jueves, 30 de abril de 2015

Algunas Objeciones de los Testigos de Jehova(cont.)

OBJECIÓN 18.- DESCOMEDIMIENTO E INSULTOS.
Veo que usted es impetuoso, descomedido y le falta psicología. Fácilmente usa adjetivos ofensivos
contra la Congregación de los Testigos de Jehová y contra su Cuerpo gobernante. Así no podemos aceptar el Catolicismo.

SOLUCIÓN 18.- CONTRA LA HIPOCRESÍA SOLAPADA.
 Cuando se trata de defender a las almas, sobre todo si las vemos ahogadas por la duda, arrastradas con engaños a su perdición, busco la causa y la encuentro en los propagandistas de herejías, quienes, no contentos con apostatar ellos mismos, empujan a otros a la apostasía.

Sobre todo cuando los engañadores saben lo que hacen y están conscientes de su mala fe.

Esta confrontación no es un diálogo pasivo entre tú y yo solos; sino que existe un tercer elemento oculto a tus ojos, que no ceja en sus acechanzas: son los Dirigentes de la Secta, señalados con índice de fuego y públicamente acusados en todo el mundo por cuantos aman la Verdad.

No creo haber traspasado la caridad. Llamarles por su nombre es una voz de alerta' para sus posibles víctimas.

Si San Juan Bautista calificó de "engendros de víboras" a los fariseos y saduceos (ver Mth.III-7), con  la misma medida y verdad evangélica y hasta quedándome corto, los he tachado de mentirosos, gringos fraudulentos y demás, y a la Secta de "Tenebrosa" porque no tiene "la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn. I,9).

¿No dice y repite San Pablo que, si alguno, aunque fuera un Ángel del cielo, viniera a predicar un evangelio contrario al suyo, sea anatema? (Ver Gálatas I, 8-9). Y anatema, en este pasaje del Nuevo Testamento, Quiere decir entregado a la ira del juicio de Dios. (Así el Diccionario Bíblico).

Yo no me atrevo a tanto porque no tengo autoridad ni menos autoridad divina; Hay Quien los juzgue, y ya están juzgados "por no haber creído en el Nombre del Unigénito Hijo de Dios" (Ver Jn. III,18). Pero dentro de lo humano y dentro de mi poca percepción, creo haberles dado los calificativos que me merecen.

Tú me dueles, al herirte a ti, me han herido en el alma. No es odio ni venganza, sino la claridad que quisiera iluminara tu mente hoy tan fascinada por ellos. Yo no sé si a Nuestro Señor Jesucristo le haya faltado psicología cuando seis veces fustigó de hipócritas a los fariseos, o cuando arremetió a
latigazos a los profanadores del Templo. (Ver Mth. XIII-13; Jn. II-15). ¿Qué haría hoy con los profa- nadores y usureros de la Escritura?

En casos graves y urgentes como el presente, debemos ver la Verdad de frente y no andar con susceptibilidades. No quiero que tu mal se recrudezca tratándolo con mieles. No olvides las lágrimas de tu familia al saber tu triste apostasía.

Te duele que se den calificativos insultantes al "cuerpo gobernante" de la Secta. A mí me duele que se niegue a la Santísima Trinidad, se rebaje a Jesucristo, se adultere la Biblia y se calumnie a la
Iglesia.

Te duele mi actitud hiriente hacia los que te envenenaron; a mí me duelen las lágrimas de tus familiares a causa de ellos. A ti te duelen los extraños; a mí me dueles tú.

¿No es así como todas las sectas protestantes enseñan a filtrar un mosquito pero a tragarse un camello? (Cons. Mth. XXIII-24).

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