martes, 18 de febrero de 2014

Quién y qué es un cristiano (cont).

VIII.- Peligros. Responsabilidad. Prevenciones.


Después de haber expuesto el verdadero Cristianismo en su primitiva y genuina realidad, de haberlo confrontado con la triste distorsión de las sectas y haber concluido la falsedad de éstas, expondremos los peligros latentes en algunos católicos de nuestra época y de nuestro medio, y son las no pocas m pequeñas rendijas que las sectas aprovechan para introducir en las almas su vaho venenoso hasta enajenarlas e inducirlas a la deserción por la herejía.

Ante todo, hemos de saber que una proporcional responsabilidad y culpa en el pecado de herejía, gravita sobre la conciencia de quienes aceptan la propaganda herética. La ocasión la da el propagandista por insidias de Satanás; mas las causas radican en quien recibe y acoge, por obra de Satanás, el cual sabe aprovechar todas las fallas.

Paralela a la citada advertencia profética de San Pedro, escribió San Pablo esta otra: "vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, antes a medida de sus concupiscencias, tomarán para sí maestros sobre maestros, con la comezón de oídos que sentirán, y por un lado, desviarán sus oídos de la verdad y por otro se volverán hacia las fábulas. (II Tim. IV - 3-4).

Para la inteligencia de esta profecía, expondremos de modo práctico las causas más comunes por las que algunos apartan su atención de la verdad y la aplican a las fábulas heréticas:

Curiosidad.- Querer saberlo todo, con la temeridad de jactarse de un criterio maduro que podrá resistir. Dicen ellos: "no es hazaña huír del fuego, sino andar entre las brasas sin quemarse."

Ignorancia. - Apenas conoce los rudimentos de la Religión. Jamás tuvo interés por conocer a fondo el tesoro que poseía. ¡Y en esa ignorancia querer meterse a teólogo!

Desprevención.- Aceptar poco a poco la insistente visita de los propagandistas, sin sospechar hasta dónde llegaría todo eso.

Sorpresa.- Deslumbrarse ante la pujanza económica de las sectas, ante su elegante propaganda y la organización estratégica de sus equipos.

Despecho- Víctima de las murmuraciones y propaganda adversa que los enemigos hacen contra la Iglesia. Amargura nacida por comparaciones o por querer que la Iglesia sea como cada quien desea.

Abandono.- Católicos a medias, que creen a medias y practican a medias, o totalmente no practican. Vacíos de Dios y lejos de la Gracia.

Pasiones y Pecados.- En la Fe verdadera, desprecian los medios de conversión, que son auténticos y eficaces; pero cuando un extraño (sobre todo si es extranjero) le propone un plan raquítico de salvación fuera del verdadero camino, resuelven "convertirse", achacando al Catolicismo su mal comportamiento.

Novedad.- Hastío por lo ya conocido y entusiasmo por un nuevo sistema religioso.

Ambición.- Deseos de ser notable en un grupo aunque sea pequeño; de escalar los grados con que las sectas estimulan a sus prosélitos.

Interés temporal.- Personas indolentes, atenidas siempre al favor de un paternalismo cómodo, que esperan el remedio de sus necesidades, de donde viniere. Las sectas saben explotar con dádivas comprometedoras esta culpable búsqueda de la propia conveniencia temporal. Ellos son maestros en el soborno de las conciencias.

Alianzas dolosas.- Proposición de negocios ventajosos o apoyo social; proposición de matrimonio de parte no católica a parte católica, ocultando su filiación herética mientras logra enajenar, por afecto, a la parte católica...


La prevención consiste en lo contrario:

Contra Curiosidad, Madurez.- Sabiendo que la desgracia de la humanidad se debe a la curiosidad de Eva. Peca mortalmente quien, con pleno conocimiento y voluntad, se expone al peligro de apostatar.

Contra Ignorancia, Instrucción.- Buscar ávidamente los tesoros de la auténtica sabiduría cristiana.

Contra Desprevención, Vigilancia.- Pues el demonio, como león rugiente, ronda mediante las sectas buscando a quién devorar.(Cf. I Petr. V-8).

Contra Sorpresa, Valoración.- No estamos en competencia de técnicas tipográficas ni de financiamientos en dólares; sino acerca de la verdad teológica, que no se apoya en la prepotencia humana. (Cf I Cor. II-4-5; Ps. XIX - 8).

Contra despecho, Fe.- Amar a la Iglesia y creer en Ella, a pesar de los arteros ataques de sus enemigos. No son sabios ni prudentes, sino apasionados herejes quienes la difaman.

