sábado, 14 de diciembre de 2013

Preparemos la navidad (cont).

O ORIENS!


(Quinta Antífona Mayor del Olicio Divino en Adviento).

Día 21 de diciembre.

¡Oh Oriente, Resplandor de la Luz Eterna y Sol de justicia! Ven e ilumina a los que se 
sientan en tinieblas y en sombra de muerte".

Comentario.

Esta última Profecía, emitida por el Sacerdote Zacarías en el cántico sublime que desató su milagrosa mudez (Cf. Luc. I-78-79), da al Libertador de la humanidad esclavizada el título de "Sol Naciente".

El original griego de San Lucas usa el término ANATOLE, que la Vulgata traduce como ORIENS, el Oriente.

Su traducción castellana, conforme la mente del Autor Sagrado y el término gramatical, es "el que sale"; no el punto cardinal (Náhuatl: Tonatiuhiquizayan), sino "Aquel que sale".

Otro Zacarías, el Profeta, había usado el mismo título para vaticinar al Mesías tipificado en el Sumo Sacerdote Yehosúa y sus sucesores: son "varones de presagio" porque simbolizan lo por venir: "Hé aquí que Yo,voy a traer a mi Síervo, el Oriente" (Zac. III-8). Más abajo confirma este título mesiánico en la coronación del Sumo Sacerdote: "Hé aquí un hombre cuyo nombre es Oriente". (Ib. VI-12).

La voz hebrea empleada por el Profeta es SEMAH, cuyo primitivo significado es "BROTE de una planta" (Náhuatl: Itzmolinaliztli. Los LXX lo traducen como ANATOLE, salida del sol, aunque con aplicación a lo que brota.

Zacarías aclara el significado de su SEMAH añadiendo: " ... y debajo de él brotará y construirá el Templo de Yahvéh". La Vulgata combina ORIENS y ORIENTUR: El que sale... saldrá.

Cualesquiera de estas palabras o sus equivalentes, siempre darán la idea de brote, germen, vástago o renuevo. Así, escribe Jeremías (XXIII-5): "Suscitará a David un vástago justo"; y San Pablo nos declara en Hbr. VII-14,que "el Señor Nuestro es Retoño de Judá".

Pues bien, la Quinta Antífona Mayor del Oficio Divino de Adviento, evoca este título para llamar a Jesucristo y hacerle nacer espiritualmente en nuestros corazones durante esta Navidad.

El es "El que sale" del entendimiento del Padre por vía de generación allá en la eternidad; "El que sale" al tiempo como el "astro naciente" (Is. LX-3), que "se levanta cual esposo de su tálamo, que se goza como un atleta corriendo su carrera" (Ps. XVIII-6).

El es "El que sale" al mundo, de Madre Virgen cuyo claustro inmaculado fue creado para El, para "El que sale", el "Oriente", el "Brote", el "Vástago divino", y su tipo lo contemplan los Padres en la puerta del Santuario que mira hacia "el Oriente": " ...Esta...permanecerá cerrada ... porque Yahvéh, Dios de Israel, por ella entró y cerrada ha de permanecer" (Ez. XLIV-I-2).

El es "El que sale" para luz del mundo (Cf.Jn. VIII-12), no como sale el astro luminoso para despertar con sus rayos la naturaleza dormida, sino como luz vivificante que' supera infinitamente la hermosura y vitalidad de todas las lumbreras síderales, "porque Ella -la Sabiduría Eterna es más hermosa que el sol y sobrepuja toda constelación; puesta a la par de la luz, lleva la palma, porque a la luz suplanta la noche; mas contra la Sabiduría no hay malicia que prevalezca" (Sap. VII-29).

Por esto, la Liturgia lo invoca en esta Antífona con nuevos atributos: "Resplandor de la Luz Eterna" y "Sol de Justicia".

Son estos últimos otros dos títulos aplicados también al Mesías que invocamos, y cuya base la suministran los Libros Santos al descubrírnos que la Sabiduría es "irradiación esplendorosa de la Eterna Lumbre y Espejo inmaculado de la energía de Dios, y una Imagen de su Bondad" (Sap.VII-26); es decir, de su santidad, de su justicia.

"Sol de justicia" le nombra Malaquías (IV-2), por cuanto "en sus rayos traerá la salvación", así como el sol trae la vida y la luz en los suyos. Los pueblos todos le verán con gozo, pues frente a su luz se convencerán de la vanidad de los terernos resplandores y harán suya la palabra del Señor: "No será ya el sol tu luz durante el día ni te alumbrará la luz de la luna; porque Yahvéh será para tí eterna lumbrera y tu esplendor el Dios tuyo. No se pondrá más tu sol ni faltará tu luna: porque tu luz eterna será Yahvéh, y los días de tu llanto se habrán acabado" (Is. LX-19-20).

De aquí que San Juan nos presente al Verbo como "la luz verdadera, la que ilumina a todo hombre viniendo a este mundo" (Jn. I-9).Y una vez nacido y habitando entre nosotros (Cf. Ib. 14), proclama de Sí mismo: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn. VIII-12).

Esta Luz de Verdad, al venir a este mundo, disipará las tinieblas del error; esta Luz de la Vida ahuyentará las tinieblas de la muerte. Este Sol de Justicia, al iluminar a la humanidad caída, justificará con su gracia a las almas: este eterno Resplandor de la Eterna Luz penetrará las almas con savia nueva y las elevará al plano de lo divino, pues "con ser una, lo puede todo, y sin salir de Sí, todas las cosas renueva; y en todas las edades, transfundiéndose en las almas santas, hace de ellas amigos de Dios y profetas" (Sap. VII-27).

Cuando esto se verifique en esta Navidad, el mundo entero exultará de gozo; podrá entonces aplicarse a sí misma la humanidad creyente aquellos jubilosos vaticinios de Isaías: ¡"Levántate,resplandece...pues ha llegado tu luz y la gloria del Señor ha amanecido sobre tí; pues he aquí que tinieblas cubren la tierra y obscuros nubarrones los pueblos; mas sobre ti brilla el Señor y sobre ti se dejará ver su gloria ... " (Is. LX-1-2).



No hay comentarios:

Publicar un comentario