miércoles, 13 de julio de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos (cont.)




b) El Bautismo dado por infusión, que rechaza Gonzalo, sí es válido y lo practicaron los Apóstoles y los primeros cristianos. Los Apóstoles, porque en el primer sermón de San Pedro pidieron el bautismo 3000 convertidos, y luego 5000. ¿Cómo explica Gonzalo que, no habiendo río en medio de Jerusalén para bautizar por inmersión a tanta gente pudieran ser bautizados? Sólo por infusión.

Es cierto que Cristo recibió en el Jordán el bautismo por inmersión, pero le falta a Gonzalo aclarar que el bautismo de Juan no era el Sacramento que después de su Resurrección instituiría Nuestro Señor, el mismo Bautista hace la distinción: “Yo os bauticé con agua, mas Él os bautizará en el Espíritu Santo” (Mc. I – 18).

Y cuando Cristo manda a sus Apóstoles a bautizar (Mth. XXVIII – 19), los manda a todas las naciones y a todos los pueblos. También al desierto del Sahara, a la Arabia Pétrea, a los pueblos resecos de Palestina, lugares donde no había ni habrá agua en abundancia. Y también a las regiones árticas, en las cuales, aunque abundan en agua, es imposible descubrir y menos bañar al bautizado por causa de las temperaturas bajo cero. Luego habrían de acomodarse a las circunstancias bañando todo el cuerpo o la parte principal, cual es la cabeza informada por el alma, donde residen todos los sentidos y por la que opera el alma en sus tres potencias y por donde la persona humana manifiesta su identidad.

Los primeros cristianos dan una norma general que abarca todas esas distinciones: “Bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua; si no puedes hacerlo con agua fría, hazlo con caliente. Sino tuvieres una ni otra, derrama agua en la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Didajé  – VII – 1 – 3).

Y así se bautizó en los húmedos y obscuros túneles de las catacumbas, en las prisiones donde eran recluidos los simpatizantes de cristianismo, en las crujías donde estaban reservados para las fieras los que ya creían en Cristo. . .

La inmersión se practicaría donde y cuando hubiera oportunidad de paz y espacio; sería solemnizado el Bautismo cuando la Iglesia se asentara a la luz del día después de la paz constantiniana. Y jamás se oyó decir que tendrían que rebautizarse los que hubieran recibido el Bautismo por infusión o lo hubieran recibido con menor solemnidad. 

c) Todos profesamos en el Credo este dogma que nos viene transmitido desde los Apóstoles y los primeros cristianos: “Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados”. Porque una vez recibido es definitivo y no se puede repetir por haber sido ya perdonados el pecado original y otros si los hay, porque imprime carácter y porque siempre será verdad nuestra pertenencia Cristo, sellada con el sello de la Santísima Trinidad.

El Carácter bautismal es una señal espiritual indeleble: es el sello de Dios, y lo dice la Escritura: “Dios nos marcó con su sello” (II Cor. I – 22).

Lo recibimos al ser bautizados, porque al ser regenerados o reengendrados al orden sobrenatural por la Gracia Santificante y al hacernos por ésta “partícipes de la Divina Naturaleza”, (II Petr. I – 4), inhabitó en nuestra alma la Santísima Trinidad en cuyo nombre y poder fuimos bautizados (I Jn. IV – 16), y porque fuimos incorporados a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, participando de su sacerdocio que no termina, siendo Él fiel, aunque el hombre se porte infiel, “porque no puede negarse a SÍ Mismo”
(II Tim. II – 13).


Luego fue un sacrilegio el haber despreciado el sello de Dios cuando nos rebautizamos. Y entre tanto, Gonzalo Vega avanzaba un paso más y nos creaba una personalidad ficticia.


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