miércoles, 23 de diciembre de 2015

Jesucristo es Dios(cont.)




B.- ORIGEN HUMANO
 

El mismo Evangelista inicia su precioso Escrito con estas palabras: “Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mth. I – 1)

A partir del verso 2, nos transmite una serie de cuarenta y dos generaciones, siempre con el nexo imprescindible de una generación natural a la siguiente también natural, usando el verbo “genuit” (gr. = egennesen) 39 veces, y nombrando siempre al progenitor varón. Mas al llegar a Jesucristo, ni habla del padre ni usa el verbo “engendró”, sino que, cortando de modo inusual, habla sólo de la Madre, y nombrando a San José únicamente en su dignidad de Esposo: no de padre: “Y Jacob engendró a José, el Esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado  Cristo” (Math. I – 16).

San Lucas procede de modo inverso y parte de San José hasta llegar a Adán, creado por Dios. Pero advierte: “Y era el mismo Jesús, al comenzar, como de treinta años, hijo, según se creía, de José” (Luc. III – 23).

“Hijo, según se creía”; luego en realidad no lo era. Ya antes ha consignado la intimidad de la Anunciación, y San Mateo nos lo ha dicho con todas sus letras: “… lo que ha nacido en Ella es del Espíritu Santo” (Mth. I – 20).

5.- REVELACIÓN, MAGISTERIO Y RAZON

La meridiana claridad de los textos aducidos no deja lugar a dudas: Jesucristo tiene un origen devino y un origen humano, y de ellos concluimos las dos naturalezas inconfusas en Cristo: la Divina en cuanto Dios y la Humana en cuanto hombre: es decir, Dios perfecto y perfecto hombre.

Cómo puede compaginarse esta extraña dualidad en una innegable unidad, es lo que nos explicará el magisterio tras larga elaboración que arranca de los primeros siglos de la Iglesia.

Y es de advertir que, cuando hablamos de la intervención del Magisterio, no pretendemos afirmar que se imponga una arbitraria doctrina o se inventen dogmas; sino que la Iglesia ha definido lo que entenderse debe de la Revelación, y esto mismo lo ha sintetizado en fórmulas elaborando términos humanamente convencionales, que expresan en un solo vocablo o en una sola frase toda la doctrina.


Para  lograr esta síntesis de acuerdo con la verdad y la razón humanas, de modo que la Revelación sea suficientemente expuesta y los dogmas que la Iglesia propone no repugnen a la razón humana, es necesario desentrañar la genuina función de los conceptos metafísicos, como los iremos exponiendo en su oportunidad.


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