viernes, 26 de junio de 2015

Algunas Objeciones de los Testigos de Jehova(cont.)

Así prefabrican sus embrollos para dejar boquiabiertos a los que desean pavonearse con el título de "teólogos".

Pues bien, entérate hoy de lo siguiente:

Los datos que me diste en tu anterior objeción, sólo son una guía especulativa que escribe la historia de las herejías antitrinitarias, pero no es una exégesis de la Divina Revelación ni consigna la "Historia de los Dogmas".

Paso a refutar el Subordinacionismo, que no Puede ser confundido con un remedo de la Teología Trinitaria, pero que tus maestros desde la Torre de Broocklyn te lo han presentado para distorsionar la enseñanza primitiva de la Iglesia acerca de este Divino Misterio.

Paso ahora al Subordinacionismo. Los datos que me diste sólo son verdaderos en cuanto a la doctrina de esta herejía, pero no en su radicación y extensión en la Iglesia. Rechazo tu pretendida generalización a todos los ambientes doctrinales del Catolicismo. Eran ensayos de algunos pensadores que se metieron a teólogos y pretendían reducir los datos de la Revelación a una explicación razonada; con fe, ciertamente, pero con cierta audacia. Y esto nada menos que acerca de la Santísima Trinidad y la Encarnación.

Así surgieron los Monarquianos a principios del S. lII y se diversificaron en dos corrientes: modalistas y dinamistas. La modalista o Sabelianismo fue declarada herética por el Papa Calixto hacia el año 220. Muchos que decían que esa era colución correcta, se retractaron. Los dinamistas (que es lo que tú me presentas como subordinacionismo) habían sido condenados por el Papa Ceferino hacia el año 217.

Ambas corrientes subsistieron en las discusiones de las aulas como tentativas teológicas, hipótesis no aceptadas, temas de estudio con humano raciocinio que hubiera querido llegar a nuestra actual fórmula del "Uno en esencia y Trino en Personas". El Papa Dionisio (260-268) usó la fórmula "consubstancial" que abriría camino a la solución de Nicea.

No digas que los Santos Padres o que la Iglesia entera cayó en el subordinacionismo. Debes decir que teólogos y apologistas se esforzaban por sistematizar lo que la Revelación proponía como dogma de fe. Algunos fogosos y apasionados tomaron partido, pero fueron unos cuantos; no el pueblo ni la Jerarquía, ni mucho menos la Iglesia entera.

Por lo mismo, la fe esencial de la Iglesia Universal no varió jamás. Aunque no hubiera entonces palabra humana que hiciera más accesible el Misterio, el Misterio era creído. Más tarde, a fuerza de estudios, ensayos y disputas, se hallarían en el idioma humano fórmulas adecuadas definidas por el Concilio de Nicea. Y ya ves qué bien nos defendemos ahora con la fórmula de oro: "Uno en esencia y Trino en Personas".


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