lunes, 25 de mayo de 2015

Algunas Objeciones de los Testigos de Jehova(cont.)

OBJECIÓN 24.- SALVACIÓN IR AL CIELO.- CUPO LIMITADO

Sólo el rebaño pequeño irá al cielo a gobernar con Cristo, sobre la Nueva Tierra, hecha un paraíso de nuevo.

El pequeño rebaño a que Cristo se refirió (entre
ellos sus apóstoles, y su madre) el número se
menciona precisamente en Revelación 14:1.3. Rev. 5:9 y 10; Rev. 20:6.


SOLUCIÓN 24.- EL CIELO NO ES UN PARAISO TERRENAL

Paso adelante en tus objeciones. Ahora me hablas de la salvación, pequeño rebaño, nuevo paraíso terrenal, y me mandas al Apocalipsis. Pero veo que, con cierta reserva y timidez(y con minúsculas) mencionas a la Madre de Jesús como salvada. ¡ Vaya ! Aún te queda un fondo de católica, o tal vez los dirigentes de la Torre no se han atrevido a tocar a la Inmaculada por miedo a perder a sus adeptos extraídos del Catolicismo. A Ella te encomiendo, para que Ella te vuelva a la Iglesia. Oye su voz: "Haced cuanto El os diga" (Jn. 11-5); "He aquí que desde ahora me llamarán Bienaventurada
todas las generaciones" (Luc.I-48).- En la noche obscura por la que pasa tu alma, levanta tus ojos y mira a la Estrella; Ella brillará como la estrella polar en medio del mar, para que no pierdas el rumbo y llegues al puerto de la Salvación.- Me has dado un rayo de esperanza.

Pasemos ahora a la salvación, cielo y paraíso terrenal.

Nuevamente sale a relucir la mentalidad nominalista protestante en la interpretación de la Biblia:
la letra y solo la letra, sin atender al sentido ni armonizarla con toda la Revelación. Cuando Cristo
dijo a sus Apóstoles: "No temas, rebañito pequeño, porque plugo a vuestro Padre daros el Reino"
(Luc. XII-32), se refirió a los Apóstoles, a ese pequeño grupo que lo seguía, a pesar de las críticas,
trabajos y privaciones. Pero no se entiende que esta pequeñez inicial fuera la misma al final, después que el Señor pronuncio la parábola del grano de mostaza, que con ser la más pequeña de
las semillas, cuando germina y crece, se convierte en un árbol grande que alberga a las aves. (Cons. Mth. XIII, 31-32; Luc. XIII, 18-19). Esta es la Santa Iglesia, que había de llenar el mundo: universal, católica, no sólo por su extensión física actual, sino esencialmente, porque la veracidad y autenticidad de su doctrina es la única que puede satisfacer todo entendimiento creado.

La voluntad salvífica de Dios es universal: "Dios quiere que todos los hombres se salven y vengan al pleno conocimiento de la verdad" (I Tim. II-4). Si sólo se salva un pequeñísimo grupo, ¿dónde queda el Sacrificio de Cristo, de su propia vida ofrecida por toda la humanidad? ¿Y dónde el triunfo de Cristo sobre el demonio, salvando un número muy inferior al de las almas que Satanás logrará perder? Y los que se salven, no irán a gobernar con Cristo, sino a gozar del Reino de Cristo, que no es de este mundo, sino sobrenatural. (Cons. Jn. XVIII-36). Porque "ir al cielo, en lenguaje católico, se entiende "salvar el alma".

Pero según la mentalidad de los Testigos, hay dos clases de salvación: una para un pequeño número (144,000), que van al cielo; y otra para los demás, como premio a su fidelidad o en aplanar calles y enviar el precio de libros y suscripciones a la Torre, y obtendrán su resurrección y el gozo sensual o sensitivo, físico, de mil años en un paraíso terrenal. Así lo dispusieron los democráticos

y fraternales dirigentes de la Torre, quienes quisieron que una elite selecta y escogida gozara del cielo para siempre, desde donde gobernarán a la plebe, los Testigos de segunda, los del proletariado sectario, los poca cosa, los cualquierita. ¡Vaya! Denles mil años de goce temporal, y después, que vuelvan a la nada.

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