viernes, 6 de noviembre de 2015

Creo en la Santísima Trinidad(cont.)






Tácticas perversas


En sus libros y en sus pleitos callejeros, los Testigos de Jehová, además de negar los Misterios de Dios, recurren al absurdo cuando retan a los católicos a demostrar científicamente los dogmas. Con el mismo desplante piden demostración matemática de la Unidad de Esencia en Trinidad de Personas. Y como la palabra “Trinidad” no se encuentra en toda la Biblia, concluyen triunfantes que no existe la Trinidad.

Con esto demuestran su insensatez e ignorancia.

Su insensatez, porque un Misterio no puede ser demostrado: dejaría de ser misterio. El motivo del Misterio es objeto de la fe. Sabemos que existe, pero no en qué consiste. Tanto lo uno como lo otro están sobre nuestra capacidad. Pero Dios se ha dignado revelarnos su existencia (existe la Trinidad) y su objetivo (Dios Uno en Esencia y Trino en Personas); pero no nos ha revelado ni nos revelará jamás, ni en la eternidad, en qué consiste su íntima razón de ser. Lo imposible no es posible.

El misterio es objeto de la fe, en fuerza de la Autoridad de Dios, Verdad Absoluta, que no puede engañarse ni engañarnos.


Muestran ellos, además, su ignorancia, porque desconocen totalmente la Metafísica, alma de la Filosofía, y desconocen las rigurosas conclusiones teológicas que de la Revelación se desprenden. Ya hemos visto, con base en los textos bíblicos, que arrancan de la Metafísica, hemos demostrado que su existencia no repugna a la verdad ni al entendimiento humano; antes es necesaria para poder entender la existencia de nuestra alma y para  hallar la clave de interpretación para la Revelación Divina consignada en la Biblia y en la Tradición Apostólica.    

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