miércoles, 20 de julio de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos(cont.)



GONZALO VEGA RECHAZÓ EL CULTO A LA

SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Y LO CALIFICÓ DE IDOLÁTRICO


Seguramente como condición impuesta por sus protectores norteamericanos, o tal vez por la mala entraña que albergaba desde sus tiempos de católico, o por uno y otro motivo, pero el heresiarca dio a su secta un tétrico cariz al eliminar el culto a la Santísima Virgen María, causa de nuestra alegría, porque Ella dio a luz a Jesucristo, que trajo al mundo la alegría de la reconciliación con el Padre.

Con esto firmó su propia y prolongada angustia, pues no podrá morir en paz quien no invoca a María con las palabras de la Iglesia: “Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Afirmó que el culto a la Madre de Dios es idolátrico, porque en su frenesí llegó a ignorar los principios en que se basa el culto de dulía que la Iglesia rinde a la Virgen María y las profundas razones teológicas y escriturísticas que nos inducen a su veneración.   

a).- Veámoslas enunciadas por premisas, a fin de no prolongar tema tan fecundo y ya tan ampliamente divulgado:

1a. Dentro del plan que Dios determinó para realizar la Redención del género humano, es esencial el victimato por muerte con mérito infinito, y el Verbo toma sobre Sí esta misión.

2a. El Verbo no podrá morir como Dios. Determina entonces asumir la naturaleza humana uniéndola a la Naturaleza Divina, en la sola Persona del Verbo. (Unión Hipostática).

3a.- Al hacerse hombre, tomaría sobre Sí nuestros pecados y se convertiría en la Víctima Propiciatoria para rescate de hombre y reivindicación de la gloria del Padre.

4a.- El modo como se hizo hombre, fue encarnándose en el seno de María Virgen por obra del Espíritu Santo y naciendo en el tiempo como Infante sin dejar de ser Dios: misterio de la Encarnación por la Unión Hipostática.

Por lo cual, dice San Pablo: “Cuando vino la plenitud del tiempo, envió Dios desde el cielo, de cabe Sí, a su propio Hijo, hecho hijo de mujer”. (Gal. IV – 4).

Estas palabras glosan el versículo 14 del prólogo de San Juan: “el Verbo se hizo carne”.

Luego en el plan de la Redención, María es personaje clave al lado de su Hijo: Él como Dios – Hombre – Redentor, y Ella como criatura cooperadora directa y consciente, sin cuya intervención este plan de Redención no su se hubiera realizado.

Es imposible en este breve estudio colmar de citas y textos escriturísticos cada una de las precedentes afirmaciones a fin de confirmarlas. La Biblia entera, en puntos básicos desde el Protoevangelio y los Profetas, y los Libros del Nuevo Testamento hasta el Apocalipsis, nos enseña que María ocupa un lugar privilegiado en la Obra de la Redención y realiza una misión paralela aunque secundaria, en la vida de Nuestro Señor Jesucristo.

En la realidad bíblica, patente a los ojos de todo el mundo sobre el plan de la Redención y su desarrollo, no creo que Gonzalo Vega haya encontrado un solo texto que le autorice a negar al cristianismo el culto de María. Tampoco lo hallará en las primeras generaciones cristianas, que desde los Apóstoles reconocieron su maternidad divina llamándola en griego “Teotokos“ o “Madre de Dios”, “Deigenitrix”; y así se lee en Orígenes (+253), que siguió la tradición de sus antecesores.


Negarle este título y el honor que se merece, sería pretender borrar el sol del firmamento e impugnar las palabras que por su boca virginal proclamó el Espíritu Santo: “He aquí que desde ahora, todas las generaciones me llamarán bien aventurada” (Luc. I – 48).  


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