martes, 23 de febrero de 2016

Jesucristo es Dios II (cont.)




2.- MAS PRUEBAS ESCRITURISTICAS

¡Hijo de Dios! ¡Verbo Encarnado! El es Aquel a quien la Iglesia Católica profesa y proclama ante el Orbe entero: "Dios de Dios, Luz de luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero, Engendrado, no creado, Consubstancial al Padre; por Quien todo fue hecho. Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajo de los cielos. Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María Virgen y se hizo Hombre..." (Credo Nicenoconstantinopo-litano.)

Es innegable la estrechísima relación que existe entre el Verbo Eterno y su Encarnación, y del Encarnado con su Ser Divino. En consecuencia, así como San Pedro en Cesarea, los demás Apóstoles profesaron la Divinidad de Cristo, como a continuación demostramos tomando algunos ejemplos del Nuevo Testamento, con los cuales quedan confirmados los que en el curso de la Primera parte de este escrito hemos citado.

.- Jn. XII - 41.- "Esto dijo Isaías cuando vio su Gloria y habló de El".- Texto de capital importancia para conocer la divina consubstancialidad del Verbo Encarnado.

San Juan nos remite al Profeta Isaías a propósito de las palabras que acaba de citar: "Cegó sus ojos y enmudeció su corazón para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón y se vuelvan a Mí y Yo los sane."

Estas palabras citadas al sentido, se encuentran en Isaías VI-10. Las pone el Señor en labios del Profeta cuando ya los ha purificado con una ascua que un Serafín toma del altar. ¿Cuándo? Precisamente cuando contemplaba la Gloria del Señor "...sentado sobre trono elevado y excelso". Los Serafines cantaban a coro diciendo: "Santo, Santo, Santo es Yahvéh Sebaoth: llena está toda la tierra de su gloria".

A esta Gloria, exclusiva de Dios Uno y Trino -Uno por la singularidad del  Señor, y Trino por el Trisagio tributado-, se refiere San Juan cuando dice: "Esto dijo Isaías cuando vio su Gloria". Y añade: "y habló de El", como para  reconocer que por divina inspiración y el mesianismo de sus profecías, reveló a la humanidad que "Uno de la Trinidad" (Sn. Atan.), padeciendo en carne mortal, nos había de redimir.


En pocas palabras, el P. Bover S. J. Comenta: "La sublime visión del Rey divino, Yahvéh de los ejércitos" es la visión de la gloria de Cristo: testimonio de su divinidad".



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