sábado, 5 de julio de 2014

Sobre las sectas protestantes (cont.).


III.- Del hombre sabemos que "dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza". (Gén. I - 26)... "Entonces formó Yahvéh Dios al hombre del polvo del suelo, e insuflando en sus narices aliento vital, quedó constituido el hombre como ser vivo" (II - 7).

Este aliento es el principio vital, substancia espiritual que llamamos "alma": el "Yo", lo que constituye a la persona y hace al ser humano racional, volitivo y consciente; lo que produce actos espirituales como la idea por el entendimiento, el amor o el odio por la voluntad; la profunda convicción de la propia existencia por la consciencia; la continuidad de la responsabilidad a través del tiempo; lo que permanece inalterable en la médula del propio ser aunque el cuerpo cambie físicamente a causa de la edad o las vicisitudes.

Es esta una substancia simple, carente de partes, que está toda en todo el cuerpo y toda en cada una de las partes de este cuerpo. Por ser espiritual y simple, no es hecha ni transmitida por los padres como lo es el cuerpo, sino que es creada individualmente por Dios en el primer instante de la concepción; y por ser substancia simple no es divisible ni menos corruptible: por esto es inmortal, y sólo podría dejar de ser por aniquilación.

El Sagrado Libro del Eclesiastés nos presenta la distinción entre cuerpo y alma en el momento de la muerte, en que el alma subsiste en tanto que el cuerpo vuelve al polvo: "... y torne el polvo a la tierra como era, y el hálito vital vuelva a Dios que lo creó". (Ecles. XII - 7). Y Cristo nos pondera la superioridad y excelencia del alma sobre el cuerpo: "Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero al alma no la pueden matar ..." (Mth. X - 28). El Sagrado Libro de la Sabiduría contempla al alma del justo después de la muerte: "Mas el justo, aun cuando muera antes de tiempo, disfrutará de reposo... Porque era acepta su alma al Señor, por eso se apresuró a sacarlo de enmedio de la iniquidad".

"Las almas de los justos están en manos de Dios y no les tocará tormento alguno ..." (Sap. IV-7 ... ; III-1).

Pues todas estas grandezas del don natural más precioso que hizo Dios al hombre, base de todos sus privilegios de inmortalidad y elevación al orden sobrenatural con vocación a la Eterna Bienaventuranza, se atreven a negarlas los que dicen dar testimonio de Jehová, y a reducir al hombre a la ínfima categoría de animal o planta.

En efecto, al negar que el hombre tiene, alma, haciendo un margallate con los términos: vida, espíritu, sangre, aliento, etc., todo menos aquella substancia espiritual e inmortal que enseña la Iglesia Católica: al negar el alma, decimos, pretenden borrar en el hombre la imagen y semejanza de Dios y su vocación a la eterna bienaventuranza. Si el hombre no tuviera alma, vano sería luchar por la salvación, y los mismos Testigos están luchando en vano.

Debemos notar que el objetivo de esta negación que aparenta ser un simple juego de palabras, es de gravísima trascendencia: de este modo la secta cierra al hombre toda posibilidad de salvación y, al cancelarla, borra toda esperanza y elevación hacia el bien y hacia el cielo que Dios nos tiene prometido. Amarga fue mi experiencia en la conflagración de Ixhuatepec al ver morir a un niño que preguntaba ansiosamente si en la Biblia habría un texto que le probara tener alma, y que la madre se opuso rotundamente a que yo le administrara el bautismo. Igualmente, el recibir esta respuesta de dos propagandistas muy jóvenes: "no nos hable de su cielo; nosotros no queremos ir al cielo".

Pero es una verdad probada: Dios da su Cielo a sus fieles servidores, precisamente en el momento en que pasan de esta vida a la eternidad, como aseguró al Buen ladrón: "En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso," (Luc. XXIII - 43). Frase divina que los sectarios aún retuercen y desvirtúan cambiándole la puntuación y dándole un sentido inadmisible en el texto original griego y menos aún con el contexto confirmado por otros pasajes, v. gr. Tim. IV - 8.


