viernes, 15 de julio de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos(cont.)




GONZALO VEGA Y SUS SECUACES

RECHAZARON LA

COFENSIÓN SACRAMENTAL

No sé qué irán a responder al Juez Divino en la hora de su muerte: el rechazar el Sacramento de la Confesión está en contra del mismo Jesucristo que la instituyó.

Vino Cristo a la tierra para que fuéramos perdonados por el Padre: pero también para perdonar Él mismo, y lo demostró varias veces; v. gr.: Luc. V-23, Mth. IX – 5-8. . .

En este último pasaje leemos que, ante los murmuradores escribas fariseos que pensaban: “¿Quién puede perdonar los Pecados sino sólo Dios?, el Señor demostró su divinidad lanzándoles este reto: “¿Qué es más fácil decir: perdonados te son tus pecados o levántate y anda? Pues para que entendáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados, entonces dice al paralítico: Levántate, toma tu camilla y marcha a tu casa”. Al realizar este milagro físico, demostró públicamente que realizaba el milagro espiritual: los pecados del paralítico habían sido perdonados, y lo demostraba Él mismo con la curación de ese cuerpo antes enfermo e imposibilitado. (Cf. Mth. IX- 1-7).

La conclusión del pasaje evangélico dice a la letra: “Y viéndolo las turbas, se asombraron y glorificaron a Dios, que había dado tan grande potestad a los hombres”.
En esta conclusión parece adelantar San Mateo que, al perdonar Dios por la Humanidad del Verbo, físicamente presente ente los pecadores, muestra a través de su Naturaleza Humana un poder que la humana naturaleza no tenía: el de perdonar los pecados; y que los daría como prerrogativa a la persona de unos hombres que actuarían en el Nombre y con el poder de Dios.

En efecto, los Apóstoles, siendo hombres, recibieron del mismo Cristo poder de perdonar pecados. Prometiólo primero cuando constituyó a San Pedro Piedra fundamental de su Iglesia: “Lo que atares sobre la tierra, atado quedará en los Cielos, y cuanto desatares sobre la tierra, quedará desatado en los Cielos”. (Mth. XVI–19). Repitió la misma promesa a todos los Apóstoles juntos: (Mth. XVIII – 18). Confirió este poder a todos los Apóstoles al nombrarlos continuadores de la misión que le dio su Padre: “Como el Padre me envió, también Yo os envío a vosotros”. Y con solemne ceremonia sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonareis los pecados, perdonados les son; a quienes los retuviereis, retenidos quedan” (Jn. XX-21-23).


Repetimos que, constituida así la Iglesia, debía permanecer la misma en su esencia hasta el fin de los siglos. Que antes de morir, los Apóstoles nombraron sucesores y les transmitieron sus poderes espirituales. Que los legítimos Sucesores ejercen con las mismas prerrogativas apostólicas, razón por la cual la Iglesia permanece siendo la misma y con los mismos poderes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario