martes, 8 de diciembre de 2015

Jesucristo es Dios (cont.)




2.- EL PROBLEMA:

¿Porqué y cómo realizó el Verbo la Redención del hombre?

A.-  Porque el pecado de Adán ofendió gravísimamente a la Santísima Majestad del Altísimo, deturpó la Imagen que El le imprimiera y borró su semejanza: el alma quedó deformada y destituida de la gracia Santificante. La Redención tendría por finalidad desagraviar y satisfacer a la Justicia Divina, restaurar la Imagen de Dios en el hombre y devolverle la Gracia que había poseído al ser creado “en justicia y santidad de verdad” (Cf. Ef. IV-24).

El redimir al hombre implicaría, pues:

a)     Satisfacer la Justicia quebrantada por el pecado, la cual es infinita en Dios y se proyecta en el hombre finito; pero en el caso de la desobediencia de la creatura, lesiona de modo proporcionalmente infinito los derechos de Dios.
b)    Desagraviar a la Majestad de Dios, que ha sido ofendida por las pretensiones inducidas por el Demonio a Eva y  a Adán: “Seréis como Dios…” (Gén. III-5).
c)     Restaurar el Orden Sobrenatural establecido por Dios para bien de su creatura racional, en analogía con su Santidad; mismo que la rebelión del hombre había destruido haciéndole enemigo suyo. (Cf. Rom. V-10).

  B.-  El cómo de la Redención se remonta hasta el momento mismo de
                    la sentencia que Dios dictó contra el hombre: en ese mismo
                    instante tuvo Dios misericordia de su creatura caída y le prometió
                    un Redentor, diciendo a la Serpiente y en ella al Demonio: 

                   “… Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu descendencia
                   y la suya; la cual quebrantará tu cabeza y tú acecharás su calcañar”


                                                                                                        (Gén. III-15).


Conforme a este texto, príncipe y fundamental, eje de toda la Escritura, ha de haber un enfrentamiento entre la Serpiente (o Satanás, Cf. Apoc. XII-9) y su descendencia de pecado que envuelve a todos sus secuaces, que son primeramente los Ángeles caídos, contra la mujer ahí presente, madre de todos los vivientes, de la Humanidad, y contra AQUEL que en Sí recapitula a toda esa descendencia o humanidad: “el Hijo del hombre”, el Redentor. (Cf. Gál. III-16).

Y es digna de notarse la relación o nexo que tiene con “la Mujer” el Protagonista de esta lucha: ha de ser descendiente suyo: luego tiene que ser humano, puesto que en la lucha habrá de sufrir la mordedura de la Serpiente: pagará con su vida la redención de la humanidad.

Ahora bien, ¿un descendiente de aquella Mujer que cayó ante la tentación de la Serpiente, tendrá fuerza y poder suficiente para redimir a la humanidad? ¿Podrá dar satisfacción cumplida a la infinita Majestad de Dios)


No hay en toda la creación nada ni nadie que pueda cumplir tan sublime como delicada misión: ni las creaturas inertes ni las irracionales pueden ser víctimas agradables; ni siquiera los hombres ni aún los Ángeles. Porque ninguno, por consciente, racional y encumbrado que sea, puede tener los méritos infinitos que se requieren para restaurar el Orden Sobrenatural de la Gracia, que es la gratuita participación de la Naturaleza Divina. (Cf. II Petr. I-4)


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