IV.- Cuando los Testigos niegan la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, (a quien ellos consideran un ángel superior y privilegiado, hijo de Dios por creación, pero no Dios), están negando la Redención. Ya que el pecado de Adán, que reviste proporciones de infinito por haberse perpetrado contra la autoridad y Persona de Dios Infinito, sólo pudo ser perdonado mediante una satisfacción de méritos infinitos. Una creatura finita sólo puede tener méritos finitos. Pero Cristo tiene méritos infinitos por ser Dios. Una simple creatura, por grande, perfecta y privilegiada que fuera, no pudo habernos redimido.

Hay algo más: al negar la Filiación Divina y Eterna del Verbo consubstancial, niegan la correlativa paternidad de la primera Persona Divina y no dan testimonio en su favor, pues dice la Escritura: "Todo el que niega al Hijo, tampoco admite al Padre" (I Jn. II - 23). Y con esto se acreditan de anticristos, conforme la advertencia del mismo San Juan: "Este es el anticristo: el que niega al Padre y al Hijo". (I Jn. II- 22).


V.- Consecuencia de estas adulteraciones de la Escritura perpetradas por los ya probados "anticristos", es la negación que ellos hacen del misterio de la Santísima Trinidad; y por eso los "Testigos no dan testimonio de Dios, Quien es Uno en Esencia y Trino en Personas. Creencia que ha sido fundamental del Cristianismo, expresada como Dogma desde los inicios de la Iglesia y como la puerta de la Iglesia, y consignada en todos los srmbolOs de la Fe" o "Credo" que expresan él sentir de la Tradición Apostólica.

La fórmula impuesta por Nuestro Señor Jesucristo para el Bautismo es, al mismo tiempo, una revelación de la existencia de la Trinidad Beatísima: "... bautizándolos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mth. XXVIII - 19). Dice "en el Nombre" , singular, para significar la unidad de esencia; separa: "del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", para darnos a entender la distinción de Personas.

En el transcurso de la Escritura se encuentra suficientemente expresada la existencia de este Misterio. He aquí algunos Textos:

a) Divinidad de cada Una de las Personas: luc. I - 35.- "El Espíritu Santo (Tercera Persona Divina) descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo (Primera Persona Divina) te cubrirá con su sombra. Por tanto, lo que nazca de ti, será llamado santo, Hijo de Dios" (Segunda Persona Divina, que en este caso se proyecta en relación con su encarnación).

Sabiduría, VII - 26 - 27,- (la Sabiduría es:) Irradiación esplendorosa (Hijo) de la Eterna Lumbre (Padre) y espejo inmaculado de la energía de Dios y una imagen de su bondad (Espíritu Santo). Y con ser Una, (consubstancialidad) lo puede todo (igualdad de atributos) sin salir de Sí (inmanencia, operaciones ad intra) todas las cosas renueva (operaciones ad extra), y en todas las edades (providencia en el tiempo) transfundiéndose en las almas santas (inhabitación por la Gracia), hace de ellas amigos de Dios (Redención, Gracia Santificante) y profetas (carismas e inspiración de la Sagrada Escritura).


b) Prueba de que la Segunda Persona es Divina: Jn. I-1.- "En el principio" = desde la eternidad "era el Verbo".- Al tomar San Juan la palabra Verbo (Logos), revela que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad es engendrada por vía de entendimiento y es Idea subsistente, consubstancial al Padre, igual en todo a su origen por ser su Perfectísima Imagen. Haciendo eco a Sab VII-26, lo repite San Pablo en Hebr. I-3: "... el cual, siendo destello esplendoroso de SU gloria e impronta de su substancia". (generaCión Y consubstancialidad).

