martes, 6 de septiembre de 2016

Continuación del Santo Evangelio. . . (cont.)




La Multiplicación de los Panes


Continuación del Santo Evangelio según San Marcos, (VIII-1-9).


En aquel tiempo, habiéndose juntado otra vez un gran concurso de gentes alrededor de Jesús, y no teniendo qué comer, convocados sus discípulos, les dijo: Me da compasión esta multitud, porque hace ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y si los envío a sus casas en ayunas, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. Respondiéronle sus discípulos: ¿y cómo podrá nadie en esta soledad procurarles pan en abundancia? Él les preguntó: ¿cuántos panes tenéis? Respondieron: siete. Entonces mandó Jesús a la gente que se sentara en tierra. Y tomando los siete panes, dando gracias los partió, y dábaselos a sus discípulos para que los distribuyesen entre la gente; y se los repartieron. Tenían además algunos pececillos: bendíjolos también y mandó distribuírselos, y comieron hasta saciarse, y de las sobras recogieron siete espuertas, siendo al pie de cuatro mil los que habían comido. En seguida Jesús los despidió.

COMENTARIO:

Una doble lección se desprende de esté párrafo del Santo Evangelio:

la.-Cómo hemos de buscar a Dios.

2a.-Que Dios no se deja vencer en generosidad

.-Nuestra búsqueda de Dios ha de ser semejante a la búsqueda que de Él hacían pueblos enteros cuando pasó por este mundo, pues lo buscaban con ansia y, una vez hallado, no le dejaban aunque hubiesen de padecer frío y calor, hambre y sed, soledad y desnudez.

En efecto: ¿cuál había sido el cuidado que para sí mismas tuvieron esas gentes cuando anduvieron tras de Jesús? No se preocuparon de sus negocios temporales sino que, embebidos en el supremo negocio de su salvación, siguieron a Jesús con gran fidelidad.

¡Cuán pocos son ahora los que tienen tal corazón! Los primeros siglos del cristianismo vieron rasgos heroicos, al grado de perder la misma vida entre tormentos por no abandonar a Cristo. Hoy la comodidad de nuestras casas, el confort afeminado de las ciudades, la vida sibarita de los placeres, no sólo impiden al alma volar hacia Cristo, sino que le embotan sus ansias de Dios y la sumen en una fatal somnolencia que la inutiliza para todo lo espiritual.

Hagamos como esas buenas gentes: saltemos sobre todo lo que pueda impedimos el acceso a Jesucristo, busquémosle con ansia y, una vez hallado, no le dejemos aunque por ello tengamos que padecer toda miseria temporal y hasta la misma muerte.

2o.-La espontánea y desinteresada actitud de las turbas halla eco en el corazón de Cristo: ¡Qué conmovedor es escuchar sus palabras!: "Me da compasión esta gente, pues hace tres días que me sigue y no tiene qué, comer. Si los despidiera en ayunas desfallecerán por el camino".

Notemos la previsión del Señor. Después de haber alimentado los espíritus con el pan de la divina palabra, va ahora a alimentar los cuerpos con el pan material. Sabe que el hombre es un compuesto de alma y cuerpo; sería un extremo vicioso descuidar el alma por cultivar el cuerpo, así como también desprenderse del cuidado del cuerpo por satisfacer una mal entendida piedad.

Cierto es que el alma tiene supremacía sobre el cuerpo y que, tratándose de la salvación y la gloria divina, es necesario anteponer lo espiritual a lo temporal; pero, aun siguiendo en nuestra vida esta orientación o subordinación de valores, es lícita una prudente diligencia por lo temporal, con tal que ocupe el segundo lugar, según la recomendación del Divino Maestro; "Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia" el segundo lugar lo tendrán las cosas temporales: "y todo lo demás os será dado por añadidura". (Math. VI-33).

Así que el mismo Cristo se digna proveer en esta ocasión visiblemente, tal como su Providencia había provisto antes y no deja de proveernos invisiblemente hasta nuestros días; entonces con el portentoso milagro de la multiplicación de los panes, y ahora y siempre con la ordenación de las circunstancias que, agitadas por Nuestra diligencia, forjan nuestro pan de cada día.

¿Quién no se encanta si profundiza estas verdades?


Pasemos del arrobamiento a la práctica: busquemos a Dios hasta encontrarlo y, una vez hallado, no lo dejemos aunque tengamos que padecer el dolor, la miseria y la misma muerte, sabiendo por anticipado que, si depositamos nuestros cuidados en Su Providencia, Él no se dejará vencer en generosidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario