jueves, 17 de marzo de 2016

Jesucristo es Dios III (cont.)




3.- ALGUNOS PARRAFOS DEL ESCRITO

A.- Bajo estas distinciones podemos responder la capciosa pregunta de los "sutiles" dirigentes de Broocklyn: "¿Pudiera tentarse a Dios?" (P. 14/ c. 2/ párr. e).
Jamás hemos visto los católicos que el haber permitido Jesús que Satanás se  atreviera contra El, fuera indicio de no ser Dios. Antes al contrario, nos sorprende que el demonio se haya atrevido contra el Verbo Encarnado y confirmamos con eso que "se hizo semejante a los hombres" (Filip. II-7),  regocijándonos de que hubiera sido "probado en todo a semejanza nuestra, excluido el pecado" (Hebr. IV-15), y que por esta razón nuestro Pontífice sea capaz de compadecerse de nuestras flaquezas. (I b.)

Las tentaciones gradualmente crecientes hasta la proposición de apostasía, no prueban que Cristo careciera de divinidad. Lo que prueban es el acecho de la serpiente para morder el talón, la humanidad del Redentor (Cf. Gén. III-15), prueban la ofuscación con que el odio y la soberbia de Satanás nublaron su entendimiento. Creyó que podía vencer la Humanidad de Cristo tratándolo como un hombre cualquiera, pero tuvo que probar que no es contra un simple hombre, sino contra el Verbo Encarnado con quien tenía que habérselas: Cristo, por su intrínseca condición de la Unión Hipostática, es absolutamente impecable. (Cf. Jn. VIII - 46; I Petr. II -22). Ojalá aprendieran los Testigos de Jehová, que parecen continuar el oficio del Tentador, y se rindieran ante la evidente divinidad de Cristo.

B.- Fieles a este denigrante oficio del Tentador, los Testigos de Jehová están dispuestos a tentarlo todo, hasta los mismos planes de Dios. Ahora quieren reformar el plan de la Redención con tal de destronar a Cristo (p. 15/ c. 1/ párr. D...) y preguntan: "¿Cuánto había que pagar como rescate?". 

Comienzan por sostener con sus propias manos una balanza para comprobar la dignidad de Adán y el peso de su pecado, con la dignidad de Jesucristo y el peso de sus méritos. Concluyen que son iguales, y es tal su tacañería que no dan más ni por uno ni por Otro. Llaman a Adán el hombre perfecto y haciendo paralelismo con Jesús, hombre perfecto, declaran un justísimo empate.


Siempre atrincherados en la Escritura, justifican su actitud con las palabras de San Pablo, que a la figura de Adán pecador contrapone la de Cristo Redentor (Cf. Rom. V-12-19). Ellos no quieren un Dios Redentor; según sus cuentas, pesas y medidas, les basta un simple hombre: "la vida humana perfecta de Jesús era el ‘rescate correspondiente’ exigido por la justicia divina… ni más ni menos. Un principio fundamental hasta de la justicia humana es que el precio que se paga debe corresponder con el mal que se haya cometido" (p.15/c.1/ parr.e.).Con estas palabras de los Testigos comprobamos que Satanás los utiliza para vengarse de Quien le quebrantó la cabeza, al menos minimizándole.



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