jueves, 17 de septiembre de 2015

Creo en la Santísima Trinidad(cont.)


De este modo me reafirma Dios en la realidad de su propia existencia y se digna revelarme la intimidad de su propia Esencia. La existencia de Dios y la intimidad de su Esencia las acepto en virtud de la fe sobrenatural, aunque no lo he visto: "por fe caminamos, no por visión" (II Cor. V-7). Fe que define San Pablo: "Es la fe... argumento de (las cosas) que no se ven" (Hebr. XI. I).

Reconociéndola como "argumento", me enseña que la fe sobrenatural engendra en mí una certeza que llega a la convicción más profunda e inconmovible, así como en el orden de las ideas naturales el argumento genera certidumbre.

Y con esta profunda convicción, creo en Ti, ¡oh Adorable Trinidad!, y te glorifico y bendigo porque te has dignado manifestarte a mí con la fe que Tu misma me infundiste en el Bautismo. Creo que eres un misterio insondable: conozco, tu existencia aunque no pueda yo explicar el porqué ni el cómo, siendo un solo Dios, eres Padre, eres Hijo y eres Espíritu Santo. Conozco que existe este, misterio, aunque por mi pequeñez no conozca como se realiza en, su última y profunda constitución.  

Ni me atrevería a escudriñar tu Majestad porque sería oprimido por tu gloria (Cf. Prov. XXV-27); ni me aventuro a caer en la insensatez dé intentar que en mi mente, limitada por su propia contingencia, cupiera tu inmensidad eterna.

Pero el saber la existencia de este Misterio es ya una dicha inmerecida, y el contemplar su objeto es gozo y paz indescriptible que supera a todo sentido y me transporta al éxtasis.


¡Creo en Ti, oh Dios, Uno en Esencia Trino en Personas!

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