jueves, 31 de octubre de 2013

El Rosario de una esposa y madre.

EL ROSARIO DE UNA ESPOSA Y MADRE.

(Por el P. Manuel Robledo, E. D.)


A ti, oh mujer, que, junto con tu esposo, has sido elegida para participar activamente del milagro la vida; a ti se dirigen estas piadosas consideraciones sobre los misterios que contemplamos en la devoción del Santo Rosario.

Por bien de tu alma desea la Santísima Virgen consideres lo que en estos Misterios se encierra, examines tu proceder y pongas en práctica los ejemplos que te proponen.

Son ellos la suma del Cristianismo y te serán norma e invitación para vivirlo con perfección. Su consideración te ayudará a alcanzar lo que prometen; esto es: la vida cristiana, la salvación de tu alma y la salvación de los seres que de ti dependen: Tu Esposo y tus hijos; de todos los fieles cristianos y de todo el mundo.

Mira que, desde la penumbra de la más apartada ermita, desde tu hogar por humilde que sea, desde los quehaceres que tu deber te impone, desde la prueba del dolor o con el gozo mismo de las más puras alegrías que el Señor te regala, puedes lograr la santidad a que te llama tu Bautismo y alcanzar para los tuyos gracias inestimables, si frecuentas el rezo del Rosario.

En este escrito tú figuras como centro de esta oración, pues por el sacramento, el casto amor de esposa y el purísimo amor de madre, te conviertes en el eje de la piedad familiar.

Toma, pues, ese conjunto de rosas entrelazadas en la misma guirnalda hasta formar corona. Deshójalas a los pies de María, ciñe su frente con los pétalos que exhalan el aroma de su amor maternal, y con tus manos ágiles y tiernas de recién casada, o recias por la lucha de la vida, o curtidas ya por el ajetreo y sufrimiento de los años, repasa una a una las cuentas; y mientras meditas los misterios con la mente, eleven tus labios y tu voz la Salutación Angélica.



MISTERIOS GOZOSOS


Primer Misterio:

La Anunciación a la Santísima Virgen y la Encarnación del Verbo.

Consideraciones:

Para redimir a la humanidad, Dios eligió libérrimamente un plan inconcebible a la mente de los hombres: tomar el mismo la naturaleza humana encarnándose en el seno de una Virgen, padecer, morir y resucitar.

Después de haber manifestado sus arcanos por boca de los Profetas, al llegar la plenitud de los tiempos, creó Inmaculada a la Creatura de cuyo seno el Verbo asumiría nuestra naturaleza.

A pesar de haberla elegido desde la eternidad, quiso notificarle sus designios y pedirle su consentimiento. Envió al Arcángel San Gabriel a aquel lugar de la tierra donde Ella oraba.

Al entrar a su presencia la saludó con estas palabras que se harían inmortales: "Ave, María" y le manifestó el plan de Dios.

Entáblase un diálogo en que María manifiesta ser Virgen y su voto de permanecer en virginidad perpetua. El Arcángel revela que el Hijo de Dios traería una misión salvífica universal, garantiza esta virginidad perpetua y empeña la Omnipotencia Divina, pues el milagro de la Encarnación obra será del mismo Espíritu Santo.

Según este plan divino, del consentimiento de María pende la salvación del mundo, y Ella, conociendo la trascendencia, asiente con generosidad, tomando, no el honor de ser Madre de Dios, sino la misión dolorosa que en este misterio le corresponde.

Porque al pronunciar su "fiat", quedaba directamente ligada a la Obra de la Redención y comenzaría en ese instante un victimato propio, unida, como queda, a su Hijo, quien por la Unión Hipostática es al mismo tiempo su Dios.

Aplicaciones.

Dios te ha elegido por madre y a tu Esposo por padre.

Cuando por señales de la naturaleza te indica la aparición de un nuevo ser en tus entrañas, lo has concebido. En la intimidad de tus entrañas late un nuevo corazón: ha sido creada por Dios una nueva alma inmortal y en el mismo instante infundida en el ser que comienza a existir en tus entrañas.

Recíbelo con gozo y gratitud infinitos. Ese nuevo ser ha sido destinado por Dios a la salvación de sus padres: y va en su conservación y alumbramiento la salvación tuya y la de tu Esposo.

En el aspecto humano, esta es una realización que coloca a ambos en perfección biológica; como almas unidas en Matrimonio, es un lazo confirmativo de vuestra unión, y la sublima con un sello de inocencia que desde ahora brilla en vuestro hogar.

Como complemento necesario a la unión matrimonial, es una bendición divina. Como miembro de la sociedad, es un precioso estímulo a la superación, un vigor renovado para la lucha por la vida, una satisfacción por haber cooperado a la existencia de un ser que de otro modo no existiría; por la capacidad de proteger a quien depende de vuestra voluntad y vuestras fuerzas, de vuestra vigilancia y providencia.

Ahora habéis de tomar las cargas que esa misión de ser padres os impone, y las tomaréis con exquisita responsabilidad. Es misión que dura para toda la vida, no solo durante la vida de nuestro hijo, sino también durante toda la vida vuestra y aún después que dejéis la vida terrena; pues los verdaderos progenitores, aún cuando pasen a la otra vida, siguen rogando a Dios por sus hijos.

A ti, mujer, corresponde la responsabilidad fundamental y el cuidado minucioso por el hijo. Y esta palabra, hijo, puesta aquí en singular, corresponde al plural si Dios te hace el mismo honor en repetidas ocasiones.

Cada uno de los hijos, como el primero, es amado con toda plenitud sin distinciones: Es el mismo cielo ampliado, prolongado y repetido.

Con las responsabilidades de orden temporal, debéis tomar también las de orden espiritual; pues el ser que habéis engendrado comienza a existir no solo por la fecundidad y concepción, sino por la infusión simultánea del alma espiritual e inmortal.

El alma del hijo es creada en el primer instante de su ser, y substancialmente unida al principio somático.

"Dios te salve, María .... "


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