jueves, 8 de octubre de 2015

Creo en la Santísima Trinidad(cont.)




Así el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en Quienes contemplamos igualdad y perfección; pues en Ellos, tanta perfección es el engendrar como el ser engendrado, y el espirar como el ser espirado; el entender como el ser entendido, el amar como el ser amado.

Porque el entenderse, engendrar y ser Padre; el ser entendido, engendrado y ser Hijo; el amar y espirar activamente y ser amado y pasivamente espirado o Espíritu, no es en Dios una realidad que pasó de la potencia al acto, sino un acto purísimo eternamente presente: el "Ser" y el "Hoy" de Dios.

Más aún: aunque cada Divina Persona es distinta Y se distingue por su Procedencia y modo de procedencia, de que resultan relaciones opuestas, todas Tres son la misma Esencia Divina: cada Una está en la Otra causándose gozo purísimo imposible de describir con idioma 'humano; causándose recíprocamente éxtasis eterno: éxtasis y gozo inmanente, pues en Dios tienen razón, a Dios se dirigen y en Dios se realizan sin que de su divinidad hayan de salir para lograr su plenitud infinita y eterna.

Con esto hemos aludido a lo que los teólogos llaman "circuminsesión"; pues las Tres Divinas Personas se envuelven y penetran mutuamente desde siempre y por siempre: como el inmenso océano que, en su serena majestad, encierra corrientes envolventes en su seno y encrestamientos agitados en la superficie, y no puede concebirse estático.

Aclaremos que llamamos "Persona" al que engendra, al Engendrado y al Espirado, por ser lo más excelente que concebirse pueda: lo aplicamos al ser subsistente intelectual. En el orden creado, lo referimos al Ángel y al hombre, porque son seres que subsisten en la naturaleza racional. Dios posee de Sí y en Sí esta perfección en grado infinito. Pero aplicada a Dios, este concepto "Persona" no designa la esencia divina sino indirectamente. De modo directo distingue las relaciones intratrinitarias en cuanto subsistentes y opuestas entre sí: la relación subsistente de Paternidad es la Persona del Padre; la de Filiación es la Persona del Hijo, y la de Espiración pasiva es la Persona del Espíritu Santo.


Y hay algo en la Trinidad Beatísima que mira a mi persona y me liga esencialmente a Ella desde el principio: su acción "ad extra": su operar al exterior de su inmanencia, cual es la Creación. (Gén. I - 1) Y a la Creación consiguen las Misiones divinas: la que mira a mi salvación, por la que el Padre envía visiblemente Su Hijo al mundo (Jn. III-16), y la que mira a mi santificación, para cuya realización, Padre e Hijo envían de modo visible e invisible al Espíritu Santo (Act. I-8; II-3-4) De aquí se sigue la Inhabitación, por la que la Santísima Trinidad ejerce una presencia especialmente privilegiada en el alma justa, presencia que Jesucristo designa como "morada"              (Jn. XIV-23).

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