miércoles, 23 de septiembre de 2015

Creo en la Santísima Trinidad(cont.)



Tenemos así tres puntos de referencia: la razón elevada por la Gracia, la Revelación y la garantía del Magisterio de la Iglesia. En todo lo cual se aplica nuestro entendimiento, se ejercita nuestra voluntad y, quedando en perfecta libertad, adquirimos la certeza de la fe, con el mérito de haber aceptado el testimonio veraz del Magisterio.

Porque en la revelación de los grandes Dogmas, no procede el Señor como con las gracias actuales. En éstas se dirige directamente a cada hombre para alumbrarle la senda del bien y fortalecerle en el camino; pero en la revelación de los Dogmas conduce a los hombres a las fuentes y les da a beber. Estas fuentes son: la Revelación, general para toda la humanidad, y la Iglesia, en la cual ha depositado la Revelación y a quien ha constituido "columna y fundamento de la verdad" (I Tim. III - 15) para garantía y apoyo inmediato en nuestro peregrinar hacia Dios.

Por la Revelación, Dios nos ha comunicado:

a) Su propia existencia: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob" (Ex. III- 6);

b) Su íntima y profunda razón de ser: "Yo soy el que soy" (Ex. III-14);

c) Su relación paternal para con sus creaturas: "He contemplado la aflicción de mi pueblo... he oído su clamor" (Ex. III-7);

d) Su plan salvífico: "(Dios... quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad" (I Tim. II-4);

e) La elevación del hombre al orden sobrenatural: "... dioles potestad de ser Hijos-de Dios" (Jn. I-12);


f) La glorificación del hombre: "Venid vosotros los benditos de mi Padre, entrad en posesión del Reino que os está preparado desde la creación del mundo"(Mth. XXV-34).

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