seis recibieron la inspiración divina para escribir.

Pero cuando apareció el primer escrito apostólico, que fue el Evangelio de San Mateo, ya habían pasado más de veinte años en que nada del Nuevo Testamento había sido escrito. Sólo se conservaba de boca a oído y por la práctica, lo que ,cristo había predicado y lo que había mandado hacer.

Entonces, ¿cómo es que los primeros cristianos eran instruidos, eran bautizados y rezaban el Padre Nuestro y practicaban la Misa y los Sacramentos? No había nada de esto escrito en los primeros veinte años; y muchos murieron antes del Primer escrito apostólico.

Por eso debes comprender que la Tradición también fue primero en el Nuevo Testamento antes que la Biblia; y que por Tradición conocemos muchos puntos básicos constitutivos de la Iglesia y muchos detalles del Culto y la piedad. Al final del siglo primero que llamamos siglo apostólico, la Tradición nos cercioraba infaliblemente cuáles y cuántos son los Libros Sagrados, y con esta Tradición queda autorizada la Biblia misma, ya que en toda la Sagrada Escritura no se encuentra una lista de los Libros Sagrados que nos demuestra expresamente los Libros que deben ser tenidos como Palabra de Dios.

De lo dicho anteriormente podrás entender que nosotros los Católicos tenemos un precioso
Depósito que llamamos Revelación, y éste se manifiesta en la Tradición y en la Biblia.

Por Tradición entendemos todo lo que los Apóstoles predicaron de viva voz y practicaron como bases constitutivas de la Iglesia. La llamamos TRADICIÓN APOSTÓLICA. Los protestantes protestan
contra la Tradición y la confunden con las tradiciones humanas que Cristo reprueba en Mc.VII, 3-23. También nosotros reprobamos las tradiciones humanas que pretenden usurpar y entorpecer
la observancia de la Divina Revelación.

Pero cuando nosotros hablamos de Tradición Apostólica, nos referimos a lo que siempre y en todas partes ha conservado la Iglesia, enseñado y practicado, como enseñado y practicado por los Apóstoles y que Ellos mismos transmitieron de viva voz sin consignarlo en la Biblia. Tienes como ejemplo el Credo y las Palabras de la Consagración de la Misa.

El Apóstol San Pablo nos enseña que esta Tradición es cosa medular en la Iglesia, tan divina como la Biblia y tan Palabra de Dios como la que consignaron por escrito los Profetas. Dice así en (I Tes. II-13): "Habiendo vosotros recibido la Palabra de Dios que de nosotros oísteis". No dice leísteis, sino oísteis. Luego era palabra hablada, no escrita. Esto es Tradición, y consta que el Apóstol dice que es "Palabra de Dios".


En la II Carta a Timoteo, Cap. II-2, manda transmitir de palabra lo que él había enseñado de palabra: "... y lo que oíste de mí delante de muchos testigos, confíalo a hombres fieles, quienes sean idóneos para enseñar a su vez a otros".

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