miércoles, 15 de enero de 2014

Quién y qué es un cristiano (cont).

III.- Se confirma lo dicho con documentos patrísticos de los Siglos I y II. (Citamos, para corroborar, documentos del siglo tercero).


El tema que nos ocupa exige, además del testimonio de la Escritura, que ya hemos apuntado, el testimonio de la Tradición Eclesiástica, preferentemente de los siglos I y II, para que conste el género de vida que, como testimonio de su Fe, practicaban los primeros Cristianos. Citamos también, para confirmación, a algunos Padres del S. III.

De los pocos documentos que escaparon a la hoguera que encendieron las diez persecuciones de los tres primeros siglos, conservamos suficientes pruebas de que las prácticas de las primeras generaciones cristianas fueron esencialmente las mismas que hoy conserva la Iglesia Católica, argumento fehaciente con que probaremos que se equivocan o mienten quienes afirman que sus caricaturas de cristianismo son un retorno a los orígenes.

Leámos algunas citas breves, aunque sólo sea en vista panorámica.

Sea, en primer lugar, la "Didajé" o "Doctrina de los Doce Apóstoles", precioso Catecismo y guía Litúrgica cuya redacción datan los sabios entre los años 70 Y 90, cuando aún vivían algunos Apóstoles. En la Didajé se halla la doctrina moral, la disciplina comunitaria, cómo administrar el Bautismo, una guía para la participación del Santo Sacrificio de la Misa llamado aquí "Eucaristía", expresamente sobre la Comunión con Ambas Especies; preceptos para la convivencia comunitaria dentro de la organización eclesiástica, precauciones contra la herejía y discernimiento de los impostores, y termina con una advertencia escatológica.


Bautismo.- Se preparan bautizante y bautizando con un ayuno de dos dias, y ayunaban también otros que les acompañaban. La materia del Sacramento está expresa: agua viva o cualquier otra agua limpia y potable, fria o caliente.- El modo: "derrama agua en la cabeza tres veces (unida a la intención actual de hacerlo:) en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". En cuanto a la aplicación del Sacramento, manda esto: "Dichas (o sea, cumplidas y recitadas) todas estas cosas, bautizad en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, en agua viva" (Cf.VII-1-4).


Eucaristía. Comunión. - Penetra hasta la médula del alma la ternura y sublimidad de las oraciones que recitaban los fieles después de haber comulgado: "Te damos gracias, Padre Santo, por tu Santo Nombre, que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu Hijo. A Ti sea la gloria por los siglos de los síglos"... "Tú, Señor Omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu nombre, y diste a los hombres comida y bebida para su disfrute. Mas a nosotros nos hiciste gracia de comida y bebida espiritual y de vida eterna por tu Hijo. Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A Ti sea la gloria por los siglos."


La Iglesia.- La Iglesia está viva y presente en la mente de los fieles y palpita en los actos litúrgicos. Al Ofertorio recitaban: "Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu Reino, porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente" Y después de la Comunión: "Acuérdate, Señor de tu Iglesia para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y reúnela de los cuatro vientos, santificada, en el Reino Tuyo, que has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria Por los siglos".


Unción de Enfermos.- Respecto del Santo Óleo para ungir y consagrar, así daban gracias: "Te damos gracias, Padre Nuestro, por el Óleo de la Unción, que tú nos manifestaste por Jesucristo tu Hijo. A Ti sea la gloria por los siglos."


El Santo Sacrificio de la Misa. Confesión.- Los siguientes párrafos nos atestiguan la celebración de la Santa Misa en domingo, esto es, en el día del Señor; que ellos sabían que la Misa es el Sacrificio de la Nueva Alianza, que debían acercarse con conciencia pura después de haberse confesado y debían haberse reconciliado con los hermanos: 

"Reunidos cada día del Señor, partid el pan y dad gracias después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro. Todo aquel, empero, que tenga contienda con su compañero, no se junte con vosotros hasta tanto no se hayan reconciliado, a fin de que no se profane vuestro sacrificio. Porque este es el sacrificio del que dijo el Señor: En todo lugar y en todo tiempo se me ofrece un sacrificio puro, porque Yo soy Rey grande, dice el Señor, y mi Nombre es admirable ente las naciones."

Bastarían estos párrafos de la Didajé para demostrar que ni la Fe ni las prácticas constitutivas de la primitiva Iglesia se han interrumpido o alterado en la Iglesia actual. Prosigamos, sin embargo, para ampliar nuestra visión de conjunto.


Fe en el Misterio de la Santísima Trinidad.- Acerca de la fe de los primeros cristianos en el Misterio de la Santísima Trinidad, San Clemente Romano (+ 98) escribe a los de Corinto: "...O es que no tenemos un solo Dios y un solo Cristo y un solo Espíritu de Gracia?...Porque vive Dios y vive el Señor Jesucristo y el Espíritu de Gracia...."(XLVI-6; LVIII).

Arístides de Atenas (hacia 140): "A Dios Creador y Arquitecto de todas las cosas, reconocen en el Hijo Unigénito y en el Espíritu Santo; ningún otro Dios adoran fuera de El" (Apología, 15).

Y esta fe fue y es común en todos los cristianos, como lo afirma Orígenes (+ 254): "Nadie puede entrar en la Iglesia ni nacer a la vida cristiana sin profesar previamente el dogma de la Trinidad" (Hom. in Lev).

Apego a las Tradiciones de los Apóstoles.- San Hipólito de Roma (- + 235) tiene, entre sus muchas e importantísimas obras, una de sumo interés: la "Tradición Apostólica", que serviría de base a muchas Constituciones eclesiásticas de las diócesis dispersas por el Imperio Romano. Esto no quiere decir que de Hipólito hubieran tenido origen las prácticas eclesiásticas allí consignadas. Quien conozca la vida de este santo mártir estará convencido de que no es inventor de ritos ni introductor de novedades, ni se le puede calificar de progresista. Al contrario: él se remonta hasta donde alcanza su investigación. Por su autoridad y veracidad, es un seguro punto de apoyo para la transmisión de las prácticas primitivas, que compila con suficiente base y documentación. Así lo demuestra el epílogo de su obra: "Aconsejo a los sabios que observen esto. Porque si todos prestan oído a la Tradición Apostólica y la guardan, ningún hereje los inducirá a error". El tratado fue redactado el año 215 y debe ser considerado como la compilación de los testimonios de los dos siglos precedentes en lo esencial de la fe apostólica expresada, a través de la Iglesia, en la Liturgia y los cánones.


Orden Sacerdotal. Perdón de los pecados.- La "Tradición Apostólica" consta de tres partes. En la primera parte contiene los cánones y ritos para la consagración de Obispos y la ordenación de Presbíteros y Diáconos. En el curso se reafirma la Sucesión Apostólica y el poder de perdonar pecados: "Padre que conoces los corazones, concede a este tu siervo que has elegido para el episcopado...que en virtud del Espíritu de sacerdocio soberano, tenga el poder de perdonar los pecados según tu mandamiento; que distribuya los cargos según tu precepto y que desate toda atadura de iniquidad según la autoridad que diste a los Apóstoles..." (Así entenderemos lo que escribe Orígenes: que el pecado se perdona cuando el pecador "no se avergüenza de descubrir sus pecados a un Sacerdote del Señor y buscar su remedio" - In Lev. Hom.2,4).



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