martes, 1 de julio de 2014

Sobre las sectas protestantes (cont.).

En el curso de la historia se han levantado muchos hombres que, conservando el nombre de cristianos, falsean la genuina doctrina de Cristo. Desde los tiempos en que aún vivían los Apóstoles, "surgieron anticristos" (1 Jn. II- 18); es decir, contrarios a Cristo, porque todo aquel que adultere el mensaje de Cristo está contra Cristo: "El que no está conmigo está contra Mí; y el que no recoge conmigo, desparrama" (Mth. XII - 30).

Fue necesario hacer una distinción entre el cristianismo falso y el verdadero, llamando "herejes" y "herejía" a los falsarios y a su falsa religión, y "cristianismo católico" y "católicos" a la verdadera religión y a sus seguidores fieles.

Así apareció la palabra "Católico", como se prueba con documentos que se remontan al siglo segundo, y muy probablemente este nombre se remonte a los tiempos apostólicos.

Porque Católico significa auténtico, con la autenticidad de la verdad y con los derechos de universalidad que tiene la verdad.

Los falsarios o herejes han sido muchos en la historia, y todos han combatido encarnizadamente a la Verdadera Iglesia Cristiana, que es la Católica. Y se da un fenómeno curioso: todos los herejes siempre han estado divididos y peleados entre sí, pero cuando se trata de atacar a la Iglesia Católica, se unen.

A pesar de todo esto, la Iglesia ha prevalecido: mientras las sectas desaparecen por sí mismas. Cristo dijo: "las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella" (Mth. XVI - 18), Y al enviar a sus Apóstoles al mundo, les prometió: 

"Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos". (Mth. XXVIII - 20).


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La más persistente de las herejías ha sido el Protestantismo.

Por Protestantismo entendemos el conjunto de sectas derivadas de la rebelión de un Sacerdote y Fraile apóstata: Martín Lutero, quien en el siglo XVI protestó contra la Autoridad Eclesiástica y contra muchos Dogmas.

Hombre de gran inteligencia y voluntad de hierro, pero de mala entraña, de pasiones indómitas, soberbio y empeñado en contradecir, hizo alianza con los príncipes más traidores y corrompidos, prometiéndoles los bienes eclesiásticos a cambio de permitirle establecer una religión distinta a la Católica, sujeta a ellos e independiente del Papado.

Se apoderó de la Biblia, que la Iglesia había conservado pura e íntegra a través de los siglos. A esta Biblia la mutiló, la tradujo tendenciosamente conforme a su sistema teológico preconcebido, y la erigió como única regla de fe y costumbres, rechazando en su interpretación toda otra autoridad que no fuera la privada de cada lector, y en última instancia, debía acatar la interpretación que Lutero quisiera imponer.

Los principios fundamentales de Martín Lutero son estos:

a) La Biblia es la única regla de fe y costumbres. Se rechaza la Tradición Apostólica y la Autoridad del Romano Pontífice. (Falso).

b) Cada creyente tiene derecho de interpretar la Biblia, bajo la inspiración del Espíritu Santo. (Falso).

c) El hombre es radical e irreversiblemente pecador. (Falso).

d) Sin perder su condición innata de pecador, puede el hombre justificarse por la fe en Jesucristo - justo y pecador a la vez - . (Falso) . - Esta fe luterana es un acto de esperanza y de confianza a la vez, con el que, quien cree, se autosugestiona convenciéndose a sí mismo de haber sido justificado y salvado por Jesucristo. Lutero la llamaba "fe fiducial". - (Falso).

e) La justificación nos viene gratuitamente de Cristo sin que nosotros pongamos algo de nuestra parte y sin que hagamos buenas obras. Basta la fe sola.- (Falso). Pero esa justificación no nos quita los pecados; sólo nos cubre con los méritos de Cristo para que el Padre Celestial, no viendo estos pecados, nos admita en el cielo en atención a los méritos de Cristo. - Algo así como sepulcros blanqueados: blancos por fuera y podridos por dentro. (Falso).

f) El hombre así justificado, hace buenas todas sus obras, así fueran criminales. Pero el que no cree y no está justificado, todo lo que hace es pecado, aunque sean virtudes. - (Falso).

g) Pero al fin de cuentas, la fe no cuenta para su salvación, pues el hombre no se justifica por sus obras, sino por su fe. El hombre no tiene libertad de voluntad (libre albedrío), y por lo mismo, no tiene méritos ante Dios. (Falso).

Todas estas herejías y otras más las divulgó en discursos y folletos entre blasfemas expresiones y palabrotas de carretonero, cargadas de ira y de sarcasmo. Quiso probarlas con la Biblia tendenciosamente traducida a tenor de su sistema teológico preconcebido, obligándola a decir lo que se le antojó, mediante interpretaciones arbitrarias, como hacen ahora sus hijos protestantes.

De todo esto se siguieron gravísimas consecuencias:

- rechazo de toda autoridad eclesiástica y hasta civil.

- convertirse cada uno en maestro de sí mismo.

- inflarse todos de soberbia queriendo enseñar y ser maestro de los demás, como sucede ahora con los protestantes que dicen llevar la luz y la verdad a todo el que encuentran o buscan afanosamente.

- división en sectas subsiguientes, conforme las distintas interpretaciones subjetivas de la Biblia, añadiendo algo más a los errores de Lutero o corrigiéndole unos errores para reafirmar otros, o sacando las últimas consecuencias de los principios luteranos.

- negación sobre negación de muchos Dogmas Católicos.

Y así, discutiendo, peleándose, distinguiendo, separándose, juntándose, adelantándose, inventando, concluyendo,... la inestable y fraccionaría secta luterana, ha engendrado y abortado otras sectas, y éstas otras más, hasta el momento presente en que aparecen más de mil. Algunos protestantes dicen que son veintiún mil, sin darse cuenta de que mientras más se dividan, más débiles son en número y verdad.

Todas estas sectas sobreviven peleándose y contradiciéndose entre sí; pero cuando se trata de atacar a la Iglesia Católica, se unen y disimulan diferencias, como sucede con la cantidad de sectas que aparecen bajo el común denominador de "Evangélicos". En América trabajan con capital extranjero quinientas diez sectas, empeñadas en desestabilizar a la Iglesia para dividir a las Naciones.

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