"Y el Verbo era Dios".- Lo cual declara la divinidad del Verbo, esto es, el ser divino, la esencia divina, la Persona Trinitaria: Dios era el Verbo.- Esta es la significación de las palabras que el mismo San Juan escribe al final de su primera epístola: "Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero, y estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesús-Cristo. Este es el verdadero Dios y vida eterna. (I Jn. V - 20).


c) Pruebas de que el Espíritu Santo es Persona Divina:

Guarda relaciones reales con el Padre y el Hijo, que denotan la misma Naturaleza Divina. Y así:

* Procede del Padre en igualdad de naturaleza: "El Paráclito que Yo os enviaré de cabe el Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre" (Jn. XV-26).

* Procede del Hijo en iqualdad de naturaleza: "El me glorificará porque recibe de lo mío". (Jn. XVI - 14).

* Luego procede el Padre y del Hijo por espiración en igualdad de naturaleza divina: "Todo cuanto tiene el Padre es mío: por eso os he dicho que recibe de lo mío." (Jn. XVI - 15).

Así se prueba que no es una fuerza abstracta por más que se le presente dinámica: porque tiene funciones vitales, inteligentes, volitivas y conscientes: Por ejemplo:

* Es enviado; es decir, participa en igual consorcio en la Obra de la Redención, en cuanto santifica: "Os lo enviaré (Jn. XVI - 7).

* Prevalece y triunfa: "Y El, cuando viniere, convencerá al mundo" (Jn. XVI-8).

* El Consolador (Paráclito), el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre" (Jn. XIV-26).

* Enseña y conduce: "Os guiará por el camino de la verdad" (Jn. XVI - 13).

* Glorifica a Cristo: "El me glorificará" (14).

* Recibe y transmite: "Lo que oyere, eso hablará" (13).

* Inspira e impulsa: "Se llenaron todos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar según que el Espíritu Santo les movía a expresarse" (Hechos II - 4).

* Habla y aconseja interiormente:

"No seréis vosotros quienes hablaréis, sino el Espíritu Santo hablará por vosotros" (Mc. XIII-11).

* Ruega en el interior de las almas: 
"Envió Dios desde el Cielo, de cabe Sí, a nuestros corazones, el Espíritu de su Hijo, en el cual clamamos: ¡Abbá!: i Padre!" (Gál. IV - 6.- Nuevamente véase la mención conjunta y distinta de cada una de las Divinas Personas, su Misión y procedencia. )

* Infunde y reparte el amor sobrenatural: "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rom. V - 5).

* Reparte los Carismas y dones sobrenaturales: "Mas todos estos dones obra un mismo y solo Espíritu, repartiendo en particular a cada uno, según quiere" (I Cor. XII - 11.- nótese que ejerce voluntariamente).

* Habló por boca de los profetas: "David, en Espíritu, le llama Señor ... " (Mth. XXII - 43) "Lo que dijo el Señor por boca del Profeta ... " (Mth. I - 22; II - 15).- Quien tenga oído, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias". (Apoc. II - 17).- "Llevados del Espíritu Santo hablaron los hombres de parte de Dios" (II Petr. I - 21).

* Es principio de unidad en la Iglesia: "Porque en un mismo Espíritu todos nosotros fuimos bautizados ... para formar un sólo cuerpo". (I Cor. XII - 13).

* Es principio de vida sobrenatural dando eficacia divina a las aguas del Bautismo: "Quien no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios" (Jn. III - 5).

* Es principio de resurrección: "El que resucitó a Jesús de entre los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros." (Rom. VIII - 11).

Por estos y otros muchos efectos sobrenaturales revelados en el Nuevo Testamento y que sólo realiza una Persona de igual Naturaleza y Substancia que quienes la envían, sabemos que el Espíritu Santo es Persona Divina, de la misma Naturaleza Divina que el Padre y el Hijo, procedente de Ambos por espiración y Consubstancial en la Divinidad porque únicamente hay un solo Dios.

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