Contra Abandono, Fervor.- Cumplir, por lo menos, los deberes fundamentales del cristianismo y procurar el estado de Gracia, esforzándose en adelante por progresar en la virtud y servicio divino.

Contra pasiones y pecados, Penitencia. - Conversión a Dios aprovechando el medio sobrenatural por El instituí do: la Confesión, Sacramento que ha depositado únicamente en Su Iglesia Católica (Cf. Jn. XX-23). La promesa de los herejes, de ser justificado por un solo acto de fe, es un vil engaño.

Contra Novedad, Sensatez.- Convencerse de que, precisamente por ser nuevos esos sistemas religiosos, en su novedad muestran su falsedad; pues la verdad es eterna y ha acompañado al hombre desde el Paraíso, conservándose por línea recta mediante la Revelación.

Contra Ambición, Humildad.- Tomando el lugar que Dios le señaló en el seno de su verdadera Madre, la Iglesia Católica; y no querer medrar en las organizaciones de los herejes, conforme lo expresa el Salmo: "He preferido ser el último en tu Casa, antes que habitar en las tiendas de los pecadores" (Ps. LXXXIII -11).

Contra Interés temporal, Fidelidad.- El demonio está dispuesto a dar todos los reinos del mundo, a cambio de una sola defección: "Todo esto te daré si, postrándote, me adorares" (Mth. IV-9).

Contra alianzas dolosas, Amor a Díos.- Preferir perderlo todo antes que ofender a Dios. Todos los amores deben estar subordinados al Amor de Dios. Conservar el amor de una creatura al precio de la herejía, sería perder la propia alma.


Con estas prevenciones, que al fin son obligatorias para todos los católicos en todo tiempo y ocasión, quedaran neutralizadas las insidias de las sectas pseudo-cristianas. En nuestra mano está, con la Gracia de Dios, desbaratar los designios de los enemigos de nuestra salvación. Las multimillonarias inversiones de sus incursiones proselitistas, de su propaganda y regalos, fracasarán rotundamente si nadie acepta cruzar con ellos una sola palabra referente a la Religión. Su ofensiva electrónica por los medios de comunicación masiva fracasarán si ningún católico la lee, la escucha o la ve. Desistirán de recorrer las calles si no hay puerta que se les abra. En una palabra, neutralicemos la acción de cuantos tratan de arrebatamos la Fe Católica; y mientras ellos gastan sumas estratosféricas por arrastramos a la herejía, nosotros, Sin costo alguno, podemos ignorarlos y permanecer fieles a Dios y a su Iglesia.

Con esta actitud negativa no se falta al mandato de la Caridad. El Apóstol San Juan, conocido como el Apóstol de la Caridad, nos manda: "...Porque muchos seductores han salido al mundo, los que no confiesan a Jesús como Mesías venido en carne. Esa gente es el seductor y el anticristo. Mirad por vosotros, no sea que perdáis lo que trabajásteis, antes bien, recibáis pleno galardón. Todo el que va más allá y no se mantiene en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que se mantiene en la doctrina, este tiene al Padre y también al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no tiene esta doctrina, no lo recibáis en casa ni le digáis "¡Salud!"; el que le dice "¡Salud!" entra en comunión con sus malas obras" (II Jn. 7-11).

Dirá alguno que el Ecumenismo actual exige un trato más cordial. Respondemos que debe haber trato cordial cuando el no católico viene con ánimo y deseo de conocer la verdad; pero cuando viene respirando intenciones aviesas, armado de falacias, dispuesto a arrebatamos el tesoro de la Fe, no merece trato alguno de parte de los fieles; merece, sí, nuestra compasión y nuestras oraciones para su conversión.

En todo caso, sabiendo que la Fe es un don divino, orad a Dios por la conversión de los extraviados, y eso es ya una labor ecuménica; avalada con vuestra conducta, prudencia y caridad. Dios y la correspondencia de ellos a la Gracia harán el resto... y dejad la confrontación doctrinal a los teólogos y a la Jerarquía eclesiástica; pues la intrincada trama de la herejía y el fanatismo y malas artes de los herejes, a quienes Satanás acompaña, amenazan engañar a los católicos que con sencillez cristiana entablan diálogo con ellos. (Cf. Cn. 755 / 1 y Directorio del Pont. Consejo Prom. Unid, Crist.- Cf. Encíclica "Ut unum sint", 70).


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